Una carta recibida en la Sede Soberana de la Orden Rosacruz en
la que una persona ajena a nuestra institución nos solicitaba información sobre
Cagliostro, del cual había oído decir que había sido Rosacruz, y que su figura histórica
le había impresionado mucho, nos lleva a preparar este escrito para que se tenga
una visión más completa de Cagliostro, quien fue Gran Maestro de la Orden Rosacruz
en el siglo XVIII, y tuvo una importancia capital en el desarrollo posterior de
nuestra Hermandad.
En varias ocasiones, a lo largo de los estudios regulares
de la Orden Rosacruz, se hace mención a que Cagliostro no solamente fue impulsor
de un rito particular, conocido como el Rito Egipcio, sino que también fue un gran
impulsor y renovador de la Orden Rosacruz.
A él se debe, en gran parte, el
desarrollo iniciático de la Orden Rosacruz actualmente, y a la disposición particular
de los Templos en nuestras Logias.
Él fue el que instituyó el uso del altar
triangular, la Shekinah, en el centro de los Templos Rosacruces, tomando como modelo
el del altar que el Conde de Saint Germain describe en su obra La Santísima Trinosofía.
Si bien el Conde de Saint Germain tenía un conocimiento muy preciso de la sabiduría
y del simbolismo Rosacruz, que plasmó en la codificación de los Grados de las diferentes
Cámaras de Instrucción, por medio de ciertas láminas simbólicas, que después fueron
enriquecidas por otros adeptos, Cagliostro era eminentemente operativo, por lo que
gran parte de lo enseñado por Saint Germain, que él también conocía por motivo de
su alto estado de Iniciado Rosacruz, lo puso en práctica para que la técnica Rosacruz
fuese más eficaz y adaptada a los tiempos que corrían.
Así mismo, Cagliostro
fue quien instituyó el uso de los Oficiales Ritualístico que conocemos como las
Palomas, y los Pupilos, ahora conocidos como Heraldos, que son niños hijos de padres
Rosacruces, y que representan a la conciencia pura de los Rosacruces en el Templo.
Pero ahora, más que de la historia y de las innovaciones de Cagliostro, tema
que es estudiado en uno de los Grados de la Orden Rosacruz, nos ocuparemos de su
misión como Alto Iniciado, así como de su personalidad que, desgraciadamente, no
solo no ha sido bien comprendida por los profanos, sino que ha sido vituperada sistemáticamente
por mentes intolerantes y por instituciones sectarias interesadas en mantener sus
privilegios, supuestamente espirituales, pero que están más directamente relacionados
con el poder temporal.
Cagliostro, el Gran Maestro Cagliostro, nada tiene
que ver con el personaje que describe Alejandro Dumas en su obra, Vida de Giuseppe
Balsamo, ni con el personaje inventado por la Inquisición para desprestigiar al
Gran Maestro Rosacruz. Muchas personas que le había conocido y que incluso, en algunos
momentos, fueron sus discípulos, cuando llegó el momento terrible del calvario del
Maestro en manos de la Inquisición, dijeron, lo mismo que a Jesús le dijo la muchedumbre:
"Donde están tus poderes, por qué no los utilizas para liberarte y para evitar tus
sufrimientos" sin comprender que Cagliostro conocía la ley oculta y que se entregaba
por completo a ella.
Se supone que Cagliostro fue hijo del Gran Maestre de
la Orden de Malta, llamado Melo, y se sabe que su maestro fue el Rosacruz Althotas,
el cual le inició y le introdujo en los Grandes Misterios, sirviéndole como introductor
en la Iniciación Psíquica que Cagliostro tuvo en la Gran Pirámide de Egipto, en
la que recibió su Iluminación.
Cagliostro viajó extensamente por toda Europa
y por Oriente y por donde pasó siempre fue reconocido por su gran generosidad y
elevado espíritu.
Cuando le preguntaron por qué derramaba tantas bendiciones
sobre los seres humanos, a los que amaba por encima de todo, desprendiéndose de
su conocimiento y riquezas en favor de ellos, curando a los enfermos, y asistiendo
a los necesitados, Cagliostro respondió: "Siempre se debe avanzar, siempre se debe
sembrar y dejar a los demás que recojan la cosecha".
