El simbolismo de la "piedra angular", en la tradición cristiana,
se basa en este texto: "Piedra que rechazaron los constructores se ha convertido
en piedra de ángulo", o, más exactamente, "en cabeza de ángulo" (caput anguli)
1.
Lo extraño es que este simbolismo casi siempre se
comprende mal, a consecuencia de una confusión que se hace comúnmente entre esa
"piedra angular" y la "piedra fundamental", a la cual se refiere este otro texto,
más conocido aún: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella" 2.
Tal
confusión es extraña, decimos, pues desde el punto de vista específicamente cristiano
equivale de hecho a confundir a San Pedro con Cristo mismo, ya que éste es expresamente
designado como la "piedra angular", según lo muestra este pasaje de San Pablo, el
cual, además, la distingue netamente de los "fundamentos" del edificio: "(sois)
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra angular (summo angulare lapide) el mismo Cristo Jesús, en la cual
todo el edificio, armónicamente trabado, se alza hasta ser templo santo en el Señor,
en el cual también vosotros sois juntamente edificados (coaedificamini) para
ser morada de Dios en el Espíritu" 3.
Si la confusión
a que nos referimos fuese específicamente moderna no cabría sin duda extrañarse
en demasía, pero parece encontrársela ya en tiempos en que no es posible atribuirla
pura y simplemente a ignorancia del simbolismo; nos vemos, pues, llevados a preguntarnos
si en realidad no se trataría más bien, en el origen, de una "sustitución" intencional,
explicable por el papel de San Pedro como "sustituto" o "vicario" de Cristo (vicarius,
correspondiente en este sentido al árabe jalîfah); de ser así, esa manera
de "velar" el simbolismo de la "piedra angular" parecería indicar que se lo consideraba
contener algo de particularmente misterioso, y se verá en seguida que tal suposición
está lejos de ser injustificada 4.
Como quiera que fuere,
hay en esa identificación de las dos piedras, inclusive desde el punto de vista
de la simple lógica, una imposibilidad que aparece claramente desde que se examinan
con un poco de atención los textos que hemos citado: la "piedra fundamental" es
aquella que se pone primero, al comienzo mismo de la construcción de un edificio
(y por eso se llama también "primera piedra") 5; ¿cómo, pues,
podría ser rechazada durante la misma construcción? Para que sea así, es preciso,
al contrario, que la "piedra angular" sea tal que no pueda encontrar aún su ubicación;
en efecto, según veremos, no puede encontrarla sino en el momento de acabarse el
edificio íntegro, y así se convierte realmente en "cabeza de ángulo".
En
un artículo que ya hemos señalado 6, Ananda Coomaraswamy
destaca que la intención del texto de San Pablo es evidentemente representar a Cristo
como el único principio del cual depende todo el edificio de la Iglesia, y agrega
que "el principio de una cosa no es ni una de sus partes entre las otras ni la totalidad
de sus partes, sino aquello en que todas las partes se reducen a una unidad sin
composición". La "piedra fundamental" (foundation-stone) puede ser llamada
adecuadamente, en cierto sentido, una "piedra de ángulo" (corner-stone),
según se lo hace habitualmente, puesto que está situada en un ángulo o en una esquina
(corner) del edificio 7; pero no es única como tal, pues
el edificio tiene necesariamente cuatro ángulos; y aún si se quiere hablar más particularmente
de la "primera piedra", ésta no difiere en nada de las piedras de base de los demás
ángulos, salvo por su situación 8, y no se distingue ni por
su función ni por su forma, puesto que no es, en suma, sino uno de cuatro soportes
iguales entre sí; podría decirse que una cualquiera de las cuatrocorner-stones
"refleja" en cierto modo el principio dominante del edificio, pero no podría de
ninguna manera ser considerada este principio mismo 9.
