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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
P. ¿Por qué deseáis ser recibido
Caballero de la Cábala?
R. Para conocer, por medio de los números, la
admirable armonía existente entre naturaleza y religión.
P. ¿Cómo
fuisteis anunciado?
R. Con doce golpes.
P. ¿Qué significan?
R. Las
doce bases de nuestra felicidad temporal y espiritual.
P. ¿Qué es un
Cabalista?
R. Un hombre que ha aprendido, por tradición, el Arte
Sacerdotal y el Arte Real.
P. ¿Qué significa la divisa «Omnia in numeris
sita sunt»?
R. Que todo yace velado en los números.
P.
Explicadme eso.
R. Lo haré en lo concerniente al número 12. Vuestra
sagacidad discernirá el resto.
P. ¿Qué significa la unidad en el
número 10?
R. DIOS, Creador y animador de la materia, expresada por el
0, que por sí sola no tiene valor alguno.
P. ¿Qué significa la unidad?
R. En el orden moral, la Palabra encarnada en el seno de una Virgen (o
religión). En el orden físico, un espíritu incorporado en la tierra virgen
(o naturaleza).
P. ¿Qué significa el número dos?
R. En el orden
moral, el hombre y la mujer. En el orden físico, lo activo y lo pasivo.
P. ¿Qué significa el número tres?
R. En el orden moral, las tres
Virtudes Teologales. En el orden físico, los tres principios de los cuerpos.
P. ¿Qué significa el número cuatro?
R. Las cuatro Virtudes
Cardinales, las cuatro cualidades elementales.
P. ¿Qué significa el
número cinco?
R. La quintaesencia de la religión, la quintaesencia de
la materia.
P. ¿Qué significa el número seis?
R. El cubo
teológico, el cubo físico.
P. ¿Qué significa el número siete?
R.
Los siete Sacramentos, los siete planetas.
P. ¿Qué significa el número
ocho?
R. El pequeño número de Elegidos, el pequeño número de sabios.
P. ¿Qué significa el número nueve?
R. La exaltación de la religión,
la exaltación de la materia.
P. ¿Qué significa el número diez?
R.
Los Diez Mandamientos, los diez preceptos de la naturaleza.
P. ¿Qué
significa el número once?
R. La multiplicación de la religión, la
multiplicación de la naturaleza.
P. ¿Qué significa el número doce?
R. En el orden moral, los doce Artículos de Fe; los Doce Apóstoles,
cimiento de la Ciudad Santa, que predicaron por todo el mundo en aras de
nuestra felicidad y alegría espiritual. En el orden físico, las doce
operaciones de la naturaleza, y los doce signos del Zodíaco, cimiento del
Primum Mobile, al que extienden por todo el Universo para nuestra felicidad
temporal.
El Rabí (Presidente del Sanedrín) añade: de todo lo que has
dicho, se infiere que la unidad se desarrolla a sí misma en 2, y se completa
internamente en 3, para producir externamente 4. De donde se deduce que, a
través del 6, el 7, el 8 y el 9, se llega al 5, mitad del número esférico
10, para ascender, pasando a través del 11, hasta el 12, y para elevarlo,
por medio del número 4 por diez, al número 6 por 12, término final y cumbre
de nuestra eterna felicidad.
P. ¿Cuál es el número generativo?
R.
En la Divinidad es la unidad; en las cosas creadas, el número 2. Porque la
Divinidad, 1, engendra 2, y entre las cosas creadas 2 engendra 1.
P.
¿Cuál es el número más majestuoso?
R. El 3, porque denota la triple
esencia divina.
P. ¿Cuál es el número más misterioso?
R. El 4,
porque contiene todos los misterios de la naturaleza.
P. ¿Cuál es el
número más oculto?
R. El 5, porque está ubicado en el centro de la
serie.
P. ¿Cuál es el número más benéfico?
R. El 6, porque
contiene la fuente de nuestra felicidad espiritual y corporal.
P.
¿Cuál es el número más afortunado?
R. El 7, porque nos conduce a la
década, el número perfecto.
P. ¿Cuál es el número que más hay que
desear?
R. El 8, porque el que lo posee se cuenta entre los Sabios.
P. ¿Cuál es el número más sublime?
R. El 9, porque por medio de él
la religión y la naturaleza son exaltadas.
P. ¿Cuál es el número más
perfecto?
R. El 10, porque incluye la unidad, que creó todo, y el
cero, símbolo de la materia y el caos, de donde todo emergió. En sus cifras
comprende lo creado y lo increado, el principio y el fin, el poder y la
fuerza, la vida y la aniquilación. Por medio del estudio de este número
encontramos las relaciones de todas las cosas, el poder del Creador, las
facultades de la criatura, el alfa y omega del conocimiento divino.
