Portal
Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
Los deberes de un Príncipe Emeth son: ser serios, veraces, confiables y sinceros; para proteger a la gente contra imposiciones y exacciones ilegales; y para ver tanto como él deba o pueda, que quienes soportan las cargas cosechan las ventajas.
La vida es una escuela. El mundo no es ni una prisión ni penitenciaría,
ni un palacio de tranquilidad, ni un anfiteatro para juegos y espectáculos, es mas
bien un lugar para instrucción y disciplina. La vida se da para el entrenamiento
moral y espiritual, y el curso entero de la gran escuela de la vida es una educación
para la virtud, la felicidad, y la existencia futura. Los períodos de la vida son
los periodos de la escuela, las condiciones humanas sus grados, todo empleo humano
sus lecciones.
Riquezas y pobreza, alegrías y pesares, los lazos de la vida
ligados o rotos, aptos y afortunados, o enojoso y doloroso son todas lecciones.
Los acontecimientos no son desechados ciega y negligentemente. La providencia no
enseña a un hombre y cierne a otro del ensayo fogoso de sus lecciones. No tiene
ni favoritos ricos ni víctimas pobres. Un acontecimiento le sucede a todos. Una
meta y un diseño concierne e insta a todos los hombres.
El hombre, durante
toda su vida, ha estado en la escuela. Si, de la prosperidad, él ha aprendido la
moderación, la temperancia, la sinceridad, la modestia, la gratitud a Dios y la
generosidad con el hombre, entonces tiene derecho a ser honrado y recompensado.
Si ha aprendido egoísmo, auto-indulgencia, hacer el mal y el vicio; olvidarse y
pasar por alto a su hermano menos afortunado, y burlarse de la providencia de Dios,
entonces él es indigno y deshonrado. La equidad humana mira no a la escuela, sino
al escolar, y la equidad del cielo no mirará menos de esa marca.
Cuidemos
de aprender, en lugar de quejarnos. Sostengamos nuestra integridad, nuestra sinceridad
y nuestra amabilidad de corazón. Cuidémonos de la envidia y del cautiverio y mantengamos
nuestra dignidad y respecto de nosotros mismos. El trabajo laborioso del cuerpo
no es nada, pero cuidémonos del trabajo penoso y la degradación de la mente. Mientras
mejoremos nuestra condición si podemos, seamos mas ansiosos por mejorar nuestras
almas.
Con paciencia, calma, dominio de uno mismo, desinterés y amabilidad
cariñosa, la vivienda humilde puede ser santificada y hacer más querida y noble
que el palacio más altivo. Cada hombre debe elegir tener a Dios como su amo, en
lugar del hombre, y no debe intentar escaparse de la escuela, sea por improbidad
o limosna, para que no caiga en ese estado peor que la desgracia, donde no puede
tener ningún respecto para si mismo.
Hay lecciones duras en la escuela de
la vida, que se ajustan cuidadosamente en todos sus arreglos y tareas a los poderes
y a las pasiones del hombre. No hay extravagancia en sus enseñanzas ni es nada hecho
solo por el efecto presente. El curso entero de la vida humana es un conflicto con
dificultades, y, si está conducido correctamente, un progreso en mejoramiento.
Nunca es demasiado tarde para que el hombre aprenda.
Búsqueda en el
|
Copyright © 2018 - Todos los derechos reservados - Emilio Ruiz Figuerola