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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro

La Hermandad para toda la Humanidad

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Grado 19º
Gran Pontífice
R.·.E.·.A.·.A.·.


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El masón verdadero trabaja para el beneficio de los que vengan después de él, así como para el adelanto y la mejora de sus semejantes. Es una ambición pobre la que se contiene dentro de los límites de una sola vida. Todos los hombres que merecen vivir, desean sobrevivir sus entierros, y vivir luego en el bien que han hecho a la humanidad, antes que en el mármol de las memorias de los hombres.

La mayoría de los hombres desea dejar una obra que perdure más allá de sus días y su generación: ese es el impulso instintivo dado por el Gran Arquitecto del Universo, y encontrado a menudo en el corazón humano más duro - la dulce prueba de la inmortalidad del alma y de la diferencia fundamental entre los hombres y los brutos más sabios. Plantar el árbol que, después de nuestra muerte, abrigue a nuestros hijos, es tan natural como amar la sombra de esos arboles que plantaron nuestros padres.

Hacen milenios, el Templo construido por Salomón y nuestros antiguos hermanos, se convirtió en ruinas, cuando el ejército asirio saqueo Jerusalén, la ciudad santa se transformó en una masa de chozas; los reyes de Egipto y de Assyria que eran contemporáneos de Salomón fueron olvidados, y su historia ahora es una mera fábula; el Oriente antiguo está en ruinas secándose en las orillas del tiempo; mientras que la tranquila y pacífica Orden de la Masonería, de la cual el hijo de una pobre viuda feniciana fue uno de los Grandes Maestros junto con los reyes de Israel y de Tyro, ha perdurado y ha aumentado en grandeza e influencia, desafiando las corrientes negativas y las tormentas de la persecución. El paso del tiempo no ha debilitado sus fundamentos, ni ha quebrantado sus columnas, ni ha estropeado la belleza de sus harmónicas proporciones.

El deseo de hacer algo que beneficiará al mundo cuando ni la alabanza ni la calumnia puedan alcanzarnos, cuando estemos dormidos profundamente en el sepulcro, es la ambición más noble acariciada por el hombre.

Es la ambición de un masón verdadero y genuino.

El masón encontrará con frecuencia la apatía y la fría indiferencia en aquellos cuyo beneficio el busca, y en aquellos que deberían ver lo bueno en los demás.

El progreso de la Verdad es más fuerte que el crecimiento del roble, y él que planta no necesita esperar la cosecha. Es suficiente saber que la fruta vendrá en la estación debida; cuando, o quién la cosechará, no nos interesa en lo mas mínimo. Es nuestro deber plantar la semilla; es el derecho del Gran Arquitecto dar la fruta a quien él vea por conveniente.

Sembrar para que otros puedan cosechar, trabajar y plantar para los que ocuparan la tierra cuando estemos muertos, proyectar nuestra influencia lejos hacia el futuro y vivir más allá de nuestra hora.

Por tanto no desmayéis hermano mío, ni os canséis en hacer el bien; no os desalentéis ante la apatía de los hombres, ni os disgustéis con sus locuras, ni os canséis con su indiferencia. Cuida no de los resultados ni las ganancias, pero si de lo que se debe hacer, y hacedlo! Dejad el resultado a Dios.

Caballero de la Justicia, de la Verdad y de la Tolerancia, Buen Caballero y verdadero Gran Pontífice, sed paciente y trabajad.

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