El presente trazado tiene por objeto contestar a estas cuatro preguntas.
1 ¿Que busca el profano que solicita su iniciación? Puede
devenir por una gran variedad de motivos, desde el más vil materialismo, el
deseo de encontrar protectores o amigos para los negocios hasta el más elevado
localismo humanitario. Lo más a menudo será una mezcla de todo y con frecuencia
habrá un sentimiento de la propia imperfección y el deseo de hacerse mejor y más
perfecto. No será raro tampoco que se espere encontrar en la Masonería un
estimulo para hacerlo actuar a uno, para compensar la propia falta de actividad;
ideas originales y extraordinarias que pongan en funcionamiento el pensamiento y
la imaginación. Es uno de los problemas de la Masonería el que, por el propio
secreto que impone a sus miembros, el profano llegue generalmente a sus; puertas despropósito
de todo conocimiento realista de lo que le espera y en cambio,
lleno de ilusiones y esperanzas que van de lo simplemente inadecuado a lo
absurdo.
2 ¿Qué es lo que no puede ofrecer la Masonería? La Masonería
no está hecha a la medida de las ilusiones del neófito. Si éste ha esperado un
renuevo completo de su personalidad en forma de una muestra gratuita ofrecida a
todo el que entra, se ha equivocado. Le damos la luz, le damos las herramientas
para trabajar y le enseñamos la piedra bruta. Lo demás es asunto suyo. Tiene que
trabajar para recibir su salario y éste se le da según la cantidad y calidad de
su trabajo. No podrá pedir que se lo regalen todo de una vez y sin hacer el
menor esfuerzo. Entonces el neófito no halla lo que buscaba. El buscaba un medio
cómodo para hacerse la vida más fácil y agradable, para sentirse importante a
poca costa, para vivir en paz consigo mismo. Y como no halla lo que busca, dice
que "no encontró nada". Con ello expresa que todo lo demás que encuentra no le
importa, que aquello es todo cuanto querrá y nada más. Es como el niño a quien
le niegan un dulce de a centavo y que a través de sus lagrimas ya no es capaz de
ver el hermoso pastel que le ofrecen. Decir que en la Masonería no se hace nada
es otra manera de indicar que uno quería granjearse satisfacciones de amor
propio a bajo costo. Si en la Masonería ya se estuviera realizando una autentica
obra humanitaria, podríamos participar en la gloria sin tener que tomarnos la
molestia de planearla y ejecutarla nosotros. Si la Masonería fuera lo que
quisieran los que se quejan de no encontrar nada en ella, será el exacto
equivalente de las múltiples sociedades de beneficencia cuyo principal objeto
consiste en procurar que los retratos de sus miembros aparezcan periódicamente
en la prensa con cualquier pretexto. Todas estas satisfacciones de amor propio,
todos estos objetos de ilusiones y esperanzas irracionales la Masonería nos lo
ofrece; de ahí que aquellos que no buscan más que esto, no encuentran nada.
3 ¿Qué puede ofrecer, entonces, la Masonería? Desde el punto de vista de
estas personas: nada, pues para ellas el trabajo, el estudio, no es nada; y si
no tienen la paciencia necesaria, nos dan la espalda. Cuanto más irreales e
irracionales han sido sus esperanzas, tanto más tiempo necesitarán para hallar
lo que ofrece la Masonería, trabajo, herramientas para ejecutarlo, el salario
que sólo se consigue trabajando. El neófito tiene que aprender que en Masonería
no hallará satisfacción alguna sino en razón de su propio trabajo. A través de
su aprendizaje se dará cuenta de que si la Masonería le ofreciera sin trabajo
las satisfacciones que buscaba, entonces sí podría decir que no es nada. En la
Masonería se come lo que se trae, el que viene con las, manos vacías, esperando
hallar todo ya preparado, se queda con el hombre. Lo que pasa es que el hombre
moderno tiene del trabajo un concepto muy distinto del que tenían las
corporaciones de constructores de antaño. Para nosotros, ó por lo menos para la
mayoría de nosotros, el trabajo es esclavitud, actividad mecánica, impersonal,
algo que se hace porque uno tiene que comer y sin trabajo no hay comida, algo
que uno hace a regañadientes, esperando que el reloj marque la hora de salida;
de allí buscamos el descanso, la diversión, las comodidades. Somos pocos a
quienes la suerte ha deparado un trabajo constructivo y menos los capaces de
buscar y hallar el descanso en una actividad creadora. El constructor medieval
no se preocupaba por ahorrar tiempo para terminar la catedral, sino que se
detenía en los detalles, agregando una profusión de esculturas tan bellas como
innecesarias para la arquitectura, simplemente porque sentía gusto en crear lo
bello, aunque tardara siglos en la construcción de la obra ó quedaría
inconclusa. Nosotros ya no comprendemos fácilmente este placer en el trabajo.