P.
¿Cuál es el número más multiplicador?
R. El 11, porque con la posesión
de dos unidades llegamos a la multiplicación de las cosas.
P. ¿Cuál es
el número más sólido?
R. El 12, porque es la base de nuestra felicidad
espiritual y temporal.
P. ¿Cuál es el número favorito de la religión y
la naturaleza?
R. El 4 veces 10, porque nos permite, al rechazar todo
lo impuro, disfrutar eternamente del número 6 veces 12, término y cima de
nuestra felicidad.
P. ¿Cuál es el significado del cuadrado?
R.
Es el símbolo de los cuatro elementos contenidos en el triángulo, o emblema
de los tres principios químicos. Estas cosas unidas forman la unidad
absoluta en la materia primordial.
P. ¿Cuál es el significado del
centro de la circunferencia?
R. Significa el espíritu universal,
centro vivificador de la naturaleza.
P. ¿Qué queréis decir con la
cuadratura del círculo?
R. La investigación de la cuadratura del
círculo implica el conocimiento de los cuatro elementos ordinarios,
compuestos en sí mismos por espíritus elementales o principios
fundamentales: al igual que el círculo, que, aun siendo redondo, está
compuesto por líneas, que escapan a la vista, siendo únicamente percibidas
por la mente.
P. ¿Cuál es el significado más profundo del número 3?
R. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De la acción de estos tres
resulta el triángulo inscrito en el cuadrado; y de los siete ángulos, la
década o número perfecto.
P. ¿Cuál es el número más confuso?
R.
El Cero, emblema del caos y mezcla informe de los elementos.
P. ¿Qué
significan las cuatro divisas del Grado?
R. Que debemos oír, ver,
callar y disfrutar de nuestra felicidad.
La unidad es símbolo de
identidad, igualdad, existencia, conservación y armonía general; el Fuego
Central, el Punto dentro del Círculo.
El dos, o la dualidad, es símbolo
de diversidad, desigualdad, división, separación y vicisitudes.
El número
1 representa el hombre vivo (un cuerpo de pie), pues únicamente el hombre
viviente posee esta facultad. Añadiéndole una cabeza, tenemos la letra P,
signo de Paternidad, Poder Creativo; y con un añadido posterior, la letra R,
que representa al hombre en movimiento, avanzando, iens, iturus.
La
Dualidad es el origen de los contrastes. Es la condición imperfecta en la
cual, según los pitagóricos, cae el ser cuando se desprende de la Mónada, o
Dios. Los seres espirituales, que emanan de Dios, quedan envueltos en
dualidad, por lo que únicamente reciben impresiones ilusorias.
Del mismo
modo que anteriormente el número UNO designa la armonía, el orden o los
Buenos Principios (el Dios Uno, expresado en latín por Solus, de donde
proceden las palabras Sol y Soleil, símbolo del Dios Uno), así el número DOS
expresa la idea contraria. En la dualidad comenzó el fatal conocimiento del
bien y el mal. Todo lo dual, falso, opuesto a la simplicísima y única
realidad, fue expresado por el número binario. Igualmente expresaba el
estado de contrariedad en que la naturaleza está sumida, donde todo es
doble: la noche y el día, la luz y la oscuridad, el frío y el calor, la
humedad y la sequedad, la salud y la enfermedad, el error y la verdad, los
dos sexos, etc. Por ello los romanos dedicaron el segundo mes del año a
Plutón, Dios de los Infiernos, y el segundo día del mes a los manes de los
muertos.
Entre los chinos, el número Uno significaba unidad, armonía,
orden, el Buen Principio, o Dios. El Dos, el desorden, la duplicidad y la
falsedad. Estos pueblos, en la más remota antigüedad, basaban la totalidad
de su sistema filosófico en las dos figuras primarias o líneas, una entera,
y la otra dividida en dos. Al ponerlas de dos en dos o de tres en tres, cada
una debajo de otra, formaron los cuatro símbolos y los ocho kouas, que
representaban los elementos naturales y los principios primarios de todas
las cosas, sirviendo de forma simbólica o científica para expresarlos.
Platón considera a la unidad y la dualidad como los elementos originales de
la naturaleza, y principios primarios de toda existencia. Y el más antiguo
libro sagrado chino reza: «El Primer Gran Principio ha producido dos
ecuaciones y diferencias, o reglas primarias de existencia; pero las dos
reglas primordiales o dos oposiciones, a saber, el Ying y el Yang, o reposo
y movimiento, han producido cuatro signos o símbolos, y los cuatro símbolos
ha producido los ocho kouas o combinaciones posteriores».
