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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
Éste es el primero de los Grados Filosóficos del Rito Escocés
Antiguo y Aceptado; y el comienzo de un curso de instrucción el cual quitará el
velo completamente del corazón y de los misterios internos de la Masonería. En todo
tiempo, la verdad ha sido ocultada bajo símbolos, y a menudo debajo de una sucesión
de alegorías: donde se tenia que penetrar velo tras velo antes de alcanzar la Luz
verdadera y que la verdad esencial quede revelada. La Luz Humana es solamente un
reflejo imperfecto de un rayo de lo Infinito y Divino.
Nos acercamos a esas religiones
antiguas que una vez gobernaron las mentes de hombres, y cuyas ruinas encumbran
los llanos del gran pasado, como las columnas rotas de Palmyra y de Tadmor se hallan
blanqueándose en las arenas del desierto. Se levantan ante nosotros, esos antiguos,
extraños, misteriosos credos y fes, cubiertos en las tinieblas de la antigüedad,
y merodean débiles e indefinidos a lo largo de la línea que divide el Tiempo de
la Eternidad.
La religión enseñada por Moisés, prestada, en cada período de su
existencia, de todos los credos con los cuáles tuvo contacto. Mientras que, se enriqueció
con los más admirables principios de las religiones de Egipto y Asia, fue cambiada,
en los peregrinajes de la Gente, por todo lo que era lo más impuro o seductivo de
las costumbres y supersticiones paganas. Era una cosa en los tiempos de Moisés y
de Aarón, y otra en los de David y de Salomón, y aún otra en los de Daniel y de
Filo.
Cuando Juan El Bautista hizo su aparición en el desierto, cerca de las
orillas del Mar Muerto, todos los viejos sistemas filosóficos y religiosos estaban
aproximándose entre ellos. Una lasitud general inclino las mentes de todos hacia
la quietud de esa amalgamación de las doctrinas para las cuales las expediciones
de Alejandro y los sucesos más pacíficos que siguieron, con el establecimiento en
Asia y África de muchas dinastías Griegas y de una gran cantidad de colonias Griegas,
habían preparado el camino. Luego de la mezcla de diversas naciones, la cuál resultó
de las guerras de Alejandro, las doctrinas de Grecia, de Egipto, de Persia, y de
la India, se encontraron y se entremezclaron en todas partes. Todas las barreras
que antes habían mantenido a las naciones separadas, fueron echadas y mientras que
la Gente del Oeste conectó fácilmente su fe con las del Este, los del Oriente se
apresuraron a aprender las tradiciones de Roma y las leyendas de Atenas. Mientras
que los filósofos de Grecia, adoptaron ansiosamente las creencias y las doctrinas
del Este; los Judíos y los Egipcios, cedieron a ese eclecticismo que prevaleció
entre sus Maestros, los Griegos y Romanos.
Bajo las mismas influencias de la
tolerancia, aún los que abrazaron el Cristianismo, mezclaron lo viejo y lo nuevo,
las enseñanzas Apostólicas y las tradiciones de la Mitología. Por consiguiente,
la distinción entre la doctrina esotérica y exotérica, inmemorial en otros credos,
fácilmente logró aceptación entre Cristianos. Las escrituras de los Apóstoles, ellos
decían, dirigiéndose a la humanidad en general, enunciaba solamente los artículos
de la fe del vulgo; pero transmitía los Misterios del conocimiento a las mentes
superiores, a los Elegidos; Misterios transmitidos de generación a generación en
tradiciones esotéricas; y a esta ciencia de los Misterios le dieron el nombre del
Gnosis.
¡Mirad!, decía, la luz, la que emana de un centro inmenso de Luz, que
esparce por todas partes sus rayos benévolos; así los espíritus de la Luz emanan
de la Luz Divina. ¡Mirad!, todos los manantiales que alimentan, embellecen, fertilizan,
y purifican la Tierra; emanan del mismo océano; así del seno de la Divinidad emanan
tantas corrientes, las que forman y llenan el universo de inteligencias. ¡Mirad!
¡Mirad! los números, los que todos emanan a partir de un número primitivo, todos
se le asemejan a él, todos se componen de su esencia, y aún así varían infinitamente;
y Mirad! expresiones, descomponibles en tanta cantidad de sílabas y elementos, todos
contenidos en el Verbo primitivo, y aún infinitamente diversas; así el mundo de
las Inteligencias emanó de una Inteligencia Primaria, y todas se asemejan a ella,
sin embargo exhiben una infinita variedad de existencias.
