La Masoneria Inglesa La Gran Logia Unida de Inglaterra
Por Albert Gallatin Mackey De su Enciclopedia de la Masonería
«Intentaremos volcar en esta página, un eficiente resumen de la
historia de la Francmasonería en Inglaterra, de acuerdo con lo que se ha escrito
hasta no hace mucho tiempo y que se presume es como generalmente se acepta por la
nuestra fraternidad. No sería justo decir que las modernas y con-temporáneas investigaciones
pusieran dudas sobre la autenticidad de muchas de las exposiciones: por ejemplo
que fi...la leyenda del Príncipe Edwin ha sido dudada; que el establecimiento de
la Gran Logia de York a principios del siglo XVIII ha sido negada; o que la existencia
de lo que no es sino la Masonería activa antes del año 1717, haya sido refutada.
Estas cuestiones aun constituyen disputa; pero las tareas de los estudiosos Masónicos,
por medio de los cuales los registros y constituciones de la antigüedad fueron exhumadas
del Museo Británico y Bibliotecas de las Logias, proporcionan eventualmente los
elementos que parecen determinar qué es verdad y qué no lo es. Si tomásemos en cuenta
a Anderson y Preston, sabríamos que el primer título concedido como cuerpo en Inglaterra
a los Masones, lo fue conferido por el Rey Athelstan, en el 926, y a so-licitud
de su hermano el Príncipe Edwin. «De conformidad,» dice la leyenda mencionada primero
por Anderson, «...el Príncipe Edwin citó a todos los Masones del reino a congregarse
ante él en York, el cual concurrió y formó la Logia General, de la cual era Gran
Maestro; y habiendo traído consigo todos los escritos y registros existentes, algunos
en Griego, algunos en Latín, otros en Francés y en otros idiomas, de sus contenidos
formuló la Asamblea, la Constitución y Preceptos de la Logia Inglesa. La Masonería
en Inglaterra data de esta asamblea en York; pues por los estatutos decretados allí
provienen las Constituciones Masónicas Inglesas; y del lugar de la junta, el ritual
de las Logias Inglesas se designó como el «Rito de York Antiguo.» Cabe mencionar
que por un largo período, la Asamblea de York ejercitó el mando de la ju-risdicción
Masónica en toda Inglaterra; pero en 1567, los Masones de la parte Sur de la isla
eligieron a Sir Thomas Greshato, dedicado al comercio, como su Gran Maestro. Este
fue sucedido por el ilustre arquitecto Iñigo Jones. Por entonces, existieron dos
Grandes Maestros en Inglaterra que asumían títulos distintos; el Gran Maestro del
Norte se llamaba Gran Maestro de toda Inglaterra, mientras que el que presidía en
el Sur se llamaba Gran Maestro de Inglaterra. A comienzos del siglo XVIII, la
Masonería en el Sur de Inglaterra cayó en decadencia. Los disturbios de la revolución
que colocó a Guillermo III en el trono, y la efervescencia política que con posterioridad
agitó los dos partidos del estado, infligieron una herida fatal a la sociedad pacífica,
cosa que impedía su éxito. Sir Christopher Wren, Gran Maestro durante el reinado
de la Reina Ana, anciana y enferma, se tornó inactivo. Las asambleas generales de
la Gran Logia, cesaron de verificarse desde entonces. En el año 1715, existían en
Inglaterra solamente cuatro Logias en el Sur, todas activas y en la ciudad de Londres.
Estas cuatro Logias, ansiosas de revivir la prosperidad de la Orden, decidieron
unirse ellas misma bajo la dirección del Gran Maestro Sir Christopher Wren, quien
poco después falleciera. No teniendo, hasta ese momento a quien nombrar en su
lugar, se resolvió «...reunirse en la Taberna del Manzano, nombrando para presidir
al Maestro Masón más antiguo, (siendo Maestro de la Logia.) Se constituyeron formando
la Gran Logia, pro tempore, en debida forma, reviviendo desde ese momento la comunicación
trimestral de los oficiales de las Logias, (llamada la Gran Logia) resolvieron continuar
la asamblea anual y el festín, y entonces eligieron Gran Maestro de entre ellos
mismos, mientras tanto no tenían el honor de disfrutar lecciones de un noble hermano
como su superior.» Sucedió que el día de San Juan Bautista del 1717, se llevó
a cabo la Asamblea Anual y el Festín, y el Sr. Antonio Sayer se propuso debidamente
y fue elegido Gran Maestro. La Gran Logia adoptó, entre sus reglamentos, el siguiente:
«...que el privilegio de reunirse como Masones, el cual había sido hasta entonces
ilimitado, debía revestirse de cierta autoridad ante las Logias o asambleas de Masones
convocadas en ciertos lugares; y que cada Logia convocada en lo sucesivo, excepto
las cuatro Logias antiguas que existían entonces, debían ser legalmente autorizadas
para obrar con el poder del Gran Maestro, en cuyo tiempo, concebían a ciertos individuos
por petición, con el consentimiento y aprobación de la Gran Logia en comunicación,
