El 23 de julio del año 2012, no voy a comenzar con la Edad Media
sino con este año, Anders Behring Breivik entró a un campamento de verano cerca
de Oslo, Noruega, vestido como policía, y comenzó a disparar. Cuando terminó, más
de ochenta personas habían fallecido. A pesar de su uniforme moderno, Breivik dijo
que era un miembro de una organización medieval, los Caballeros Templarios. De
acuerdo a su manifiesto de 1,500 páginas, titulado “2083 Una Declaración Europea
de la Independencia”, los Caballeros han sido refundados durante un encuentro en
Londres en abril de 2012. Me sorprendió descubrir que a mí se me citó varias veces
en este manifiesto, así como también a otros historiadores de las cruzadas. Mucho
de este trabajo ha sido una operación de “cortar y pe- gar”. Y este manifiesto habla
y habla, y de hecho es muy difuso, pero para citar simplemente una porción de lo
que dice de la refundación de los Caballeros Templarios. Los Caballeros Templarios
se crearon por personas de Europa que eran libres; uno de los propósitos más importantes
del tribunal y de la orden es tratar de contribuir a lograr el control político
y militar europeo y de los regímenes multiculturales, y de juzgar y castigar a los
perpetradores multiculturalitas marxistas europeos, como traidores categoría A,
B, C, por crímenes cometidos en contra de los indígenas europeos en 1955 hasta la
fecha. Los Caballeros Templarios fueron refundados como una orden militar paneuropea
nacionalista, y como un tribunal militar criminal con dos objetivos principales:
servir como una organización de caballeros indígenas armados y también como un movimiento
de cruzados. En otras palabras, un movimiento anti-Jihad. Ahí termina la cita. Como
dije bastante difuso. Unos pocos meses antes, en México una porción del cartel
de la droga “La Familia” se dividió del grupo principal y tomó el nombre de Los
Caballeros Templarios también. Aparecieron estandartes en todo México hablando de
este evento. Los estandartes decían: “Nuestro compromiso va a ser resguardar el
orden, prevenir los robos, los secuestros y las extorsiones, y también proteger
al estado de organizaciones rivales”. Desde entonces la policía mexicana ha destruido
los estandartes, ha confiscado drogas que ellos utilizaban durante sus ceremonias,
y muchos libros, como el “Código de los Caballeros Templarios de Michoacán”.
Claramente el nombre de Caballeros Templarios y también sus ideales siguen manteniendo
su popularidad en la actualidad. Lo que me gustaría hacer ahora es dar una historia
breve de los Caballeros Templarios, discutir los eventos que estuvieron en su supresión
y decir algunas palabras breves con respecto a las resurrecciones frecuentes de
esta orden en el mundo moderno. Los Caballeros Templarios comenzaron, como muchas
grandes ideas, con una muy pequeña. Después de la primera conquista de la cruzada
de Jerusalén en 1099, un número creciente de cristianos de Europa Occidental comenzaron
a hacer el largo viaje a Tierra Santa. Algunos de ellos eran cruzados que querían
apoyar la defensa y la expansión del reino de los cruzados, pero la mayor parte
de ellos eran peregrinos que querían simplemente ver la tierra de Cristo. Los peligros
abundaban para ambos grupos, pero especialmente para aquellos que no tenían armas.
Aunque los cristianos latinos tenían dominio de muchas ciudades en Tierra Sagrada,
en los territorios de oriente no había ningún cambio. La gran mayoría de los habitantes
en los estados de los cruzados eran todavía musulmanes. Muchos de estas personas
locales continuaban manteniendo sus prácticas pasadas de detener a los peregrinos
que no tenían armas. En 1118, por ejemplo, 700 peregrinos alemanes fueron atacados
a medida que caminaban de Jerusalén al río Jordán, la mitad de ellos fueron asesinados
de inmediato, y la mayor parte del resto, especialmente los más jóvenes, fueron
hechos prisioneros para ser enviados a los mercados de esclavos. Al año siguiente,
en 1119, un noble francés Hugues de Payens, y una variedad de sus amigos y seguidores,
concibieron una idea de formar una confraternidad religiosa que dedicaría a la protección
de los peregrinos en Tierra Santa. Ellos se inspiraron en el ejemplo de los Hospitalarios,
que era una confraternidad que protegía el hospital de Santa María Latina en Jerusalén,
que era un lugar donde los peregrinos enfermos eran cuidados. Hugues y sus hombres
tomaron los votos de pobreza, castidad y obediencia, y adoptaron la regla monástica
de san Agustín, y luego se presentaron a sí mismos al rey de Jerusalén Balduino
II y al patriarca de Jerusalén. Su servicio fue inmediatamente aceptado. Los líderes
proporcionaron unos pocos beneficios para ellos, simplemente para proporcionarles
un ingreso modesto, y les dieron también la posibilidad de que se pudieran quedar
en la mezquita Al-Aqsa. Los cristianos en ese momento asumieron de manera equivocada
que la mezquita Al-Aqsa era el templo de Salomón. El templo real de Salomón todavía
no se sabe claramente donde estuvo, pero probablemente estaba donde se ubicaba el
domo de la roca. El área de la mezquita, vecina del domo, no era el templo de Salomón,
porque esa área no estaba ahí durante el tiempo en que vivió Salomón. Esa se hizo
en el siglo I. Yo digo esto porque es importante recordar a medida que continuemos,
que los Templarios tomaron su nombre, Caballeros del Templo, a partir de esta mezquita
Al-Aqsa, porque pensaron que era el templo de Salomón, aunque de hecho no lo era.
