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PERUANA DEL GUAJIRO

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El origen español del
Vals Peruano Hermelinda

Peru




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Vals Criollo del Perú

Letra: Alberto Condemarín Vásquez
Música: Alberto Condemarín Vásquez




Escucha, amada mía, la voz de los cantares
que brotan de mi lira con desolado son,
malévola es tu ausencia, temiendo mil azares,
enferma tengo el alma y herido el corazón.

Ya para mí las aves no cantan sus amores,
ni vierte su perfume la aurora matinal,
ni el tímido arroyuelo, que bulle entre las flores,
tu rostro peregrino refleja en su cristal.

¡Qué triste, amada mía, los días amanecen,
qué lentas son las horas que estoy lejos de ti!
Para calmar la duda que tormentosa crece,
acuérdate, Hermelinda, acuérdate de mí.

Seré tu fiel amante que solitario llora
al recordar las horas de dicha y de placer,
bañada con mis lágrimas tu frente encantadora,
tus ojos dos luceros fijados hacia mí."

Uno de los valses más emblemáticos y hermosos del cancionero criollo del Perú es Hermelinda, cuya autoría, en forma indiscutible, se le ha dado al compositor barrioaltino Alberto Condemarín. Sin embargo, este legendario vals peruano tiene su origen en Madrid, España, y el poema original, de donde se tomó la letra para convertirlo en vals, fue musicalizado durante un contexto en el cual era una práctica común el que los músicos populares le pongan música a las composiciones de poetas renombrados, tanto peruanos como extranjeros, convirtiendo esos bellos poemas en canciones que tenían aceptación del público, tanto por su letra como su música.

Según la opinión de mucha gente, la mejor versión del vals Hermelinda fue la que hizo el trío Los Morochucos, quienes inmortalizaron el hermoso vals con una estupenda interpretación. Como anécdota de las veces que fue grabado el inmortal vals, una de sus primeras grabaciones fue hecha por Los Mensajeros del Perú, para el sello Odeón en Argentina, a fines de los 40. Dicho disco fue también comercializado por la Odeón de Chile y en la etiqueta del mismo, por equivocación, aparece Felipe Pinglo como el autor del vals.

Alberto Condemarín nació en los Barrios Altos de Lima en 1898 y falleció en 1975. Aparte del legendario vals Hermelinda tiene el vals Mi linda rosa y otras composiciones. En la edición No. 145 de La Lira Limeña, del año 1931, se publica la letra del vals Azucenas y el one-step Flor de Alelí, señalándose que eran dos éxitos del compositor nacional Alberto Condemarín. Al vals Azucenas le ponen como subtítulo "VALS DE RUIDOSO ÉXITO. Cantado por la pareja Rafael Morales y Jorge González, premiados en concurso". Menciono este vals Azucenas porque fue el que me dio la pista para encontrar la letra que dio origen al vals Hermelinda.

Versos Alejandrinos

El investigador y escritor Eduardo Mazzini, en su libro En nombre de Dios comienzo, Lima 2010, señala de que resulta muy curioso, e inusual en la música criolla, el que la letra del vals Hermelinda esté elaborada en perfectos versos alejandrinos; que es un verso de catorce sílabas de difícil elaboración, que gozó de gran preferencia en los medios más cultos. Mazzini añade que "componer poemas en versos alejandrinos no es nada fácil y tiene exigencias que de modo espontáneo un poeta popular difícilmente cumpliría".

Mazzini tenía, y tiene, la razón, en su apreciación, por lo que el análisis que hizo en su libro sobre el vals Hermelinda encontró eco entre los que estamos tratando de rescatar la historia olvidada, no contada y no investigada de la canción criolla, con la finalidad de que se sepa que fue lo que inspiró a nuestros músicos antiguos o que solían leer o cultivar. Buscar la verdad es una de las finalidades de toda investigación y la búsqueda de la verdad documentada es primordial para poder corregir la historia del cancionero criollo, en la cual se han encontrado muchos vacíos y errores que se está tratando de corregir en los últimos años.

