Hasta mediados del siglo XIX, concretamente en 1858,
no fueron enumerados y codificados, lo hizo por primera vez el filósofo y escritor
masónico Albert Gallatin Mackey, siendo publicados en la revista trimestral americana
de la Francmasonería en octubre de aquel mismo año (volumen II, página 230), e incorporados
a su libro de texto de jurisprudencia masónica tal y como, traducidos al español,
los reproduzco seguidamente:
I. «Los medios de reconocimiento son,
de todos los Landmarks, los más legítimos e incuestionables. No admiten variación.
Y si alguna vez han sufrido alguna alteración o adición, la maldad de tal violación
de la ley antigua, se ha manifestado posteriormente por sí misma.
II. La división de la Masonería Simbólica
en tres grados es un Landmark que ha sido conservado mejor que cualquier otro; aunque
también en este caso el espíritu malévolo de la innovación ha dejado sus huellas.
Y por medio de la dilaceración de sus partes concluyentes del tercer grado, ha originado
la falta de uniformidad con respecto a la enseñanza final del grado de Maestro.
Y el Arco Real de Inglaterra, Escocia, Irlanda y América, así como los altos grados
de Francia y Alemania, están formados para diferir en el modo en que conducen al
neófito a la consumación suprema de toda la Masonería Simbólica. En 1813, la Gran
Logia de Inglaterra vindicó el Landmark, decretando solemnemente que la Masonería
del gremio antiguo constaba de tres grados: aprendiz iniciado, compañero del gremio
y maestro masón, incluyendo el Arco Real Sagrado. Pero esta dilaceración jamás ha
sido cicatrizada, y el Landmark, aunque reconocido en su integridad por todos, aun
continúa siendo violado.
III. La leyenda del tercer grado es
un Landmark importante, cuya integridad ha sido bien preservada. No existe Rito
de la Masonería, practicado en cualquier país o idioma, en el que los elementos
esenciales de esta leyenda no se enseñen. Las lecturas pueden varia y, en efecto,
su cambio se verifica constantemente. Pero la leyenda, substancialmente, ha permanecido
siempre la misma. Siendo necesario que así sea, pues la leyenda del Arquitecto del
Templo constituye el punto esencial e identidad de la Masonería. Cualquier Rito
del que fuese excluido o alterado materialmente, cesaría desde ese momento, por
la exclusión o alteración, de ser un Rito masónico.
IV. El Gobierno de la Fraternidad por
medio de un presidente llamado Gran Maestro, el cual es elegido del cuerpo del gremio,
es el cuarto Landmark de la Orden. Muchas personas suponen que la elección del Gran
Maestro se efectúa como consecuencia de una ley o reglamentación de la Gran Logia.
Pero ese no es el caso, en absoluto. El cargo debe su existencia al Landmark de
la Orden. Los Grandes Maestros o las personas que desempeñan las funciones bajo
diferente pero equivalente título, se encuentran en los registros de la institución
desde mucho antes de que las grandes logias fueran establecidas. Y si el sistema
actual de gobierno legislativo de las grandes logias fuese abolido, aun seguiría
siendo necesario el Gran Maestro.
V. La prerrogativa del Gran Maestro
de presidir todas las asambleas del gremio, en cualquier lugar y en cualquier tiempo,
es la quinta señal. Es, en consecuencia de esta ley derivada de la costumbre antigua
y no de ningún mandato especial, por lo que el Gran Maestro asume el Poder o, como
se llama en Inglaterra, "el Trono", en todas las reuniones de la Gran Logia. Y de
ella le viene el derecho también a presidir todas las logias subordinadas en las
que esté presente.
VI. La prerrogativa del Gran Maestro
de conceder dispensa para conferir grados en ocasiones irregulares, es otro y muy
importante Landmark. Conforme a las normas establecidas por la ley de la Masonería
se requiere un mes u otro período determinado, entre la presentación de la petición
de aumento de grado y la elevación del candidato. Igualmente ha de pasar un tiempo
mínimo para pasar de un grado al superior. Pero el Gran Maestro tiene poder para
dispensar del cumplimiento de esos períodos y permitir que el candidato sea iniciado
a un grado superior. Esta prerrogativa la poseía el Gran Maestro desde antes de
la existencia de la ley que marca los períodos de cadencia, y como ninguna norma
puede degradar sus prerrogativas, aún conserva el poder.
