Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz
Por: Cadete de Cuarto Año FAP Juan J. Reyes G.
“Entre los cadetes siempre teníamos la misma discusión acerca
de los Instructores de T-37, que si tal era muy impaciente, o que el otro te volvía
loco a preguntas, que si aquel no hablaba en todo el turno si no era para darte
alguna recomendación o llamarte la atención, y así por el estilo; felizmente a mí
me tocó en suerte que me asignaran a las escuadrilla del teniente Daniel Gutiérrez
al que, no sé por qué, sus compañeros unas veces lo llamaban Danny y otras “Chaparro”
u otros apelativos relacionados con su corta estatura, pero más extraño aún era
su indicativo de vuelo: “Gusano”, aunque nunca supe el por qué; como todo instructor
era exigente con los parámetros y con la maniobra misma, pero su carácter jovial
te daba confianza y seguridad, siempre me llamaba JJ como lo hacían mis compañeros,
o por mi apellido, Reyes.
Hacía ya varios turnos que yo había hecho mi vuelo
“solo” y avanzado sin problemas en las diferentes fases de mi progresión, ese día
habíamos hecho un turno de formación y estábamos regresando a la base, yo en los
mandos como alero al lado derecho del guía y el teniente Gutiérrez supervisando
la maniobra; cuando llegamos al punto inicial sobre la base de Pisco el avión guía
inició un pronunciado giro a la izquierda preparándose para aterrizar y yo continué
en vuelo recto para distanciarme y tomar tierra a continuación del guía cuando sentí
y escuché un impacto sordo en el parabrisas, un chorro de aire entró violentamente
a la cabina que se llenó de polvo y trozos de papeles blanquecinos, sorprendido
mantuve el avión nivelado suponiendo que “Gusano” hiciera o me dijera algo pero,
al voltear a mirarlo, lo vi con la cabeza ligeramente gacha e inclinada a la izquierda,
no le podía ver los ojos porque ambos estábamos con el visor oscuro puesto, el overol
de vuelos estaba cubierto de plumas y sangre, los que yo había creído eran papeles,
y los brazos inertes sobre las piernas.
Alarmado, y algo asustado, lo sacudí
y llamé un par de veces mientras continuaba alejándome de la base, pero al no obtener
respuesta decidí retornar para aterrizar, el piloto de seguridad de vuelos que estaba
en la torre de control y que había seguido las maniobras a través de los prismáticos
me llamó por radio pidiendo información.
- Gusano
- el indicativo de mi instructor - una gaviota ha impactado en su fuselaje, informe
situación – La calmada voz del piloto de seguridad que estaba en la torre me dio
la tranquilidad que necesitaba en ese momento.
-
Torre, la gaviota ha impactado en el parabrisas, ha hecho un hueco y ha herido al
instructor, está inconsciente.
- Confirme si los
motores y sistema hidráulico funcionan normalmente - dijo la tranquilizadora voz.
- Afirmativo, todo está normal, no tengo ninguna luz
encendida - me sorprendió la calma con que la torre me respondía, pero también me
dio seguridad; si ellos no se alarman es porque la situación no es tan grave, pensé.
- Haga patrón circular y aproximación directa ¿Está
usted herido, cómo está el instructor?
- Yo estoy
ileso, pero el instructor está cubierto de sangre, no sé qué heridas tendrá pero
está desmayado – volteé a mirarlo nuevamente pero no daba señales de recuperarse
y tampoco pude distinguir de dónde le salía sangre.
- Continúe con el procedimiento indicado y manténgase en escucha - luego no hubo
más voces ni llamadas.
Hice una cuidadosa aproximación tendida, sin virajes
pronunciados, bajé los trenes y los flaps normalmente, en la cabecera del campo
vi el carro contra incendios y un poco más adelante la ambulancia, apenas crucé
la cabecera del campo vi que ambos vehículos arrancaban con las luces de emergencia
girando, una vez en tierra hice girar al avión en una de las intersecciones para
dejar libre la pista; aun no me había detenido cuando llegaron los dos vehículos
de rescate con las sirenas ululando, de la ambulancia bajaron rápidamente el médico
y dos camilleros, mientras se aproximaban levanté la cúpula y apagué los motores,
los bomberos desenrollaron las mangueras en un santiamén listos para soltar espuma
y agua pero no necesitaron usarlas.
