PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
Son dos los químicos que, en nuestra época, impulsaron sus investigaciones
por el oscuro campo de la Alquimia.
Uno de ellos es Guillaume Louis Figuier
quien, hacia 1853, publicó La Alquimia y los Alquimistas, obra de la que ya tendremos
ocasión de hablar. El otro es el profesor Marcelin Pierre Eugène Berthelot, miembro
del Instituto, quien dio a conocer, en 1885, Los Orígenes de la Alquimia.
Estos dos sabios de la ciencia oficial, especialmente el último, tienen autoridad
en esta materia y su opinión merece ser escuchada por toda persona criteriosa.
Ambos consideran que tanto la Alquimia como lo que ésta propone son bellos sueños,
dignos de épocas pasadas, y niegan formalmente la existencia de la Piedra Filosofal
(aunque Figuier prueba, sin saberlo, la existencia de aquélla). Sin embargo, declaran
que, científicamente, la cuestión no puede ser negada a priori.
Es Figuier
quien dice:
“En el estado actual de nuestros conocimientos, no se puede probar
de manera absolutamente rigurosa que la transmutación de los metales sea imposible.
Algunas circunstancias se oponen a que el punto de vista alquímico sea rechazado
como un absurdo en contradicción con los hechos”.
En muchos países de su
libro, Berthelot muestra que, lejos de oponerse a la química contemporánea, la teoría
de los alquimistas tiende, en cambio, a reemplazar hoy en día lo que antes se pensaba
de esa filosofía.
He aquí algunos párrafos que abonan esta opinión:
“A través de las explicaciones de carácter místico y de los símbolos con los
que los alquimistas se envuelven, podemos entrever las teorías esenciales de su
filosofía. Esas teorías se reducen, en suma, a una pequeña cantidad de ideas claras
y plausibles, algunas de las cuales ofrecen una analogía ajena a los conceptos de
nuestro tiempo”.
También dice:
“¿Por qué no podríamos formar el azufre
con el oxígeno o formar el selenio y el teluro con el azufre, mediante convenientes
procedimientos de condensación? ¿Por qué el teluro y el selenio no podrían convertirse,
de manera inversa, en azufre, y éste, a su vez, metamorfosearse en oxígeno? En efecto,
nada se opone a esto a priori.”
Y concluye diciendo:
“Lo repito nada
puede afirmarse, con seguridad, en el sentido de que la fabricación de cuerpos simples
sea imposible a priori…”
Todo esto muestra suficientemente que la Piedra
Filosofal no es algo fatalmente imposible, según el criterio de sabios contemporáneos.
Lo que ahora debemos averiguar es si tenemos pruebas positivas de que la Piedra
Filosofal existe.
Alquimia Tradición que no Murió
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