VII. La prerrogativa del Gran Maestro
de dar dispensas para la apertura o disolución de las logias es otro Landmark. Puede
conceder, en virtud de esto, a un número suficiente de masones, el privilegio de
reunirse en asamblea y conferir grados. Las logias de este modo establecidas, se
llaman "logias de dispensación".
VIII. La prerrogativa del Gran Maestro
de crear masones a primera vista es un Landmark que está íntimamente relacionado
con el anterior. Existe un mal entendimiento en relación con este Landmark que ha
llevado, a veces, a negar el mantenimiento de esta prerrogativa en la jurisdicción
donde tiene su sede el Gran Maestro. Pero debe de quedar claro el derecho a ejercer
dicha prerrogativa sin la oposición u observación menor.
IX. La necesidad de los masones de congregarse
en las logias es otro Landmark No debe entenderse con esto que la señal antigua
ha sido formada como consecuencia de la organización permanente de logias subordinadas,
rasgo característico de la organización masónica en nuestros días. Las señales de
la Orden prescriben desde siempre que el masón debe periódicamente congregarse con
el propósito de realizar el trabajo activo o especulativo, y que estas congregaciones
se llaman logias. Antiguamente, estas juntas eran extemporáneas y se reunían para
fines específicos, disolviéndose una vez cumplido el objetivo; separándose por lo
tanto los hermanos y reuniéndose en otras ocasiones u en otros lugares, de acuerdo
con la necesidad o circunstancias. Los poderes de constitución, estatutos, oficiales
permanentes, y reuniones anuales son innovaciones modernas fuera del todo de las
señales, y dependientes totalmente de los actos especiales de un período comparativamente
reciente.
X. El gobierno del gremio, siempre que
se congrega la Logia, por el Maestro y dos Vigilantes, es también una señal. La
congregación de masones reunidos bajo cualquier otro gobierno, por ejemplo, como
el de presidente y vicepresidente, o regidor y sub-regidor, no sería reconocida
como Logia. La presencia del Maestro y de los dos Vigilantes es tan esencial para
la válida organización de la Logia como el Poder de la constitución en nuestros
tiempos. Los nombres, por supuesto, varían en los diferentes idiomas. Pero los oficiales,
su número, prerrogativas y deberes son en todas partes idénticos.
XI. La necesidad de que siempre que
se reúnan todas las logias, sean debidamente vigiladas, es una señal importante
de la Institución que jamás se olvida. La necesidad de esta ley tiene su origen
en el carácter esotérico de la Masonería. Por lo tanto, el deber de guardar la puerta
y vigilar a los cobardes y escuchas es antiguo y, por lo mismo, constituye una señal.
XII. El derecho de todo masón de ser
representado en todas las juntas generales del gremio, y de instruir a su representante,
es la señal duodécima. Anteriormente, estas juntas, que por lo general se reunían
una vez al año, se llamaban asambleas generales y a toda la fraternidad, aun al
aprendiz iniciado más joven, se le permitía estar presente. Ahora se llaman "Grandes
Logia" y únicamente los Maestros y Vigilantes de las logias subordinadas son admitidos.
Pero esto es simplemente como representante de sus miembros. Originalmente, cada
masón se representaba por sí mismo. En la actualidad es representado por sus oficiales.
XIII. El derecho de todo masón de apelar
a la decisión de sus hermanos de logia, a la Gran Logia o Asamblea General de masones,
es una señal sumamente esencial para la preservación de la justicia, y para evitar
la opresión. Algunas Grandes Logias modernas, al adoptar el reglamento de que la
decisión de las logias subordinadas, en caso de expulsión no puede diferirse por
medio de apelación, viola incuestionablemente la señal, así como los principios
del gobierno justo.
XIV. El derecho de todo masón de visitar
y sentarse en todas las logias regulares es una señal incuestionable de la Orden.