La
interpretación de las fábulas herméticas muestra, entre todos los pueblos
antiguos, en sus dioses principales, primero, 1, la Mónada Creadora, luego
3, luego 3 veces 3, 3 veces 9 y 3 veces 27. Esta triple progresión tiene
como fundamento las tres edades de la naturaleza, el pasado, el presente y
el futuro; o los tres grados de generación universal. . . Nacimiento, vida,
muerte. . . Inicio, centro, final.
La Mónada era masculina, porque su
acción no produce ningún cambio en sí misma, sino sólo fuera de sí misma.
Representaba el principio creativo.
La Duad, por una razón contraria, era
femenina, siempre cambiaba por suma, resta o multiplicación. Representa
materia capaz de forma.
La unión de la Mónada y la Díada produce la
Tríada, que significa el mundo formado por el principio creativo de la
materia. Pitágoras representó el mundo mediante el triángulo rectángulo, en
el que los cuadrados de los dos lados más cortos son iguales, sumados al
cuadrado del más largo; como el mundo, tal como está formado, es igual a la
causa purificante, y la materia revestida de forma.
El ternario es el
primero de los números desiguales. La Tríada, número misterioso, que juega
un papel tan importante en las tradiciones de Asia y en la filosofía de
Platón, imagen del Ser Supremo, incluye en sí misma las propiedades de los
dos primeros números. Era, para los Filósofos, el número más excelente y
favorito: un tipo misterioso, venerado por toda la antigüedad y consagrado
en los Misterios; por tanto, hay tres grados esenciales entre los masones;
que veneran, en el triángulo, el misterio más augusto, el de la Sagrada
Tríada, objeto de su homenaje y estudio.
En geometría, una línea no puede
representar un cuerpo absolutamente perfecto. Tan poco como dos líneas
constituyen una figura demostrativamente perfecta. Pero tres líneas forman,
por su unión, el TRIÁNGULO, o la primera figura regularmente perfecta; y por
eso ha servido y sigue sirviendo para caracterizar a El Eterno; Quien,
infinitamente perfecto en Su naturaleza, es, como Creador Universal, el
primer Ser y, en consecuencia, la primera Perfección.
El Cuadrángulo o
Cuadrado parece perfecto, pero es la segunda perfección, que para ningún
sabio puede representar a Dios, que es la primera. Obsérvese que el nombre
de Dios en latín y francés (Deus, Dieu) tiene por su inicial el delta o
triángulo griego. Tal es la razón, entre antiguos y modernos, para la
consagración del triángulo, cuyos tres lados son emblema de los tres reinos,
o naturalezas, o Dios. En el centro se halla la hebrea Jod (inicial de
Jehovah), el Espíritu Animado del Fuego, o principio generativo,
representado por la letra G, inicial de la Deidad en las lenguas del Norte,
y cuyo significado es Generación.
El primer lado del Triángulo, ofrecido
al Aprendiz para su estudio, es el reino mineral, simbolizado por Tub.·.
El segundo lado, objeto de las meditaciones del Compañero, es el reino
vegetal, simbolizado por Schib.·. (una espiga de trigo). En este reino
comienza la generación de los cuerpos; y esto es por lo que la letra G,
radiante, es presentada a los ojos del adepto.
El tercer lado, cuyo
estudio es consagrado al reino animal, completa la instrucción del Maestro,
es simbolizado por Mac# (Hijo de putrefacción).
El número 3 simboliza la
Tierra. Es emblema de los cuerpos terrestres. El 2, mitad superior del 3,
simboliza el mundo vegetal, quedando la mitad inferior oculta a nuestra
vista.
El tres también hace referencia a la armonía, amistad, paz,
concordia y templanza; y en tan alta estima era tenido entre los
pitagóricos, que lo denominaban la perfecta armonía.
El tres, el cuatro,
el diez y el doce eran considerados números sagrados entre los etruscos,
como lo eran entre los hebreos, egipcios e hindúes.
El nombre de la
Deidad, en numerosas naciones, consistía en tres letras: entre los griegos
I.·.A.·. Q.·.; entre los persas, H.·.O.·.M.·.; entre los hindúes, AUM; entre
los escandinavos, I.·.O.·.W.·. En el cartucho vertical del Rey, descubierto
en Nimrod, no menos de cinco de los trece nombres de los Grandes Dioses
consisten en tres letras; AUN, SAN, YAV, BAR y BEL.
El cuaternario es el
número más perfecto y la raíz de otros números y de todas las cosas. La
tétrada expresa el primer poder matemático. Cuatro representa también el
poder generativo, del cual se derivan todas las combinaciones. Los Iniciados
lo consideraron el emblema del Movimiento y del Infinito, representando todo
lo que no es ni corpóreo ni sensible. Pitágoras lo comunicó a sus discípulos
como símbolo del Principio Eterno y Creador, bajo el nombre de Cuaternario,
el Nombre Inefable de Dios, que significa Fuente de todo lo que ha recibido
existencia; y que, en hebreo, se compone de cuatro letras.