Esto hay que mantenerlo en mente. En los primeros años hubo una operación muy
modesta. Después de su primera década el grupo consistió solo de nueve hombres,
con tan pocos fondos, que muchas veces tenían que compartir los caballos. Este tiempo
fue orgullosamente recordado durante los siglos posteriores, incluso se convirtió
en el símbolo del sello de los Templarios. Esto cambió en 1129. Fue entonces cuando
Hugues de Payens se dirigió al concilio de Troyes en Francia a buscar apoyo para
su misión. El predicador popular y hombre santo San Bernardo de Claraval vio en
los caballeros un medio para purificar la aristocracia de los guerreros de Europa.
Él apoyó fuertemente la aceptación oficial de los Templarios como una nueva orden
religiosa. Incluso produjo para ellos una regla, que se basaba por supuesto, en
su propio código para los cistercienses. Bernardo también escribió un tratado que
se llamaba “Elogio de los Nuevos Caballeros”, y en este tratado se dijo que los
templarios eran el epítome de los guerreros cristianos, un modelo que todos los
hombres que luchaban debieran aspirar. Y no solo aspirar a esto, sino también obtener.
Como los monjes en una abadía, los Caballeros Templarios entregaron todo lo que
tenían para servir a Dios y a su pueblo. Con el apoyo de la Iglesia y Bernardo,
los Caballeros Templarios entraron en un período de crecimiento sostenido y rápido.
En Europa se convirtieron en la cara visible de la Tierra Santa, para los europeos
que nunca habían visto Tierra Santa, pero que se preocupaban profundamente de su
estado. Para comprender el éxito de los Templarios uno debe entender el rol que
Jerusalén jugaba en el pensamiento medieval después de 1100. Lo que antes había
sido la ciudad celestial de la Revelación, ahora se había convertido para los europeos
en la reliquia sagrada de ultramar, la tierra que estaba más allá del mar. Jerusalén
-ellos creían- se había entregado a la primera cruzada como una señal clara del
favor de Dios. Entonces dependía de los europeos preocuparse de su salud, de defenderla,
fortalecerla y hacer toda la tierra de Cristo un lugar seguro para los cristianos
de visitar y venerar. Incluso en 1187, cuando Jerusalén fue conquistada por Saladino,
esa perspectiva no cambió en Europa, de hecho, lo intensificó. La pérdida de la
ciudad santa se interpretó por los europeos como el juicio de Dios sobre un pueblo
pecaminoso. Solo redoblando sus esfuerzos y purificándose a sí mismos, nuevamente
podrían poseer Jerusalén. Como una orden militar con presencia permanente en
Tierra Santa, los Caballeros Templarios eran los beneficiarios naturales de un deseo
pio de apoyar y fortalecer los estados de las cruzadas. Casi inmediatamente después
de 1129 comenzaron a atraer reclutas, principalmente de los niveles de los caballeros
intermedio e inferiores. También atrajeron un gran número de donaciones, no solamente
dinero, sino también edificios y tierras. Por necesidad los Templarios fueron
forzados a organizarse rápidamente. Cada país o región era gobernado por un maestre,
que a la vez respondía al Gran Maestre de la Orden Templaria, que estaba basada,
al menos teóricamente, en Jerusalén. Con todas sus nuevas propiedades, los Templarios
rápidamente construyeron cientos de casas a lo largo de toda Europa, como lo cistercienses
lo hicieron antes que ellos. En 1139, después de 10 años, el papa Inocencio II les
dio a los templarios una exención completa de las autoridades eclesiásticas y seculares
locales, así como también exención de impuestos. Esto hizo a los templarios más
populares entre los potenciales reclutas y donantes, ya que eran independientes
absolutamente, pero crecientemente impopulares entre todos aquellos líderes eclesiásticos
y seculares que ya no tenían control sobre ellos. Al principio parecía extraño
que una orden militar que fue formada para proteger a los peregrinos en Tierra Santa,
tuviese casas a lo largo de toda Europa Occidental. De hecho, solo una fracción
del templario eran caballeros, y pocos de ellos pocas veces se los envió al Oriente,
a Tierra Santa. Es verdad, algunos hicieron guerra en contra de los musulmanes en
Iberia y tomaron tierras nuevas ahí, que requirieron vigilancia militar para mantenerlas.