y que, sin dicho poder, ninguna Logia en lo sucesivo debía considerarse como regular
o constitucional.» En cumplimiento de lo cual a las cuatro Logias antiguas les
fueron reservados particularmente, los privilegios que habían poseído siempre bajo
la organización antigua. Además, se decretó que «...ninguna ley, regla, o reglamento,
que se expidiese desde ese momento o pasase ante la Logia, podría privarlos de tales
privilegios, o usurpar cualquiera señal que se hubiese establecido en esa época
como reglamentaria del gobierno Masónico.» Las Grandes Logias de York y de Londres
conservaron una relación amistosa, e inter-cambio mutuo de reconocimiento, hasta
que este último cuerpo, en 1725, concedió poder de constitución a algunos Masones
que habían separándose de la primera. Este acto anti-Masónico fue reprobado severamente
por la Gran Logia de York, y produjo la primera interrupción de la armonía que por
largo tiempo había subsistido entre ellos. Además de esto, algunos años más tarde,
su-cedió otro acto injustificable de intromisión. En 1735, el Conde de Crawford,
Gran Maestro de Inglaterra, constituyó dos Logias dentro de la jurisdicción de la
Gran Logia de York, y con-cedió, sin su consentimiento, diputaciones para Lancashire,
Durham y Northumberland. «Esta circunstancia,» dice Preston, (lllust. p. 184) «Dejó
a la Gran Logia de York altamente re-sentida, observó desde entonces los procedimientos
de los hermanos en el Sur con ojo desconfiado. Toda relación amistosa cesó, y dichos
Masones, desde ese momento, consideraron sus intereses distintos de los Masones
que se encontraban bajo la Gran Logia de Londres.» Tres años después, en 1738,
varios hermanos descontentos con la conducta de la Gran Logia de Inglaterra, se
desunieron de ella, y celebraron sin autorización ninguna asamblea, con el propósito
de la iniciación. Aprovechándose de la desavenencia entre las Grandes Logias de
York y las de Londres, asumieron el carácter de Masones de York. Y al determinar
la Gran Logia la ejecución estricta de sus leyes contra tales disidentes, no obstante
esto, se separaron de su jurisdicción, y asumieron el apelativo de «Masones Antiguos
de York.» Anunciaron que las señales antiguas sólo ellos las conservaban; y, declararon
que las Logias regulares habían adoptado nuevos planes, y sancionado innovaciones,
designándolas con el nombre de «Masones Modernos.» En 1739, establecieron una
nueva Gran Logia en Londres, bajo el nombre de «Gran Logia de los Masones Antiguos
de York,» y perseveran-do en las medidas que habían adoptado, celebraron comunicaciones
y establecieron fies-tas anuales. Pronto fueron reconocidos por los Masones de Escocia
e Irlanda, fueron estimulados y protegidos por muchos de la nobleza. Las dos grandes
Logias continuaron existiendo, y obrando en oposición una de otra, ex-tendieron
sus planes y cismas en otros países, especialmente en América, hasta el año 1813,
cuando, bajo la Gran Dominación del Duque de Sussex, fueron unidas bajo el título
de Gran Logia Unida de Inglaterra. Tal es la historia de la Francmasonería en
Inglaterra sin interrupción, como la creían todos los Masones y escritores Masónicos
durante más de siglo y medio. Las investigaciones recientes han hecho surgir grandes
dudas sobre su exactitud. Hasta el año 1717, los detalles son tradicionales, o sostenidos
únicamente por manuscritos cuya autenticidad aún no ha sido probada satisfactoriamente.
Mucha de la historia es incierta; algo de ella, especialmente al referirse a York,
se estima apócrifo por Hughan y otros escritores laboriosos. Sin embargo como tradición
hereditaria de la Orden, no puede desecharse del todo sin cometer una injusticia;
pero sí debía de aceptarse con muchas reservas, hasta que las investigaciones profundas
de los anticuarios Masónicos, que prosiguen activamente en Inglaterra sus labores
actuales, deben conducirnos hacia una terminación satisfactoria. Las investigaciones
de este asunto importan-te debían de conducirse con imparcial criterio, y con ardiente
deseo de encontrar la verdad, y no sostener una teoría. «La leyenda» puede no
ser verdad; pero si ha sido aceptada durante largo tiempo y venera-da como una verdad,
no debería ser rehusada hasta que exista evidencia incontestable de su falsedad.
En censuras de esta naturaleza, deberíamos recordar la advertencia de un metafísico
eminente que dice «la mano que no puede construir una choza, puede destruir un palacio.»
Pues hasta hoy, las investigaciones de estos interrogatorios acerca de la historia
primitiva de la Francmasonería Inglesa, de las cuales el Hermano Hughan, o Cronwell
puede con justicia considerarse como el jefe supremo (sic), han sido conducidas
generalmente, con la sinceridad más limpia y el conocimiento más laborioso.