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La Masonería en los Estados Unidos de América

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En los Estados Unidos de América existe una Gran Logia en cada Estado. Las de la costa Este son, naturalmente, las más antiguas y fueron creadas mediante la unión de logias fundadas allí por masones dependientes de las Grandes Logias de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Francia. No se conserva documentación anterior a 1730, fecha a partir de la cual se comienza a conocer la existencia de logias norteamericanas, muy abundantes ya a mediados del siglo XVIII. En 1733 se creó, en Boston, una primera Gran Logia Provincial (dependiente de la Gran Logia de Inglaterra).

Pero fue tras la Guerra de la Independencia cuando cada una de las trece antiguas colonias británicas se consideró a sí misma nación soberana y durante las últimas décadas de aquel siglo contaron ya con sendas Grandes Logias independientes los trece nuevos estados. Obtenida la independencia, las Grandes Logias estatales adoptaron el “principio de exclusividad territorial”, que impedía que cada Gran Logia creara talleres fuera de su propio Estado.

Como las logias americanas, siguiendo a las británicas, habían practicado básicamente el Rito de York con matices diferentes a lo largo y ancho de aquellos territorios, decidieron, ya entrado el siglo XIX, que cada Gran Logia fijaría su método en lo que llamaron un “Uniform Standard Work” o método homologado para los tres primeros grados masónicos, a fin de que rigiera en todas las logias pertenecientes a un mismo territorio estatal.

Los miembros de las logias de cada estado tienen derecho de visita en todas las logias de los otros estados y a las respectivas Grandes Logias se intercambiaban anualmente las actas de sus trabajos, manteniendo así estrecho contacto fraternal.

En su conjunto, la Masonería tradicional norteamericana trabaja cinco métodos rituales, organizados separadamente, pero a los que tienen acceso todos los masones miembros de una Logia simbólica básica.

Cuatro componen lo que generalmente se conoce como “Rito de York” El básico, para Aprendices, Compañeros y Maestros, homologado por la Gran Logia de cada Estado y administrado por ésta.

El método Críptico, regido por un Gran Consejo General. El método del Arco Real, administrado por un Gran Capítulo General.

El método Templario, administrado por un Gran Campamento General.

Los tres últimos integran los grados superiores del sistema americano. A ellos hay que añadir el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, método del que se trabajan allí solamente los grados superiores (del 4º al 33º) y para cuya administración son competentes dos Supremos Consejos con ámbitos territoriales diferenciados: el de la Jurisdicción Sur, con sede en Washington y el de la Jurisdicción Norte, con sede en Boston.

En 1847, la Gran Logia Africana de Boston adoptó el nombre de su fundador, Prince Hall. En 1784, éste había solicitado el reconocimiento de la Gran Logia de Massachussets, que le fue denegada, dirigiéndose luego a la Gran Logia de Inglaterra (la de los modernos, fundada en 1717, de la que recibió el reconocimiento.

Posteriormente, la actual Gran Logia Unida de Inglaterra les retiró su confianza, alegando falta de información sobre sus trabajos y procediendo en ello de la misma forma que con otras logias americanas que habían sido aceptadas por la anterior y más liberal Gran Logia Andersoniana.

Los masones afroamericanos se integran en las respectivas Grandes Logias Prince Hall, existentes hoy en los cincuenta estados y practican una Masonería tradicional, con pequeñas variantes rituales. No existe Masonería femenina autóctona en EE. UU., a diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo.

Las mujeres simpatizantes con la Orden, o emparentadas con masones, cuentan con asociaciones para-masónicas como la Eastern Star, donde no se inicia masónicamente a las mujeres, aunque éstas participan activamente en los proyectos asistenciales de las Grandes Logias. No obstante, algunas Obediencias mixtas internacionales (El Derecho Humano) y femeninas europeas ofrecen allí sus cauces iniciáticos a las americanas.

La Masonería norteamericana ha experimentado un importante descenso en el número de sus afiliados durante el último tercio del siglo XX, pasando de más de cuatro millones y medio de miembros, tras la Segunda Guerra Mundial, a menos de tres en la actualidad.

Hemos comentado en páginas anteriores que la Masonería anglosajona es religiosamente dogmática (creencia obligatoria en un Dios personalizado) y bíblicamente revelacionista (la Biblia como libro o conjunto de libros que contienen la revelación divina), diferenciándose en estos dos aspectos de las más fuertes corporaciones masónicas de Europa continental, que interpretan de otra forma ambos símbolos.

La dedicación a la beneficencia, realizando con ello una notable labor pública, es la característica más destacable de la Masonería norteamericana, a la que han pertenecido, a lo largo de su historia, muy eminentes y conocidos miembros civiles y militares de la sociedad estadounidense. No es posible poner de relieve, en nuestros días, ningún otro tipo de participación activa de los masones norteamericanos en la vida social y cultural del país a nivel nacional.




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