Pero la mayoría de los templarios estuvo basada en casas muy lejos del frente de
las cruzadas. Sin embargo, todos los Templarios se consideraban como parte del mismo
esfuerzo. Cualquier caballero necesita muchos tipos de servicios, entre ellos armeros,
herreros, mantener los caballos, mantener los establos, la propiedad de los conventos,
y llevar la contabilidad. Así que esto es muy parecido a cualquier monasterio, los
mismos tipos de labores que eran necesarios en los monasterios se daba con los Templarios
también. Más importante aún, los templarios tenían el medio para recolectar fondos
y hombres para proteger Tierra Santa. Entonces, alrededor de la casa de los templarios
había un lugar donde se podía donar a la causa para la protección de Tierra Santa,
o si uno quería entregar toda su vida a esto, podía ir a esa casa de los templarios.
Hay que decir que los Templarios eran muy buenos para reunir dinero. En realidad,
incluso se encontraron relacionados en una especie de primeros bancos. A mediados
del siglo XII empezaron a ofrecer servicios a los peregrinos y cruzados que iban
a Tierra Santa. Ahí podían depositar sus fondos con los Templarios en Europa, recibían
una especie de nota de crédito que se podía llevar a Tierra Santa. Cuando se llegaba,
se iba a la casa local de los Templarios en Tierra Santa, y ahí se cobraba esta
nota, menos un cobro por el servicio. Y así se cuidaba el dinero contra los piratas
y otros ladrones o asaltantes de caminos. Esta era una situación en que realmente
se podía asegurar que uno podía tener dinero al llegar a Tierra Santa. Esta forma
medieval de cheques viajeros, funcionaba con esta red internacional de los Templarios
que se iba transformando cada vez más en una orden financiera, así como militar.
Entonces, pronto se hizo muy regular depositar el dinero o tierras con los Templarios
en Europa para que lo guardaran, aunque no se fuera a las cruzadas. Las exenciones
tributarias hacían que esto fuera muy atractivo, así como también la capacidad de
los Templarios para manejar los bienes. En Francia, el Temple de París, en la práctica,
pasó a ser el banco central. Aunque la Tercera Cruzada logró restaurar la costa
de Siria y de Palestina al control de los cristianos después de la victoria de Saladino,
Jerusalén mismo siguió en manos musulmanas. Fue durante estos años, es decir el
segundo reino de Jerusalén según los historiadores, entre 1187 y 1291, cuando el
estado cruzado basado en Acre, que los Templarios y los Hospitalarios, que también
se habían transformado en una orden militar, llegaron a mayores alturas. En parte
esto se debió a mayores donaciones de europeos que querían ver que todo se arreglara
en Tierra Santa. Pero también porque había una escasez de nobles europeos dispuestos
a viajar a ultramar para servir. Los reyes de Jerusalén necesitaban soldados para
tomar, fortificar y permanecer en esa tierra, y mantener las áreas claves. Las órdenes
militares suplían esta necesidad. Para 1240 los reyes de Jerusalén ya no podían
tomar acciones sin consultar a los dos grandes maestres de las ordenes, Templarios
y Hospitalarios. No es raro entonces que los dos grandes maestres dieran consejos
contradictorios. El surgimiento de los Templarios y Hospitalarios en Tierra Santa
llevó a una competencia entre ellos que se manifestó muchas veces en clara antipatía.
En realidad, las dos órdenes incluso apoyaban a lados opuestos, una cosa que se
llamó la Guerra de San Sabas, en 1256-58, en Acre y alrededores y en Tiro, entre
los venecianos y los genoveses. Cuando pasaba todo esto, estaba claro en los europeos
medievales que, aunque los Templarios eran ricos y se encontraban en todas partes,
y eran un tanto arrogantes, estaban consistentemente fallando en el cumplimiento
de su tarea principal, proteger Tierra Santa. Entonces ya el territorio controlado
por los cristianos era muy pequeño. El sultán mameluco Baibars conquistó Cesaria
y Arsuf en 1265, y la fortaleza de Safad al año siguiente. En 1268 tomó Jaffa y
Antioquía, y brutalmente saqueó ambas ciudades. La soga se estaba apretando en el
cuello de Acre. El sucesor de Baibars, Al-Said Barakah capturó casi todo el resto
de los estados cruzados, y su hijo Al-Ashraf Khalil rodeó la capital cristiana de
Acre. Y eso era todo lo que quedaba. Esto fue en 1290, y fue la preparación para
terminar con la presencia de los cruzados en Tierra Santa. El sitio de Acre fue
quizás la mejor hora de los Templarios. Como los Hospitalarios y los Caballeros
Teutónicos, el gran maestre del Temple Thibaud Gaudin llamó a todos los hombres
disponibles de Europa a la defensa de la ciudad. Era el último bastión. El 18 de
mayo de 1291, después de un mes de sitio, los musulmanes entraron y capturaron Acre.