Cristo mismo habló
en parábolas y alegorías, Juan se prestó el lenguaje enigmático de los Platonistas,
y Pablo a menudo se entretenía en rapsodias incomprensibles, el significado de las
cuáles solo era claro para los Iniciados.
Pitágoras y Platón, los más místicos
de los filósofos griegos (el último heredero de las doctrinas del primero), y quiénes
habían viajado, el último en Egipto, y el primero en Fenicia, la India, y Persia,
también enseñaron la doctrina esotérica y la distinción entre el iniciado y el profano.
Las doctrinas dominantes del Platonismo fueron encontrados en el Gnosticismo. La
Emanación de Inteligencias del seno de la Deidad; el Ser Supremo; único modo posible
de restablecer esa armonía primitiva de la creación, de la cual la música de las
esferas de Pitágoras era la imagen; éstas eran las analogías de los dos Sistemas;
y descubrimos en ellos algunas de las ideas que forman parte de la Masonería; en
la cuál, en el presente estado de los Grados simbólicos, se presentan como insinuaciones
ocasionales que pasan enteramente inadvertidas.
La distinción entre las doctrinas
esotéricas y exotéricas (una distinción puramente Masónica), era siempre y desde
los tiempos más remotos preservada entre los Griegos.
Según Filo, el significado
literal es solo para el vulgo. Quien haya meditado en la filosofía, se haya purificado
a sí mismo por la virtud, y se haya levantado a si mismo por la contemplación, hacia
Dios y el mundo intelectual, y recibido su inspiración, atraviesa el sobre grueso
de la carta, descubre un orden enteramente diferente de las cosas, y es iniciado
en los misterios, de los cuales la instrucción elemental o literal ofrece apenas
una imagen imperfecta. Un hecho histórico, una figura, una palabra, una letra, un
número, un rito, una costumbre, la parábola o la visión de un profeta cubre con
un velo las verdades más profundas; y aquél que tenga la llave de la ciencia interpretará
todo según la luz que él posea.
Una vez mas vemos el simbolismo de la Masonería
y la búsqueda de la Luz por el Candidato. "Dejad a los hombres de mentes estrechas
retirarse, dice el, "con los oídos cerrados. Transmitimos los Misterios Divinos
a los que han recibido la sagrada Iniciación, a los que practican la verdadera piedad,
y que no son esclavizados por los atavíos vacíos de las palabras o las opiniones
preconcebidas de los paganos."
Vemos hermanos, cual es el significado de la "Luz
Masónica". Vemos porqué el Este del Templo, donde se encuentra encima del Venerable
Maestro la letra inicial del Nombre de la Deidad, es el lugar de la Luz. La Luz,
en contraposición a la Oscuridad, es el Bien, en contraposición del Mal: y es ésa
Luz, el verdadero conocimiento de Dios, el Bien Eterno, a quien los Masones en todos
los tiempos han buscado. Todavía la Masonería marcha constantemente hacia ésa Luz
que brilla en la distancia, la Luz de ese día cuando el Mal, superado y vencido,
se palidecerá y desaparecerá para siempre, y la Vida y la Luz serán la única ley
del Universo, y su eterna Armonía.
Y el masón es familiar con estas doctrinas
de Filo: que el Ser Supremo es un centro de la Luz cuyos rayos o emanaciones penetran
el Universo; y ésa es la Luz que se busca en todos los viajes Masónicos, y de la
cuál el sol y la luna en nuestras Logias son solamente emblemas: esa Luz y Obscuridad,
grandes enemigos desde el principio del Tiempo, se disputan el imperio del mundo,
lo que nosotros simbolizamos con el candidato que vagando en la obscuridad es guiado
y traído a la Luz: que el mundo fue creado, en lo que vemos el significado oculto
de la necesidad de recuperar "la Palabra"; y de nuestras dos columnas de la Fuerza
y de la Sabiduría, que son también las dos líneas paralelas que limitan el círculo
que representa el Universo: que el mundo visible es la imagen del mundo invisible;
que la esencia del Alma Humana es la imagen de Dios, y existió antes del cuerpo;
que el objeto de su vida terrestre es desunirse de su cuerpo o su sepulcro, y que
ascenderá a las regiones Celestiales siempre que sea purificado; en lo que vemos
el significado, ahora casi olvidado en nuestras Logias, del modo de la preparación
del candidato al aprendizaje, y sus pruebas y purificaciones en el primer Grado,
según el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
"La Sabiduría de Salomón", atribuido
a Filo; personifica la Sabiduría, y dibuja, entre su niños y el Profano, la misma
línea de demarcación que tenía Egipto mucho antes de que fuera enseñada a los Judíos.
