Cuando se busca el significado de cualquier mito, leyenda o
símbolo de valor oculto, es de absoluta necesidad que comprendamos que, como
cualquier otro objeto del mundo tridimensional, puede, o mejor dicho, debe ser
considerado desde todos los puntos de vista para obtener una comprensión plena y
completa de él, porque todo símbolo tiene cierto número de aspectos. Cada punto
de vista revela un aspecto diferente de los demás, y todos tienen el mismo
derecho a que se los tenga en cuenta.
Visto en toda su plenitud, este
símbolo maravilloso contiene la clave de la evolución pasada, constitución
presente y desarrollo futuro del hombre, junto con el método de realización.
Cuando se presenta con una sola rosa en el centro, simboliza el espíritu
irradiando de sí mismo los cuatro vehículos: los cuerpos denso, vital y de
deseos, más la mente; cuando el espíritu ha entrado en sus instrumentos y
convirtiéndose en espíritu humano interno. Pero hubo un tiempo en el que no se
había alcanzado aún ese estado, cuando el triple espíritu estaba fuera de sus
vehículos y no podía aun entrar en ellos. Entonces la cruz se erguía sola, sin
la rosa, simbolizando las condiciones que prevalecieron en el primer tercio de
la Atlántida. Todavía hubo un tiempo en el que el madero superior de la cruz
faltaba, y la constitución del hombre se representaba por la Tau (T); eso era en
tiempos de Lemuria, cuando el hombre solo tenía los cuerpos denso, vital y de
deseos, faltando la mente. Entonces la naturaleza animal era la que predominaba.
El hombre gratificaba sus deseos, sin reserva. Anteriormente aún, en la Época
Hiperbórea, el hombre solo poseía los cuerpos denso y vital, faltando el de
deseos. Entonces el hombre naciente era análogo a las plantas: casto y sin
deseos. En ese tiempo su constitución no podía representarse por una cruz, y por
lo tanto se le simbolizaba por una columna (I).
Este símbolo ha sido
considerado fálico, emblema de libertinaje del pueblo que lo adoraba.
Ciertamente, es un símbolo de la generación, pero la generación no es, en manera
alguna, sinónima de degradación - lejos de ello - ; la columna o pilar es el
madero inferior de la cruz, símbolo del hombre naciente cuando era análogo a las
plantas. La planta es inconsciente de toda pasión, pura, tan casta, que
apropiadamente comprendido, es un modelo para la decaída y apasionada humanidad,
la que debía adorarla como cuando se les dio a las razas primitivas con ese
objeto. El Falo y el Yona, empleados en los Templos de Misterios de Grecia, los
dieron los Hierofantes con ese espíritu, y sobre el templo se colocaban las
enigmáticas palabras "Hombre, conócete a ti mismo", las que si se comprenden,
son sinónimas de la Rosa Cruz, porque muestran las razones de la caída del
hombre en el deseo, en la pasión y en el pecado, y da la clave de su liberación,
de la misma manera que las rosas que están sobre la cruz indican el sendero de
su liberación.
La planta es inocente, pero no virtuosa; no tiene ni
deseos ni elección. El hombre tiene ambas cosas. Puede seguir sus deseos o no,
como quiera, para que aprenda a ser señor de sí mismo.
Mientras fue como
las plantas, un hermafrodita, podía generar por sí mismo, sin ayuda de otro,
pero aunque era tan inocente y tan casto como las plantas, también era como
ellas, inconsciente e inerte. Para que pudiera avanzar, necesitaba que los
deseos lo arrastrasen, y que una mente lo guiara, y por consiguiente se retuvo
la mitad de sus fuerzas creadoras con el propósito de construir un cerebro y una
laringe. Tenía en aquel entonces una forma redonda, semejante a la de un
embrión, y la laringe actual era una parte del órgano creador que se adhirió a
la cabeza cuando el cuerpo tomó la línea recta. La relación entre las dos, se ve
hoy en día en el hecho de que el hombre que expresa el polo positivo de la
fuerza generadora, cambia su voz al llegar a la pubertad. Que la misma fuerza
que construye otro cuerpo cuando se envía afuera es la que construye el cerebro
cuando se retiene, es muy claro cuando consideramos que el erotismo conduce a la
locura, mientras que el pensador profundo se siente muy poco inclinado a las
prácticas amorosas. Él emplea todas sus fuerzas generadoras en crear
pensamientos, en vez de malgastarlas en gratificar sus sentidos.
Cuando
el hombre comenzó a retener la mitad de su fuerza creadora con el objeto arriba
mencionado, su conciencia se dirigió hacia adentro para construir los órganos.
Era capaz de ver esos órganos y empleaba la misma fuerza creadora entonces, bajo
la dirección de las Jerarquías Creadoras, en planear y ejecutar los diseños de
los órganos, que la que actualmente emplea para construir aeroplanos, casas,
automóviles, teléfonos, etc. Pero entonces estaba inconsciente de cómo la mitad
de dicha fuerza salía al exterior para generar otro cuerpo.
