El origen de la Masonería, lo mismo que aquella de esquilas las
grandes instituciones destinadas a ejercer una gran influencia sobre el porvenir
de la humanidad, se pierde en la noche de los tiempos, miles de opiniones contradictorias
han sido emitidas sobre este asunto, miles de sistemas han sido ensayados y hasta
hoy, ningún sistema ha podido tomar una preponderancia bastante marcada para reunir
en él la opinión general.
Intentar enumerar y de analizar las diversas opiniones
sería a la vez un trabajo fastidioso y de poca de utilidad. Sólo dos hechos parecen
bien averiguados de todos los autores y pueden servir de punto de reunión. El primero
es que la Masonería ha venido del Oriente; el segundo, es que es la continuación
de los antiguos misterios, o al menos que ofrece con ellos sorprendentes analogías.
“Cualquiera que sea la fuente de donde nos venga la Masonería, dice el H.·. Quentin
(Dic. Mac.), es evidente que ofrece hasta en sus menores detalles”, más que recuerdos
y trazos de una antigua iniciación.
"Es en Asia, (dice el H.·. Valleteau
de Chabrefy, en sus Anales Masónicos), la cuna del género humano, que encontramos
la más antigua institución de este género, la de los Brahmanes. De Asia el conocimiento
de estas verdades sublimes pasó al África, donde se celebraban los misterios de
Isis, que tiene una relación sorprendente con la Masonería."
Estos dos pasos
resumen, salvo ligeras variaciones, las opiniones que son generalmente adoptadas
sobre el origen de la Masonería. Uno y otro la ponen cerca de la cuna del género
humano, de ello hacen la depositaria de la ciencia primitiva; y es en este sentido
que el profundo San Martín ha podido decir: "que tu Masonería eres una emanación
de la Divinidad;" y el inglés Smith: "que Adán fue el depositario de la ciencia
masónica, y que la tenía de Dios "
Que si, yendo más adelante en una búsqueda
audaz, habrá que darse cuenta de los motivos que han hecho dar a esta ciencia misteriosa
el nombre de Masonería, será libre de elegir entre la opinión de aquéllos que la
hacen derivar de la construcción de la torre de Babel, esta primera y audaz tentativa
del poder de la inteligencia humana; o de aquéllos que quieren encontrar el recuerdo
del templo de Salomón, esta maravilla del arte humano ayudado por la inspiración
divina; o por fin de los arqueólogos quienes afirman que en la antigüedad, toda
ciencia era simbolizada en una construcción y que, en el lenguaje de los poetas,
una ciudad construida, estas no eran de piedras amontonadas, eran de instituciones
fundadas.
Las riveras del Gauges y de NU fueron pues testigos de las primeras
iniciaciones: la división de las castas, comunes a los egipcios y a los indios,
y su número ternario, (comerciantes, guerreros y sacerdotes), indican bastante claramente
los tres grados de la iniciación que se reflejan también en las instituciones políticas.
Los documentos conocidos hasta hoy son conmovedores la iniciación india: los Vedas,
que el rito de Memphis comienza a explorar, nos dará allí algunas luces. En cuanto
a la iniciación egipcia, su reputación ha recorrido el mundo de la antigüedad y
el mundo moderno: todas las iniciaciones fueron su fuerte.
Los libros sagrados
de los hebreos dan homenaje a la iniciación egipcia, contando que Moisés fue instruido
en las ciencias de los egipcios, o en otras palabras, que fue iniciado.
De Egipto, los misterios pasaron a los Samothrace, y de allí se esparcieron a Grecia
y a Italia; Persia las poseía anteriormente. Su acción civilizadora fue tal que
Cicerón no ha dudado en decir: "Que los misterios nos han dado la vida, el alimento;
que han enseñado las costumbres y leyes a las sociedades, y que han enseñado a los
hombres a vivir en humanidad.
