El tercer grado de la Masonería, cuyo significado tenéis ahora
el privilegio de conocer y realizar, como resultado de vuestros esfuerzos encaminados
a la comprensión del primero y del segundo, es el símbolo natural de la perfección
humana que se consigue por medio del esfuerzo constante en trascender y superar
las humanas debilidades y limitaciones.
Maestro -del latín magister- se llama
efectivamente, a aquel que es magos (o sea más) que los demás: más sabio y justo,
más grande moral, intelectual y espiritualmente; un hombre superior en todos sentidos
y por extensión aquel que ha superado el estado puramente humano de la evolución
y se ha convertido en más que hombre.
Ser maestro es, pues, algo más que
conocer las palabras y hacer los signos de este grado: la realización de la cualidad
de tal es, para el hombre, la Suprema Conquista a la cual puede aspirar, aquella
Conquista que se halla simbolizada por el místico ramito con el cual los maestros
Masones se jactan haber trabado directo conocimiento. Su trascendencia se halla
demostrada también por el hecho de que las palabras y signos que se comunican en
este grado se consideran como meros substitutos de las palabras y signos reales,
los que, evidentemente, deben ser buscados y encontrados individualmente, por medio
de un esfuerzo personal.
La Ignorancia, el Fanatismo y la Ambición que mantienen
al hombre en un estado de inferioridad y esclavitud moral han de ser individualmente
vencidos y superados, después de haberlos reconocido como malos compañeros en el
recinto interior de nuestro ser, para que la verdadera palabra -perdida por causa
de estos tres enemigos naturales del hombre- pueda encontrarse, escondida bajo aquel
ramo, manifestando la Fuerza Omnipotente, con la que sólo se consigue el magisterio.
Pero no es nuestra intención, en estas breves palabras que dirigimos al hermano
lector antes de entrar en materia, anticipar la revelación del Misterio Iniciático
que se halla escondido en este grado, cuya importancia se manifiesta suficientemente
en el nombre de exaltación dado a la ceremonia con la cual se recibe al candidato.
Con tal revelación queremos indicar únicamente el camino para el reconocimiento
individual de la Verdad. Lo único que intentamos ahora es hacer patente el propósito
de este "Manual" como el de un guía que conducirá a la comprensión de lo que realmente
significa el Magisterio, y de cómo hemos de dirigir nuestros esfuerzos para ese
intento, en el cual pueden concentrarse las más profundas y vitales aspiraciones
humanas.
Aunque nuestros diplomas y el reconocimiento de los demás hermanos
patenticen nuestra cualidad de maestros Masones, el Real Magisterio del Arte no
puede ser actualmente para nosotros mas que una aspiración, aunque sincera y profunda,
a la cual únicamente podemos dirigir los esfuerzos de nuestra Inteligencia y Voluntad.
Es, pues, necesario que comprendamos y sepamos para saber querer: de ahí madurará
el empuje que, con el poder del silencio de quien conoce el misterio del más allá,
nos conducirá al resultado deseado.
Ésta, en sus cuatro palabras, es la fórmula
de la realización; cada una de estas palabras encierra y sintetiza todo un esfuerzo,
cuya efectividad produce el resultado. En particular, el esfuerzo de conocer implica
un largo período de estudio y meditación, que tiene que comprender los sujetos más
diferentes; por esta razón, aunque toda la Masonería pueda concentrarse en sus tres
grados fundamentales o simbólicos -y su Doctrina ya pueda considerarse encerrada
y sintetizada en el primero, pues .el esfuerzo para aprender es el que nos conduce
a las más elevadas realizaciones,- y el tercer grado justifique plenamente el atributo
de "sublime", la realización perfecta del significado de estos grados (como preliminar
necesario para su realización efectiva y operativa) hace inevitable la adjunta de
otros grados suplementarios, que ayuden al candidato para mejor comprender y realizar
en su doble valor filosófico y operativo la mística Doctrina que se encierra simbólicamente
en los primeros.
Así, pues, este "Manual", mientras por un lado representa
el complemento de los dos que lo preceden, es igualmente, una introducción y preparación
para los sucesivos, en los que se. completará el estudio de lo que, a nuestro juicio,
constituye la verdadera Masonería.