Por otra parte, si realmente de esto se tratara, ni siquiera podría hablarse
lógicamente de "la piedra angular", pues, de hecho, habría cuatro; aquélla, pues
debe ser algo esencialmente diferente de lacorner-stone entendida en el sentido
corriente de "piedra fundamental", y ambas tienen en común solamente el carácter
de pertenecer al mismo simbolismo "constructivo". .
Acabamos de aludir a
la forma de la "piedra angular", y es éste, en efecto, un punto particularmente
importante: precisamente porque esta piedra tiene una forma especial y única, que
la diferencia de todas las demás, no solo no puede encontrar su lugar en el curso
de la construcción, sino que inclusive los constructores no pueden comprender cuál
es su destino; si lo comprendieran, es evidente que no la rechazarían y se contentarían
con reservarla hasta el final; pero se preguntan "lo que harán con la piedra", y,
al no dar con respuesta satisfactoria, deciden, creyéndola inutilizable, "arrojarla
entre los escombros" (to heaven it over among the rubbish)
10.
El destino de esa piedra no puede ser comprendido
sino por otra categoría de constructores, que en ese estadio no intervienen aún:
son los que han pasado "de la escuadra al compás" y, por esta distinción, ha de
entenderse, naturalmente, la de las formas geométricas que esos instrumentos sirven
respectivamente para trazar, es decir, la forma cuadrada y la circular, que de manera
general simbolizan, como es sabido, la tierra y el cielo; aquí, la forma cuadrada
corresponde a la parte inferior del edificio, y la forma circular a su parte superior,
la cual, en este caso, debe estar constituida, pues, por un domo o una bóveda
11.
En efecto, la "piedra angular" es real
y verdaderamente una "clave de bóveda" (keystone); A. Coomaraswamy dice que,
para dar la verdadera significación de la expresión "se ha convertido en la cabeza
del ángulo" (is become the keystone of the corner), podría traducírsela por
is become the keystone of the arch, lo cual es perfectamente exacto; y así
esa piedra, por su forma tanto como por su posición, es en efecto única en todo
el edificio, como debe serlo para poder simbolizar el principio del que depende
todo. Quizá cause asombro que esta representación del principio no se sitúe en la
construcción sino en último lugar; pero puede decirse que la construcción en conjunto
está ordenada con relación a ella (lo que San Pablo expresa diciendo que "en ella
todo el edificio se alza hasta ser templo santo en el Señor"), y en ella encuentra
finalmente su unidad; hay aquí también una aplicación de la analogía, ya explicada
por nosotros en otras oportunidades, entre el "primero" y el "último" o el "principio"
y el "fin": la construcción representa la manifestación, en la cual el Principio
no aparece sino como cumplimiento último; y precisamente en virtud de la misma analogía
la "primera piedra" o "piedra fundamental" puede considerarse como un "reflejo"
de la "última piedra", que es la verdadera "piedra angular"..
El equívoco
implicado en una expresión tal como corner-stone reposa en definitiva en
los diferentes sentidos posibles del término "ángulo"; Coomaraswamy señala que en
diversas lenguas, las palabras que significan 'ángulo' están a menudo en relación
con otras que significan 'cabeza' y 'extremidad': en griego kephalè, 'cabeza'
o, en arquitectura, 'capitel' (capitulum, diminutivo decaput), no
puede aplicarse sino a una sumidad; pero ákros (sánscrito agra) puede
indicar una extremidad en cualquier dimensión, es decir, en el caso de un edificio,
tanto la sumidad, a la cual designa, es verdad, más habitualmente, como cualquiera
de los cuatro ángulos o esquinas (la palabra correspondiente en francés, coin,
está etimológicamente emparentada con el griegogônía, 'ángulo' [mientras
que "esquina" procede del áraberukn, 'ángulo']. Pero todavía más importante,
desde el punto de vista de los textos concernientes a la "piedra angular" en la
tradición judeocristiana, es la consideración de la palabra hebrea que significa
'ángulo': esa palabra es pinnáh, y se la encuentra en las expresiones
eben pinnáh, 'piedra angular', y ro'sh pinnah, 'cabeza de ángulo'; y
resulta particularmente notable que, en sentido figurado, la misma palabra se emplea
para significar 'jefe': una expresión que designa a los 'jefes del pueblo' (pinnôt
ha-'am) está literalmente traducida en la Vulgata por anguli populorum
12.