El cristianismo vino, y ensanchó el círculo
de la iniciación; extendió a todos los hombres los beneficios de la parte moral
de los misterios. En cuanto a la parte científica, su gran fundador la descuidó,
como menos esencial a su misión; la dejó como un noble pensamiento a los infatigables
estudios de los curiosos y de los sabios.
Sin embargo, el cristianismo estuvo
lejos de absorber en su seno partes de las ciencias sagradas: la filosofía conservó
su independencia, haciéndose a si misma cristiana; Orígenes, Justino, Clemente de
Alejandría, Hermias y muchos más padres de los primeros siglos, son una prueba de
ello. Hubieron también filósofos que se impusieron la tarea de conciliar y hacer
concordar los dogmas cristianos y las enseñanzas filosóficas del paganismo: los
Gnósticos y los Maniqueos, anatemizados por la iglesia, ensayaron esta obra, que
no carecía de cierto tamaño.
Manès, para quien los segundos han perdido
su nombre, nació en el año 257 de la era vulgar. El tenía en esa época, en Egipto,
un hombre llamado Scythien, árabe de nacimiento, plenamente instruido de los secretos
de los Magos; tenía el conocimiento de los jeroglíficos, de la mitología astronómica,
y practicaba la más profunda moral; compuso cuatro obras bajo los títulos de: Evangelios,
Capítulos, Misterios y Tesoros. Ferbulio, su discípulo, heredó su fortuna y sus
obras; se acentuó en Palestina, y buscó propagar la secta de los Magos; fue perseguido
en Persia donde cambió de nombre, y se hizo llamar Buddas; los sacerdotes de Mitra
lo siguieron persiguiendo y se retiró dejó una viuda y murió. Habiendo adquirido
un esclavo esta viuda, lo adoptó y le dio el nombre de Curbicus; este joven hombre
obtuvo una gran ciencia de los libros de Ferbulio y con su ejemplo, cambió su nombre
al de Manès, que significa conversación; fundó la secta que lleva su nombre. Perseguido
por el odio Cassan, Archelaüs, y del sacerdote Marcellus, se había retirado para
escapar a un pequeño castillo llamado Arabion, sobre el río Strenga; pero fue denunciado
por otro sacerdote llamado Triphon, al rey de Persia, que envió setenta y dos guardas
para tomarlo; fue detenido sobre el puente del río Strenga, al momento que se entregaba
a un burgo vecino llamado Diodoride.
El rey lo condenó a ser desgarrado
vivo. Después de su muerte, el número de sus discípulos aumentó considerablemente;
su doctrina ganó adeptos de entre las inteligencias más elevadas, se sabe que San
Agustín ha sido Maniqueo, la filiación de los Maniqueos con respecto a los doctores
de la antigüedad es comprobada por un hecho que no ha sido observado. La iglesia
católica les reprochaba el creer en dos principios, y por consiguiente en dos dioses;
el reproche era injusto, pues, por esta enseñanza, sólo seguían las tres gradaciones
prescritas en Egipto para la enseñanza:
No predicaban pues el dualismo como la doctrina verdadera, pero
como la vía a recorrer para llegar a la manifestación de la verdad completa. Después
de varios siglos, los Caballeros Templarios abrazaron esta doctrina, y de ella celebraron
sus misterios en el más profundo secreto; tomaron por ejemplo el nombre de Hijo
de la Viuda, y simbolizaron su muerte bajo el nombre de Hiram, arquitecto del templo
de Salomón.
Llegados a la Orden del Temple, vemos la historia de la Masonería
aclararse y ponerse más cierta. El Temple no fue la cuna de la Masonería, pero fue
la más noble expresión de ella; conservó de ella, a lo largo de su brillante carrera,
la fuerte unidad y después de su destrucción, podemos seguir las ramificaciones
que fraccionaron la Masonería.
¿Pero de quién habían recibido los Templarios
el conjunto de la ciencia masónica? De los HH.·. de Oriente, cuyo fundador era un
sabio de Egipto con el nombre de Ormus, convertido al cristianismo por San Marco.