En el
Cuaternario encontramos la primera figura sólida, el símbolo universal de la
inmortalidad, la pirámide. Los gnósticos afirmaban que todo el edificio de
su ciencia descansaba sobre un cuadrado cuyos ángulos eran. . . Silencio:
Profundidad: Inteligencia; y la verdad. Porque si el Triángulo, representado
por el número 3, forma la base triangular de la pirámide, es la unidad la
que forma su punta o cumbre.
Lisias y Timeo de Locria afirmaban que nada
podía ser nombrado, que no dependiese del cuaternario como su raíz.
Según
los pitagóricos, existe una conexión entre los dioses y los números, que
constituye el tipo de adivinación llamada aritmomancia. El alma es un
número: se mueve por sí misma: contiene en sí mismo el número cuaternario.
Siendo la materia representada por el número 9, o 3 por 3, y el Espíritu
Inmortal teniendo como jeroglífico esencial el cuaternario o el número 4,
los Sabios dijeron que el Hombre, habiéndose descarriado y enredado en un
laberinto inextricable, al pasar de cuatro a las nueve, el único camino que
podía tomar para salir de estos caminos engañosos, de estos desvíos
desastrosos y del abismo del mal en el que se había hundido, era volver
sobre sus pasos y pasar de nueve a cuatro.
La ingeniosa y mística idea
que provocó la veneración del Triángulo, se aplicó a la figura 4 (4). Se
decía que expresaba un ser vivo, yo, portador del Triángulo, el emblema de
Dios; I. e., el hombre soportando consigo mismo un principio Divino.
Cuatro era un número divino; se refería a la Deidad, y muchas naciones
antiguas le dieron a Dios un nombre de cuatro letras; como los hebreos, los
egipcios AMUN, los persas SURA, los griegos y los latinos DEUS. Este era el
Tetragrammaton de los hebreos, y los pitagóricos lo llamaban Tetractys, y
prestaron su más solemne juramento por él. Así también ODIN entre los
escandinavos, ZEYS entre los griegos, PHTA entre los egipcios, THOTH entre
los fenicios y AS-UR y NEBO entre los asirios. La lista podría ampliarse
indefinidamente.
El número 5 era considerado misterioso porque se
componía del Binario, símbolo de lo Falso y Doble, y lo Ternario, tan
interesante en su simbolismo. Por ello expresa de forma enérgica el estado
de imperfección, de orden y desorden, de felicidad y pesar, de vida y
muerte, que contemplamos sobre la Tierra. Para las sociedades mistéricas
ofrecía la temible imagen del Principio del Mal, al cual traía al orden
inferior. En resumen, lo Binario actuando en lo Ternario.
Bajo otro
aspecto era símbolo de matrimonio, dado que está compuesto de 2, el primer
número par, y el 3, el primer número impar. Por lo que Juno, la Diosa del
Matrimonio, tenía como su hieroglifo el número 5.
Más aún, cuenta con
una de las propiedades del número 9, la de reproducirse a sí mismo; pues
cuando se multiplica por sí mismo el resultado siempre tiene un cinco en las
unidades, y por ello nos lleva a usarlo como símbolo de los cambios
materiales.
Los antiguos representaban el mundo por el número 5. Una
razón para ello, dada por Diodoro, es que representa la tierra, el agua, el
fuego y el éter o espíritu. De ahí el origen de (5) y el Universo, en su
conjunto.
El número 5 designa la quintaesencia universal, y simboliza,
por su forma, la esencia vital, el espíritu animador que fluye [serpentat] a
través de toda la naturaleza. De hecho, esta ingeniosa figura es la unión de
los dos acentos griegos '', colocados sobre aquellas vocales que deben o no
deben ser aspiradas. El primer signo 'lleva el nombre de espíritu potente; y
significa el Espíritu Superior, el Espíritu de Dios aspirado (spiratus),
respirado por el hombre. El segundo signo 'se llama espíritu apacible y
representa el espíritu secundario, el espíritu puramente humano.
El
triple triángulo, figura de cinco líneas que se unen en cinco puntos, era
entre los pitagóricos emblemas de salud.
Es la Pentalfa de Pitágoras, o
Pentáculo de Salomón; tiene cinco líneas y cinco ángulos; y es, entre los
Masones, el contorno y origen de la Estrella de Cinco Puntas.
