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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
Ir por el encargo de un hermano o en su ayuda, incluso descalzo
y sobre tierra petrosa; recordarlo en vuestras suplicas a Dios; estrecharlo a vuestro
corazón y protegerlo contra la malicia y el discurso malvado; sostenerlo cuando
esté a punto de tropezar y caer; darle consejos prudentes, honestos y amistosos,
son deberes claramente escritos en las páginas del gran código de la ley de Dios
, y primeros entre las ordenanzas de la Masonería.
La Masonería no enuncia
ningún precepto impracticable y extravagante, seguro, porque son tal, para ser desechados.
No pide a sus Iniciados nada que no sea posible e incluso fácil para que ellos realicen.
Sus enseñanzas son eminentemente prácticas; y sus estatutos pueden ser obedecidos
por todo hombre justo, recto y honesto, sin importar su fe o credo. Su objetivo
es lograr el bien práctico más grande sin tratar de hacer hombres perfectos. No
se entromete con el dominio de la religión, ni investiga los misterios de la regeneración.
Enseña esas verdades que son escritas por el dedo de Dios sobre el corazón del
hombre, esas opiniones del deber que han sido labradas por las meditaciones de los
estudiosos, confirmadas por la alianza de lo bueno y sabio, y estampadas como esterlina
por la respuesta que encuentran en cada mente no corrompida. No dogmatiza, ni vanamente
imagina que la certeza dogmática pueda ser alcanzable.
La satisfacción de
un Masón no debe de ninguna manera ser un mero egoísmo satisfecho como el suyo que,
cómodo el mismo, es indiferente al malestar de otros. Habrá siempre, en este mundo,
males por perdonar, sufrimiento que aliviar, dolor que pide simpatía, necesidades
y privaciones que remediar, y ocasiones amplias para el ejercicio de la caridad
y la beneficencia activas; y aquel que se sienta despreocupado en medio de todo,
quizás gozando de sus propias comodidades y lujos aun más, contrastándolas con la
indigencia hambrienta y andrajosa y miseria temblorosa de sus prójimos, no es satisfactoria,
sino egoísta e insensible.
Es el más triste de todos los cuadros sobre esta
tierra, ese de un hombre perezoso y lujoso, o duro y miserable, a quien la indigencia
apela en vano, y el sufrimiento llora en lenguaje desconocido. El hombre cuya cólera
impulsiva lo precipita a la violencia y al crimen no es ni la mitad tan indigno
de vivir. Él es el administrador desleal que desfalca lo que le ha dado Dios para
administrar para el empobrecido y sufrido entre sus Hermanos. El Masón verdadero
debe estar, y debe tener el derecho de estar, satisfecho consigo mismo; y puede
serlo solo cuando vive no para el solamente, pero para otros también, que necesitan
su ayuda y tienen derecho a su simpatía.
“La Caridad es el gran canal." se
ha dicho bien, "a través del cual Dios pasa toda Su misericordia sobre la humanidad;
pues nosotros recibimos la absolución de nuestros pecados en proporción con nuestro
perdón de nuestro Hermano. Ésta es la regla de nuestras esperanzas y la medida de
nuestro deseo en este mundo; y en el día de la muerte y del juicio, la oración más
grande sobre la humanidad será pronunciada según nuestras metas, lo que es la otra
parte de la Caridad. Dios mismo es amor; y cada grado de Caridad que mora en nosotros
es la participación de la naturaleza Divina "
Estos grados también están
para enseñar más que moral. Los símbolos y las ceremonias de la Masonería tienen
más de un significado. Encubren antes que divulgan la verdad. A lo máximo solo hacen
alusión; y sus significados variados deben ser descubiertos solo mediante la reflexión
y el estudio. La Verdad es simbolizada no solo por la Luz, pero así como el rayo
de Luz es separable en rayos de diversos colores, también es la verdad separable
en clases. Es la competencia de la Masonería enseñar todas las verdades, no solo
la verdad moral, sino la verdad política y filosófica, e incluso la verdad religiosa,
en cuanto concierne a los grandes y esenciales principios de cada uno.
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