Texto extraído del libro “El Arco Real, Su Significado Oculto”
De George H. Steinmetz - Traducción Q.·.H.·. Franz Ressel
Cuando se inicia el trabajo en el grado se aclara que la Logia
está abierta "para el propósito de AVANZAR al Hermano MM….", quien necesariamente
es un Maestro Masón, que ha sido exaltado en una logia legalmente constituida y
debidamente abierta por Maestros Masones. Algunas autoridades masónicas sostienen
que el grado de Maestro de Marca, fue incluido en tiempos muy antiguos en los trabajos
del grado de Compañero. Para apoyar este argumento existen muchas evidencias sutiles.
Reflexionando sobre ello, deducimos que para un Maestro Masón NO ES UN AVANCE
el ser hecho Maestro de Marca, ya que en cuestión de conocimientos el Maestro Masón
está más allá de las enseñanzas que se comunican en éste grado; sin embargo, para
un Compañero sí es un avance, tanto desde el punto de vista ético como simbólico.
Cuando al candidato, se le pregunta, contesta: "examinadme", tal como lo hace el
Compañero, porque él sabe que debe ser examinado por las "herramientas de su profesión".
El Maestro de Marca recibe un "salario" igual que el Compañero, con una sutil
diferencia, al Maestro de Marca se le paga en moneda, al Compañero en "Grano, Vino
y Aceite que son los elementos masónicos de la consagración", como afirma Mackey,
en su Enciclopedia de Francmasonería y además explica que: "La adopción de éstos
símbolos se remonta a la más remota antigüedad. Grano, vino y aceite fueron los
productos más importantes de los países orientales; ellos constituyeron la riqueza
de los pueblos y fueron considerados como sostén de la vida y el medio de solaz.
David los enumera entre las grandes bendiciones de las que gozamos y habla de ellos
como: "vino que alegra el corazón del hombre, aceite para dar brillo a su rostro
y pan que fortalece el corazón humano" (Salmo CIV, 14-15).
En el Salmo veintitrés,
nuevamente se hace referencia al grano, o alimento, al aceite y al vino: "Tu preparaste
la mesa ante mí en medio de mis enemigos; Tu ungiste mi cabeza con aceite, mi copa
rebosa" (Salmo XXIII, 5). Afirmar que estos tres símbolos significan "abundancia",
"salud" y "paz" es la manera más crasa de explicación material. De hecho se puede
considerar engañosa, si no estuviésemos acostumbrados a la vivencia masónica que
"dentro de la Logia" las Grandes Verdades no son reveladas y que nosotros debemos
buscar en otro lugar aquella luz que aquí no es revelada. Los antiguos adoraban
al sol como Dios, o como símbolo de Dios, consideraban todas las cosas del amarillo
dorado, color del sol, como pertenecientes a él; de ahí que el oro, el bronce y
el grano de trigo se consideraban sagrados. El grano fue uno de sus principales
alimentos, era para los devotos verdadero alimento de Dios, un premio por la obediencia
a sus leyes.
Francis Grant en su libro “Oriental Philosophy” se refiere así
al arcaico significado simbólico del vino: "Dios fue el vino de la vida y a la par
el Portador del Vino". El gran poeta Sufí, Omar Khayyam, dice: "Pero son pocos los
occidentales que han vislumbrado alguna vez que el vino de Omar no era el vino del
hombre, sino la corriente extática de una experiencia místico-religiosa". Si bien
el tiempo del cual escribe Grant es de fecha mucho posterior al aquí discutido,
los poetas Sufí adoptaron su simbología de tiempos más remotos y de los cuales nosotros
nos ocupamos.
En la antigua ceremonia de coronación de un rey, la cabeza
le era ungida con aceite por el sacerdote oficiante. Este aceite se encontraba en
un frasco elaborado del cuerno de un toro o de un carnero y se llevaba en el cinturón
del sacerdote. El judío consideraba al ungido como un ordenado por Jehovah; el sacerdote
pagano, ungía en el nombre de Tauro o de Aries, dependiendo del cuerno del cual
se vertía el aceite.
Así el verdadero salario del Compañero: el grano que
alimenta el cuerpo físico, suministrado por la siempre sabia beneficencia de su
Creador, verdaderamente un regalo de Dios. El aceite, reanimador de su cuerpo físico,
aquello que "hace brillar su rostro". Como dice el (Salmo CXXXII, 2,3): "Cuán bueno
y cuán placentero es para los hermanos el permanecer unidos, es cuál el ungüento
precioso sobre la cabeza, que por la barba desciende, barba de Aarón, que baja hasta
el borde de sus vestiduras... por cuanto allá el Señor destina la bendición, la
vida siempre eterna".