El número 6
era, en los Antiguos Misterios, un llamativo emblema de la naturaleza, pues
presentaba las seis dimensiones de todos los cuerpos, las seis líneas que
les dotan de forma, a saber, las cuatro líneas de Norte, Sur, Este y Oeste,
junto con las dos líneas de altura y profundidad, que responden a cénit y
nadir. Los sabios aplicaron el senario al hombre físico, mientras el
septenario era, para ellos, símbolo de su espíritu inmortal.
El
hieroglifo senario (el doble del triángulo equilátero) es símbolo de la
Deidad.
El seis es también emblema de salud, y símbolo de justicia,
porque es el primer número perfecto, es decir, el primero cuyas partes
alícuotas (1/2, 1/3, 1/6, o 3, 2, y 1), sumados, dan el propio número 6.
Ormuz creó seis espíritus buenos, y Ahrimán seis espíritus perversos. Esto
se trasluce en los seis meses de verano y los seis meses de invierno.
Ningún número ha sido nunca tan reputado universalmente como el septenario.
Esta celebridad es sin duda atribuible a que los planetas son siete en
número. Pertenece igualmente al ámbito sagrado. Los pitagóricos lo
contemplaban como formado por los números 3 y 4; el primero de los cuales
era, a sus ojos, la imagen de los tres elementos materiales, y el segundo el
principio de todo lo que no es ni corporal ni sensible. Para ellos
representaba, desde este punto de vista, el emblema de todo lo que es
perfecto.
Considerado como compuesto del 6 y la unidad, sirve para
designar el centro invisible o alma de todo lo que existe; pues nada existe
sin que seis líneas constituyan su forma, ni sin un séptimo punto interior,
como centro y realidad del cuerpo, del que las dimensiones externas ofrecen
únicamente la apariencia.
Las numerosas aplicaciones del septenario
confirmaron el uso de este símbolo entre los antiguos sabios. Más aún,
exaltaron las propiedades del número 7 como poseedor, de modo subordinado,
de la perfección de la unidad: pues del mismo modo que la unidad no es
producida por ningún número, tampoco lo es el siete, que no es engendrado
por ningún número en el intervalo entre el 1 y el 10. El número 4 ocupa un
punto medio aritmético entre la unidad y el siete, y está tan por encima del
1 como por debajo del 7, siendo la diferencia en ambos casos de 3.
El
número 7, entre los egipcios, simbolizaba la vida; y por eso la letra Z de
los griegos era la inicial del verbo vivo; y Júpiter, padre de la vida.
El número 8, o el octario, está compuesto por los números sagrados 3 y 5. De
los cielos, de los siete planetas y de la esfera de las estrellas fijas, o
de la unidad eterna y el misterioso número 7, está compuesto el ogdoade, el
número 8, el primer cubo de igual número, considerado sagrado en la
filosofía aritmética.
La ogdoade gnóstica tenía ocho estrellas, que
representaban los ocho Cabirios de Samotracia, los ocho principios egipcios
y fenicios, los ocho dioses de Jenócrates y los ocho ángulos de la Piedra
Cúbica.
El número ocho simboliza la perfección; y su figura, 8 o ∞,
indica el perpetuo y regular curso del Universo.
El ocho es el primer
cubo (2 × 2 × 2), y significa amistad, prudencia, consejo y justicia. Era
símbolo de la Ley Primigenia que contemplaba a todos los hombres como
iguales.
El novario o triple ternario. Si el número tres fue celebrado
entre los antiguos sabios, el del tres por tres no tuvo menos celebridad;
porque, según ellos, cada uno de los tres elementos que constituyen nuestro
cuerpo es ternario: el agua que contiene tierra y fuego; la tierra que
contiene partículas ígneas y acuosas; y siendo templado el fuego por
glóbulos de agua, corpúsculos terrestres que sirven para alimentarlo.
Ninguno de los tres elementos está completamente separado de los demás,
todos los seres materiales compuestos de estos tres elementos, de los cuales
cada uno es triple, pueden ser designados por el número figurativo de tres
por tres, que se ha convertido en el símbolo de todas las formaciones de
cuerpos. De ahí el nombre del noveno sobre, dado a la materia. Cada
extensión material, cada línea circular, tiene como signo representativo el
número nueve, entre los pitagóricos; que había observado la propiedad que
posee este número, de reproducirse incesante y íntegramente, en cada
multiplicación; ofreciendo así a la mente un emblema muy llamativo de la
materia que se compone incesantemente ante nuestros ojos, después de haber
sufrido mil descomposiciones.
El número nueve estaba consagrado a las
Esferas y a las Musas. Es el signo de toda circunferencia, pues un círculo
de 360º es igual 9, es decir, 3 + 6 + 0 = 9. No obstante, los antiguos lo
contemplaban con terror. lo consideraban de mal presagio; como símbolo de
versatilidad, cambio, y de la fragilidad de los asuntos humanos. Por lo que
evitaban todos los números donde aparecía el 9, especialmente el 81,
producto del 9 multiplicado por sí mismo, y cuya adición, 8 + 1, nuevamente
se presentaba como número 9.