Esa distinción existió al comienzo del credo Mosaico. Moshah (Moisés) mismo era
un iniciado en los misterios de Egipto, obligado a serlo, como el hijo adoptado
de la hija del Faraón, y encontramos en muchas de sus promulgaciones la intención
de preservar, entre el pueblo y los Iniciados, la línea de separación que él encontró
en Egipto. Moshah y Aharun su hermano, los Sumo-Sacerdotes, el Consejo de los 70
Ancianos, Salomón y la sucesión entera de Profetas, estaban en posesión de una ciencia
más elevada; y de esa ciencia la Masonería es, por lo menos, descendiente directa.
Era conocida familiarmente como El Conocimiento de la Palabra.
El Cordero era
Su símbolo viviente; el que se ve reproducido en este grado, echado sobre el libro
con siete sellos sobre la Plancha de Trazar. Él causó la creación del mundo mediante
el Pensamiento Primitivo, o Espíritu, que emanaba de él por medio de su Voz o la
Palabra. El Poder Creativo, otra manifestación de Dios, procediendo a la creación
concibió en ella, la inteligencia Divina, produjo con su Palabra el Universo, simbolizado
por un huevo; del cuál vino la imagen de la Suprema Inteligencia según lo observado
en el mundo, y el tipo de lo manifestado en el hombre; el agente principal, también,
de la Naturaleza, o el Fuego creativo y productivo. El Sol, o Luz Celestial, cuyo
símbolo era el punto dentro del círculo; o el firmamento celestial, con los siete
cuerpos celestes.
En este grado, desconocido durante cien años aún por los que
lo habían practicado, estos símbolos reproducidos se refieren a estas antiguas doctrinas.
El cordero, las colgaduras amarillas salpicadas con estrellas, las siete columnas,
candelabros, y sellos; todos nos las recuerdan. El león era el símbolo del Gran
Dios de Alto Egipto; el Halcón, de RA (Dios del Sol); el Águila, de Mendes; el Toro,
de Apis; y tres de éstos se encuentran debajo de la plataforma en la cuál se encuentra
el altar. Osiris era el principio del Bien. Ahriman, era el principio y la fuente
de todo lo que es el Mal en el orden moral y físico, como el Satanás del Gnosticismo,
confundido con la Materia.
De Egipto o de Persia los nuevos Platonistas se prestaron
la idea, y los Gnósticos la recibieron de ellos, de que el hombre, en su carrera
terrestre, está sucesivamente bajo la influencia de la Luna, de Mercurio, de Venus,
del Sol, de Marte, de Júpiter, y de Saturno, hasta que finalmente alcanza los Campos
Elíseos; una idea simbolizada nuevamente en los Siete Sellos. La primera emanación
fue la Luz primitiva, el Ser Supremo existió desde el principio, en la Luz primitiva.
Pero, esa Luz siendo solo un elemento, Él es, en lenguaje ordinario, el Primogénito.
Mirad, otra vez "La Palabra" de la Masonería; el Hombre, en la Plancha de Trazar
de este Grado; la Luz hacia la cual todos los Masones viajan.
Las doctrinas de
Zoroastro vinieron originalmente de Bactria, una Provincia India de Persia. Naturalmente,
por lo tanto, incluiría elementos Hindúes o Budistas. El primer Legislador Masónico
cuya memoria es preservada para nosotros por la historia, fue Buddha, quien, alrededor
de mil años antes de la era Cristiana, reformó la religión de Manous. Él llamó al
Sacerdocio a todos los hombres, sin distinción de casta, que se sentían inspirados
por Dios. Formaron una sociedad de Profetas bajo el nombre de Samaneos. Reconocieron
la existencia de un solo Dios no creado, en cuyo seno todo crece, es desarrollado
y transformado. Sus banquetes eran los de los Solsticios. Las doctrinas de Buddha
penetraron la India, China y Japón.