Indicando que esta asociación es placentera "como el
precioso ungüento". Sin embargo, el segundo significado, es que el objetivo es "LA
VIDA SIEMPRE ETERNA". Interpretado de forma más mística, ese "ungimiento", esa ceremonia
de verter el "aceite" sobre la cabeza lo que aparta al individuo de los otros, lo
que lo hace ungido de Dios y como tal consagrado para esa "LA VIDA SIEMPRE ETERNA".
Finalmente se le da "vino" como una parte de su "salario". Ese "vino" que, como
el poeta Sufí dice: "no es vino de hombres, pero el flujo extático de una experiencia
místico-religiosa" ES LA SUMA DE SUS LABORES.
Habiendo previamente "pasado
al Grado de Compañero" el Maestro de Marca ha tenido esta experiencia de haber recibido
su "salario" de "grano, vino y aceite". Ahora, habiendo sido AVANZADO se le paga
en MONEDA, que puede cambiar por el sustento de SU PROPIA ELECCIÓN. La consecuencia
es obvia; estando ahora más AVANZADO se espera de él que tenga ese sentido de discriminación
más sutil que acompaña al "conocimiento avanzado" y en vez de ser sustentado por
sus superiores (simbólico para una omnisapiente providencia) sin libertad de elección,
se le paga con un medio de cambio que le permite amplitud en la selección de los
frutos de sus labores.
De acuerdo a Waite, la conocida Lodge of Hope N° 302,
de la Gran Logia de Inglaterra en York, estaba confiriendo el grado de Maestro de
Marca desde 1724, evidentemente al amparo de una antigua Constitución derivada de
la Gran Logia de York. Frente a toda ésta evidencia, tanto simbólica como histórica,
no queda la menor duda que estos dos grados, situados en el mismo escenario, originalmente
fueron parte de uno y el mismo grado, o por lo menos fueron trabajados juntos, siendo
el Maestro de Marca una continuación del Grado de Compañero. Sus mismas enseñanzas
añaden peso a ésta teoría, ya que el grado de Compañero es anímico, dedicado a inculcar
el aprendizaje. El grado de Maestro de Marca instruye COMO aplicar ése aprendizaje,
haciendo de ésta manera un mejor uso de él. La diferencia de la Logia "azul" puede
ser bien hecha - el Compañero "ESPECULA" - el Maestro de Marca "OPERA".
El
ritual se base en el "trabajo encuadrado" símbolo de lo material, con un punto de
vista incapaz de juzgar nada más que la utilidad del trabajo que inspeccionan, sin
embargo, están impresionados por la belleza pura de este emblema de espiritualidad
e intuitivamente dudan en descartarlo y que finalmente es descartada. Aquí se encuentra
la sorprendente revelación que la cosa más linda de la vida puede llegar a ser arrojada
a los desperdicios por aquel que no ha alcanzado el nivel en el cual pueda reconocer
su valor inherente y su empleo para el uso previsto.
El siguiente acontecimiento
proporciona el elemento temporal de éste grado. La lógica lo sitúa después de la
muerte de nuestro antiguo Gran Maestro, cuando el templo todavía estaba en construcción
y no completado. Era bastante ostensible DESPUÉS de la muerte del arquitecto, ya
que la piedra clave fue su trabajo personal o hecho bajo su dirección personal.
Si el incidente hubiese ocurrido antes de su muerte, no tendríamos una alegoría
porque su valor hubiese sido reconocido y no hubiese sido desechada.
El estudio
cuidadoso de las palabras usadas indica que el Venerable Maestro no está al tanto
de la naturaleza del trabajo en cuestión. El candidato es acusado únicamente de
"intentar cobrar salarios", no correspondientes y de presentar un trabajo que no
pasaría la inspección. Así se aclara que el único hombre del que se puede esperar
que conozca el valor de la piedra clave es el que no la vio. El no reclama mérito
por su trabajo, pero lo presenta en silencio. El no argumenta por su salario, pero
trata de cobrarlo como se le ha instruido que lo haga.
Cuando es interrogado
sostiene que es un Compañero (hoy hombre de la Marca) y prueba su aseveración de
la manera prescrita a satisfacción de todos los participantes. La pena por su presunta
infracción es perdonada condicionalmente y se lo envía de vuelta a las canteras,
"para trabajar allí hasta cuando pueda presentar un trabajo que pase la inspección".