Dado que el número 6 era símbolo del globo
terrestre animado por un espíritu divino, el número 9 simbolizaba la Tierra
bajo la influencia del Principio del Mal; y de aquí el terror que inspiraba.
No obstante, según los cabalistas, el 9 simboliza el huevo generativo, o
imagen de un pequeño ser globular, de cuya parte inferior parece fluir su
espíritu de vida.
La enéada, que significa un agregado de 9 cosas o
personas, es el primer cuadrado de números impares.
Todos somos
conscientes de las singulares propiedades del número 9, el cual,
multiplicado por sí mismo o por cualquier otro número, ofrece un resultado
cuya suma final es siempre 9, o es divisible por 9.
El nueve,
multiplicado por cada uno de los números ordinarios, genera una progresión
aritmética en la que todos sus miembros, formados por dos cifras, presentan
una característica remarcable. Por ejemplo:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10>
9 18 27 36 45 54 63 72 81 90>
La primera línea de números nos ofrece
la serie habitual de 1 a 10. La segunda reproduce esta línea de dos modos:
primero ascendiendo, desde la primera cifra de 18, y a continuación en
sentido inverso desde el número 81.
Se deduce de este curioso hecho que
la primera mitad de números que componen esta progresión representan, en
orden inverso, los de la segunda mitad:
9 ... 18.. 27.. 36.. 45 = 135
= 9.. y 1 + 3 + 5 = 45 = 9>
90.. 81..72.. 63.. 54 = 360 = 9>
-------------
99 99 99 99 99 495 = 18 = 9.>
Entonces 9 ^ 2 = 81.. .81
^ 2 = 6561 = 18 = 9.. .9 X 2 = 18.. .18 ^ 2 = 324 = 9.
9 X 3 = 27 ... 27
^ 2 = 729 = 18 = .9 9 X 4 = 36 ... 36 ^ 2 = 1296 = 18 = 9.>
Y así, con
cada múltiplo de 9, digamos 45, 54, 63, 72, etc.
Por tanto, 9 X 8 = 72..
.72 ^ 2 = 5184 = 18 = 9.
Y, además:
18 27 36 72>
18 27 36
72>
-------------
144 = 9189 = 18 = 9216 = 9144 = 9>
18 = 9 54 = 9
108 = 9 504 = 9>
--------------------------
324 = 9 ... 18 = 9729 = 18
= 9 1296 = 18 = 9 5184 = 18 = 9>
108>
108>
---
864 = 18>
108
= 9>
----
11664 = 18 = 9>
Y así los cubos:
27 ^ 2 = 729
X 729 = 18 = 9 18 ^ 2 = 324 = 9 9 ^ 2 = 81>
81 ^ 2 = 6561 = 18 = 9>
729 324 6561>
6561 = 18 = 9 1296 = 18 = 9 6561 = 18 = 9>
1458 = 18 =
9648 = 18 = 9 39366 = 27 = 9>
5103 = 9972 = 18 = 9 32805 = 18 = 9>
39366 = 27 = 9>
531441 = 18 = 9 104976 = 27 = 9 43,046,721 = 27 = 9>
El número 10, o el Denario, es la medida de todo; y reduce los números
multiplicados a la unidad. Contiene todas las relaciones numéricas y
armónicas, así como todas las propiedades de los números que le preceden, y
culmina el Ábaco o Tabla de Pitágoras. Para las sociedades mistéricas, este
número representaba la unión de todas las maravillas del universo. Lo
escribían así: θ, es decir, la unidad en medio del Cero, como el centro del
círculo, o símbolo de la Deidad. Vieron en este número todo lo que debería
conducir a la reflexión: el centro, el radio y la circunferencia, que
representaba para ellos a Dios, el Hombre y el Universo.
Este número era,
entre los sabios, signo de concordia, amor y paz. Para los Masones es signo
de unión y buena fe, dado que se expresa por medio de dos manos unidas, o
toque de Maestro, donde el número de dedos es 10. Y era representado por el
Tetractys de Pitágoras.
El número 12, al igual que el número 7, es
celebrado en el culto a la naturaleza. Las dos divisiones más famosas de los
cielos, por 7, que es el número de los planetas, y por 12, que es el número
de signos del Zodíaco, se hallan en los monumentos religiosos de todos los
pueblos del mundo antiguo, incluso en los más remotos confines de Oriente.
Aunque Pitágoras no habla del número 12, es sin embargo un número sagrado.
