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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro

La Hermandad para toda la Humanidad

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Grado 15º
Caballero del Este, de la Espada, o del Águila
R.·.E.·.A.·.A.·.


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La lección principal de este grado es Fidelidad a la obligación, y Constancia y Perseverancia bajo dificultades y desaliento. La Masonería esta abocada a su cruzada contra la ignorancia, la intolerancia, el fanatismo, la superstición, la falta de caridad y el error. Ella no navega con los vientos favorables sobre un mar tranquilo, con una brisa libre constante, lista para un puerto que le de la bienvenida; al contrario debe superar muchas corrientes adversas, vientos incomprensibles, y calmas absolutas.

Los principales obstáculos a su éxito son la apatía y la infidelidad de sus propios hijos, y la indiferencia supina del mundo. En el rugido y el agolpamiento y prisa de la vida y negocios, y el tumulto y el alboroto de la política, la voz reservada y silenciosa de la masonería es desoída y desatendida. La primera lección que uno aprende, quien se involucra en cualquier trabajo significante de reforma o de beneficencia, es, que los hombres son esencialmente descuidados, tibios, e indiferentes en cuanto a todo que no se refiera a su propio bienestar personal e inmediato.

Él que se esfuerza en servir, beneficiar, y mejorar el mundo, es como un nadador, que lucha contra una corriente rápida, en un río azotado por los vientos creando olas furiosas. La mayoría se rinden a la fuerza de la corriente, y flotan con ella a la orilla, o son arrastrados hacia los rápidos; y solamente uno que otro corazón valiente, fuerte de brazos vigorosos lucha hacia el éxito supremo.

Son los inmóviles y estáticos los que mas impiden la corriente del progreso; los Masones que dudan y vacilan y se desalientan; que esperan que otros hagan todo, mientras ellos se sientan, aplaudiendo y haciendo nada, o quizás pronosticando el fracaso.

Había muchos así en la reconstrucción del Templo. Habían profetas del mal y de la desgracia - los indiferentes y apáticos; los que hacían una pausa y dirigían; y los que pensaban que le hacían un servicio suficiente a Dios si de vez en cuando aplaudían débilmente. El mundo se compone de tales seres; y eran tantos entonces, como lo son ahora.

Pero tan melancólico y desalentador como parecía el futuro, con tibieza dentro y fuerte oposición fuera; nuestros hermanos antiguos perseveraron. Dejémoslos concentrados en el buen trabajo, y siempre que para nosotros, tanto como para ellos, el éxito sea incierto, remoto, y contingente, recordemos siempre que la única pregunta que debemos hacer como hombres y Masones verdaderos, es, qué es lo que el deber requiere?; y no cuál será el resultado y nuestra recompensa si hacemos nuestro deber. Trabajemos, con la espada en una mano, y la plancha en la otra.

La Masonería enseña que Dios tiene interés no solo en los seres gloriosos de otras esferas, los Hijos de la Luz, los habitantes de mundos Divinos, pero también tiene interés en nosotros, pobres, ignorantes, e indignos; que Él tiene compasión para el que yerra, perdón para el culpable, amor para el puro, conocimiento para el humilde, y promesas de la vida inmortal para los que confían en El y le obedecen. Sin una creencia en Él, la vida es desgraciada, el mundo es obscuro, el universo desvestido de sus esplendores, el lazo intelectual a la naturaleza roto, el encanto de la existencia disuelto.

La Masonería enseña, que el alma del hombre esta formada por Él con un propósito; que, aumentada en sus proporciones, y formada en cada parte, con habilidad infinita, una emanación de Su espíritu; su naturaleza, su necesidad, y su diseño son virtud. Esta formada de tal manera, balanceada tan exactamente, que el pecado introducido en ella es miseria; que pensamientos viciosos caen sobre ella como gotas de veneno. Esta hecha para la virtud, no para el vicio; para la pureza como su fin, resto y felicidad. No mas vanamente intentaríamos hacer hundir la montaña al nivel del valle, hacer volver las olas del furioso mar de sus orillas y que dejen de tronar sobre la playa, o que las estrellas paren sus veloces recorridos, que cambiar una sola ley de nuestra propia naturaleza. Y una de esas leyes, pronunciada por la voz de Dios, y hablando con cada nervio y fibra, cada fuerza y elemento, de la constitución moral que Él nos ha dado, es que debemos ser rectos y virtuosos; que si tentados debemos resistir; que debemos gobernar nuestras pasiones ingobernables, y controlar nuestros apetitos sensuales. Y éste no es el dictado de una voluntad arbitraria, ni de una ley severa e impracticable; pero es parte de la gran ley de la armonía que mantiene el Universo intacto; no la mera promulgación de la voluntad arbitraria; pero el dictado de la Sabiduría Infinita.

Sabemos que Dios es bueno, y lo qué Él hace es correcto. Esto sabido, los trabajos de la creación, los cambios de la vida, los destinos de la eternidad, están todo ante nosotros, como las dispensaciones y los consejos del amor infinito. A través de las edades eternas la luz de la beneficencia Divina brillará de aquí en adelante, divulgando todo, llevando a cabo todo, recompensando a todos que merezcan la recompensa. Entonces veremos, lo qué ahora solo podemos creer. La nube será levantada, la puerta del misterio vencida, y la luz completa brillara para siempre; la luz de la cual, la de la Logia es un símbolo.

Entonces aquello que nos causó penurias nos brindará triunfo; y aquello que causo dolor a nuestro corazón nos llenará de alegría; y entonces sentiremos que allí, como aquí, la única verdadera felicidad es aprender, avanzar, y mejorar; lo que no podría suceder a menos que hubiéramos comenzado con error, ignorancia, e imperfección. Debemos pasar por la oscuridad, para alcanzar la Luz.

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