Aquí se presenta una exposición de la gran ley del "karma" y de la “reencarnación”.
La "ignorancia" envía al joven Compañero de vuelta al trabajo, para rehacer aquello
que antes no había hecho adecuadamente. El karma envía al individuo de vuelta a
las canteras del renacimiento para aprender aquellas lecciones en que falló al aprender
en ocasiones previas, cuando se ofreció la oportunidad. Una y otra vez y siempre
el hombre retorna a sus labores, hasta que finalmente logra presentar un trabajo
que pueda pasar el reconocimiento del Gran Supervisor y lo haga merecedor de su
"salario". La Ley Universal es la misma, sea ésta en las antiguas canteras de la
alegoría masónica o en el plano espiritual, el trabajo debe ser hecho una y otra
vez hasta su perfección y entonces la recompensa es cierta.
En la segunda
sección el candidato está de vuelta sobre terreno familiar. La necesidad de un pase,
las preguntas y contestaciones todas tienen un timbre familiar. Si cuenta el número
de vueltas en su deambulación descubrirá que ellas indican la progresión esperada.
El "acercamiento" es igualmente "numéricamente" racional y la posición que se le
indica que asuma es una que ya le es familiar. La obligación renueva lazos bajo
los cuales está ya ligado. De igual modo, la gripa es explicada "racionalmente"
y no hay aparentemente un significado más profundo.
En el lapso entre el
retiro del candidato después de la ceremonia de obligación y su re-entrada en la
Logia, se encuentra al "Templo casi completado" y "el obrero esperando por necesidad
de una piedra clave". Simbólicamente, es aquí por vez primera que el Compañero,
el obrero en el plano físico, es introducido a lo espiritual. Fiel a la ley universal
su introducción es a través de su apremiante necesidad. El hombre puede ser ignorante
de la verdadera existencia de algo hasta que la necesidad y la carencia lo hacen
consciente de ello.
La configuración del lugar vacío le informa más claramente
que cualquier dibujo en la plancha de trazar, de la forma exacta de la piedra que
falta. Así alcanza a entender simultáneamente la NECESIDAD y el VALOR de la piedra
clave. Una vez sabiendo qué buscar, es recordada la piedra que fue lanzada a los
desperdicios como: "ni oblonga ni cuadrada", es recuperada y colocada en su lugar:
"¿Qué es entonces esto que está escrito, la piedra que los constructores rechazaron,
la misma se convirtió en la cima del vértice? EL QUE TIENE OÍDOS PARA ESCUCHAR DÉJALO
ESCUCHAR". Esta simbología demuestra una verdad más profunda. La Palabra Verdadera
NUNCA SE PIERDE. "La palabra está cerca de ti, inclusive en tu boca y en tu corazón".
La "palabra" siempre ha estado presente, pero el hombre ha fallado en reconocerla.
No está perdida, está fuera de su cognición y como cada individuo alcanza aquél
nivel en su evolución en el cual la "palabra" (piedra) es esencial para un mayor
progreso, para la construcción de SU TEMPLO, él la descubre a través de la necesidad
imperativa y su obvio acomodo a las circunstancias de vida en las cuales él se encuentra.
Tal como el espacio vacante en el arco sugiere la piedra clave, así la necesidad
de lo espiritual en la vida del hombre dirige su camino a sólo aquello que puede
completar la estructura.
La enseñanza de éste grado es única entre las así
llamadas enseñanzas masónicas. En ésta fase del grado de Maestro de Marca no se
exige un examen de idoneidad, pero existen razones lógicas para sugerir que alguna
vez en el pasado sí se usó un examen. Originalmente, el grado fue trabajado en la
Logia Simbólica en la cual el candidato había sido sometido a un examen en otros
grados. La lección misma parece ser una combinación de lección y examen y sin duda
es, en su forma presente, el residuo de lo que originalmente representó una lección
y un examen separado del candidato.
En ésta lección se llega a aclarar mucho
de lo que de otra manera permanecería oscuro si se dejara a la acción del Grado.
En parte es una descripción del mecanismo de la ley universal. Aunque la "explicación
racional" relata lo legendario, se dan razones "materiales" para los fundamentos
del grado. En realidad, enseña de la ley de compensación en el universo; que cada
individuo inexorablemente recibe su justo salario; que nadie finalmente puede ganar
tomando aquello que no se lo ha ganado y que no puede esperar a ser recompensado
por trabajos que no los ha hecho con propiedad.