Un 'jefe' o 'caudillo' es etimológicamente el
'cabeza' (caput), y pinnáh se relaciona, por su raíz, con penè,
que significa 'faz'; la relación estrecha entre las ideas de "cabeza" y de "faz"
es evidente, y, además, el término "faz" pertenece a un simbolismo de muy general
difusión, que merecería examinarse aparte 13.
Otra idea
conexa es también la de "punta" (que se encuentra en el sánscrito agra, el
griego ákros, el latín acer y acies); ya hemos hablado del
simbolismo de las puntas con motivo del de las armas y los cuernos
14, y hemos visto que se refiere a la idea de extremidad, pero
más en particular en lo que concierne a la extremidad superior, es decir, al punto
más elevado o sumidad del edificio: aun si hay otras "piedras angulares" en el sentido
más general de esta expresión 15, solo aquélla es en realidad
"la piedra angular" por excelencia. .
Encontramos otras indicaciones interesantes
en las significaciones de la palabra árabe rukn, 'ángulo', 'esquina'; esa
palabra, como designa las extremidades de una cosa, es decir, sus partes más retiradas
y, por consiguiente, más escondidas (recondita et abscondita, podría decirse
en latín), toma a veces un sentido de 'secreto' o 'misterio'; y, a este respecto,
su plural arkàn es de vincular con el latín arcanum, que tiene igualmente
el mismo sentido, y con el cual presenta una similitud notable; por lo demás, en
el lenguaje de los hermetistas por lo menos, el empleo del término "arcano" ha sido
influido ciertamente de modo directo por esa palabra árabe 16.
Además, rukn significa también 'base' o 'fundamento', lo que reconduce
a la corner-stone entendida como la "piedra fundamental"; en la terminología
alquímica, el-arkàn, cuando esta designación se emplea sin precisar más,
son los cuatro elementos, es decir, las "bases" substanciales de nuestro mundo,
asimilados así a las piedras de base de los cuatro ángulos de un edificio, pues
sobre ellos se construye en cierto modo todo el mundo corpóreo (representado también
por la forma cuadrada) 17; y por aquí llegamos también
directamente al simbolismo que ahora nos preocupa. En efecto, no hay solamente esos
cuatro arkàn o elementos "básicos", sino además un quinto rukn, el
quinto elemento o "quintaesencia" (es decir el éter, el-athir); éste no está
en el mismo "plano" que los otros, pues no es simplemente una base, como ellos,
sino el principio mismo de este mundo 18; será representado,
pues, por el quinto "ángulo" del edificio, que es su sumidad; y a este "quinto",
que es en realidad el "primero", conviene propiamente la designación de ángulo supremo,
de ángulo por excelencia o "ángulo de los ángulos" (rukn el-arkàn), puesto
que en él la multiplicidad de los demás ángulos se reduce a la unidad
19.
Puede observarse aún que la figura geométrica
obtenida reuniendo esos cinco ángulos es la de una pirámide de base cuadrangular:
las aristas laterales de la pirámide emanan de su vértice como otros tantos rayos,
así como los cuatro elementos ordinarios, que están representados por los extremos
inferiores de esas aristas, proceden del quinto y son producidos por él; y también
en el sentido de las aristas, que intencionalmente hemos asimilado a rayos por esta
razón (y también en virtud del carácter "solar" del punto de que parten, según lo
que hemos dicho respecto del "ojo" del domo), la "piedra angular" de la sumidad
se "refleja" en cada una de las "piedras fundamentales" de los cuatro ángulos de
la base. Por último, en lo que acabamos de decir está la indicación bien neta de
una correlación entre el simbolismo alquímico y el simbolismo arquitectónico, lo
que se explica por su común carácter "cosmológico"; es también éste un punto importante,
sobre el cual hemos de volver con motivo de otras relaciones del mismo orden. .
