Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz
El día 24 de octubre, catorce desde el accidente, empezó con cierto
pesimismo, a Villalobos hubo que sacudirlo varias veces y enérgicamente para que
despertara y cuando lo hizo parecía no entender muy bien dónde se encontraba.
El grupo se aprestó a partir, con la ropa sucia y rota su aspecto era realmente
deplorable, mientras los otros se acomodaban las mochilas Villalobos se puso en
pie con dificultad, cogió su maleta y se aprestó a partir; poco a poco se iba rezagando
del grupo obligándolos a esperarlo, en su caminar vacilante se notaba el esfuerzo
que hacía para no rendirse, pero era evidente que las fuerzas lo iban abandonando
rápidamente.
Ese día apenas si avanzaron, más o menos al medio día se percataron
que la vegetación se hacía menos densa conforme avanzaban, esto les dio ánimo suponiendo
que ya estaban cerca a algún lugar poblado y continuaron avanzando lo más rápido
que las fuerzas se los permitía; por una hora caminaron con la ilusión de la próxima
salida pero al llegar se encontraron con una zona despejada de vegetación pero ninguna
señal que les hiciera ver que era obra de la mano del hombre; desilusionados se
sentaron a descansar en tanto que Jibaja volvía sobre sus pasos para ayudar a Villalobos,
y su maleta.
- Mañuco, hoy te he visto más preocupado
que otros días
- No sé por qué hoy me he acordado
mucho de Amalia mi esposa y de mi hijita, Patty, tiene solamente seis meses - pero
no le dijo que, además, sentía fuertes escalofríos y que cuando aceleraba un poco
el paso le faltaba el aire hasta casi ahogarse.
“Siento que ya no puedo
más, no sé si Danny se ha dado cuenta y no me dice nada o es que realmente no lo
ha notado, no puedo decirle que yo también quisiera descansar más pero eso sería
dejarlo solo, y a Jibaja lo veo muy inquieto y malhumorado, no puedo bajar la guardia,
aguantaré lo más que pueda ¿Acaso en este monte va a encontrar una farmacia o un
médico para que me ayude? Estos bronquios siempre me han hecho pasar malos ratos,
ojala no se me cierre más el pecho” ¡Aguanta, aguanta!
- Te persignas con frecuencia ¿Eres muy devoto, de quién? – preguntó Gutiérrez
- Soy devoto de la Virgen, siempre lo he sido
- ¿De dónde nace esa devoción, tu familia es muy católica?
- Mi familia es católica, todos somos practicantes,
yo nací el 5 de Mayo, mes consagrado a la Virgen y he estudiado en el La Salle,
hay mucha devoción
- Así que ellas dos son las mujeres
de tu vida
- Noo, también está mi sobrinita Lourdes,
hija de mi hermana Malena, ellas son mis chocheras - por el tono de voz y las inflexiones
Gutiérrez comprendió que estaba cayendo en terreno peligroso, La Rosa se estaba
poniendo melancólico, exactamente lo que quería evitar el capitán, trató de darle
un tono más ligero a la conversación
- Oye Mañuco
¿El “Pucacuro” también va a misa? - lo dijo sonriendo, invitando a La Rosa a tomarlo
como, una broma; este lo tomó así y respondió de la misma forma, arrastrando las
palabras en tono igualmente informal
- Siiii mi
capitán, mi papá, el “co-man-dan-te” La Rosa, también va a misaaaa – ambos se rieron
francamente; esa risa tuvo un efecto mágico, fue suficiente para recupera el ánimo;
se quedaron en silencio por un rato hasta que La Rosa volvió a hablar
- Danny ¿No crees que todo esto que nos está pasando es casi un milagro?
- No lo sé, pero si no lo es está muy cerca de serlo, mira la cantidad de cosas
que nos han sucedido y aquí estamos
- Yo pienso
lo mismo, y además me ha dado la oportunidad de conocernos como personas, como hombres,
y me siento muy orgulloso de saber que somos amigos, amigos especiales porque en
situaciones especiales como esta es cuando se ven a los hombres en su real dimensión
y calidad - Gutiérrez lo miró intrigado, mientras La Rosa continuaba hablando -
en estos días me he dado cuenta de lo que vales, y vales mucho.
- Gracias Mañuco, he tratado de hacer las cosas lo mejor posible, nada más, pero
si bien las cosas en algún momento se pusieron difíciles tu apoyo constante me ha
ayudado mucho, lo cual te agradezco
- Lo que yo
quería decirte, Danny, es que me harías un gran honor si aceptaras ser padrino de
mi hijita cuando regresemos a Lima, a mi señora le encantará cuando le cuente las
que hemos pasado y todo lo que has hecho por el grupo
Gutiérrez guardó silencio
unos segundos mientras La Rosa, expectante, aguardaba su respuesta.
- Mañuco, efectivamente nos hemos conocido y estamos viviendo algo especial, el
honor será para mí, sé cuánto significa un primer hijo y me has hablado tanto y
con tanta ilusión de tu hijita que la quiero sin siquiera conocerla ¡Claro que quiero
ser el padrino! ¡Tremenda fiesta que vamos a hacer!
- ¿Y tú Danny, cuántos hijos tienes?
