¿Somos realmente Hermanos? ¿Acaso por el sólo hecho que ingresamos
en la Orden nos convertimos en Hermanos con el suficiente cariño fraternal correspondiente?
¿Puede un Iniciado pretender esto?
No, de ninguna manera. La concepción de
hermandad no es la hermandad en el sentido fraterno-familiar. Es una idea "sui generis"
que involucra en sí la concepción ideológica de una unión fraternal propiamente
tal, no automática, sino, como meta. A ello debemos tender y, mientras tanto, nos
dirigimos el uno hacia el otro con ese título, Hermano, diciéndole y le decimos
tácitamente en esa palabra:
- "Me gustaría que las relaciones entre
nosotros lleguen a ser fraternales, quisiera que así fuera y que tanto tú como yo
hagamos lo posible porque así sea".
Pero, la Masonería no es tan
ingenua e ilógica que pretenda que este asunto sea de resolución automática. Es
mucho el Pulimento de la Piedra Bruta que será requerido por cada uno de nosotros
para que el concepto de Hermandad y Fraternidad práctico sea una realidad y, mientras
tanto, podemos seguir funcionando como seres normales y como tales, nuestra Constitución
también contempla la posibilidad de disputa y litigios que se resuelven en nuestros
propios Tribunales. Todo es Relativo e Imperfecto en la concepción filosófica Masónica
y ella es Realista y Objetiva y como tal, encuentra sus propias soluciones. Más,
también la Escuela y el Sistema Masónico piensan igual. Nos llamamos Hermanos y,
finalmente, con esfuerzo de cada uno de nosotros, los lazos fraternales serán, incluso
más fuertes que los de los hermanos naturales. Junto con su planteamiento realista
manifiesta la Masonería en la idea de Hermano, la meta, su ideal.
El problema
de la lealtad hacia el Hermano Masón es muy interesante. ¿Debe un Hermano Masón,
en la vida cotidiana preferir a un hermano en vez de a un profano? ¿Debe el Hermano
Masón ayudar a su Hermano en el comercio, en la industria, en la administración
pública, en la profesión?
Creemos que sí. Creemos que esto es un mandamiento
Masónico. Por supuesto que debe ser de buena fe, sin cometer ilegalidades o irregularidades
mas, en principio, la respuesta es un sí categórico. Si necesito comprar algo debo
darle la prioridad a mi Hermano. Si soy funcionario público y puedo ayudar a mi
Hermano debo hacerlo. No debo permitir ni colaborar con mi Hermano a que burle la
Ley, y si la burla, probablemente por ética no debo intervenir y seguramente denunciar
el caso mas, si hay algo que pueda ayudar, debo hacerlo. Un posible candidato, funcionario
público, planteó una vez que, no quiere entrar a la Masonería porque no quiere estar
en una situación de dilema frente a los futuros Hermanos. ¡Qué absurdo! En fin,
así debe manifestarse el Pulimento de la Piedra Bruta. No hay duda que aquel a quien
el Hermano recurre, también tiene la obligación de entregarle sus servicios o productos
mejor y mas barato que al profano. Ese es el sacrificio de la Hermandad. Hay quienes
consideran que esta situación es válida solamente en la competencia del Hermano
frente a un profano en igualdad de condiciones. Personalmente creo, que es nuestra
obligación de Masones de preferir al Hermano y solamente ante una muy buena justificación,
reemplazarlo por un profano.
De no ser así, pierde el sentido lo ya planteado
de la Hermandad y el Pulimento de la Piedra Bruta que tienda a esa Fraternidad.
Una de las formas prácticas para ayudar al acercamiento fraterno es la apertura
de nuestros hogares a los Hermanos y sus familias. Cuando fuera de los Trabajos
formales de la Logia, abrimos nuestro hogar e invitamos a él socialmente a los Hermanos
y esposas, se crea un lazo que va más allá de la sola relación en el Templo. La
relación social junto con la compañera, la esposa, fortalece los vínculos sociales
y fraternos. Esto es, especialmente importante con Hermanos neófitos. Es una forma
de atraerlos al círculo de intimidad, al círculo de la fraternidad dándoles así,
también, el ejemplo. Más, cuidado, que la reciprocidad es un principio fundamental
en esto.
El Hermano invitado que no se dé por aludido, y no corresponda con
las invitaciones, finalmente corre el peligro del aislamiento. Hermandad y Reciprocidad
son los dos platos de una balanza que no pesa las actitudes en forma material sino,
en valor de voluntad y buenas intenciones. Y me refiero concretamente a que el Hermano
que abre las puertas de su casa no tiene obligación ni de hacer grandes recepciones,
ni de temer que su casa no es apropiada, ni invertir grandes sumas de dinero en
la recepción. El calor humano es el importante y él superará toda dificultad material.
Es un orgullo ser Masón mas, no en todas partes gozan de la Libertad necesaria
para serlo. Hay lugares donde es peligroso ser Masón. Nuestro comportamiento fuera
del Templo debe ser acorde a la moralidad Masónica. Debemos manifestar el Amor a
la Patria, sometimiento a la autoridad civil que nos rige, ser un hombre integrado
en la sociedad que pertenecemos, autosuficiente en lograr nuestro sustento y el
de nuestra familia y, por supuesto, esto incluye la capacidad de estar a Plomo con
el Tesoro del Taller, respetar y cuidar de nuestra vida familiar y convivir, también
fuera del Templo, con nuestros Hermanos y familias. Debemos defender, difundir y
actuar en cada una de nuestras actividades profanas de acuerdo a nuestros Principios
Masónicos mas, comprender que, no solamente nosotros somos entes que actuamos o
pretendemos actuar con moralidad.
La Masonería no pretende ser la Institución
Moral por excelencia. Sólo pretendemos que con nuestro sistema lograremos, poco
a poco, con la capacidad individual de cada uno de nosotros, Pulir su propia Piedra
Bruta, perfeccionarse, influir en la sociedad para lograr un mundo mejor, más tolerante,
más armónico, más feliz.
Publicado por El Indoamericano
Búsqueda en el
|
Copyright © 2018 - Todos los derechos reservados - Emilio Ruiz Figuerola