Ormus purificó la doctrina de los egipcios, según los preceptos del cristianismo.
Al mismo tiempo, los Esenios y otros Judíos fundaron una escuela de ciencia Salomónica,
que se reunieron con Ormus. Los discípulos de Ormus, hasta 1118, quedaron como los
únicos depositarios de la antigua sabiduría egipcia, purificada por el cristianismo
y la ciencia Salomónica. Esta doctrina, la comunicaron a los Templarios, entonces
fueron conocidos con el nombre de Caballeros de la Palestina o HH.·. Rosa Cruz de
Oriente; estos son los que el Rito de Memphis reconocen por fundadores inmediatos.
En 1150, ochenta y uno de ellos llegaron a Suecia, bajo el conducto de Garimont,
y se presentaron al arzobispo de Upsal, que recibió de ellos el depósito de los
conocimientos masónicos. Fueron estos ochenta y uno albañiles quienes establecieron
la Masonería en Europa.
Después de la muerte de Jacques de Molay, los Templarios
escocés, supuestos apostatas, a la orden del Rey Robert-Bruce, se colocaron bajo
la bandera de una nueva orden instituida por este príncipe, y en ella las recepciones
se basaron en la Orden del Temple. He aquí lo que hacia falta buscar del origen
de la Masonería escocesa, y de los otros ritos masónicos. Los Templarios escoceses
fueron excomulgados, en 1324, por Harminius.
Esta fecha concuerda con aquella
dada por el H.·. Chéreau, de la separación de los Masónes de Edimburgo de los de
Memphis, operada en 1322, es decir dos años antes.
Los últimos quedaron
fieles a las antiguas tradiciones; los otros fundaron un nuevo rito, bajo el nombre
de Heredom y Kilwinning o de Escocia.
He aquí pues, desde el fin del siglo
catorce, los dos ritos existentes, el Rito de Memphis o de Oriente, y el Rito Escocés.
Uno y otro siguieron haciéndose de partidarios en todas partes de Europa.
Es sin embargo de observar que la Masonería no se hizo pública en Francia sino
al comienzo del siglo dieciocho. Sus primeros promotores fueron, en 1725, mí lord
Derwent-Waters, el Cab. Maskelyne y M. de Heguelly, que establecieron la primera
Logia Masónica en París, en la calle de la carnicería –San Germán-, esta Logia fue
constituida el 7 de mayo de 1729, por la Gran Logia de Inglaterra, bajo el título
distintivo de St. Thomas. El conde de Harnouester sucedió a lord Derwent-Waters,
primer Gran Maestro, el 24 de diciembre 1738; fue sustituido, el 11 de diciembre
1743 por el conde de Cleraiont. Ese mismo año, la Gran Logia de Francia se establece
en París, y se declaró independiente en 1756. Sin embargo el H.·. Lacorne, delegado
del conde de Clermont, establece en 1761, una Gran Logia que en primer lugar en
disidencia fraternizaron el 24 de enero de 1762, por los cuidados del H.·. Chaillon
de Gouville, su sucesor, pero en 1765, una ruptura completa tuvo lugar. Estas dos
grandes Logias se anatemizaron, y las cosas llegaron a tal punto, que los trabajos
cesaron el 24 de junio 1767. La primera Gran Logia retomó los trabajos el 21 de
junio 1772. La segunda lo hizo igualmente, el 24 de diciembre del mismo año, constituyéndose
bajo el título de Gran Oriente, nombre bajo el cual ha sido conocida.
El
6 de marzo 1773 tuvo lugar la primera Reunión del Gran Oriente, y se proclamó el
9 del mismo mes. El 24 julio siguiente, el duque de Luxemburgo, su gran Maestro,
instaló las tres cámaras que lo componían entonces; y el 28 de octubre de este año,
Louis-Philippe-Joseph de Orleáns fue elegido gran Maestro.