A esto se le llama "el derecho de visita". Este derecho, por supuesto, puede ser
alterado o suspendido en casos especiales y por diversas circunstancias. Pero cuando
se niega la admisión a un masón en el pleno disfrute de sus derechos, es necesario
que se deba a alguna razón suficiente y razonable, y deberá exponerse el porqué
de la violación de lo que es, en general, un derecho masónico, fundado en las señales
de la Orden.
XV. Es una señal de la Orden, que ningún
visitante desconocido de los hermanos como masón, puede entrar en la logia sin pasar
primero por el examen, de acuerdo con la costumbre antigua. Por supuesto, si el
visitante es conocido de algún hermano de los presentes como masón en uso de sus
derechos, y si ese hermano testifica sus calificaciones, puede dispensársele del
examen, pues la señal se refiere únicamente a los casos de extraños.
XVI. Ninguna logia puede intervenir
en los asuntos de otra logia, ni conferir grados a hermanos que sean miembros de
otra logia. Esto es indudablemente una señal antigua, fundada en los grandes principios
de la cortesía y bondad fraternal, que son la base de nuestra institución. La señal
ha sido reconocida repetidas veces en épocas posteriores, de conformidad con las
disposiciones de los estatutos y decretos de todas las Grandes Logias.
XVII. Es una señal que todo francmasón
está sujeto a las leyes y reglamentos de la jurisdicción masónica en que reside,
a la vez que no puede no ser miembro de ninguna logia. La falta de afiliación no
excluye al masón de la sujeción a la jurisdicción masónica.
XVIII. Ciertas calificaciones de los
candidatos para la iniciación se derivan de la Señal de la Orden. Estas calificaciones
se refieren a que debe ser un hombre no mutilado; de nacimiento libre, y de edad
madura. Por consiguiente, la mujer, el que ha perdido el uso de sus facultades,
el esclavo o el que ha nacido en cautiverio, están descalificados para la iniciación
en los ritos de la Masonería. Los estatutos, es cierto, han decretado de vez en
cuando, ya sea vigorizando o explicando estos principios. Pero las descalificaciones
provienen de la propia naturaleza de la Institución masónica y de sus enseñanzas
simbólicas, y han existido siempre como señales.
XIX. La creencia de la existencia de
Dios como el Gran Arquitecto del Universo, es una de las más importantes señales
de la Orden. Ha sido siempre admitido que la negativa de la existencia del Poder
Supremo como Autoridad Preeminente es una descalificación absoluta para la iniciación.
Los anales de la Orden nunca han otorgado hasta la fecha, ni podría contemplar el
caso de que un ateo declarado fuese constituido masón. Las mismas ceremonias de
iniciación al primer grado prohíben y desde luego impiden la posibilidad de tal
incidente.
XX. Subsidiaria a esta creencia en Dios,
como una señal de la Orden, existe la creencia de la resurrección a la vida futura.
Esta señal no es impresa tan positivamente al candidato por las palabras exactas
como la precedente. Pero la doctrina que se enseña por inducción es perfectamente
clara, y comprende el sistema entero del simbolismo de la Orden. El creer en la
Masonería, y no creer en la resurrección, sería una anomalía absurda que solamente
podría explicarse por medio de la irreflexión, pues aquel que confunde de este modo
su creencia y su escepticismo, es tan ignorante del significado de ambas teorías,
como si no tuviese principio racional para el conocimiento de una cosa o de la otra.
XXI. Es una señal que el "Libro de la
Ley" debe constituir una parte indispensable del mobiliario de toda Logia. Digo
deliberadamente ”Libro de la Ley”, porque no se requiere que en todas partes se
usen los Testamentos Nuevo y Antiguo. El "Libro de la Ley" es ese volumen que, por
religión del país, se cree contiene la voluntad manifiesta del Gran Arquitecto del
Universo. Por lo que, en todas las logias que existan en los países cristianos,
el "Libro de la Ley" se compone del Antiguo y Nuevo Testamento. En un país donde
el judaísmo fuese la fe predominante, el Antiguo Testamento sería suficiente y,
en los países mahometanos y entre los masones mahometanos, podría ser sustituido
por el Corán. La Masonería no pretende interponerse con la fe religiosa de sus discípulos,
excepto en los que se relaciona con la creencia en la existencia de Dios, y en lo
que necesariamente se relaciona con esa creencia. "El Libro de la Ley" es para el
masón Especulativo su tablero de trazado espiritual pues sin este no puede laborar.