La generación
se efectuaba bajo la dirección de los Angeles. en ciertas épocas del año éstos
agrupaban a los hombres en grandes templos, donde se realizaba el acto creador.
Pero el hombre era inconsciente de ello. Sus ojos no se habían abierto todavía,
y aun cuando le era necesaria la colaboración de un ser que tuviera el otro polo
o mitad de fuerza creadora necesaria para engendrar, al principio no conoció a
su esposa. En la vida ordinaria el hombre estaba encerrado dentro de sí mismo,
por lo menos en lo que al Mundo Físico concernía, pero esto comenzó a cambiar
cuando se le puso en tan íntimo contacto con otro, como en el caso del acto
generador. Entonces, por el momento, el espíritu desgarraba el velo de la carne
y Adán conoció a su esposa. Había cesado de conocerse a sí mismo. Así que su
consciencia fue concentrándose cada vez más en el mundo externo y perdiendo
correspondientemente su percepción interna. Esta no puede readquirirse
nuevamente hasta que haya pasado el estado en el que necesita otro ser para
engendrar y haya llegado al punto en el que pueda utilizar de nuevo toda su
fuerza creadora a voluntad. Entonces tornará a conocerse a sí mismo como cuando
atravesaba el estado análogo al vegetal, pero con esta importantísima
diferencia: que entonces usará su facultad creadora conscientemente, y no se
verá restringido a emplearla únicamente en la generación o procreación de su
propia especie, sino para crear lo que quiera. Tampoco empleará sus actuales
órganos de generación, sino la laringe que hablará la palabra creadora dirigida
por el espíritu, por medio del mecanismo coordinador del cerebro. Así que los
dos órganos formados por la fuerza creadora serán a su debido tiempo los medios
por los cuales el hombre se convertirá en un creador independiente y consciente
de sí mismo.
Aun en el actual grado de desarrollo, el hombre modela la
materia por su voz y por su pensamiento a la vez, como se vio en los
experimentos científicos en los que los pensamientos crearon imágenes en placas
fotográficas y en los que la voz humana creó figuras fotográficas en la arena,
etc. En proporción directa a lo desinteresado que sea, el hombre podrá dar
salida a la fuerza creadora que contiene. Esto le dará más poder mental y le
permitirá utilizarlo para el mejoramiento de los demás, en vez de degradarlos y
sujetarlos a su voluntad. Aprenderá entonces a dominarse a sí mismo y cesará en
su intento de dominar a los demás salvo cuando lo haga para su bien, pero jamás
con fines interesados o egoístas. Unicamente el que se ha dominado a sí mismo
está calificado para dominar a los demás y para juzgar competentemente cuándo
debe hacerse así y qué es lo mejor para ellos.
Vemos, pues, que , a su
debido tiempo, el actual modo apasionado de generación será seguido por un
método más puro y eficiente que el presente, y esto está también simbolizado en
la Rosa Cruz cuando la rosa se coloca en el centro entre los cuatro brazos. El
madero más largo, representa al cuerpo; los dos horizontales, a los dos brazos,
y el madero corto, superior, a la cabeza. La rosa está colocada en el lugar de
la laringe.
La rosa, como cualquier otra flor, es el órgano generador de
la planta. Su verde tallito lleva la sangre vegetal incolora y sin pasión. La
rosa rojo- sangre muestra la pasión que llena la sangre de la raza humana, pero
en la rosa el fluido vital no es sensual, es casto y puro. Así que es un
excelente símbolo de los órganos generadores en estado purísimo y santo, estado
que el hombre alcanzará cuando haya limpiado y purificado su sangre de todo
deseo, cuando se haya hecho casto, puro, análogo a Cristo.
Por lo tanto,
los Rosacruces esperan ardientemente el día en el que las rosas florezcan sobre
la cruz de la humanidad, y los Hermanos Mayores saludan al alma anhelante con
las palabras de la Bienvenida Rosacruz: "Que las Rosas florezcan sobre vuestra
Cruz". Por consiguiente, este saludo se emplea en las reuniones de las
Fraternidades locales por el lector, quien lo dirige a la asamblea de
estudiantes, probacionistas y discípulos, quienes responden al saludo diciendo:
"Y sobre la vuestra también".
San Juan habla de su purificación (1a
epíst., III,9), y dice que aquel que nace de Dios no puede pecar, porque guarda
dentro de él su semilla. Es una necesidad absoluta para progresar que el
aspirante sea casto. Debe tenerse muy presente que la castidad absoluta no se le
exige al hombre hasta que a alcanzado la preparación necesaria para las grandes
iniciaciones, y que es un deber que tenemos para con el todo el perpetuar la
raza. Si somos capaces mental, moral, física y financieramente, podemos ejecutar
el acto de la generación como un santo sacrificio ofrecido en el altar de la
humanidad, pero no para gratificar el placer sensual. Y tampoco debe realizarse
austeramente, en una repulsiva disposición mental, sino gustosamente, dándonos a
nosotros mismos y haciendo uso del privilegio de suministrar a algún amigo, que
esté deseando renacer, un cuerpo apropiado para su desarrollo. De esta manera
también lo ayudaremos a que florezcan las rosas sobre su cruz.