Cagliostro, como Alto
Iniciado que era, se consideraba un hermano con todos independientemente de que
fuesen ricos o pobres, ilustrados o ignorantes, árabes o franceses porque según
declaró: "No soy de ninguna época y de ningún lugar, y más allá del espacio y del
tiempo, mi ser espiritual vive su eterna existencia. Si me sumerjo en mi pensamiento
remontándome en el curso de las edades, si extiendo mi espíritu hacia un modo de
existencia alejado de aquel que percibís, me convierto en aquel que deseo ser. Participando
conscientemente del Ser Absoluto arreglo mi acción según el medio que me rodea.
Mi nombre es aquel de mi función, pues soy libre; mi país, aquel donde fijo momentáneamente
mis pasos. Poned fecha de ayer si lo deseáis, rehusando acordaros de años vividos
por ancestros que os fueron extraños, o del mañana, por orgullo ilusorio de una
grandeza que jamás será vuestra, yo soy aquel que Es".
Su generosidad era
tal que fue capaz de, noche tras noche, en la época en que estuvo encarcelado en
Francia por el asunto del collar de diamantes, al cual haremos referencia más tarde,
salía de su celda y por un pasadizo secreto acudía a la llamada de aquellos que
le necesitaban y a los cuales ayudaba y curaba ya que, por ser de condición humilde,
nadie socorría. Cagliostro era un emisario de la Gran Hermandad Blanca y debía cumplir
una misión de transformación en el seno de la sociedad de su época. Él fue quien,
dentro de las sociedades iniciáticas de su época, movió los hilos para que si el
proceso de transformación no se producía naturalmente, lo hiciese de una manera
enérgica.
Desgraciadamente aquellos que se encontraban en disposición, y
que tenían el poder necesario, para permitir la transformación de la sociedad, es
decir: los nobles y el clero, no se resignaron a perder sus privilegios compartiéndolos
con el pueblo y ello dio lugar a la Revolución Francesa.
Cagliostro fue un
Iniciado de primera magnitud y todas las Ordenes Iniciáticas de su época, así lo
reconocieron dispensándole honores solo reservados a los más elevados. Fue iniciado
en el Rito de Swedenborg, fue amigo de Martinez de Pasqually quien le introdujo
en su Orden de los Caballeros Elegido Cohen, donde le dispensó el Grado más Alto,
el Grado secreto de los Reau Croix. Colaboró con Willermotz, y con Louis Claude
de Saint Martin, fue Gran Maestro del Rito Escocés, y Gran Maestro del Rito de los
Filaletas, así como codificador y Gran Copto del Rito Egipcio.
Conoció y
colaboró con el Conde de Saint Germain, que estaba encargado de preparar la transformación
pacífica y natural de la sociedad y, al fracasar este, puso en marcha la fase operativa
que habría de conducir al gran estremecimiento social que constituyó la Revolución
Francesa.
Incluso se asegura que fue iniciador de un joven teniente, de origen
corso, llamado Napoleón, que llegó a ser el emperador de Francia y agente activo
de la exportación de las nuevas ideas por toda Europa y por todo el mundo occidental.
Su gran conocimiento, cultura, refinamiento, y encanto, le llevó a frecuentar
los salones más distinguidos de Francia donde, al principio de su misión, despertó
la envidia de algunos nobles quienes trataron de burlarse de él por medio de una
farsa. Se cuenta que cuando estaba curando ante un auditorio de gente ilustre, se
presentaron tres mendigos que le pidieron que les curara de la sordera, de la ceguera,
y de un mal en la piel; Cagliostro accedió a ello y les dijo que podían salir de
allí que estaban curados. Ante el estupor y la risa general, los supuestos mendigos
se despojaron de sus harapos apareciendo ante todos como lo que eran, unos nobles,
jóvenes ociosos, que querían "desenmascarar" a quien, para ellos, era un impostor.
Ante aquella burla Cagliostro declaró con voz solemne: "Recordad que lo que
no habéis permitido que os diera, os lo puedo retirar", después de ello los jóvenes
empezaron a gritar porque uno de ellos se había quedado sordo, el otro ciego, y
el otro se retorcía de los picores en su piel. Cagliostro, siempre generoso, les
perdonó y los jóvenes volvieron a la normalidad huyendo despavoridos. Desde entonces
nadie se tomó a broma los poderes curativos de Cagliostro.
Su amistad con
el Cardenal de Rouhan, quien había sido estafado haciéndosele creer que debía comprar
un collar de diamantes para la reina María Antonieta de Francia, fue motivo para
que se le involucrara en el llamado "asunto del collar" que constituyó un escándalo
en aquella época y que, de alguna manera, precipito los acontecimientos que desembocaron
en la Revolución Francesa. Cagliostro fue encarcelado y, aunque tuvo todas las oportunidades
para escapar, permaneció en prisión en espera de juicio sabiendo que la justicia
resplandecería al final, y convencido de que su misión entre los hombres aún no
había terminado.