Los Templarios en el interior se negaron a rendirse. Luchando como lo había hecho
desde los días de su fundador, para proteger a los cristianos inermes, mientras
trataban de escapar por el puerto. Por una semana después que Acre estaba bajo
control musulmán, los Templarios se parapetaron en su bastión fortificado, cerca
del puerto, se negaban a rendirse o a entregar a los cientos de refugiados que buscaron
su protección. Después de una semana finalmente el sultán les ofreció dejar que
los caballeros y los refugiados salieran de Acre vivos a cambio de que abrieran
las puertas y entregaran la fortaleza. Los Templarios aceptaron, pero cuando entraron
los soldados musulmanes, inmediatamente empezaron a juntar niños y mujeres para
enviarlos a los mercados de esclavos. Enfurecidos los Templarios tomaron las espadas
y expulsaron a los musulmanes. Entonces, tras varias semanas que siguieron, los
nuevos dirigentes musulmanes minaron las paredes del templo, un proceso largo, pero
se logró, y las principales murallas cayeron y entró el ejército musulmán para capturar
la fortaleza, pero habían hecho su trabajo demasiado bien. Toda la estructura del
edificio quedó comprometida, y cuando entraron el edificio colapsó matando a musulmanes
y cristianos. Las noticias de la pérdida de Acre golpearon a Europa como el trueno.
Parecía a los europeos la evidencia más clara de que Dios estaba descontento con
su pueblo. No solo Jerusalén estaba en manos musulmanas, sino que los cristianos
de Europa habían sido expulsados totalmente de Tierra Santa. Excepto por Chipre,
las conquistas de todas las cruzadas al oriente se habían borrado totalmente. La
pregunta era: ¿con quién estaba enojado Dios?, y ¿qué se podía hacer? No es extraño
entonces que muchos dedos apuntaran a los Templarios y Hospitalarios. Tal como antes
habían sido la cara de Tierra Santa en Europa, ahora recordaban su caída. ¿Cómo
-se preguntaban- estos orgullosos y ricos caballeros habían seguido la causa de
Cristo?, ¿Cuál era el propósito de sus casas, riquezas y honores en Europa, cuando
Tierra Santa se había perdido? Los que habían resentido por mucho tiempo estas órdenes
militares dijeron que ya no servían, y que debían ser desmanteladas. Incluso sus
amigos admitieron que podía ser mejor fusionar a los Templarios y Hospitalarios,
ahora que tenían obligaciones mucho más livianas. Hubo mucho debate y discusión,
pero había gran oposición de ambas órdenes, así que no pasó nada. Fue por supuesto
el rey Felipe IV de Francia quien cortó este nudo gordiano y le puso fin al asunto.
Felipe, como la mayoría de los reyes del siglo XIV, andaba siempre corto de dinero.
Ya había ordenado que pagaran impuestos los clérigos franceses, y cuando el papa
Bonifacio VIII se opuso, Felipe lo arrestó y encarceló. En 1291 y luego en 1311
Felipe ordenó el arresto de todos los banqueros italianos en Francia y la confiscación
de sus riquezas. En 1306 expulsó a todos los judíos de Francia, pero después
de apropiarse de sus riquezas y quemar sus libros de contabilidad. Ya para 1307
Felipe necesitaba otra víctima, preferentemente una que fuera rica y a quien él
le debiera enormes cantidades de dinero. El único objetivo obvio eran las órdenes
militares. Es posible que Felipe planificara capitalizar esta creciente impopularidad
de Templarios y Hospitalarios arrestándolos a todos y confiscándole sus propiedades.
Pero ese verano llegaron noticias en Europa de la invasión de la isla de Rodas por
los Caballeros Hospitalarios. Por fin, después de tantos planes que no habían llegado
a ninguna parte, alguien estaba luchando contra los musulmanes en oriente. Entonces
los Hospitalarios fueron aclamados en toda Europa por su valor y tenacidad, y otra
vez les comenzaron a llegar las donaciones. Los éxitos de los Hospitalarios dejaron
en claro que los Templarios habían fracasado. El gran maestre Jacques de Molay en
realidad se había opuesto a lo que se llamaba “el pequeño pasaje”, estrategia de
lanzar pequeñas operaciones contra los turcos o mamelucos, que es precisamente lo
que hicieron los Hospitalarios. En cambio, De Molay había dicho al papa Bonifacio
VIII y a su sucesor Clemente V, que una cruzada pan-europea era lo que había que
lanzar para restaurar a Jerusalén y todo el estado cruzado. Esto claro, eso no iba
a pasar nunca, y los Templarios y su inacción relativa solo los hicieron un más
claro objetivo para Felipe. El viernes 13 de octubre de 1307, Felipe ordenó que
De Molay y cientos de otros Templarios de Francia fueran arrestados. Pronto esta
orden se extendió para arrestar a todos los Templarios en el reino de Francia. Las
acusaciones eran muchas, y crecían a medida que se sacaban confesiones bajo tortura.
Incluían negar que Cristo era hijo de Dios, escupir tres veces un crucifijo durante
la ceremonia de iniciación, sodomía, y también adorar un ídolo llamado Bafomet.