- Yo tengo
tres, dos hombres y una mujercita que es la segunda, esa es mi engreída, yo le digo
“mi negrita”, es una castañuela y siempre está alegre; ya la vas a conocer – Gutiérrez
comprendió que, sin querer, él también estaba cayendo en la trampa de la soledad
y la nostalgia y cortó la conversación, cerró los ojos y permaneció en silencio,
la incertidumbre lo hacía dudar ¿Estarían cerca del ansiado río? ¿Alcanzarían a
salir? ¿Mañuco y Chauchilla tendrían fuerzas suficientes? ¡Los tengo que sacar de
esto como sea! Ambos se quedaron encerrados en sus pensamientos
Jibaja ayudó
a Villalobos a acomodarse, lo recostó en un tronco cerca del capitán y el teniente
y se sentó a su lado en silencio, no había pasado ni medio minuto y ya Villalobos
dormía plácidamente; el suboficial se puso en cuclillas.
- Mi capitán, yo lo veo muy agotado a Chauchilla; apenas puede caminar, me parece
que los pies ya no le dan más, mire, ya se quedó dormido
- Jibaja, su situación se está volviendo crítica, por más que le damos vueltas no
encontramos alternativas; fíjate que no hemos escuchado a ningún “fierro” que nos
esté buscando, no tenemos cómo hacer señales para que nos vean, si acaso alguno
viene, la vegetación es muy cerrada y no nos verían así pasaran sobre nosotros,
o sea que no podemos quedarnos aquí ¿Sí o no? - no esperó respuesta y continuó -
tenemos que seguir avanzando y ojalá encontremos a alguien; estuve estudiando la
carta y si tenemos suerte podremos llegar a la carretera a Tamborapa, ahí detenemos
al primer carro que pase y aunque sea a punta de pistola nos llevan
- ¿Usted cree, mi capitán? - dijo Jibaja
- Sigamos
caminando, ten confianza, acompaña a Villalobos - se quedó en silencio un momento
esperando que Jibaja se alejara y prosiguió - la preocupación en este momento es
Chauchilla, yo no creo que aguante un día más y entonces ¿Qué haremos? No podemos
dejarlo, y no podemos llevarlo ¿Dividir el grupo? ¿Quién se queda con él? Si dividimos
el grupo el que acompañe a Villalobos no sabrá si logramos salir y viene el auxilio
en camino o qué ha sucedido.
- Creo que solo nos
queda tratar de seguir hasta donde podamos, y ahí veremos qué es lo que debemos
hacer, yo creo que ya estamos por salir, ojalá aguantemos, yo también me siento
ya muy cansado y lo de Chauchilla es una mala señal
- No, Mañuco, tú estás entero todavía, Villalobos está que no puede ya casi caminar
por el dolor de pies, es más viejo que nosotros y encima no quiere comer nada; creo
que lo único que lo mantiene en pie es su fuerza de voluntad.
- No Danny, no me siento muy bien, y hasta creo que estoy un poco afiebrado, esto
de estar todo el tiempo con la ropa mojado por la lluvia me ha fregado, la nariz
me destila como un caño y siento el pecho medio cerrado, debo estar mal de los bronquios,
al salir para esta comisión me bombardearon con antibióticos, tal vez demasiado.
- Tienes que aguantar Mañuco, estoy seguro que ya estamos
próximos a salir.
- Claro que voy a aguantar, no
te preocupes
Esperaron media hora más, con esfuerzo despertaron a Villalobos
y reemprendieron la marcha, esta vez a ritmo más lento para no separase mucho; en
las horas de día que les quedaba apenas si avanzaron, el terreno por el que caminaban
era bastante mejor, la quebrada era más ancha y ya no tenían que caminar por el
agua, como tantas veces lo habían hecho antes ¿Sería eso lo que había afectado los
pies de Villalobos? Desde que partieron no se habían descalzado una sola vez, las
botas estuvieron siempre húmedas, cuando no mojadas o llenas de agua.
- ¡¡ESCUCHEN!! - Jibaja se había detenido con una mano en la oreja tratando de escuchar
algo que nadie más había oído - parece como golpes, pero se detienen
Se detuvieron
tratando de oír algún sonido o ruido fuera de lo normal, pero por más que aguzaban
el oído no escucharon nada extraño, sin embargo Jibaja insistió hasta por dos veces
más con los mismos negativos resultados; decidieron dar voces de alarma por si fuera
cierto lo de los golpes que ellos no habían escuchado y gritaron varias veces a
coro, pero nunca recibieron respuesta.
Ese día caminaron hasta cuando la
luz lo permitió; Villalobos sacaba fuerzas de flaqueza y, aunque lentamente, continuaba
caminando, se detenía con frecuencia paro se negaba a rendirse… y a abandonar su
maleta.
“Me siento muy, muy cansado, ya no aguanto los pies, pero
¿Que deje mi maleta? ¡Que deje mi maleta, que deje mi maleta! ¡No la voy a dejar!
Estos creen que es por la ropa americana que traje ; claro que quería conservarla,
pero eso fue al comienzo, no entienden que en la situación en que nos encontramos
mi maleta “tiene” que estar conmigo, no se dan cuenta que dejarla sería rendirme,
y eso de ninguna manera, aunque sea arrastrándome yo voy a seguir... Si no como
es porque de sólo oler las sardinas me dan arcadas ¿No entienden que no puedo? ¡No
puedo! Y menos mantequilla sola ¿Por qué me da tanto sueño, estaré muy débil? El
Señor de los Milagros me va a ayudar, van a ver... ah, y no me creen que he visto
a alguien en el monte... yo he sentido que me miraban y cuando he volteado alguien
se escondió, no sé si es mujer o un hombre de pelo largo, tal vez son los indios
¡Tres veces! Y no me creen porque dicen que ellos no han visto nada ¿Y entonces
por qué gritan pidiendo ayuda si no hay nadie? No estoy viendo visiones ¡Ellos son
los que están mal!”
Copyright © 2018 - Todos los derechos reservados - Emilio Ruiz Figuerola