En la explicación del "mallete
común" del Aprendiz se dice: "... se les enseña a hacer uso de él para el más noble
y glorioso propósito de liberar nuestros corazones y conciencias de todos los vicios
e inutilidades de la vida, ajustando así nuestras mentes como piedras vivientes,
para aquella construcción espiritual, aquella casa no hecha con las manos, eterna
en los cielos".
Hace mucho que el "corazón" ha sido asociado en la mente
del hombre con las emociones, "conciencia" como el árbitro de su ética, pero ninguna
se puede ajustar como "piedra viva en ese edificio espiritual"- ES LA MENTE la que
es ajustada, porque sin la guía del intelecto las emociones nos engañan y la conciencia
no puede discriminar.
En éste grado se repite nuevamente la lección - nótese
cuidadosamente que en la explicación de la simbología del "cincel" es la MENTE la
que se hace parecer a la "piedra bruta". Los grados de Compañero y de Maestro de
Marca son ciertamente los grados espirituales de la Francmasonería.
"La mente
es ruda y áspera, tal como la piedra bruta cuando se extrae de la cantera, pero
tal como la acción del cincel en las manos del obrero calificado, pronto delimita
y perfecciona el capitel labrado, la magnífica columna y la bella estatua, así la
educación descubre las virtudes latentes de la mente y las extrae para recorrer
el extenso ámbito de materia y espacio, para alcanzar la cumbre del conocimiento
humano, nuestro deber para con Dios y con el hombre".
Si la Francmasonería
no tuviese otro valor, si no fuese más que una sociedad secreta y una organización
fraternal, si no hubiese doctrina secreta, ninguna inspiración divina velada por
la alegoría, de hecho, si no hubiese ni velo de alegoría, serviría sin embargo a
un grande y útil propósito y tendría el derecho a perpetuarse siempre que enseñe
al hombre a buscar conocimientos; porque sin conocimientos el hombre no es mejor
que las bestias en el campo.
El "mallete" continúa enseñando las lecciones
de los instrumentos del Compañero. Así como el "nivel" enseña que todos estamos
"viajando sobre el NIVEL del tiempo", así el "mallete corrige irregularidades y
reduce al hombre al NIVEL apropiado". Así como la "plomada" nos exhorta a caminar
derecho en nuestros varios oficios, ante Dios y el hombre, encuadrando nuestras
acciones por la ESCUADRA de la “virtud", así el "mallete" nos exhorta a "refrenar
la ambición, reprimir la envidia y moderar el enojo". Ciertamente estas lecciones
son materiales y psíquicas, pero hemos aprendido que el hombre es un trino compuesto
de LOS TRES y a menos que sean atendidos estos dos primeros planos de su ser no
puede haber progreso espiritual. Aquello que sirve a una PARTE NO DIVIDIDA del total,
sirve al total.
Como se puede esperar, la "enseñanza" de éste grado trata
principalmente de lo material y apela al intelecto; sin embargo, la ética no puede
ser discutida sin aproximarse a los bordes de lo espiritual y en algunos pasajes
de ésta enseñanza las implicaciones son evidentes. Como ejemplo: "Tus obligaciones,
que se hacen más y más extensas conforme avanzas en Masonería". Esto no es más que
otra manera de informar que "la nuestra es una ciencia progresiva". El único progreso
REAL que el individuo puede hacer es la adquisición de conocimientos. Conforme se
expande su "conocimiento", así también se hace mayor su responsabilidad para vivir
una vida conforme al mayor nivel que ha alcanzado. La lección cierra con la afirmación:
"que la piedra que los constructores rechazaron (teniendo méritos que ellos desconocían)
se convirtió en la principal piedra de la cúspide (piedra clave)". El que en nuestra
ignorancia, no reconozcamos los méritos de lo espiritual no reduce su valor, pero
nos priva de beneficiarnos de ello. Pero así como progresamos, cuando "nos colocamos
en aquella posición correcta", eventualmente también aprendemos a colocar lo espiritual
sobre la parte más elevada del arco, porque entonces se convierte en la única realidad
para aquellos que lo han descubierto.
El pago de los salarios es otra lección
en el trabajo de la ley universal. Enseña que no importa cuán temprano o cuán tarde
se haga el descubrimiento de los valores espirituales, todos reciben la MISMA RECOMPENSA.
Igual que con los obreros en la parábola, ellos o trabajaron o no trabajaron. El
"patrón" no estaba interesado en el número de horas que habían trabajado, pero sí
en el hecho que ellos cumplieran la labor asignada.
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