Queremos que el trabajo termine lo más pronto posible para poder dedicarnos a
otras actividades en apariencia más placenteras. Necesitamos volver a descubrir
la vocación artística del hombre la única que le da plena satisfacción ó de
servir de apéndice pensante de una maquinaria, sino de realizar un trabajo
creador. Esto es lo que puede y lo que debería ofrecernos la Masonería. La
última pregunta fue:
4 ¿Qué es nada que el neófito encuentra en el
Templo? Toca la puerta se le abre y no encuentra nada. ¿Qué es esta nada? Ya
dijimos que tomar la palabra en sentido estricto sería absurdo. Algo encuentra,
y si lo presionamos un poco nos diría: "No hay nada; sólo palabras, sólo
rituales, solo símbolos, sólo ideas anticuadas. Algo encuentra, pero no lo que
buscaba. Y como lo que encuentra no es nada en comparación con lo que buscaba,
dice que no hay nada. Pero esta nada no es sólo un fenómeno negativo. En esta
nada hay como un germen de algo nuevo y grande. El H.·. que se va de la Logia
quejándose de no haber encontrado nada, no se limita a decir eso. Se va
disgustado, decepcionado. El encuentra que la nada lo ha afectado en lo más
hondo de su ser. Seguramente, pero halló precisamente su propio disgusto su
propia decepción. Aunque se vaya de nosotros, su decepción lo sigue. Y aunque no
lo confiese, no dejará de pensar de vez en cuando que para hallar algo se
necesitan dos cosas algo que esté ahí y alguien que sepa buscar. Y si no se
halla nada, no es siempre por falta de un objeto. Al lado del orgullo porque él
no se dejó engañar, estará la constante inquietud acerca de qué habrán hallado
los se quedaron y que el no supo hallar. Se ve puesto así de frente a frente con
su propia insuficiencia, con su propia nada. Si quiere ser sincero consigo
mismo, tiene que reconocer que donde no encontró nada, es en él. Este es el
punto donde empieza a germinar la idea masónica. Si el hermano llega a este
punto, empieza a ser masón. No es por casualidad que lo primero que ve el
recipiendario en su iniciación sea la cámara de reflexiones con las imágenes de
la muerte y del renacimiento. Tiene que reconocer que él no es nada, y si no
llega a la experiencia de la nada, no habrá renacimiento ni será nunca masón de
verdad. Pero tan pronto encuentra la nada en sí mismo como su propia
insuficiencia, se podrá dar cuenta también de que le ocurre con respecto a sí
mismo lo que le ocurrió con la Masonería. Allí decía que no hallaba nada, sin
embargo, hallaba muchas cosas, menos aquellas naturalmente, que en sus ilusiones
había esperado que encontraría. Entonces se impone un examen de conciencia, un
estudio laborioso y sincero de lo que él realmente quiere. Pronto verá que sus
ideales no son incompatibles con los de la Masonería, a condición de formularlos
claramente. ¿Quiere ser rico?. La Masonería no se opone; antes al contrario, le
facilitará contactos; pero eso sí, el dinero lo tiene que ganar él. ¿Quiere
alcanzar fama? ¿Qué Logia se opondría que uno de sus miembros se hiciera
célebre?. Le facilitará todas las oportunidades posibles, pero el trabajo lo
tiene que hacer él. Cualesquiera que sean los deseos ó ideales que tenga con tal
que no vayan en detrimento de la Humanidad la Masonería con su espíritu amplio y
abierto, le presta las herramientas y el apoyo de todos pero de ahí en adelante,
¡Manos a la obra!. Pitágoras, al salir del Templo Egipcio no había visto nada.
Pero como Pitágoras era Pitágoras, no se contentó con irse decepcionado echando
peste contra los misterios egipcios, sino que encontró la nada en sí mismo, en
sus deseos e ilusiones. Murió con sus ilusiones y renació con sus ideales a la
verdadera luz de la sabiduría.