Bafomet es claramente un malentendido de los franceses de “Mahomet”, Mahoma. Muchos
europeos creían que los musulmanes adoraban un ídolo de nombre Mahoma. La verdad
debió haber sido investigada por juristas universitarios preparados de la Inquisición;
después de todo, este era un asunto de derecho canónico, e involucraba una orden
exenta que respondía solo al papa. En lugar de esto, Felipe tomó control total de
la investigación. Los Templarios, incluyendo el gran maestre Jacques de Molay,
fueron in- comunicados, con poca comida y brutalmente torturados para confesar lo
que se les decía que sus hermanos ya habían confesado. Las normas legales romanas
de evidencia, que fueran obligatorias en los tribunales eclesiásticos, se ignoraron
completamente. Estaba claro que se había preparado para hacer que los Templarios
confesaran una historia que ya les habían escrito. Aunque los maestros de la
Universidad de París decidieron en contra de los reclamos del rey de que él podía
castigar la herejía en las cortes seculares, el papa Clemente V hizo solo intentos
muy suaves para detener a Felipe. Finalmente, tres años después, en 1310 comenzó
una investigación eclesiástica oficial bajo la ley de la Iglesia, lo cual permitió
a algunos de los Templarios corregir sus confesiones anteriores, diciendo que las
hicieron solamente a través de una presión extrema. Y en la corte fueron dejadas
inválidas. Aunque los Templarios alegaron en el terreno legal, Felipe no permitió
que pudieran apelar. En vez de eso suspendió las audiencias, arrestó a los acusados,
y luego quemó a 54 de ellos en la estaca como herejes. Cuatro años después, hizo
lo mismo con Jacques de Molay, que similarmente había renunciado a sus confesiones
anteriores. El juicio de los Templarios ha fascinado a las personas desde que
ocurrió. El consenso de los estudiosos en la actualidad, especialmente expresado
por el trabajo de Malcolm Barber, es que los Templarios eran totalmente inocentes
de todo lo que se les acusaba. Las confesiones registradas de los Templarios, que
de hecho fueron minuciosamente registradas por las cortes, claramente habían sido
logradas por presión, y sus testimonios a veces son fantásticos. Ellos decían
cualquier cosa que los torturadores querían oír. Algunos estudiosos han sugerido,
sin embargo, que podría haber algún grado de verdad en las acusaciones y sus confesiones.
Jonathan Riley-Smith ha dicho que debido a que un cuerpo significativo de Templarios
admitió haber escuchado de que alguien había escupido en crucifijos y habían negado
a Cristo durante los rituales de iniciación, pero que no habían tomado parte en
ellos, y que algunos Templarios podrían haber desarrollado esa práctica, asumiendo
erróneamente que era un requisito, simplemente porque se convirtió en un rumor.
El problema como dice Riley-Smith, es que la administración de los Templarios realmente
era muy pobre, con pocas visitas o control de las costumbres locales. Por lo tanto,
él dice, que en alguno pocos casos los Templarios de hecho fueron culpables. Aunque
aquellos que participaron en estos rituales de iniciación no lo habían hecho como
un acto de apostasía. Otros han dicho que el ídolo que ellos adoraban era de hecho
el Santo Sudario, que había estado en sus manos durante el siglo XIII. Bueno, hay
mucho debate al respecto. A mí me parece que hay dos factores que apoyan la inocencia
de los Templarios. El primero ya se conoce, y el segundo creo que no se conoce mucho.
Primero: aunque los Templarios eventualmente fueron arrestados a lo largo de toda
Europa y en Chipre, fue solo en Francia donde se les encontró culpables de las acusaciones
en su contra. Tanto en Inglaterra como en Aragón, donde la tortura era ilegal, no
había ninguna evidencia de esas prácticas. En Alemania y en Italia, donde los Templarios
fueron escuchados apropiadamente por los tribunales de la Inquisición, no había
evidencia para acusar a ninguno de ellos por apostasía o herejía. En otras palabras,
cuando se sacó la táctica de la monarquía francesa de la ecuación, la culpa de los
Templarios se evaporó. El segundo argumento que yo diría por su inocencia, es
por la naturaleza de sus confesiones. La herejía era difícilmente desconocida en
la Francia Medieval. La Inquisición había estado lidiando con el problema cátaro
por ejemplo, por casi por un siglo. Si comparamos el caso de los cátaros y sus testimonios
con aquellos de los Templarios, hay una diferencia importante. Tal como los Templarios,
hay registro detallado de los juicios de los cátaros, así que sabemos qué fue lo
que dijeron los cátaros cuando se los llevó ante la Inquisición. Los cátaros cuando
testificaron, hicieron todo en su poder para evitar la pregunta de los inquisidores,
enfatizaron aquellos hechos de la fe en los cuales cátaros y católicos concordaban,
que eran pocos, de hecho. Y luego, tímidamente, no contestaban ciertas preguntas
o simplemente cambiaban de tema cuando se les preguntaba sobre sus creencias herejes.
Detrás de todos estos subterfugios estaba el deseo de los herejes simultáneamente
de evitar ir a la cárcel, y también de renunciar a su fe. En otras palabras, ellos
hacían lo mejor para permanecer vivos, pero preferían la muerte a la apostasía.
Si los declaraban culpables, los cátaros siempre iban al fuego como mártires, proclamaban
su fe. Esto nunca ocurrió con los Templarios. Si nosotros asumimos, como Felipe
y sus hombres insistían, que los Caballeros Templarios seguían una religión secreta,
en la cual adoraban un ídolo y negaban la divinidad de Cristo, entonces algunos
de ellos, como los cátaros, los valdenses y otros herejes en esa época, se habrían
aferrado a su religión durante su juicio. Pero ninguno de ellos hizo eso. Por el
contrario, ellos confesaron como un pecado y juraron nunca jamás hacerlo nuevamente.