Es la imagen del Zodíaco, y consecuentemente la del Sol, que rige sobre él.
Tales eran las antiguas ideas en lo referente a dichos números, que tan a
menudo aparecen en la Masonería; y que, correctamente interpretadas, como
los antiguos sabios hacían, contienen fructíferas lecciones.
Antes de
adentrarnos en la lección final de la filosofía masónica, nos detendremos un
instante para repetir la interpretación cristiana de los Grados Simbólicos.
En el Primer Grado hay tres símbolos a estudiaR. 1) El Hombre, tras la
Caída, fue abandonado desnudo e indefenso ante la justa cólera de la Deidad.
Propenso al mal, la raza humana se tambaleaba ciegamente en su avance hacia
la espesa oscuridad del descreimiento, atada en firme por la fuerte soga del
deseo natural y pecaminoso. La corrupción moral fue seguida de la miseria
física. La necesidad y la indigencia invadieron la Tierra. La guerra, el
hambre y la peste colmaron la medida del mal, y el hombre marchó con pies
descalzos y sangrantes sobre los guijarros del infortunio y la desgracia.
Esta condición de ceguera, pobreza, miseria y esclavitud, de los que vino a
liberar al mundo el Redentor, queda simbolizada por la condición del
candidato cuando es llevado por primera vez a la puerta de la Logia.
2) A pesar de la muerte del Redentor, el Hombre sólo puede salvarse por
medio de la fe, el arrepentimiento y la enmienda. Para arrepentirse, debe
sentir el amargo aguijón de la conciencia y el remordimiento como una espada
que atraviese su seno. La confianza en su guía, a quien se le dice que siga
sin temer peligro alguno; la confianza en Dios, que él debe profesar; y la
punta de la espada presionada contra su pecho izquierdo, sobre el corazón,
simbolizan la fe, el arrepentimiento y la enmienda necesaria para traerle a
la luz de la vida en Cristo Crucificado.
3) Una vez que se haya
arrepentido y reformado, y consagrado al servicio de Dios por medio de una
firme promesa y obligación, la luz de la esperanza cristiana comienza a
brillar en la oscuridad del corazón del humilde penitente, e ilumina su
sendero hacia el Cielo. Y esto es simbolizado por el momento en que se
otorga la luz al candidato tras haber prestado su juramento a instancia del
Venerable Maestro, que en ese contexto es símbolo del Redentor, y como tal
lleva al candidato a la luz con la ayuda de los Hermanos; del mismo modo que
Él enseñó la palabra con la ayuda de los apóstoles.
En el Segundo
Grado hay dos símbolos:
4) El cristiano asume nuevos deberes hacia
Dios y sus semejantes. Hacia Dios, de amor, gratitud y veneración, así como
un ansioso deseo de servirle y glorificarle. Hacia sus semejantes, de
amabilidad, simpatía y justicia. Y esta asunción de deberes, este adentrarse
en las buenas obras, queda simbolizado por el juramento de Compañero; por
medio del cual, atado igual que un aprendiz al secreto, y situado en la
esquina noreste, desciende como Compañero entre el cuerpo de los Hermanos,
asumiendo los deberes activos del buen masón.
5) El cristiano,
reconciliado con Dios, contempla el mundo con una nueva luz. Este gran
universo ya no es una mera maquinaria a la que dieron cuerda hace seis o
siete mil millones de años y dejaron funcionando posteriormente para siempre
en virtud de una ley de la mecánica creada en el principio, sin posterior
cuidado o consideración por parte de la Deidad. Sino que ahora es para él
una gran emanación de Dios, el producto de Su pensamiento; no una máquina
muerta, sino algo vivo, sobre lo que Dios vela constantemente, y en el cual
cada momento es producido de forma inmediata por Su acción presente, siendo
la ley de la armonía la esencia de la Deidad actualizada a cada instante. Y
esto está simbolizado por la imperfecta instrucción ofrecida en el Grado de
Compañero, en las ciencias, y particularmente en la Geometría, conectada
como está con el Dios Mismo en la mente del Masón, dado que la misma letra,
suspendida en el Oriente, representa a ambos; y la Astronomía, o
conocimiento de las leyes del movimiento y la armonía que gobierna las
esferas, que no es más que una porción de la Geometría, ciencia más amplia.
Es simbolizada así porque es ahora, en el Segundo Grado, cuando el candidato
recibe por primera vez algo más que instrucción moral.
Hay
igualmente dos símbolos en el Tercer Grado, que unidos a los tres del
Primero y dos del Segundo, suman siete.