Niko Cisneros señaló de que Alberto Condemarín compuso el vals Hermelinda en 1921. Con el correr de los años se tejieron historias con respecto a este vals. Una de esas historias cuenta de que Condemarín estaba enamorado de Hermelinda Rivera y como ella se enamoró y casó con Felipe Pinglo, pues Condemarín, con el corazón destrozado, compuso el vals Hermelinda, cuya letra habla sobre un amor ausente.

También se cuenta de que Pinglo se sentía fastidiado porque el vals de Condemarín era hermoso, literariamente y musicalmente, y como se supone fue dedicado a su esposa Hermelinda, pues esto lo mortificaba más. Sin embargo, esas historias que se han contado, se podría decir, fueron solamente una especie de "chismes de callejón" puesto que nada de ello se ha podido comprobar; sumado a que Felipe Pinglo nunca sintió envidia musical por nadie sino más bien él incentivaba a sus amigos a que compongan y hasta los hacía figurar como coautores en algunas de sus composiciones. Además de que Pinglo demostró muchas veces su gran capacidad creativa e improvisadora, creando hermosos versos al instante.

Un Cancionero de Amores

En mi búsqueda de datos olvidados o escondidos sobre la historia de la canción criolla, he revisado muchos libros, revistas, periódicos, cancioneros y grabaciones de las primeras décadas del siglo XX. Al igual que Eduardo Mazzini, tenía mis dudas de que la letra del vals Hermelinda le pertenecía realmente a Alberto Condemarín, por lo que no perdía oportunidad de buscar dicha letra en toda publicación antigua que llegaba a mis manos. Pero al no encontrar resultados con una búsqueda directa, pues empecé a buscarlo en forma indirecta, y en ello me ayudó el vals Azucenas, que lo encontré publicado en un cancionero del año 1931 como de la autoría de Condemarín.

Descubrí que la letra del vals Azucenas fue tomada de las dos primeras estrofas de un extenso poema de José Salvador de Salvador, El genio de la pureza, que fue publicado en cinco páginas (45-49) del libro Cancionero de Amores, recopilado por Eduardo de Lustonó, Madrid 1903.

Al encontrar el poema de donde se tomó la letra para el vals Azucenas, sospeché que Condemarín podía haber leído dicho cancionero, tomó la letra aquella y la musicalizó en ritmo de vals... así que me dije que si Condemarín leyó ese Cancionero de Amores, pues capaz que tomó otra letra más para musicalizarla, por lo que, siguiendo mi intuición, decidí leerme las más de 450 páginas del libro aquel y... ¡BINGO!

La letra del vals Hermelinda fue tomada del poema ACUÉRDATE DE MÍ que aparece publicado en las páginas 353-354 de Cancionero de Amores, recopilado por Eduardo de Lustonó, Madrid 1903. El nombre del autor que aparece al pie del poema es Enrique Príncipe y Latorre, pero en el índice figura como Enrique Príncipe y Satorre. Pienso que el nombre correcto debe ser Enrique Príncipe y Satorres (1846-1906), quien nació en Madrid y fue un escritor español que escribió varios libros sobre leyes y obras de teatro. Utilizó el seudónimo de Enrique Gisbert cuando con su cuñado Antonio Corzo y Barrera escribieron la pieza en un acto titulada Tirios y Troyanos, en 1872.

La letra del poema Acuérdate de mí, de Enrique Príncipe y Satorres, es más extensa que la del vals Hermelinda. El poema original consta de nueve estrofas en versos alejandrinos, que fue recortado a la hora de ser musicalizado por Alberto Condemarín. Se tomaron la primera, segunda, cuarta y quinta estrofa para crear el vals Hermelinda. Pero se cambiaron algunas palabras y al hacer esto se quitó el sentido poético que brindaba el autor. Por ejemplo, la última estrofa del vals fue variada de la original, que dice "Piensa en tu fiel amante, que solitario llora / al recordar los días que, loco de placer, sellaba con sus labios tu frente encantadora, / tu labio y tu mejilla de ardiente rosicler"... a mi parecer, los versos de la letra original son mejores que la variación que se le hizo.