La "piedra angular", tomada en su verdadero sentido de piedra "cimera", se designa
en inglés a la vez como keystone, como capstone (que a veces se encuentra
escrito también capestone), y comocopestone (o copingstone);
el primero de estos términos es fácilmente comprensible, pues constituye el exacto
equivalente de nuestra "clave de bóveda" (o "de arco", pues la palabra puede aplicarse
en realidad a la piedra que forma la sumidad de una arcada tanto como la de una
bóveda); pero los otros dos exigen algo más de explicación. En capstone,
la palabra cap es evidentemente el latín caput, 'cabeza'. lo que nos
reconduce a la designación de esa piedra como la "cabeza del ángulo"; es, propiamente,
la piedra que "acaba" o "corona" un edificio; y es también un capitel, el cual es,
igualmente, el "coronamiento" de una columna 20.
Acabamos de hablar de "acabamiento", y, emparentadas con ésta, las palabras
"cap" y "cabeza" o "cabecera" son, en efecto, etimológicamente idénticas
21; la capstone es, pues, la "cabeza"
o "cabecera" de la "obra", y, en razón de su forma especial, que requiere, para
tallarla, conocimientos o capacidades particulares, es también a la vez una "obra
capital" u "obra maestra" (chef-d'oeuvre), en el sentido que tiene esta expresión
en el Compañerazgo 22; por ella el edificio queda
completamente terminado, o, en otros términos, es finalmente llevado a su "perfección"
23.
En cuanto al término copestone, la
palabra cope expresa la idea de 'cubrir'; esto se explica, no solo porque
la parte superior del edificio es propiamente su "cobertura", sino también, y diríamos
sobre todo, porque esa piedra se coloca de modo de cubrir la abertura de la sumidad,
es decir, el "ojo" del domo o de la bóveda, del cual hemos hablado anteriormente
24.
Es, pues, en suma, a este respecto,
el equivalente de un roof plate, según lo señala Coomaraswamy, quien agrega
que esa piedra puede considerarse como la terminación superior o el capitel del
"pilar axial" (en sánscrito skambha, en griego staurós)
25; ese pilar, como lo hemos ya explicado, puede no estar
representado materialmente en la estructura del edificio, pero no por eso deja de
ser su parte esencial, en torno de la cual se ordena todo el conjunto. El carácter
cimero del "pilar axial", presente de modo solamente "ideal", está indicado de modo
particularmente notable en los casos en que la "clave de bóveda" desciende en forma
de "pechina" hacia el interior del edificio, sin estar visiblemente sostenida por
nada en su parte inferior 26; toda la construcción
tiene su principio en este pilar, y todas sus diversas partes vienen finalmente
a unificarse en su "cima", que es la sumidad de este mismo pilar y la "clave de
bóveda" o la "cabeza del ángulo" 27.
La interpretación
real de la "piedra angular" como "piedra cimera" parece haber sido de conocimiento
bastante general en el Medioevo, según lo muestra notablemente una ilustración del
Speculm Humanae Salvationis que reproducimos aquí (fig. 14)
28; este libro estaba muy difundido, pues existen aún
varios centenares de manuscritos; se ve en la ilustración a dos albañiles que tienen
en una mano una espátula y sostienen con la otra la piedra que se disponen a colocar
encima de un edificio (al parecer, la torre de una iglesia, cuya sumidad debe ser
completada por esa piedra), lo que no deja duda alguna en cuanto a su significación.