6) El candidato, tras
someterse a la primera parte de la ceremonia, se imagina a sí mismo como
Maestro; y se sorprende al ser informado de que todavía no lo es, y que no
es seguro que algún día lo sea. Se le dice que todavía hay que recorrer un
peligroso sendero, y se le advierte que de ese viaje depende que se
convierta o no en Maestro. Esto simboliza lo que nuestro Salvador dijo a
Nicodemo: que, a pesar de que su comportamiento moral estuviese más allá de
cualquier reproche, no podría entrar en el Reino de los Cielos salvo que
muriese y naciese de nuevo; morir simbólicamente, y entrar de nuevo en el
mundo regenerado, como un niño inmaculado.
7) El asesinato de Hiram,
su sepultura, y su nueva Elevación a cargo del Maestro son símbolos de la
muerte, sepultura y Resurrección del Redentor; y de la muerte y
enterramiento en el pecado del hombre natural, y su Elevación a una nueva
vida, o nuevo nacimiento por acción directa del Redentor, una vez que la
Moral (simbolizada por el toque de Aprendiz Entrado) y la Filosofía
(simbolizada por el toque de Compañero) han fracasado en su intento de
elevarlo. El toque del León de la Casa de Judá es el toque fuerte, que nunca
ha de romperse, con el que Cristo, que era del linaje real de esa Casa, se
unió a la totalidad de la raza humana, a la que abrazó con Sus amplios
brazos tan íntima y afectuosamente como los Hermanos se abrazan entre sí en
los Cinco Puntos del Maestro Masón.
Como Aprendices Entrados y
Compañeros, se enseña a los Masones a imitar el loable ejemplo de aquellos
Masones que trabajaron en la construcción del Templo del Rey Salomón, y a
sembrar firme y profundamente en sus corazones las piedras fundacionales de
los principios de la verdad, justicia, templanza, fortaleza, prudencia y
caridad, sobre las que construirán un espíritu cristiano capaz de prevalecer
ante las tormentas del infortunio y los poderes y tentaciones del Infierno.
Y cuando las pasiones desatadas sean sometidas a la mesura y a la regla, y
sus excesos sean dominados por el mallete de la continencia, y cuando toda
acción y todo principio sean debidamente corregidos y se ajusten a la
Escuadra de la sabiduría, al Nivel de la humildad, y a la Plomada de la
justicia, tales nobles sentimientos y afectos serán el homenaje más adecuado
que se pueda rendir al Gran Arquitecto y al Gran Padre del Universo, y
convertirán el corazón en un templo vivo construido para Él.
Las dos
columnas, Jakin y Boaz, son el símbolo de esa profunda fe e implícita
confianza en Dios y en el Redentor que son las fuerzas que animan al
cristiano; y de estas surgen las buenas obras, único medio para que la fe se
asiente y resulte eficaz y válida para alcanzar la Salvación.
Los tres
pilares que soportan la Logia son símbolo de la Esperanza cristiana en un
futuro de felicidad; Fe en las promesas y la personalidad divina y misión
del Redentor; y la Caridad en el juicio a otros hombres.
Los tres
asesinos de Hiram simbolizan a Poncio Pilatos, Caifás el Sumo Sacerdote, y
Judas Iscariote. Y los tres golpes que le infieren son la traición de este
último, la ausencia de protección legal romana por parte de Pilatos, y la
condena del Sumo Sacerdote. También simbolizan el susurro en el oído, la
flagelación, y la corona de espinas. Los doce Compañeros enviados a la
búsqueda del cuerpo son los doce discípulos, en la incertidumbre de creer o
no si el Redentor resucitaría de entre los muertos.
La Palabra de
Maestro, que se supone perdida, simboliza la fe cristiana y la religión, a
la se creía aplastada y destruida cuando el Salvador fue crucificado, una
vez que el Iscariote le traicionó y Pedro le hubo negado tres veces, y
cuando los demás discípulos dudaban si resucitaría de entre los muertos;
pero que floreció de Su tumba y se extendió rápidamente sobre el mundo
civilizado. Y del mismo modo que se creía perdida, fue hallada. También
simboliza al mismo Salvador, la Palabra que era en el principio, que era con
Dios, y era Dios; la Palabra de Vida, que se hizo carne, y habitó entre
nosotros, y se creía perdida mientras Él yació en la tumba durante tres
días, y cuyos discípulos «no conocían todavía la Escritura que anunciaba que
él debería levantarse de entre los muertos», y dudaron cuando oyeron la
noticia, y se asombraron y estremecieron, y todavía dudaban, cuando Él se
apareció entre ellos.
La acacia colocada a la cabeza de la tumba de Hiram
es emblema de resurrección e inmortalidad.
Tales son las explicaciones de
nuestros Hermanos cristianos; que deben ser consideradas, como las de todos
los demás Masones, con el mayor respeto y delicadeza.
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