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Rito Escocés Antiguo y Aceptado
del Guajiro
La Hermandad para toda la Humanidad
Q.·.H.·.
El rey Salomón para cumplir su promesa con su
aliado Khurum, rey de Taur, 1e entregó, antes de la terminación del Templo, veinte
ciudades en la provincia de Galilea. Este último, que había venido a Jerusalén para
ayudar a cumplir los postreros deberes para con el Maestro Khurum, se fue a conocer
las ciudades que le habían obsequiado; y encontrándolas casi deshabitadas, y en
decadencia, con los campos que las circundaban estériles y sin cultivo, con muy
pocos habitantes, rudos en hábitos y costumbres, de manera que esa provincia, en
aquella condición iba ser mas bien una carga para su tesoro en lugar de representarle
una fuente de entradas; llegó a la conclusión, de que su aliado, no obstante su
honor real y buena fe masónica, había cumplido su promesa solamente en la letra,
mientras que la había roto en su espíritu; cuando en verdad, la intención de Salomón
fue, antes de ponerlo en posesión, de reconstruir y de adornar las ciudades, poner
colonias en el campo, y de cambiar el desolado e inhospitalario desierto en jardines
cultivados, campos y praderas florecientes; haciéndolas dignas de la aceptación
de su aliado, y de esta manera cumplir fielmente con su propio compromiso.
En
este grado se nos enseña particularmente a tener celo y lealtad; de ser desinteresados
y benévolos, y de actuar cómo pacificadores en caso de disensiones, disputas y pleitos
entre los hermanos.
El deber es el magnetismo moral que controla y guía al verdadero
Masón en su curso sobré los mares tumultuosos de la vida. Ya sea que las estrellas
del honor, de la reputación y de la recompensa brillen o no en la luz del día o
en la obscuridad de la noche, de las dificultades y de la adversidad, en la calma
o en la tempestad, aquel infalible compás le mostrará el verdadero curso que deberá
seguir, y le indicará con certeza dónde se encuentra el puerto lejano, que el no
alcanzarlo, significa naufragio y deshonor. El verdadero Masón seguirá su orden
silenciosa, como el marinero, cuando la costa está por muchos días lejos de la vista,
y el océano sin sendero ni linderos se extiende a su alrededor, obedece la indicación
de la aguja, nunca dudando de que apunta fielmente hacia el norte.
Cumplir con
ese deber, ya sea recompensado o no, es el único cuidado del verdadero Masón. Y
no importa, si al cumplirlo carezca de testimonios, y si lo que ejecuta será eternamente
ignorado por la humanidad.
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y Moral del Grado 6º del R.·.E.·A.·.
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