Por fin llegamos a los Esenios y Terapeutas
en los que este Grado está particularmente interesado. Esa mezcla de ritos orientales
y occidentales, de opiniones Persas y Pitagóricas, que subrayamos en las doctrinas
de Filo, está sin lugar a dudas en los credos de estas dos Escuelas. Fueron menos
distinguidas por especulación metafísica que por meditaciones simples y prácticas
morales. Pero la última siempre participó del principio Zoroastriano, de que era
necesario liberar el alma de los obstáculos y de las influencias de la materia;
enteramente opuesto a las ideas Hebraicas antiguas, tan favorables como eran a los
placeres físicos. Es un hecho significativo, que mientras Cristo hablaba a menudo
de los Fariseos y Saduceos, él nunca mencionó ni siquiera una vez a los Esenios
entre cuyas doctrinas y las Suyas había tanta semejanza, y, en muchos puntos, tan
perfecta identidad.
Juan, el hijo de un Sacerdote que ministraba en el templo
en Jerusalén, y cuya madre era de la familia de Aharun, predicaba, en el campo alrededor
de Jordania, el bautismo del arrepentimiento, para la remisión de los pecados; es
decir, la necesidad del arrepentimiento probado por la reforma. Él enseñó a la gente
la caridad y la liberalidad; a los publicanos, justicia, equidad, y el trato justo;
a la tropa, la paz, la verdad, y el contentamiento; para no usar la violencia con
nadie, no acusar en falso a ninguno, y estar contento con su pago. Él inculcó la
necesidad de una vida virtuosa. Pablo, encontrando a algunos discípulos, les dijo,
"Habéis recibido al Espíritu Santo desde que se convirtieron en Creyentes?" Y ellos
le dijeron a él, "No hemos ni siquiera oído de que exista un Espíritu Santo”. Y
él les dijo a ellos, "En que, entonces, fueron bautizados?" Y dijeron "en el bautismo
de Juan". Entonces Pablo dijo, "Juan ciertamente se bautizó con el bautismo del
arrepentimiento, diciendo a la gente que deben creer en Él quien debía venir después
de él, o sea, en Jesucristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre
del Señor Jesús".
Esta fe, enseñada por Juan, tan casi Cristianismo, no podía
haber sido sino la doctrina de los Esenios; y no puede haber duda que Juan perteneció
a ésa Escuela. El lugar donde él predicó, sus maceraciones y dieta frugal, las doctrinas
que enseñó, todas lo prueban concluyentemente. No habían otras sectas a las cuales
él podría haber pertenecido; ciertamente ninguna tan numerosa como la suya, excepto
los Esenios.
Las formas y las ceremonias de los Esenios eran simbólicas. Tenían,
según Filo el judío, cuatro Grados; estando los miembros divididos en dos Órdenes,
los Practici y los Terapeutici; los últimos siendo los Hermanos contemplativos y
médicos; y los primeros hombres de negocios activos y prácticos,. Eran Judíos de
nacimiento; y tenían un mayor afecto entre ellos que los miembros de cualquier otra
secta. Su amor fraternal era intenso. Satisfacían la ley cristiana, "amaos los unos
a los otros."Su piedad hacia Dios era extraordinaria. Tenían ceremonias misteriosas,
e iniciaciones en sus Misterios; y el Candidato prometía que por siempre practicaría
la fidelidad a todos los hombres, y especialmente a ésos en autoridad, "porque nadie
obtiene el gobierno sin la ayuda de Dios."
En sus devociones ellos se colocaban
hacia el sol naciente; como los Judíos lo hacían generalmente hacia el Templo. Pero
no eran idolatras; pues ellos observaban la ley de Moisés con escrupulosa fidelidad.
Todo tenían en común, y desdeñaban las riquezas. El Tetractys, compuesto de puntos
redondos en vez de jods, fue venerado entre ellos. Este siendo un símbolo pitagoreano,
demuestra evidentemente su conexión con la escuela de Pitágoras; pero sus principios
peculiares se asemejan más a los de Confucio y Zoroastro y probablemente fueron
adoptados mientras eran prisioneros en Persia; lo que explica su posición hacia
el Sol durante las oraciones. Los Esenios eran de la Secta Ecléctica de Filósofos,
y lo tenían a Platón en la estima más alta. Los grandes festivales de los Solsticios
eran observados de una manera distinguida por el Esenios, como naturalmente se puede
suponer, debido a que reverenciaban al Sol, no como dios, sino como un símbolo de
la luz y del fuego.