Como los precedentes, y en armonía con
el plan que hace de estos "Manuales" los tomos sucesivos de una misma obra, el presente
se divide en cuatro partes. En la primera se estudia el significado de la ceremonia
de exaltación, así como de los signos y palabras de la misma. Como las de los dos
grados precedentes, esta ceremonia es la fórmula para la realización individual
del Magisterio, que hace del candidato un adepto eficiente de la Gran Obra.
Ésta tiene un doble sentido, individual y colectivo, inseparables el uno del
otro, como aspectos interior y exterior de una misma cosa. En otras palabras, lo
que se realiza interiormente se hace potencia o Fuerza Operativa exterior, y por
ende responsabilidad y actividad necesarias en el mismo plano, pues, como dijimos
en el Manual precedente, los talentos que llegamos a poseer no se hacen efectivos
sino con y por el medio del uso de los mismos.
Por consecuencia, el servicio
es la Ley Suprema de la Evolución Individual, y nunca puede uno llegar a ser verdadero
Maestro hasta que no haya comprendido lo que significa. Y el Servicio de! Maestro
ha de distinguirse por la cualidad fundamental del Amor que caracteriza este grado,
en el cual no se debe buscar un salario exterior o interior -como en los precedentes
grados,- por constituir éste una identidad con aquél: el mismo Servicio, y el Amor
que en él se expresa ha de ser el salario del Maestro.
La segunda parte examina
los símbolos y conceptos iniciáticos propios de este grado, relacionados respectivamente
con los números siete, ocho y nueve, mediante los cuales se llega a la comprensión
de la década; y, además, con la Retórica, la Música y la Astronomía; la tercera
del trívium y las dos últimas del quadrivium, que, como las precedentes, tienen
para el iniciado un sentido íntimo diferente de su sentido profano, por extenderse
en una nueva dimensión.
La tercera parte se ocupa de la necesaria aplicación
moral y operativa que debe hacerse de los símbolos, instrumentos y conocimientos
que se relacionan con este grado, cuya individual realización hace de hecho al Maestro
Masón y le confiere la efectividad de los derechos y privilegios que se hallan implícitos
en este grado y que son la consecuencia de una justa y perfecta observancia de los
correspondientes deberes.
Finalmente, en la cuarta se examina el porvenir
que tiene destinado nuestra Institución, como resultado natural de su pasado, actualmente
operativo. Se contesta así -por lo que se refiere a la Sociedad- a la tercera pregunta
de la Esfinge, que especialmente se refiere a este grado, y cuya ajustada contestación
individual consagra como tal al perfecto Maestro Masón.
Estamos seguros de
que nuestros esfuerzos en dar a conocer a los Masones la esencia real de nuestra
augusta y gloriosa institución no dejarán de producir, con la cooperación indistintamente
de todos los que nos lean, el resultado que más ambicionamos: una mejor comprensión
y realización del Plan del Gran. Arquitecto con relación a nuestra Orden, a cuyo
plan todos tenemos el privilegio y el deber de cooperar.
La unificación masónica,
a la cual especialmente han de dirigirse los esfuerzos de los Maestros, no puede
ser sino el resultado natural e inevitable de una mejor comprensión de lo que es
en realidad nuestra Orden, así como de su unidad indivisible; el resultado de los
esfuerzos de todos los que con buena voluntad se proponen y hacen según mejor pueden,
obra masónica. Haciendo, cada cual en la Logia y Organización Masónica a la que
pertenece, una Obra inspirada por su más elevada comprensión de los Fines, Ideales
y Propósitos de la Institución, la Masonería progresará efectivamente por encima
de sus actuales divisiones externas -inevitables hasta que la Masonería permanezca
principalmente polarizada en lo exterior. Comprendiendo, igualmente, cada masón
el esfuerzo de los demás en realizar un mismo plan, cesará todo motivo de división,
así como toda arbitraria distinción de regularidad y, en un espíritu de Comprensión,
Tolerancia y sincera Fraternidad serán vencidos y desterrados los tres enemigos
simbólicos de nuestra Institución.
Trabajemos, pues, con aquel Amor, con
el cual se complementan la Alegría, el Fervor y la Libertad del Compañero, y nos
haremos dignos de nuestra cualidad de Maestros Masones, recibiendo en la obra el
salario que nos compete.
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