Cuando vi que el médico llegaba al lado
del avión abrí la hebilla de las amarras de mi instructor, ayudé a desconectar las
conexiones de radio y oxígeno y ya el personal médico se hizo cargo del teniente,
que estaba medio inconsciente; la ambulancia partió rauda haciendo aullar la sirena.
Más tarde me enteraría que Gutiérrez no había sufrido herida alguna, que la sangre
era del pajarraco ese y que, gracias a que estaba con el visor puesto no había sufrido
heridas, el golpe lo había dejado inconsciente un rato y nada más; ese mismo día
en la tarde Danny fue a buscarme a la cuadra de cadetes para felicitarme y agradecerme
por la forma como me había manejado y por la ayuda prestada, yo extendí el brazo
pensando que me iba a dar la mano pero él ignoró el gesto y me abrazó; me sentí
muy orgulloso de haber ayudado al amigo, más que instructor”.
Chiclayo, 02 de Agosto de 1974
Estimado Phantom
Al no tener noticias tuyas ya casi había decidido no continuar
con esta vaina pensando que de repente ni recibías mis cartas, pero ya que te has
dignado contestarme continuaré con la historia; creo que estoy escribiendo más rápido
que al comienzo y los dedos me duelen menos y hasta casi podría decir que me alegro
de que sea domingo para terminar de contarte todo, como me he propuesto, ya que
estás en el otro extremo del mundo.
Dicho sea de paso ¡Qué extraño oficio
el tuyo! Jamás lo hubiera imaginado, con razón andas de un lado para otro y las
cartas te llegan tarde mal y nunca; y no es broma, el papá del “petiso” es bombero
voluntario, así que tú no eres el único que tiene un oficio extraño ¿Te casaste?
El “Chaparro” Gutiérrez dice que seguro no tienes hijos. Bueno, sigo.....
Siempre juntos con Daniel esperábamos ansiosos los cambios de colocación ¿Cuál
sería nuestro destino? La noticia nos cayó como regalo de los dioses, ambos habíamos
sido nombrados a partir de enero de 1970 al Grupo Aéreo 6, en Chiclayo, para volar
los nuevos aviones Mirage; era el sueño de todo piloto de caza y NOSOTROS estábamos
entre los escogidos, creímos tocar el cielo con las manos.
Daniel siempre hace
hincapié en que el año 1970 ha sido para él, y también para mí, un año especial;
ese año ocurrieron acontecimientos muy importantes en los ámbitos nacional, profesional
y familiar. Pero vayamos por partes, te voy a contar nuestra experiencia inicial
con el Mirage, con el enano Gutiérrez muchas veces conversamos al respecto y la
verdad es que el contacto con “el monstruo”, como él lo llama, fue inolvidable......
Nos presentamos a nuestro nuevo destino los primeros días de enero entusiasmados
con la brillante perspectiva de volar el nuevo “monstruo” y casi simultáneamente
llegaron los aviones para ser ensamblados en la base, la Unidad estaba todavía en
proceso de adecuación así que el trabajo en tierra se desarrollaba a un ritmo muy
intenso, las medidas de seguridad eran extremas y el ingreso a la zona de ensamblaje
restringido; desde la primera vez que los vimos nos enamoramos de esa joya de ingeniería
aeronáutica, de mayor tamaño que los aviones de caza que conocíamos nos impresionó
por su figura estilizada, de líneas suaves y fluidas, pintado en color camuflaje
obscuro, con alas en triángulo carecía de timón de profundidad y a través de la
enorme tobera se podían ver los anillos de la post combustión; era, a todas luces,
un enorme y poderoso motor al que le habían puesto alas, dedujimos que los parámetros
de velocidad serían muy altos, como lo confirmaríamos después.
La cabina
fue otra sorpresa, los instrumentos distribuidos armoniosamente por paneles, el
asiento de eyección angosto y poco espacio para los movimientos del piloto. Bastó
ese primer contacto visual y físico para sentirnos enamorados y entusiasmados con
ese relámpago de poder. Creo que hasta soñamos con él, no hablábamos de otra cosa.