Cabe señalar, con respecto a esta figura, que la piedra de que se trata, en cuanto
"clave de bóveda" o en cualquier otra función semejante, según la estructura del
edificio al cual está destinada a "coronar", no puede por su forma misma colocarse
sino por encima (sin lo cual, por lo demás, es evidente que podría caer en el interior
del edificio); así, representa en cierto modo la "piedra descendida del cielo",
expresión perfectamente aplicable a Cristo 29, que
recuerda también la piedra del Graal (el lapsit exilis de Wolfram von Eschenbach,
que puede interpretarse como lapis ex caelis) 30.
Además, hay aún otro punto importante que señalar: Erwin Panofski ha destacado
que esa misma ilustración muestra la piedra con el aspecto de un objeto en forma
de diamante (lo que la vincula también con la piedra del Graal, ya que ésta se describe
igualmente como facetada); esta cuestión merece más minucioso examen, pues, aunque
tal representación esté lejos de constituir el caso más general, se vincula con
aspectos del complejo simbolismo de la "piedra angular" distintos de los que hasta
ahora hemos estudiado, y no menos interesantes para destacar sus vínculos con el
conjunto del simbolismo tradicional.
.
Fig. 14
Empero, antes de llegar a ello, nos falta elucidar una cuestión
accesoria: acabamos de decir que la "piedra cimera" puede no ser una "clave de bóveda"
en todos los casos, y, en efecto, no lo es sino en una construcción cuya parte superior
es en forma de cúpula; en cualquier otro caso, por ejemplo el de un edificio coronado
por un techo en punta o en forma de tienda, no deja de haber una "última piedra"
que, colocada en la sumidad, desempeña a este respecto el mismo papel que la "clave
de bóveda" y, por consiguiente, corresponde también a ésta desde el punto de vista
simbólico, sin que empero sea posible designarla con ese nombre; lo mismo ha de
decirse del caso especial del pyramídion, al cual hemos aludido ya en otra
ocasión. Debe quedar bien claro que, en el simbolismo de los constructores medievales,
que se apoya en la tradición judeocristiana y se vincula con la construcción del
Templo de Salomón como su prototipo 31, consta, en
lo que concierne a la "piedra angular", que es una "clave de bóveda"; y, si la forma
exacta del Templo de Salomón ha podido dar lugar a discusiones desde el punto de
vista histórico, es seguro, en todo caso, que esa forma no era la de una pirámide;
son éstos hechos que hay que tener necesariamente en cuenta en la interpretación
de los textos bíblicos referentes a la "piedra angular" 32.
El pyramídion, es decir, la piedra que forma la punta superior de la
pirámide, no es en modo alguno una "clave de bóveda"; no por eso deja de ser el
"coronamiento" del edificio, y cabe señalar que reproduce su forma íntegra en modo
reducido, como si todo el conjunto de la estructura estuviera así sintetizado en
esa piedra única; la expresión "cabeza de ángulo", en sentido literal, le conviene
perfectamente, así como el sentido figurado del nombre hebreo del "ángulo" para
designar el "jefe" o "cabeza", tanto más cuanto que la pirámide, partiendo de la
multiplicidad de la base para culminar gradualmente en la unidad de la cúspide,
se toma a menudo como el símbolo de una jerarquía. Por otra parte, según lo que
hemos explicado anteriormente acerca del vértice y los cuatro ángulos de la base
en conexión con el significado de la palabra árabe rukn, podría decirse que
la forma de la pirámide está contenida implícitamente en toda estructura arquitectónica;
el simbolismo "solar" de esta forma, que hemos indicado en esa oportunidad, se encuentra
aún más particularmente expresado en el pyramídion, como lo muestran diversas
descripciones arqueológicas citadas por Coomaraswamy: el punto central o el vértice
corresponde al sol mismo, y las cuatro caras (cada una comprendida entre dos "rayos"
extremos que delimitan el dominio representado por ella) corresponden a otros tantos
aspectos secundarios del mismo sol, en relación con los cuatro puntos cardinales,
hacia los cuales las cuatro caras se orientan respectivamente. Pese a todo ello,
no es menos verdad que el pyramídion constituye solamente un caso particular
de "piedra angular" y no la representa sino en una forma tradicional especial, la
de los antiguos egipcios; para responder al simbolismo judeocristiano de dicha piedra,
que pertenece a otra forma tradicional sin duda alguna muy distinta de aquélla,
le falta un carácter esencial, que es el de ser una "clave de bóveda". .
