Envenenada (Desesperado)
Conjunto Sabor del 900
Vals Criollo del Perú
Letra: Salvador García Torres
Música: Alejandro Sáez León
La luna está oculta
Por los negros
nubarrones
Que en las altas regiones
Van errando, sin cesar.
El inquieto mar refleja
Sobre sus olas de plata
Figuras que desbarata
El mar en su bramar.
En la playa, en
una roca,
Sin saber en lo que piensa
Contempla la mar
inmensa
Un hombre, con ansiedad.
Tristes recuerdos
invoca
Pues sigue pensativo;
Se ve en su rostro expresivo
Su funesta voluntad.
Los grandes ojos dirigen
Por
las olas encrespadas,
Parece que inesperadas
Ideas se fijan
en él.
Las olas con furia bate
La roca donde reposa
Ofreciéndole una fosa
Triste, solitaria y cruel.
Permanece así extasiado
Con la mirada perdida
En la mar, que con la
vida
Bien se puede comparar.
Después de pasar un rato
La cabeza alza y suspira,
Mira en torno, nada mira,
Y se
pone así a cantar:
Al ronco son de miras a la lira
Vengo a
llorar, vengo a llorar,
Lo cual amante que su amada mira;
En
alta mar, en alta mar.
Mis dulces ilusiones, están pérdidas,
Y deshojadas y deshojadas
Muero por ti, mujer, de mis heridas
Envenenadas, envenenadas.
En sus ojos se reflejan
La
ansiedad y la tristeza
Y bajando la cabeza
Sigue pensando en
quietud.
Estruja entre las manos
La trenza de su
adorada,
Recordando la pasada
Dicha de su juventud.
_______________________________
Letra completa jamás cantada:
Feliz vivía y en inocente
calma,
Las horas de mi vida transcurrieron,
Que blanca como
armiño estaba mi alma;
Era feliz cual nunca otros lo fueron.
Después te vi y, el corazón fogoso,
Te adoró como adora
el marino al proceloso
Mar, cuya cuna de niño, balanceó.
Tus facciones correctas, virginales,
Cautivaron mi
corazón y entonces muchos males
En mi pobre cabeza se agolparon.
Pensé al mirar tus ojos que eras buena.
Un ángel te creí
al mirar tu boca,
Y pensé al ver tu frente de azucena
Que en
tu alma había piedad, que no era roca.
Mi amor te fue
sincero
fui constante, creía
No cambiaras cual las luces de
un diamante,
Como cambian también, la noche, el día.
Y
no tardé en hallar mil decepciones;
Llorar era mi suerte,
siempre en mis canciones
Lo recuerdo y te recuerdo mi pesar.
Tú a cambio de mi amor sólo me diste
Traiciones y
desprecios, cruel perjura,
Y de mi corazón, mujer, hiciste
Un cáliz de dolor y de amargura.
Adiós, mujer; si acaso te
he ofendido
Perdona a quien por ti de amor se muere,
Perdona
sí, pues ya ves que perdido
Está su corazón, ¡tanto te quiere!
Y al decir esto aquel hombre
En las olas se arrojó,
Todos ignoran su nombre,
Nadie sabe cómo amó.
Tras su
cuerpo se cerraron
Las olas, su sepultura.
Pobres de
aquellos que amaron
Con frenesí una hermosura.
Pronto,
de nuevo, la calma
A esta escena sucedió
Y en débil murmullo
un alma
Por los aires se elevó...
Tal vez los placeres
sienten
La mujer que fue perjura;
Que todo en el mundo
miente
Y se torna en desventura.
Regresar a Varios
Búsqueda en el
|