Las innumerables tareas para la adecuación de las instalaciones hizo que la
instrucción en tierra se hiciera muy pesada, además de ser exigente se tuvo que
hacer de seis de la tarde a nueve de la noche, diariamente, y nada de “perequearse”
porque también teníamos clases las mañanas de los sábados, el programa fue rápidamente
bautizado con el mote de “Escuelita Nocturna” y duró tres meses, imagínate, no teníamos
tiempo para nada más.
La instrucción en el aire fue otro asunto notable;
empezamos con una charla individual previa al vuelo de demostración, exhaustivamente
detallada y luego el vuelo mismo que sirvió para dos cosas: demostrarnos que a pesar
de ser experimentados instructores, con miles de horas de vuelo y sin embargo éramos
unos aprendices que empezaríamos de cero y, en segundo lugar, que era un avión celoso
que requería la máxima concentración del piloto para operarlo con seguridad dado
que los sistemas se activaban simultánea o consecutivamente, aunándose a esto la
poca experiencia de los instructores…
Como todo lo que se hace por primera vez
el vuelo nos llevó de sorpresa en sorpresa, el soltar los frenos y conectar la post
combustión fue toda una experiencia, el avión salió lanzado con una fuerza insospechada,
como un violento “tacle” que me dejó pegado al asiento, antes de yo darme cuenta
estábamos alcanzado los 300 nudos, el instructor hizo elevar la nariz del avión
ascendiendo hasta alcanzar los 30,000 pies, momento en que inició la maniobra de
nivelación del avión invirtiéndolo para evitar que siga subiendo; eso fue solamente
el comienzo porque luego hicimos aceleración supersónica que empezó en Punta Chérrepe,
en Trujillo; al alcanzar mach 2, o sea dos veces la velocidad del sonido, empezamos
la maniobra de desaceleración ascendiendo hasta 45,000 pies para evitar exceder
esta velocidad terminando sobre Punta Bayoyar, en Piura. Qué buen recorrido ¿no?
Como ves, la cosa fue muy emocionante, no fue sencilla, ninguno de la promo
tuvo problemas con el “fierrito” y aquí nos tienes de “miracheros” volando con el
soplete en el c.....; pero eso fue solo una parte de los sucesos de 1970, otra cosa
muy importante para mí fue el terremoto y el nacimiento de mi primogénito, que te
lo contaré en otro momento porque mi mujer quiere que la lleve al cine.
Tu amigo
Walter “Langosta” Gottfried
Chiclayo, 13 de setiembre de 1974
Mr. Phantom
Ya sé que no te he escrito desde hace tiempo pero eso dio tiempo
a que me llegara tu carta, bien retrasada por cierto, yo ya estoy de regreso de
una comisión de vuelos en helicóptero que hice aprovechando mis vacaciones y creo
que el Chaparro Gutiérrez también va a ir en los próximos días.
Para empezar
te digo que no te hagas el vivo, no es que el nacimiento de mi hijo haya causado
un terremoto sino que mi señora estaba por dar a luz por esas fechas, nosotros esperábamos
que el parto se diera a mediados de mayo y ya estábamos 31 y ni noticias del muchacho;
ese día, después de almuerzo, estábamos haciendo sobremesa dominguera con otra pareja
cuando escuchamos un ruido largo y sostenido y al instante empezaron unas vibraciones
acompañadas de un movimiento que a mí me pareció ondulante, los vidrios de las ventanas,
que son grandes, sonaban que parecía que en cualquier momento se rompían; imagínate
el cuadro, estábamos en el octavo piso, mi mujer con una barriga como para desfile
y tener que bajar por las escaleras, por supuesto que fuimos los últimos en llegar
al primer piso y sin embargo cuando llegamos abajo el movimiento aún continuaba;
mi mujer se moría de miedo, y yo también pero tuvimos que aguantar.
