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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
El masón verdadero trabaja para el beneficio de los que vengan
después de él, así como para el adelanto y la mejora de sus semejantes. Es una ambición
pobre la que se contiene dentro de los límites de una sola vida. Todos los hombres
que merecen vivir, desean sobrevivir sus entierros, y vivir luego en el bien que
han hecho a la humanidad, antes que en el mármol de las memorias de los hombres.
La mayoría de los hombres desea dejar una obra que perdure más allá de sus días
y su generación: ese es el impulso instintivo dado por el Gran Arquitecto del Universo,
y encontrado a menudo en el corazón humano más duro - la dulce prueba de la inmortalidad
del alma y de la diferencia fundamental entre los hombres y los brutos más sabios.
Plantar el árbol que, después de nuestra muerte, abrigue a nuestros hijos, es tan
natural como amar la sombra de esos arboles que plantaron nuestros padres.
Hacen milenios, el Templo construido por Salomón y nuestros antiguos hermanos,
se convirtió en ruinas, cuando el ejército asirio saqueo Jerusalén, la ciudad santa
se transformó en una masa de chozas; los reyes de Egipto y de Assyria que eran contemporáneos
de Salomón fueron olvidados, y su historia ahora es una mera fábula; el Oriente
antiguo está en ruinas secándose en las orillas del tiempo; mientras que la tranquila
y pacífica Orden de la Masonería, de la cual el hijo de una pobre viuda feniciana
fue uno de los Grandes Maestros junto con los reyes de Israel y de Tyro, ha perdurado
y ha aumentado en grandeza e influencia, desafiando las corrientes negativas y las
tormentas de la persecución. El paso del tiempo no ha debilitado sus fundamentos,
ni ha quebrantado sus columnas, ni ha estropeado la belleza de sus harmónicas proporciones.
El deseo de hacer algo que beneficiará al mundo cuando ni la alabanza ni la
calumnia puedan alcanzarnos, cuando estemos dormidos profundamente en el sepulcro,
es la ambición más noble acariciada por el hombre.
Es la ambición de un masón
verdadero y genuino.
El masón encontrará con frecuencia la apatía y la fría
indiferencia en aquellos cuyo beneficio el busca, y en aquellos que deberían ver
lo bueno en los demás.
El progreso de la Verdad es más fuerte que el crecimiento
del roble, y él que planta no necesita esperar la cosecha. Es suficiente saber que
la fruta vendrá en la estación debida; cuando, o quién la cosechará, no nos interesa
en lo mas mínimo. Es nuestro deber plantar la semilla; es el derecho del Gran Arquitecto
dar la fruta a quien él vea por conveniente.
Sembrar para que otros puedan
cosechar, trabajar y plantar para los que ocuparan la tierra cuando estemos muertos,
proyectar nuestra influencia lejos hacia el futuro y vivir más allá de nuestra hora.
Por tanto no desmayéis hermano mío, ni os canséis en hacer el bien; no os desalentéis
ante la apatía de los hombres, ni os disgustéis con sus locuras, ni os canséis con
su indiferencia. Cuida no de los resultados ni las ganancias, pero si de lo que
se debe hacer, y hacedlo! Dejad el resultado a Dios.
Caballero de la Justicia,
de la Verdad y de la Tolerancia, Buen Caballero y verdadero Gran Pontífice, sed
paciente y trabajad.
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