Dicho esto, podemos volver a la figuración de la "piedra angular" en forma de diamante:
A. Coomaraswamy, en el artículo a que nos hemos referido, parte de una observación
que se ha hecho con respecto al término alemán Eckstein, el cual, precisamente,
significa a la vez 'piedra angular' y 'diamante' 33; y recuerda
a este respecto las significaciones simbólicas del vajra, que hemos considerado
ya en diversas oportunidades: de modo general, la piedra o metal considerado más
duro y brillante ha sido tomado, en diferentes tradiciones, como "símbolo de indestructibilidad,
invulnerabilidad, estabilidad, luz e inmortalidad"; y, en particular, estas cualidades
se atribuyen muy a menudo al diamante. La idea de "indestructibilidad" o de "indivisibilidad"
(una y otra estrechamente vinculadas, y expresadas en sánscrito por la misma palabra,
ákshra) convienen evidentemente a la piedra que representa el principio único
del edificio (pues la unidad verdadera es esencialmente indivisibe); la de "estabilidad",
que, en el orden arquitectónico, se aplica propiamente a un pilar, conviene por
igual a esa misma piedra considerada como el capitel del "pilar axial", que a su
vez simboliza el "Eje del Mundo"; y éste, al cual Platón, particularmente, describe
como un "eje de diamante", es también por otra parte, un "pilar de luz" (como símbolo
de Agni y como "rayo solar"); con mayor razón, esta última cualidad se aplica ("eminentemente",
podría decirse) a su "coronamiento", que representa la fuente misma de la cual emana
en cuanto rayo luminoso 34.
En el simbolismo
hindú, todo cuanto tiene una significación "central" o "axial" está generalmente
asimilado al diamante (por ejemplo, en expresiones como vajràsana, 'trono
de diamante'); y es fácil advertir que todas esas asociaciones forman parte de una
tradición que puede llamarse verdaderamente universal..
Hay más aún: el diamante
se considera como la "piedra preciosa" por excelencia; y esta "piedra preciosa"
es también, como tal, símbolo de Cristo, que se encuentra aquí identificado a su
otro símbolo, la "piedra angular"; o, si se prefiere, ambos símbolos están así reunidos
en uno. Podría decirse entonces que esa piedra, en cuanto representa un "acabamiento"
o un "cumplimiento"35, es, en el lenguaje de la tradición
hindú, un chintàmani, lo que equivale a la expresión alquímica de Occidente
"piedra filosofal" 36; y es muy significativo a
este respecto que los hermetistas cristianos hablen a menudo de Cristo como la verdadera
"piedra filosofal", no menos que como la "piedra angular"
37.
Nos vemos reconducidos así a lo que decíamos
anteriormente, con motivo de los dos sentidos en que puede entenderse la expresión
árabe rukn el-arkàn, sobre la correspondencia existente entre el simbolismo
arquitectónico y el alquímico; y para terminar con una observación de alcance muy
general este estudio ya largo, pero sin duda aún incompleto, pues el tema es de
aquellos que son casi inagotables, podemos agregar que dicha correspondencia no
es, en el fondo, sino un caso particular de la que existe análogamente, aunque de
un modo quizá no siempre tan manifiesto, entre todas las ciencias y todas las artes
tradicionales, pues en realidad todas ellas son otras tantas expresiones y aplicaciones
diversas de las mismas verdades de orden principial y universal.
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