En el poema original no se menciona ningún nombre de mujer, por lo que la parte que dice "acuérdate, alma mía, acuérdate de mí" fue cambiada por "acuérdate, Hermelinda, acuérdate de mí"... tomándose de esa manera el nombre añadido, Hermelinda, como el título del vals. Pero, ¿quién habrá sido la musa a la que se le dedicó el poema original? ...tal vez nunca se sepa. Sin embargo, en la penúltima estrofa del poema original se da a entender de que se trataba de una mujer de nacionalidad argentina... "En lucha congojosa te llaman mis suspiros; quiero escuchar los ecos de tu argentina voz, / y sólo me responden con desiguales giros las notas sepulcrales del ábrego veloz."

Alberto Condemarín, al convertir los versos del poema Acuérdate de mí en canción, inmortalizó la letra aquella y, sin querer, rescató un poema que tal vez hubiese permanecido olvidado por el tiempo. El mérito de Alberto Condemarín, y de otros músicos que convirtieron en canciones las composiciones de poetas locales y extranjeros, es habernos dejado hermosas piezas musicales que seguimos apreciando hoy en día. Por ese tiempo no habían regalías, es por ello que lo que escribían o musicalizaban lo hacían tan sólo por amor al arte, la música y su pueblo, al cual querían premiarlo con canciones bellas que alegraran y/o hagan más placentera su vida, como fue el caso del vals Hermelinda que Los Morochucos inmortalizaron con su hermosa interpretación...




ACUÉRDATE DE MÍ
Autor: Enrique Príncipe y Satorres
Publicado en Cancionero de Amores, recopilado por Eduardo de Lustonó, Madrid 1903
(Transcrito al pie de la letra)

Escucha, amada mía, la voz de los cantares
que brotan de mi lira con destemplado son;
mas de voluble ausencia temiendo mil azares,
enferma tengo el alma, herido el corazón.

Ya para mí, las aves no cantan sus amores,
ni vierte sus perfumes el aura matinal,
ni el tímido arroyuelo, que bulle entre las flores,
tu rostro peregrino refleja en su cristal.

Entristecido el árbol, sus ramas no cimbrea;
las dalias ven marchito su bello tornasol;
la tarde se oscurece; el cielo centellea;
el viento se desata; su luz oculta el sol.

¡Qué tristes; bien amado, los días amanecen;
qué lentas son las horas que estoy lejos de ti;
para calmar las dudas, que tormentosas crecen,
acuérdate, alma mía, acuérdate de mí!

Piensa en tu fiel amante, que solitario llora
al recordar los días que, loco de placer,
sellaba con sus labios tu frente encantadora,
tu labio y tu mejilla de ardiente rosicler.

Á veces, sumergido en sueño vaporoso,
paréceme que llegas con paso volador,
que junto á mí te inclinas, y en lazo venturoso
aspiro con mis besos tu aliento embriagador.

¡Que soy de tu hermosura el exclusivo dueño,
que para mí se hicieron tu gracia y tu beldad;
mas ¡ay! que despertando de tan feliz ensueño,
sucede á tus caricias la amarga realidad!

En lucha congojosa te llaman mis suspiros;
quiero escuchar los ecos de tu argentina voz,
y sólo me responden con desiguales giros
las notas sepulcrales del ábrego veloz.

Ausente estás, bien mío; por eso enmudecida
naturaleza toda demuestra su pesar,
y el alma sin ti huérfana, te da su despedida,
ahogándose en sollozos la voz de mi cantar.




Hermelinda
(Vals Peruano)
Música de Alberto Condemarín

Escucha, amada mía, la voz de los cantares
que brotan de mi lira con desolado son,
malévola es tu ausencia, temiendo mil azares,
enferma tengo el alma y herido el corazón.

Ya para mí las aves no cantan sus amores,
ni vierte su perfume la aurora matinal,
ni el tímido arroyuelo, que bulle entre las flores,
tu rostro peregrino refleja en su cristal.

¡Qué triste, amada mía, los días amanecen,
qué lentas son las horas que estoy lejos de ti!
Para calmar la duda que tormentosa crece,
acuérdate, Hermelinda, acuérdate de mí.

Seré tu fiel amante que solitario llora
al recordar las horas de dicha y de placer,
bañada con mis lágrimas tu frente encantadora,
tus ojos dos luceros fijados hacia mí.

Darío Mejía
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au



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