Después de la absolución y la penitencia, fueron liberados. De los 56 Templarios
que fueron quemados en la estaca, ni uno solo de ellos fue a su muerte como un mártir
de la “religión templaria”. Todos fueron pro- testando su inocencia y su amor a
Cristo, y la lealtad de la Orden Templaria a la Iglesia Católica. Ellos murieron,
en otras palabras, como católicos, incluso cuando pudieron haber proclamado su devoción
a Bafomet o cualquier otro sin una penalidad adicional, porque lo peor era que los
quemaran en la estaca. Aunque los estudiosos han concordado que los Templarios
no eran culpables de todo de lo que fueron acusados, no hay consenso sobre los motivos
de Felipe IV. Una gran variedad de ellos han sugerido que el dinero es el más
importante, aunque se ha convertido en menos importante en los años recientes, particularmente
en los trabajos que han hecho estudiosos como Malcolm Barber, Helen Nicholson y
Peter Partner. Estos estudiosos mencionan que todas las propiedades de los Templarios
iban a ser entregadas a los Hospitalarios, y aunque muchas de ellas se quedaron
en manos del rey, finalmente se hizo la transferencia. Siete años de juicio y
el arresto de miles de Templarios en Francia, se dice que era un proyecto demasiado
grande simplemente para obtener dinero. En vez de eso, estos estudiosos dicen que
Felipe realmente creía en lo que se decía contra los Templarios. Esto puede ser
el resultado de un mal consejo, que querían ver la destrucción de la orden o simplemente
la fusión de las dos órdenes militares. Cualquiera sea el caso, Felipe, se dice,
tomó seriamente su obligación por el bienestar espiritual de su reinado, y no tuvo
paciencia con una opinión benevolente de la corte, y por lo tanto actuó por sí mismo.
Nosotros nunca podremos saber lo que estaba en la mente de Felipe IV. Sin embargo,
me parece a mí que algunos historiadores lo han exonerado demasiado rápido de fabricar
los cargos contra los Templarios. Cuando vemos sus acciones en contra del telón
de fondo de sus acciones previas, el arresto de los Templaros no parece estar fuera
de su carácter. El dinero era la razón por la cual había expulsado a los judíos
de Francia, y fue la razón por la cual arrestó al Papa Bonifacio VIII. En cada uno
de estos casos, él dijo que estaba actuando por el beneficio espiritual de su pueblo,
aunque el beneficio económico de la corona era inmenso. De hecho, los cargos
contra los Templarios no eran los mismos que justificaban el arresto del Papa. En
este caso, él acusaba a Bonifacio VIII de herejía, sodomía, brujería, y de mantener,
en sus palabras, un demonio privado cuyos consejos el papa seguía en todas las cosas.
Tal como ocurrió, Bonifacio fue liberado por el pueblo de Anagni, pero si hubiese
sido transportado a París como Felipe hubiese querido, el habría enfrentado todos
los cargos que habían enfrentado los Templarios. El 1307, Felipe había adoptado
un método para adquirir grandes cantidades de dinero a través de acciones y reclamaciones
atrevidas. No es suficiente decir que los bienes de los Templarios se les iban a
dar a los Hospitalarios. El hecho es que la mayor parte de esos bienes fueron a
la corona francesa y ninguno de los restantes fueron a los hospitalarios, mientras
Felipe aún vivía. Uno se pregunta entonces si alguna vez planificó realmente entregárselos.
En el concilio de Vienne en 1312, el papa Clemente V suprimió la Orden de los Templarios
diciendo que las acusaciones y las sospechas alrededor de ellos simplemente habían
hecho imposible que funcionaran más allá. Cuatro años antes, él había ofrecido la
absolución de todos los Templarios que confesaran sus pecados. La mayor parte de
los Templarios entraron en otras órdenes, y muchos de ellos fueron a los Hospitalarios.
