El Plebeyo
Jesús Vásquez
Vals Criollo del Perú
Letra: Felipe Pinglo Alva
Música: Felipe Pinglo Alva
El verdadero nombre de este vals Peruano lleno de
contenido social es:
"Luis Enrique, el Plebeyo
"Su contenido político
y sus ricos matices armónicos
lo hacen muy popular en la década de los
cuarenta hasta nuestros días.
Su autor y compositor lo crea en 1930,
y fallece en 1936 a la edad de 35 años
sin llegar a conocer la importancia
de su obra,
y su difusión mundial que empezó después de su muerte.
La noche cubre ya con su negro crespón
de la ciudad
las calles que cruza la gente con pausada acción.
La luz artificial
con débil proyección
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de laborar, vuelve a su humilde
hogar
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo,
el hombre
que supo amar.
Y que sufriendo está esta infamante ley
de amar
a una aristócrata siendo plebeyo él.
Y que sufriendo está esta infamante
ley
de amar a una aristócrata siendo plebeyo él.
Trémulo de
emoción, dice así en su canción:
El amor, siendo humano tiene algo
de divino,
amar no es un delito porque hasta Dios amó.
Y si
el cariño es puro y el deseo es sincero
¿Por qué robarnos quieren
la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor.
Ella de noble cuna
y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón.
¡Señor por qué los seres no son de igual valor!...
(Esta letras
no están cantadas)
(Así en duelo mortal abolengo y pasión
en silenciosa lucha condenarnos suelen a grande dolor
al ver que
un querer porque plebeyo es,
delinque si pretende la enguantada mano
de fina mujer.
El corazón que ve destruido su ideal
reacciona
y se refleja en franca rebeldía que cambia su humilde faz.
El
plebeyo de ayer es el rebelde de hoy
que por doquier pregona la igualdad
en el amor.
El plebeyo de ayer es el rebelde de hoy
que por doquier
pregona la igualdad en el amor.)
Trémulo de emoción, dice
así en su canción:
El amor, siendo humano tiene algo de divino,
amar no es un delito porque hasta Dios amó
Y si el cariño es puro
y el deseo es sincero
¿Por qué robarnos quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo
el alma en que se
anida mi incomparable amor.
Ella de noble cuna y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón.
¡Señor por qué los
seres no son de igual valor!...
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