Mi mujer,
que ya estaba fuera de cuenta, empezó a sentir dolores, contracciones y todo lo
demás, así que el médico nos alertó de lo que parecía un parto inminente, pero con
su agua de azahar y el ajetreo de lo que nosotros creíamos era sólo un temblor se
le pasaron los disfuerzos y no hubo parto; esa noche el tema de conversación fue
el temblor tan prolongado y los apuros de la panzona para bajar los ocho pisos,
no faltó un amiguito, cuyo nombre no voy a revelar aunque lo sospeches, que dijo
que yo había sido un mal esposo porque no la bajé cargada; esa noche todos nos fuimos
a dormir sin saber que lo que había sucedido era un terremoto terrible en el Callejón
de Huaylas, y es que las comunicaciones no funcionaron como debía ser.
Al
día siguiente, lunes primero de junio, estaba de servicio lo más campante cuando
se apareció un compañero de promoción procedente de Lima y recién en ese momento
nos enteramos, yo y toda la Unidad, de una parte de la terrible realidad, Chimbote,
Casma y, Huarmey habían quedado destruidas por el terremoto; angustiado porque mis
padres y hermanas vivían en Casma traté de comunicarme telefónicamente, pero me
fue imposible, mi mujer estaba fuera de cuenta pero contaba con apoyo médico y del
enano, así que sin vacilar recurrí a mi comando que me autorizó a ausentarme y que
me embarque en un helicóptero Alouette que se dirigía a Chimbote, lugar escogido
como base de operaciones para atender la emergencia ¿Sabes quién era el piloto?
Nada menos que Walter Balarezo, otro chato de la promo, que te paraba fregando ¿Te
acuerdas?
Walter me dejó en Chimbote y luego, en una camioneta que me recogió
en la carretera llegué a Casma, la verdad es que me quedé muy impresionado, toda
la gente caminaba como sonámbulos, cubiertos de polvo parecía que no sabían ni a
donde se dirigían, y yo creo que así era porque todas las casas se habían derrumbado
y los trazos de las calles habían desaparecido, desorientado trataba de ubicar puntos
de referencia para dirigirme a donde suponía estaba mi casa cuando alguien me pasó
la voz, era un antiguo con discípulo que me condujo hasta donde estuvo mi casa de
la cual solo quedaba un gran ruma de adobes y maderas; muy cerca, debajo de un enorme
árbol de mango, vi a un señor de sombrero, sentado sobre una piedra mirando ensimismado
la ruina de lo que hacía poco había sido su casa, nuestra casa, porque ese señor
era mi padre con quien nos estrechamos en silencioso abrazo ¿Qué se podía decir?
Solo lloramos.
Felizmente toda mi familia resultó ilesa porque siendo domingo
habían estado en el fundo de mi tío, ese fundo donde pasamos algunas vacaciones
con el Chaparro, ilesos pero carentes de todo, debajo del mango se habían reunido
veinte familias para apoyarse y defenderse unos a otros, dormían en el suelo, no
tenían luz eléctrica, los pocos alimentos que consiguieron los repartían en una
olla común, las réplicas nos mantenían en constante zozobra especialmente de noche,
en fin un caos total, pero por lo menos teníamos agua porque la casa tenía una cisterna
que fue nuestra salvación.
La comisaría había logrado restablecer comunicación
radial y a través de ella logré enviar varios mensajes a mi Unidad en Chiclayo informando
la situación y pidiendo información de mi esposa.
Chiclayo, 26 de setiembre de 1974
Phantom, la carta anterior no la envié porque no llegué a terminarla
a tiempo, quería contarte completa esta última parte pero salí de comisión de vuelos
en helicóptero por veinte días a la zona petrolera en mi periodo vacacional, y creo
que el chato va a hacer lo mismo el próximo mes.