En Portugal, la orden simple- mente cambió su nombre a la “Orden de Cristo”, y continuó
los negocios tal como lo hacían antes. Esa fue una excepción. En otras partes los
Templarios se terminaron. ¿Realmente fue así? Me gustaría terminar con algunas
palabras sobre la resurrección de la Orden Templaria en el mundo moderno. No es
simplemente un fenómeno de un asesino del año 2012 y los carteles de drogas, sino
que van más allá de estos hechos. Debido a la naturaleza dramática de la caída de
los Templarios, se discutió más de lo que correspondía en las crónicas tardo-medievales
y otros textos. La mayor parte de las crónicas estuvieron del lado de los Templarios
culpando al rey francés de avaricia. Algunos cronistas italianos no pudieron resistir
hacer una unión entre la muerte del papa Clemente V y el rey Felipe IV, que ocurrió
menos de un año después de quemar a Jacques de Molay, de tal forma que inventaron
una maldición. Dijeron que Jacques de Molay los maldijo cuando estaba siendo quemado,
dijeron que tendrían que responderle a Dios dentro de un año. Eso no ocurrió, pero
los cronistas así lo afirmaron. A partir de ese hecho, la memoria de los
Templarios se esfumó en Europa. El mundo estaba cambiando y también las órdenes
militares. Los caballeros cruzados se idealizaron, pero rara vez se llevaron a
la práctica. Nuevas asociaciones se crearon, como la Orden de la Jarretera en Inglaterra y
la Orden de la Estrella en Francia. No fue hasta el siglo XVIII que el interés en
los Templarios resurgió, y se debió a un factor principal: el surgimiento de la
Masonería. En Inglaterra, donde comenzaron los clubes de la masonería, los miembros
se imaginaron a sí mismos como continuadores de la tradición de los constructores
de la edad media, y que ellos de una forma u otra tenían una unión con la hermandad
universal de constructores que se remitía hacía atrás a través de la historia. Fue
en Francia, sin embargo, que los Templarios comenzaron a resurgir. En retrospección,
eso no es sorprendente; a diferencia de Inglaterra, la masonería en Francia atrajo
a los aristócratas que añoraban la visión romántica de los caballeros y los cruzados.
En 1737, Andrew Michael Ramsay, un masón escocés que servía como canciller de la
Gran Logia en Francia, compuso una historia de la masonería, que incluía un período
de las cruzadas. Él decía que los masones estaban entre los Templarios, y que ellos
eran reclutados durante el período de las cruzadas para restaurar el templo en Jerusalén.
Esta historia rápidamente se esparció y creció, así que, en los 1760s, en las órdenes
masónicas alemanas comenzaron a reclamar que cuando los Templarios estaban en el
templo de Salomón habían adquirido un conocimiento secreto, magia y rituales, que
ellos entonces, como masones en Alemania habían heredado. Recuerden, como se dijo
al inicio, que este no era el templo de Salomón, pero es crucial para la historia
de ellos. En mucha parte, esta era una de las muchas maneras que los hombres
de clase media se podían unir con la caballería medieval imaginaria, pero tomó un
nuevo carácter luego de la Revolución Francesa. Los conservadores entonces comenzaron
a ver a la masonería, que se había asociado a los conceptos de la Iluminación, como
una organización secreta que quería destruir a la monarquía y a la Iglesia. Y en
algunos lugares así lo era. Y los amigos y enemigos de los masones aprovecharon
la conexión con los Templarios. Escritores masones, tal como Charles Louis Cadet
de Gassicourt afirmaron que eran los guardianes de un conocimiento secreto que fue
transmitido desde Jacques de Molay, y que ellos de hecho, como Templarios modernos,
ahora estaban determinados a vengar la muerte de su gran maestre de manos tanto
del papa como del rey de Francia. Y a medida que esto ocurría en la Revolución Francesa,
debido a que el rey de Francia Luis XVI fue ejecutado, consiguientemente los Jacobinos
rechazaron a la Iglesia católica. Los Templarios, entonces, ahora estaban unidos
a oscuros secretos guardados cuidadosamente a través de los siglos. En el siglo
XIX una serie de libros siguió revelando la historia secreta de los Templarios.
Había listas de grandes maestres del Temple que, decían, habían tenido ese cargo
desde Jacques de Molay. Había normas secretas de la orden, cofres, monedas, medallones,
espadas, que se produjeron para mostrar la existencia continua de los Templarios,
pero ninguna era anterior al 1800. Los autores del siglo XIX también relacionaron
los Templarios con antiguas creencias heréticas, como los gnósticos o los cátaros,
sosteniendo que habían tenido antiguas creencias dualistas que amenazaban a la Iglesia
Católica y entonces por eso había que destruirlos, y que por eso la Iglesia los
condenó a la hoguera. Algunas de estas ideas fueron remodeladas para historias aún
más absurdas durante el siglo XX, particularmente en las décadas del 70 y 80, un
momento en que había un mercado creciente para “historias verdaderas que los historiadores
serios no querían contar”. Uno piensa, por ejemplo, Erich Von Daniken y el tremendo
éxito de sus libros, y el programa de televisión sobre antiguos astronautas, que
explicaban todos los misterios del mundo antiguo. En 1982 Michael Baigent, Richard
Leigh y Henry Lincoln publicaron un libro del mismo género llamado “The Holy Blood
and the Holy Grial”. Decía que aclaraba toda la historia medieval. Según estos autores,
Jesús y María Magdalena se habían casado, y sus descendientes fueron después la
dinastía merovingia, la primera dinastía real de Francia. El secreto se descubrió
después de la conquista cruzada de Jerusalén, en el 1099, cuando la genealogía y
otros textos antiguos fueron descubiertos en el templo de Salomón. Esto llevó a
la creación de una sociedad secreta, conocida como el Priorato de Sion, dedicado
a preservar la sagrada descendencia de Cristo, y para eventualmente restaurarla
para gobernar toda Europa. Según este libro, los caballeros templarios eran el brazo
militar y financiero de este priorato. En este siglo XIV, cuando la monarquía francesa
y el papado supieron de esto, destruyeron a los Templarios. Pero el Priorato siguió
existiendo en secreto hasta hoy, según el libro. En realidad, los autores afirmaban
que el Priorato seguía protegiendo el Santo Grial, es decir la Sacra Sangre, la
directa descendencia de Cristo, y que seguían trabajando por su restauración. Nuevas
ediciones del libro mencionan que la creación del Parlamento Europeo y la Unión
Económica Europea, prueban que los templarios todavía viven y que están trabajando
para crear esta Europa unificada. Esta teoría fue llevada mas allá por Clive
Prince y Lynn Pickett en el libro de 1997 “The Templar Revelation”. Afirmaban aquí
que Jesús primero fue un discípulo y luego rival de Juan Bautista, abrazando una
religión que no tenía nada que ver con el Cristianismo, sino que más bien se relacionaba
con el culto a Isis. El y María Magdalena habrían tenido una relación sexual ritualizada,
y luego ella tendrían igual poder en esta organización religiosa. La Iglesia Católica
ocultó rápidamente estos hechos, sin embargo, lo conocían un grupo muy puro de seguidores
de Cristo, entonces a esto se le puede seguir la pista a través de varias sociedades
secretas, como los agnósticos, los bogomilos, los cátaros, y por supuesto los templarios.