La gran Logia
declaró, el 17 de junio de 1774, que el Gran Oriente era usurpador e irregular,
pero tenía un particular que la engalanaba, miembros influyentes y capaces, sin
otra protección, tuvo solamente que limitarse a una estéril guerra de panfletos
y de decisiones desconocidas.
A lo largo de este tiempo, el Gran Oriente
marchaba rápidamente hacia una unidad masónica que se hacía deseable y hacía numerosas
mejorías.
El 14 de junio 1773, suprimió la inamovilidad de los Venerables,
que eran entonces dueños de las Logias, de donde vino el grado de Maestro ad vitam.
El 23 de octubre siguiente se dio por primera vez una palabra semestral, lo que
desde ese momento siempre ha tenido lugar. Por fin, el 27 de diciembre de 1774,
sustituyó el nombre de Orden Masónico al de Arte Real.
El 13 de mayo 1793,
la Gran Maestría fue declarada vacante, a razón de la abdicación de su titular,
el duque de Orleáns. El Gran Oriente y la Gran Logia reiniciaron sus trabajos en
1796. Por los cuidados del H.·. Roitier de Montalau, un tratado de unión que era
sumamente necesario fue firmado el 21 de mayo de 1799, y la reunión tuvo lugar el
siguiente 22 de junio; el Gran Oriente absorbió a la Gran Logia. Así se acabaron
de los escandalosos debates, los anatemas fueron retractados, las exclusiones revocadas.
A lo largo de los altercados de la Gran Logia y del Grande-Oriente, otros
ritos se habían establecido en Francia.
El 15 de abril 1747, Charles-Edouard
Stuart había instituido en Arras un Capítulo de Escocesismo Jacobita. En 1754, el
Caballero de Bonneville había fundado un capítulo de H.·. G.·. Rito de Clermont.
El Capítulo de los Emperadores Oriente y Occidente se instala en París en 1758;
y el siguiente año, un Cap.·. de P.·. del R.·. S.·. se establece en Burdeos. Por
fin Pirlet fundó, el 22 de julio 1762, el Consejo de Cab.·. de Oriente y el 21 de
septiembre del mismo año, el Cap.·. de los Emp.·. de Ort.·. y Occ.·. y del R.·.
S.·. terminando con la Mas.·. de perfección al grado 25°.
Stephen-Morin,
Judío, había recibido, el año anterior, poder del Cap.·. de los Emp.·. de Or.·.
y Occ.·. para propagar la Mas.·. en América, con el H.·. Hocquet en 1803, y el H.·.
Graso-Tilly, en 1804, la trajeron a Francia, el primero con 25, el segundo con 33
grados.
El H.·. Matheus establece igualmente, en 1786, una S.·. G.·. L.·.
del Rito de H.·. y Kilwinning.
El Gran Oriente soñaba desde hacía largo
tiempo con reunir bajo su obediencia a todos los ritos disidentes. El 27 de diciembre
1801, acogió al Capítulo de Arras, el 5 de diciembre 1804, recibió igualmente en
su seno la Gran Logia Escocesa del Rito Antiguo, pero esta unión se rompió. Fue
sólo el 16 de septiembre del siguiente año, que tuvo lugar un acuerdo definitivo;
este consejo quedó independiente para la administración de los grados sobre el 18°.
El 19 del mes de diciembre de 1804, el Gran Oriente declaró que reconocía todos
los ritos. Conforme con esta decisión, nombró un Directorio de los Ritos, que fue
instalado el 25 de julio 1805; este directorio ha sido sustituido por un Gran Colegio
dividido en tantas secciones como ritos reconocidos, a saber: Rito francés; de Hérod.·.;
Escocés A.·. y A.·. de Kilwinning, filosófico, régimen rectificado; este mismo año,
José Napoleón fue elegido sexto Gran Maestro.
