PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO

"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"

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Alquimia Tradición que no Murió
Capítulo VI

La Piedra Filosofal: Pruebas de su Existencia

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Gerard Encausse - Papus



Afirmamos que hay pruebas irrefutables de que la Piedra Filosofal existe, y pasaremos a exponer los hechos sobre los cuales basamos nuestras convicciones.

Hemos dicho los hechos, pues lo que se demuestra mediante razonamientos más o menos sólidos puede considerarse absolutamente serio. En el campo de la historia, lo que se afirma suele ser fácil de comprobar en esta época y, por ello, verdaderamente irrefutable.

Ahora vamos a exponer los argumentos invocados por los adversarios de la Alquimia contra la transmutación; éstos son hechos que, por sí solos, podrán refutar victoriosamente cada una de esas objeciones.

Correspondió al mayor de los hermanos Geoffroy encargarse, en 1772, de efectuar el proceso de los alquimistas ante la Academia. Si damos crédito al memorial que él presentó, los numerosos casos de transmutación, sobre los cuales los adeptos basan su fe, se pueden explicar fácilmente como supercherías, filósofos irreprochables, como Paracelso y Raimundo Lulio, dejan de lado, por un momento, las especulaciones abstractas para efectuar astutos escamoteos ante personas crédulamente embobadas. Sin embargo, analicemos los medios para engañar de los que ellos disponían, y procuremos establecer condiciones experimentales que anulen tales argumentos.

Según Geoffroy, los alquimistas se valen de los siguientes elementos para engañar a los asistentes:

  1. Crisoles de doble fondo.
  2. Carbones (o varitas huecas), previamente rellenadas con oro en polvo; y
  3. Reacciones químicas desconocidas en ese entonces, y conocidas perfectamente hoy en día.

A fin de que se concrete una de estas condiciones, es necesario que el alquimista esté presente en la operación o que haya tomado contacto, de antemano, con los instrumentos empleados. Por lo tanto, la condición primera e imprescindible, para determinar experimentalmente una transmutación, consiste en que el alquimista esté ausente.

Además, será preciso que no haya tenido en sus manos objeto alguno que luego sirva para esa transmutación. Y para responder al último argumento, es indispensable que las premisas fundamentales de la química contemporánea sean incapaces de explicar normalmente el resultado obtenido. Para que nuestro trabajo encuentre una prueba más sólida aún, es preciso que sea el lector mismo quien pueda controlar con facilidad todo lo que sostenemos. Por este motivo, extraeremos nuestros argumentos de una sola obra:

La Alquimia y los Alquimistas, del ya citado Figuier. Antes de proseguir, recordemos las condiciones más esenciales:

  1. Ausencia del alquimista;
  2. Que no haya tocado nada de lo que el operador utilice;
  3. Que el hecho no pueda ser explicado por la química contemporánea. Incluso podemos agregar esta otra condición: 4. Que el operador no pueda ser sospechado de complicidad.

Abrimos el libro de Figuier, edición de 1854, capítulo III, en la página 206. Allí no encontramos un solo hecho, ¡sino tres! que responden a todas nuestras condiciones y que vamos a comentar uno por uno. El operador no solo no es alquimista sino que es un sabio respetado y un enemigo declarado de la Alquimia: esto responde, con más fuerza aún, a nuestra cuarta condición. Hablamos, en primer término, de Helvetius y de su transmutación.

Citamos textualmente a Figuier, “Johann Frederick Schweitzer (1625-1709), conocido con el nombre latino de Helvetius, era uno de los adversarios más acérrimos de la Alquimia y había alcanzado notoriedad por un escrito suyo contra el “polvo simpático” (sympathetic powder) de Sir Kenelm Digby (1603-1665).

El 27 de diciembre de 1666, recibió en La Haya la visita de un extranjero vestido como un hombre corriente del norte de Holanda, quien se negó obstinadamente a dar a conocer su nombre. El extranjero dijo a Helvetius que, enterado de su disputa con Sir Digby, acudía para darle pruebas concretas de que la Piedra Filosofal realmente existía. En una larga conversación, el adepto defendió los principios herméticos y, para disipar las dudas de su adversario, le mostró la Piedra Filosofal:

“Mientras conversaba con ese hombre y examinaba la Piedra Filosofal, Helvetius se las ingenió para separar con una uña unas partículas.”

Cuando estuvo solo, se dedicó a poner a prueba las supuestas virtudes de esas partículas. Fundió plomo en un crisol y efectuó la proyección. Sin embargo, todo se disipó en una humareda.