Se relatan muchos hechos curiosos del juicio a Cagliostro
como que las actas de acusación se borraban a la vista de los acusadores que las
leían y, en su magistral alocución de defensa, Cagliostro declaró, basándose en
el ritual de Iniciación del Primer Grado de la Orden Rosacruz: " Como el viento
del Sur, como la brillante luz del Mediodía que caracteriza el pleno conocimiento
de las cosas y la comunión activa con Dios, voy hacia el Norte, hacia la bruma y
el frío, abandonando, por todas partes a mi paso una parcela de mí mismo, abandonándome,
disminuyéndome en cada estación, más dejándoos un poco más de claridad, un poco
más de calor, un poco más de fuerza, hasta que sea parado y fijado definitivamente
el fin de mi carrera, en la hora en que la Rosa florezca sobre la Cruz. Yo soy Cagliostro".
Nunca se le perdonó que fuese un impulsor de la Luz, y le atacaron por su lado
más débil que era el amor que tenía por su esposa, Lorenza Feliciani, quien, a pesar
de su bondad, encanto, e ingenuidad, fue convencida por los miembros de la Inquisición
haciéndole creer que su esposo era un representante del diablo, lo que le hizo flaquear
sirviendo, de esta manera, a los sucios propósitos del Santo Oficio que despacharon
correos por toda Europa con historias fantásticas, inventándose la figura de Giuseppe
Balsamo, para desacreditar al Maestro.
Incomprensiblemente ante los ojos
de los profanos, pero de acuerdo con una afirmación que había hecho anteriormente
y que decía: "Un amor que me atraía hacia toda criatura de forma impulsiva, una
irresistible ambición, un sentimiento profundo de mis derechos sobre los seres del
cielo y de la tierra, me impulsaba y me arrojaba hacia la vida", Cagliostro viajó
a Roma poniéndose así al alcance del brazo de la Inquisición.
Fundó un Logia
en Roma, a la cual pertenecieron personas muy selectas; pero un traidor, un capuchino
llamado Francesco de San Maurizio, quien era un espía y un agente del Santo oficio,
le delató y proporcionó las pruebas, verdaderas o falsas, que permitieron su arresto
y encarcelamiento.
Cagliostro sabía lo que le iba a acontecer, de hecho,
el mismo se había metido en las fauces del lobo de manera deliberada, él sabía que
el inmenso privilegio que le había sido concedido de servir a la Humanidad habría
de pagarlo a un precio altísimo. La ley oculta establece que cuando una persona
revela a los demás las cosas más sagradas y las leyes más elevadas del Universo,
se hace responsable del uso que de ellas hagan sus alumnos y, para comprender con
propiedad todo lo que él había enseñado, sin que fuese utilizado inadecuadamente,
habría que tener la talla espiritual y la comprensión que poseía Cagliostro, alturas
a las cuales no llegaban ninguno de sus alumnos.
Fue encarcelado y torturado
en el Castillo de Santangelo, y llevado a juicio donde fue acusado, entre otras
cosas por medio de una declaración arrancada bajo tortura a su esposa, de que adoraba
al diablo y que blasfemaba del nombre del Señor.
Fue obligado, lo mismo que
en la antigüedad lo habían sido el conde Raimundo VI de Tolosa, y el Gran Maestre
de la Orden de los Templarios, Jacques de Molay, a presentarse con ropas de penitente
ante la iglesia de Santa María, y adjurar de todos sus errores. Pero a pesar de
su sufrimiento, de sus penitencias, de la tortura a la que fue sometido, Cagliostro
no fue perdonado y se le encerró en la fortaleza de San Leo donde prácticamente
fue enterrado en vida.
La Revolución Francesa ya había estallado y las tropas
francesas que extendían por Europa los ideales de libertad, igualdad, fraternidad,
se encontraban ya en Francia por lo que para evitar que Cagliostro fuese liberado,
fue estrangulado en su celda el día 28 de agosto de 1.795.
Una leyenda dice
que Cagliostro no murió, sino que el cadáver encontrado en su celda era el de un
monje que iba a reconfortarle espiritualmente. Sea como sea, lo importante fue la
obra que realizó y que perdurará a través de los siglos.
Quienes quisieron
borrar su memoria ya están olvidados, pero él, Cagliostro, permanecerá en el recuerdo
de muchísimas generaciones.
Que la Paz Profunda more siempre en sus corazones.