Hace falta hablar aquí de
un nuevo rito, que para tomar ventaja de esta tolerancia, intentó establecerse hacia
1813, bajo el nombre de Rito de Misraïm1. Éste rito tiene por inventores y fundadores
los hermanos Bédarride. MM.·. Bédarride pretende que el rito existía en Francia
desde el año 1782, y que al comienzo de este siglo poseía Capítulos en Nápoles,
Venecia y en las islas Jonias. Estas dos aserciones son igualmente insostenibles.
Es notorio que en Francia, nadie ha tenido la intención de hablar nunca del Rito
de Misraïm antes de 1817, época en la que el Gran Oriente lo prohibía, no han existido
tampoco en Venecia, en las islas Jonias y el reino de Nápoles.
Si de su
origen pasamos a sus actos, encontramos que, incapaz desde sus primeros pasos de
marchar solo, en 1816 pidió al Gran Oriente el ser reconocido.
Fue el día
catorce del 11° mes de 5816, que el Gran Oriente nombró una comisión para examinar
esta solicitud y de acuerdo a la decisión de esta comisión, el Gran Oriente proscribió
éste Rito, el 27 día del 10° mes de 5817, apoyándose en que Bédarride no tenía un
solo ritual regular, y no había podido justificar ni siquiera su calidad masónica.
Golpeado por los inconvenientes, más graves que la irregularidad masónica,
presentaba la explotación de este rito, el Gran Oriente lanzó una nueva circular,
con fecha 10 del 8° mes de 5821. Esta circular nombra y confirma el tenor de aquella
del día 27 del 10° mes de 5817. Ordena además, bajo las más graves penas mas.·.
a las Logias de su obediencia, el prohibir la entrada al templo a todos los miembros
de este Rito.
Pero dejemos allí estos tristes debates, al final de los cuales
no todo puede ser igualmente honorable, y soñemos también que una obra hermosa que
es la Masonería no debe ser manchada por las pasiones que se cubren de su augusto
abrigo.
Un hecho, un hecho inmenso resulta de esta exposición, este es que
la unidad masónica se ha perdido. Esta una desdicha muy grande, pues la fuerza de
una institución está en su unidad. ¿Pero que hacer contra un hecho? Sería locura
que querer negarlo o lucharlo. Sin embargo un medio de contrabalancear la influencia
perniciosa de estas dislocaciones es el de llamar la atención de todos los Masónes
de los diferentes ritos sobre la parte moral y científica de la Masonería, y de
reconstituir la unidad de visiones y de pensamientos, si no se puede esperar todavía
el reconstituir la unidad de acción y de poder.
Esta es la fuente principal
del Rito de Memphis. Depositario del conjunto de las tradiciones, el mayor de todos
los ritos existentes, que pone el ejemplo de abnegación personal, caridad masónica
y devoción desinteresada por la prosperidad de la Masonería.
Origen de todos Los Ritos Mas.·. Conocidos
El Rito Mas.·. de Memphis, u oriental, fue formado en Europa por
Ormus, sacerdote seráfico de Alejandría, sabio de Egipto, convertido por San Marcos
el año 46 después de J.C., que purificó la doctrina de los egipcios según los principios
del cristianismo. El Rito antiguo, o escocés, fue fundado en París, el año de 1725.
Un manuscrito del Rito de Edimburgo, escrito en el último siglo, y traducido del
inglés, pretende que la Masonería escocesa fue instituida por celebre maestro Manès
del año 304 después de Cristo.
El Rito moderno, o francés, en el cual unos
siguen la leyenda de Hiram, llamado también Adonhiram, que se llama luego Masonería
hiramita, y luego Masonería adonhiramita, fue fundado por el H.·. Lacorne, delegado
del Conde de Clermont, fue establecida el 24 de diciembre de 1772. Una Gran Logia
se constituyó bajo el título de Gran Oriente. El 5 de marzo de 1773 tuvo lugar la
primera asamblea del Gran Oriente, y se proclamó el 9 del mismo mes.