Las escrituras de los Esenios eran llenas de misticismo,
de parábolas, de enigmas, y de alegorías. Creían en los significados esotéricos
y exotéricos de las Escrituras. Los escritores cristianos, e incluso Cristo mismo
los reconocían como verdad, que toda Escritura tenía un significado interno y otro
externo. Así lo encontramos dicho como sigue, en uno de los Evangelios:
"Os está
dado saber el misterio del Reino de Dios; pero a los hombres que están fuera, todas
estas cosas se hacen en parábolas; que viendo, pueden ver y no percibir, y oyendo
pueden oír y no entender. . . . Y los discípulos vinieron y le dijeron a él, ‘Porqué
habláis Vos la verdad en parábolas?', Él contestó y dijo a ellos, 'Porque se da
a vos para saber los misterios del Reino del Cielo, pero a ellos no les es dado".
La creencia en dualismo en alguna forma, era universal. Los que sostenían que todo
emanaba de Dios, aspiraba a Dios, y volvía a entrar en Dios, creían que, entre esas
emanaciones existían dos Principios adversos, de Luz y de Obscuridad, del Bien y
del Mal. Esto prevaleció en Asia Central y en Siria; mientras que en Egipto asumió
la forma de especulación Griega. En el anterior, un segundo Principio Intelectual
fue admitido, activo en su Imperio de la Obscuridad, audaz contra el Imperio de
la Luz. Así lo entendieron los Persas y los Sabeos. En Egipto, este segundo Principio
era la Materia, ya que la palabra fue utilizada por la Escuela Platónica, con sus
tristes atributos, Vacuidad, Obscuridad, y Muerte. En su teoría, la Materia podía
ser animada solamente por la pobre comunicación de un principio de vida divina.
Resiste toda influencia que podría espiritualizarla. Ese poder de resistencia es
Satanás, la Materia rebelde, Materia que no participa de Dios.
En este Grado
esta simbolizada la gran lucha entre el Bien y el Mal, en anticipación del aspecto
y del advenimiento de la Palabra o del Redentor; y las misteriosas enseñanzas esotéricas
de los Esenios y los Cabalistas. De las prácticas de los anteriores apenas logramos
vistazos de los escritores antiguos; pero sabemos que como sus doctrinas fueron
enseñadas por Juan el Bautista, este Redentor es el Verbo o Palabra, Él que estaba
en el Principio con Dios, y era Dios, y por Quién todo fue hecho. Que Él fue buscado
por toda la gente del Este es demostrado abundantemente por el Evangelio de Juan
y las Cartas de Pablo. Todas las energías de los escritores se dedican a demostrar
que Jesús era ese Cristo que todas las naciones esperaban; el "Verbo" el Mesías,
el Ungido o Consagrado.
Estas viejas controversias han muerto, y las viejas creencias
o fes se han desvanecido en el olvido. Pero la Masonería aún sobrevive, vigorosa
y fuerte, como cuando la filosofía era enseñada en las escuelas de Alejandría y
debajo del Pórtico; enseñando las mismas viejas verdades que los Esenios enseñaron
en las orillas del Mar Muerto, y como Juan el Bautista predicó en el Desierto; verdades
imperecederas como Dios, e innegables como la Luz. Esas verdades fueron recolectados
por el Esenios de las doctrinas de Oriente y Occidente, del Zend-Avesta y del Vedas,
de Platón y de Pitágoras, de la India, Persia, Fenicia, y Siria, de Grecia y Egipto,
de los libros sagrados de los Judíos. Por consiguiente somos llamados Caballeros
del Este y del Oeste, porque sus doctrinas vinieron de ambos. Y estas doctrinas
luego de que el trigo es tamizado del desperdicio, la Verdad separada del Error;
la Masonería ha almacenado en su corazón de corazones, y a través de los fuegos
de la persecución, y las tormentas de la calamidad, las ha traído y entregado a
nosotros. Que Dios es uno, inmutable, invariable, infinitamente justo y bueno; que
la Luz finalmente superará la Obscuridad; el Bien conquistara al Mal, y la Verdad
será victoriosa contra el Error; este rechazo de todo lo insensato e inútil en las
especulaciones del Zend-Avesta, del Kabalah, de los Gnósticos, y de las Escuelas,
es la filosofía de la Masonería.
Esas especulaciones y fantasías son útiles de
estudiar; ya que viendo como la mente puede envolverse en investigaciones sin valor
y estériles, nos hace valorar y apreciar más las verdades llanas, simples, sublimes,
universalmente reconocidas, las que en todas las edades han sido la Luz mediante
la cual los Masones han dirigido su camino; la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza
que como columnas imperecederas han sostenido y continuarán sosteniendo su glorioso
y magnífico Templo. de Darío y de Zorobabel.
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