Y cualquier cosa que cree ser la voluntad manifiesta del Gran Arquitecto constituye
para él este tablero espiritual, y debe estar siempre delante de él en sus horas
de labor especulativa, pues es regla y guía de su conducta. Por consiguiente, la
señal, requiere que el "Libro de la Ley", código religioso de la misma especie,
designado como el ejemplar de la voluntad manifiesta de Dios, debe formar una parte
esencial en el mobiliario de toda logia.
XXII. La igualdad de todos los masones
es otra señal de la Orden. Esta igualdad no se refiere a ninguna subversión de esas
graduaciones del rango que han sido constituidas por el uso de la sociedad. El monarca,
el noble, o el caballero, tiene derecho a ese afecto y, por lo mismo, se le otorga
el respeto, que corresponde justamente a su posición. Pero la doctrina de la igualdad
masónica implica que, como hijos de un Padre supremo, nos reunimos en la logia con
la misma igualdad, -bajo esa igualdad en la que todos nos conducimos a un sólo fin
predestinado. Pues, en la logia, los verdaderos méritos reciben más respeto que
una opulencia infinita, y la virtud y la inteligencia únicamente los que serían
recompensados con la preeminencia. Una vez que las labores de la logia hayan terminado,
y los hermanos se hayan retirado de su soledad pacífica para confundirse de nuevo
con el mundo, cada uno vuelve a su posición social y ejerce los privilegios de ese
rango, cuyas costumbres le otorga la sociedad.
XXIII. La discreción de la Institución
es otra señal y la más importante, de forma que la discreción absoluta es algo inherente
a la Masonería, existiendo con ella desde su misma fundación, y protegida por ella
por medio de sus señales antiguas. Si es desposeída de su carácter secreto pierde
su identidad y cesa de ser Francmasonería. Por consiguiente, todas las objeciones
que puedan hacerse a la Institución en lo relativo a su discreción deben de ser
rechazadas. Sin prestar atención a los muchos torpes y mal intencionados que, por
cuestión de conveniencia, intenten desposeerla de su carácter secreto, tomando las
medidas que hagan siempre imposible la perdida de la señal, aún en el caso en el
que ésta no se interpusiera ante nosotros como obstáculo. Por que un cambio de tal
naturaleza ocasionaría el suicidio social y la muerte de la Orden. La Francmasonería,
que como asociación secreta ha vivido inalterable por signos, no permanecería por
muchos años como una sociedad libre y abierta.
XXIV. La ciencia especulativa aplicada
al arte activo, el uso simbólico y la explicación de los términos de ese arte con
los propósitos de enseñanza religiosa o moral, constituyen otra señal de la Orden.
El templo de Salomón fue la cuna simbólica de la Institución, y, por lo tanto, la
referencia de la Masonería activa que construyó ese magnífico edificio, a los materiales
y herramientas que fueron empleados en su construcción, todas son partes componentes
y esenciales de la Francmasonería que no podrían substraerse de ella sin ocasionar
la destrucción completa de la identidad entera de la Orden. Por lo que, todos los
Ritos comparativamente modernos de la Masonería, como quiera que difieran en otros
conceptos, conservan religiosamente esta historia del Templo y estos elementos activos.
XXV. La última señal y complemento de
todas es que estas señales nunca pueden ser cambiadas. Nada puede ser sustraído
de ellas -y nada puede ser adherido a ellas-. Ni la menor modificación puede efectuarse
en ellas. Del mismo modo que nos fueron otorgadas por nuestros predecesores, del
mismo modo estamos obligados por los compromisos más solemnes del deber a trasmitirlas
a nuestros sucesores. Ni un sólo ápice de estas leyes escritas puede ser revocado
o abolido pues, en lo que se refiere a ellas, no solamente estamos obligados sino
que deseamos adoptar la frase de los atrevidos barones antiguos de Inglaterra "Nolumus
leges mutari."»