El
Rito de la Estricta Observancia fue creado en 1734, por el barón Hund; el de los
Philalethes, o buscadores de la verdad, en 1773, por Savalette de Loges y Court
de Gebelin y tenía por fin el perfeccionamiento del hombre y su acercamiento hacia
aquel del que ha sido emanado, siguiendo los principios del Martinismo, la regeneración
del hombre y su reintegración en su primitiva inocencia, así como los derechos que
ha perdido por el pecado original.
El Rito de los Electos de la Verdad fue
creado en Rennes en 1748, y arreglado por Mangourit, en 1776. El Rito Noaquita,
o de los caballeros prusianos, fue establecido en Prusia en 1756. El Rito de los
Perfectos Iniciados de Egipto, comprendiendo siete grados, fue compuesto en Lyón,
según un ejemplar del Crata repoa del que el H.·. Bailleul ha realizado una traducción
en 1821, extraído del original alemán.
El Rito de los Arquitectos de África
fue instituido en 1767. El Rito de Swedenborg, Iluminados o de Estocolmo (Masonería
teosófica) el 72 grado del Rito Mas.·. de Memphis fue fundado en 162l.
El
Rito de Pernetty, o de los Iluminados de Aviñón, fue establecido en 1779 y transportado
en 1778 a Montpellier, bajo el título de academia de los verdaderos Masónes (Mas.·.
hermética). El Rito de la Armonía Universal fue instituido en 1782, por Mesmer.
El Rito de los Xerofaguistas, fundado en Italia, en 1746. El Rito de la Academia
Platónica fue fundado en 1482 por Laurent de Médicis y Marsilius Ficiht. El Rito
de los Sublimes Maestro del Anillo Luminoso fue fundado en Francia en 1780, por
el H.·. Grant, este Rito a hecho revivir la escuela de Pitágoras. El Rito del Paladio,
atribuido a Fénélon.
La Masonería mesmeriana, fundada por Mesmer, según
la ciencia magnética, la que varios manuscritos aseguran haber sido conocida por
los antiguos iniciados. El Rito primitivo, o de los Philadelphes de Narbona establecido
en esta ciudad el 19 de abril 1780, y reunido al G.·. O.·. de Francia en 1786; el
cuadro de los miembros que lo componían fue impreso en 1790, bajo el título de Primera
Logia del Rito Primitivo en Francia; se lee en logia un fragmento curioso sobre
el carácter y el objeto de este Rito que parece tener una gran analogía con el de
Memphis, u oriental. Siguiendo este texto, el régimen está formado por tres clases
de Masónes, quienes reciben diez grados de instrucción; estos grados o clases no
son la designación de tales grados, sino de las denominaciones de colecciones que
basta con desenrollar para hacer de ello brotar un número casi infinito de grados.
El primer capítulo de R .·. C .·. posee los conocimientos que en algunos
regímenes, fijan el culto masónico y la veneración de una muchedumbre de RR.·. HH.·.;
el segundo capítulo de R.·. C.·. es el depositario de documentos históricos muy
curiosos; el tercer capítulo se ocupa de todos los conocimientos masónicos, físicos
y filosóficos cuyos productos pueden influir sobre la felicidad y el bienestar material
y moral del hombre temporal; el cuarto y último capítulo hace un asiduo estudio
de conocimientos particulares de ontología, psicología, neumatología, en una palabra,
de todas las partes de las ciencias llamadas ocultas o secretas; su objeto especial
era la rehabilitación o reintegración del hombre intelectual en su rango y sus derechos
primitivos. Hoy en día, esta opinión, por excéntrica que sea, ha sido adoptada por
hombres profundos, tal y como Fabre d'Olivér, Ballanche, etc.
El Rito de
Misraïm fue fundado en París, en 1813, por el hermano Bédarride.