Lo único que quedó en el crisol fue un poco de plomo y tierra vitrificada. Entonces, Helvetius pensó que aquel hombre era un impostor, y habría olvidado lo ocurrido si, tres semanas después y en el día señalado, el extranjero no hubiese reaparecido.

Sin embargo, se negó a efectuar él mismo la operación, pero cediendo a los ruegos de Helvetius, le regaló un poco de su “Piedra”, cuyo grosor era apenas el de un grano de mijo.

Y como Helvetius expresó sus temores de que tan pequeña cantidad de sustancia careciera de la menor propiedad, el alquimista, considerando que incluso ese regalo era demasiado dispendioso, retiró la mitad y le dijo que lo que quedaba era suficiente para transmutar algo más de una onza y media de plomo.

Al mismo tiempo, se encargó de informarle sobre las precauciones que debía tener para que la Obra fuera exitosa y, sobre todo, le recomendó que, en el momento de la proyección, recubriera la Piedra Filosofal con un poco de cera para protegerla del humo del plomo.

En ese instante, Helvetius comprendió por qué había fracasado en su intento de transmutación; no había recubierto la Piedra con cera y había descuidado, en consecuencia, una precaución indispensable.

Además, el extranjero prometió regresar el lunes para asistir a la experiencia.

“El lunes, Helvetius aguardó inútilmente. Así pasó todo el día sin que se presentara nadie. Al anochecer, la esposa de Helvetius, incapaz de contener su impaciencia, le urgió para que intentara él solo la operación. Entonces, él lo hizo en presencia de su esposa y de sus hijos.”

“Fundió una onza y media de plomo, proyectó sobre el metal fundido la Piedra recubierta de cera, tapó convenientemente el crisol y lo dejó expuesto a la acción del fuego durante un cuarto de hora. Al cabo de ese lapso, el metal había adquirido un bello color verde: era oro fundido, el cual, colado y enfriado, adquirió un color amarillo espléndido.”

“Todos los orfebres de La Haya estimaron muy alto el valor de ese oro. Povelius, aquilatador de las monedas de Holanda, lo sometió siete veces a la prueba del antimonio sin que su peso disminuyera.”

Así es cómo Helvetius narró esta aventura. Los términos y pormenores precisos de su relato excluyen toda sospecha de impostura por parte de él.

Este hecho le maravilló de tal manera que escribió su Vitulus aureus, (La Haya, 1667, obra reproducida en Museum Hermeticum Reformatum, Francfort, 1678, y The Hermetic Museum Restored and Enlarged, Londres, 1893).

De esta manera es cómo él narra lo ocurrido y sale en defensa de la Alquimia.




Alquimia Tradición que no Murió

  1. Alquimia Tradición que no Murió - Cap I El Ocultismo y la Alquimia
  2. Alquimia Tradición que no murió - Cap II ¿Qué es la Piedra Filosofal?
  3. Alquimia Tradición que no murió - Cap III La Fabricación de la Piedra Filosofal y sus distintos colores
  4. Alquimia Tradición que no murió - Cap IV Una explicacion sobre Textos Alquímicos
  5. Alquimia Tradición que no murió - Cap V La Química Moderna Y La Piedra Filosofal
  6. Alquimia Tradición que no murió - Cap VI La Piedra Filosofal: Pruebas De Su Existencia
  7. Alquimia Tradición que no murió - Cap VII La Validez De La Piedra Filosofal
  8. Alquimia Tradición que no murió - Cap VIII La Tabla De Esmeralda de Hermes Trismegisto, y Su Explicación Paso a Paso
  9. Alquimia Tradición que no murió - Cap IX Primera Operación: Mercurio De Los Filósofos
  10. Alquimia Tradición que no murió - Cap X Segunda Operación: Confección Del Azufre
  11. Alquimia Tradición que no murió - Cap XI Tercera Operación: Conjunción Del Azufre Con El Mercurio De Los Filósofos
  12. Alquimia Tradición que no murió - Cap XII Las Multiplicaciones
  13. Alquimia Tradición que no murió - Cap XIII El Verdadero Alquimista
  14. Alquimia Tradición que no murió - Cap XIV Vestigios De La Alquimia En La Época Actual
  15. Alquimia Tradición que no murió - Cap XV Un Alquimista Práctico
  16. Alquimia Tradición que no murió - Cap XVI Cómo Estudiar Alquimia, Y Conclusión



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