Como te decía en la carta,
logré enviar algunos mensajes informando de mi situación y preguntando por mi esposa
pero no recibí ningún mensaje de respuesta, y ahí está la razón por la cual no quise
enviarte la carta sin contarte esta parte que considero importantísima, al menos
para mí, y te voy a decir porqué; al cuarto día de haber llegado, trabajando de
sol a sol con la gente, buscando alimentos y habilitando facilidades mínimas para
evitar enfermedades cuando llegó una camioneta que me pareció conocida, y más aún
cuando vi que ¿Quién era el chofer? ¡Danny, el Chaparro Gutiérrez! Bien uniformado
de faena, con sus anteojos ahumados de siempre, fornitura y pistola al cinto y un
policía a su lado, realmente no lo podía creer ¿Qué había pasado? Pues que mi Comando
recibió los mensajes, y me respondió que vería qué podía hacer, pero nunca llegaron
esos mensajes de respuesta; de inmediato le informó a mi señora, que seguía esperando
el parto, reunió a los oficiales y los puso al tanto ¿Cuál fue el resultado? Para
empezar, mi comandante de escuadrón, el “loco” Augusto Romero, puso su camioneta
particular a disposición del comando para intentar que nos lleven ayuda, los oficiales
y sus esposas recolectaron víveres secos de toda clase, pañales y ropa para niños
y adultos y muchas otras cosas útiles para esa situación, el Comando de la Unidad
dispuso también la entrega de una cantidad de dinero como préstamo a cuenta de mis
futuros haberes, lo que no estaba ni está permitido y, finalmente, el enano pidió
que lo dejaran acudir en mi ayuda. No sé por qué no me sorprendió que la ayuda que
tanto necesitábamos la llevara Danny, mejor dicho sí sé pero no necesito decírtela
¿No?
Te juro que me emocioné al ver a mi amigo llevándome personalmente
ayuda, invalorable en esas circunstancias, de todo corazón agradecí a Dios la ayuda
que nos estaban llevando, pero más le agradecía pertenecer a un grupo tan profundamente
humano y generoso, vivo en deuda eterna con ellos, con cada uno ¿Te imaginas que
en el caos en que ya se vivía en ese momento un oficial ponga a disposición su carro
particular, sin saber qué fin tendrá? ¿Entiendes ahora? El chato me informó que
mi primogénito no quería llegar todavía, pero que mi vecino de departamento y el
médico habían quedado comisionados y responsables del caso.
El viaje hasta
Trujillo fue casi normal, aunque a medida que se acercaban más a la zona del sismo
las cosas se iban poniendo difíciles pero logró llegar a Chimbote sin problemas,
allí la Policía le informó que se habían formado bandas de asaltantes que merodeaban
por distintos puntos de la carretera y le proporcionaron apoyo con un guardia que
circunstancial mente tenía el mismo destino, Casma.
El fundo de mi tío queda
a doce kilómetros de Casma y diariamente hacíamos una ida y vuelta para llevar víveres
frescos y agua y “como refuerzo de rancho” recogíamos algunos plumíferos “extraviados”
a los que nosotros reubicábamos en la olla común; esto duró sólo unos días, hasta
que se cumplió el plazo de mi permiso y volvimos a Chiclayo. Mi hijo Hans nació
por cesárea el diez de junio un poco “desnutrido”, con casi cinco kilos de peso
que fue la causa de la demora en nacer; Klaus, el segundo, nació el anteaño pasado
y el padrino fue.....el Chaparro.
Como te decía, acabo de regresar de una
comisión en la zona petrolera, las actividades aéreas de la FAP en apoyo a las compañías
petroleras se han incrementado tanto que ha sido necesario crear un nuevo Grupo
Aéreo exclusivamente de helicópteros, pero les faltan tripulantes, así que los pilotos
de caza estamos yendo en función de copilotos, previa instrucción por supuesto,
en los helicópteros MI-8 que son unos helicópteros rusos que dejó en el Perú la
Unión Soviética cuando vino a prestar apoyo por lo del terremoto del Callejón de
Huaylas, y creo que el enano va a ir el próximo mes que sale de vacaciones. Sigo
sin comprender cómo te has metido en ese oficio tan extraño ¿No te cansas de estar
de un lado para otro y lejos de tu familia? Con razón te has divorciado dos veces,
te fregaste.
Tu amigo,
Walter “Langosta” Gottfried
PD.- Déjate de estar cochineándome y malogrando mi apellido, no es “Goldfree” ni “Gold feather” ni “Godfather” o alguna otra idiotez que se te ocurra; además ya me cansé de buscar en el diccionario.
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