Tenemos
todavía el Rito persa o filosófico; de HRDM y Kilwinning; Escocés Filosófico. De
York; De los Fieles Escoceses o de la Vieja Nuera. De Zinendort. Egipcio o de Cagliostro.
Martinista o de los electos Coëns. De los Eones, de Zoroastro. De los HH.·. de la
Rosa Cruz. Del Real Arco. De la Palestina. De los Caballeros Escandinavos. De los
Caballeros del Desierto. De los Caballeros de la Ciudad Santa. De la Orden de Cristo.
El Rito Ecléctico. El Rito de adopción para las mujeres. Ídem según Cagliostro.
La Orden Masónica de la Cuchara o de la Trulla. La Orden de la Libertad, atribuido
a Moisés. Los Templarios. El Tribunal del cielo.
ANTIGUOS
MISTERIOS MASÓNICOS DE MEMPHIS.
Los misterios estaban divididos
en dos clases, menores y mayores.
Los misterios menores tenían como objeto
el instruir a los iniciados en las ciencias humanas; la doctrina consagrada estaba
reservada a los últimos grados de la iniciación; es lo que se llamaba la gran manifestación
de la luz.
Entre el conocimiento de las ciencias humanas y el de la doctrina
sagrada, había grados simbólicos a recorrer.
Todos los misterios rodaban
sobre tres puntos principales. La parábola, las ciencias exactas y la doctrina sagrada.
Del primer objetivo se pasaba al segundo sin intermediario; pero llegado a este
segundo grado de la iniciación, había largas preparaciones que callaban el objetivo
de otros tres grados simbólicos: el primero finalizaba y completaba los misterios
menores, los dos otros abrían los mayores.
Era sólo en el primer grado simbólico,
el tercero de la iniciación, que las fábulas eran expuestas, y siguiendo los otros
dos grados, se ejercitaba el penetrar en el sentido de estas fábulas, y se hacía
digno de la gran manifestación de la luz.
La división general comprendía
las preparaciones, los viajes y los símbolos, la autopsia. Las preparaciones se
dividían en dos clases; el primera tenía para título simbólico la palabra sabiduría,
y para objeto allí moral; los iniciado se llamaban Thalmédimites o discípulos. —El
segundo tenía para título simbólico la palabra fuerza, y para objeto las ciencias
humanas: las inicias de este segundo grado se llamaban Hébérimites o asociados.
Los viajes y símbolos se dividían en tres clases: En el primero, llamado de exequias,
los iniciados llevaban el nombre de Mourehemitas. En el segundo, llamado la venganza
tomaban el de Bherimites, y en el tercero, llamado de emancipación, eran los Néscréritês.
La autopsia era el gran complemento de la iniciación, la coronación del
edificio, la llave de la verdad.
La iniciación consistía en la dogma del Monoteísmo, que se declaraba
a los grandes iniciados; es decir que no había más que un solo Dios.
La dogma
de las penas y de las recompensas en un antro de vida era profesada en los pequeños
misterios.
El Panteísmo ha sido la religión de la antigüedad; la palabra
Panteísmo viene de dos palabras griegas una que significa todo y la otra Dios, es
decir que todo es Dios.
El Hierofante presidía los misterios y representaba
al sublime Arquitecto de los mundos, Dios.
Los misterios del Rito Masónico
de Memphis que en los tiempos primitivos comprendía sólo siete grados, cuenta hoy
95 grados; ya que en el estado actual de nuestras costumbres, es imposible que los
Ritos Masónicos sean constituidos de manera que todos sus miembros sin excepción
puedan tener un conocimiento completo de los Secretos Masónicos tal y como deberían
ser revelados en el séptimo grado; se debería para ello restablecer el noviciado
y poner para el paso de un grado a otro los mismos plazos y las mismas precauciones
que los antiguos misterios, el estado social actual se opone a esta marcha regular
y racional, la Masonería, ha debido pues refugiarse en los grados superiores.
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