Ellos supieron de esto, otra vez, cuando estaban instalados en el Monte del Templo,
donde encontraron la genealogía y los registros secretos. Por supuesto esta información
podría ser tremendamente dañina para la Iglesia Católica, así que ésta persiguió
a todos las herejías, y cuando supo que los Templarios sabían, los desbandó. Prince
y Pickett afirman que Leonardo Da Vinci fue una de las personas que supieron de
la verdad, y que dejó códigos de esta verdad en sus pinturas, especialmente en La
última Cena, y el Santo Sudario, que este libro dice que Leonardo falsificó, y que
el rostro en el Sudario de Turín es la cara de Leonardo. Después de leer estos dos
libros, no se necesitó mucha imaginación para que Dan Brown escribiera “El Código
Da Vinci”. Ahí está todo. Para fines del siglo XX la imagen de los Templarios
como guardianes de un secreto ya se había establecido muy firmemente. En muchas
historias modernas este secreto es una información secreta como la genealogía o
registros secretos, o en otras historias es un tesoro secreto, cierto fabuloso tesoro
de Salomón. De hecho, en la tradición masónica mucho se habla de este tesoro secreto
de Salomón que se transmite de un gran maestre a otro, y todo por supuesto encontrado
en el Templo de Salomón. Recuerden que la sede de los Templarios no tenía nada que
ver con el Templo de Salomón; estaban en la mezquita de Al-Aqsa. Hay pocos lugares
del planeta donde no se haya sugerido que este era el lugar donde estaba el tesoro
de los Templarios. Hay ejemplos del cine. Por ejemplo,” Indiana Jones y la Última
Cruzada” presenta a un inmortal templario como el guardián del Santo Grial en un
bastión montañés protegido por supuesto, por numerosos pozos, trampas y enemigos.
En la película “National Treasure” se decía que los tesoros de los Templarios se
habían entregado a los masones, que los llevaron a través del Atlántico y los habrían
enterrado en Nueva York. Los padres fundadores de EE.UU., que es cierto que eran
masones en su mayoría, pero no tenían ningún tesoro, registraron la ubicación de
este tesoro en un mapa en el dorso de la Declaración de la Independencia. Al parecer
estaban escasos de papel. Hay muchas organizaciones que afirman ser caballeros
templarios. Incluso uno se puede casar según el rito templario. Gugleando la palabra
“templario” se pueden encontrar muchas cosas. El 2008, por ejemplo, un grupo español
que se llama Asociación de la Soberana Orden del Templo de Cristo, incluso entablaron
juicio contra el papa Benedicto XVI, buscando la rehabilitación de la orden, y el
reconocimiento de la pérdida de 156.000 millones de dólares en bienes que fueron
confiscados durante los arrestos del año 1307. Claro, esto fue archivado rápidamente.
Y, hablando de juicios, quiero mencionar lo que creo que es la principal evidencia
de que la resurrección de los templarios es imaginación pura, si es que se necesita
evidencia. Existen hoy día muchas organizaciones que se refieren a sí mismas de
alguna manera como los Caballeros de San Juan, pero todas tienen mucho cuidado de
distinguirse de la Soberana Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas
y de Malta, que son los Hospitalarios, que todavía existen. Se diferencian de esta
orden por una razón muy buena: porque a diferencia de los Templarios, los Hospitalarios
todavía existen y tienen muy buenos abogados que ejercen en países de todo el mundo.
Cualquier grupo que dice que es la verdadera Orden de los Hospitalarios puede esperar
un llamado telefónico o una carta de los hospitalarios reales. Pero no existe ese
miedo entre los miles de grupos que dicen que son los Templarios, porque no queda
nadie vivo para protestar. Y esta es una nueva faceta de esta gran conspiración,
que yo simplemente no entiendo.