Jean-Baptiste Willermoz, nació en Lyon, Francia, el 10 de julio
de 1730.
Fue un iniciado de alta envergadura, principalmente identificado
con la Francmasonería. Tanto es así, que resulta innegable que ha sido una de las
personalidades más eminentes y considerables en la historia de la Masonería. Pero
su acción también alcanza en gran medida a la historia y formación de la actual
Orden y movimiento Martinista.
Proveniente de una antigua familia burguesa
de Saint-Claude, cerca de París (cuyo patronímico se ortografiaba Vuillermoz), y
que, según documentos aportados por la propia familia, eran de origen español, su
padre se instaló en Lyon como comerciante mercero. Jean-Baptiste, el mayor entre
doce hermanos de ambos sexos, fue muy pronto proyectado a la vida activa. A la edad
de catorce años, entraba como aprendiz al servicio de un comerciante de sederías,
y a los veinticuatro años montaba su propia empresa de manufactura. Desempeñándose
en este rubro para ganarse la vida.
Pero, lo que nos interesa es su vida
iniciática, la cual esbozamos muy someramente en las siguientes líneas. Si bien
es cierto dedicó su vida principalmente a desarrollar sistemas masónicos, también
desarrolla una importante relación con los comienzos del Martinismo, por esa razón
lo consideramos.
La Orden conocida como Los Caballeros Bienhechores de la
Ciudad Santa, es en donde él principalmente se desarrolló iniciáticamente. Una Orden
de clara ascendencia masónica a la cual el mismo dictó las reglas por las cuales
actuaba. Pero su vida iniciática comenzó muy temprano a la edad de veinte años,
cuando se inició en una Logia desconocida, y al cabo de dos años ya era elegido
Venerable Maestro. Posteriormente contribuyó a formar la Logia de los Maestros Regulares
de Lyon, reconocida luego por la Gran Logia de Francia. Demostró al interior del
trabajo iniciático en Logia su predilección por los Ritos Masónicos de la Estricta
Observancia.
Su camino iniciático se ve conectado con la futura Orden Martinista,
cuando en 1767, es llamado y admitido a formar parte de la Orden de los Caballeros
Masones Elegidos Cohens del Universo, por el mismo fundador de esta adelantada escuela,
Martines de Pasqualli. Aquí Willermoz dice haber encontrado la verdadera Masonería,
y permanecerá fiel a su maestro Martines, a su doctrina y su Orden.
Es aquí
donde establece contacto con Louis-Claude de Saint-Martin, quien oficializaba como
secretario personal de Martines de Pasqualli. Es particularmente interesante la
correspondencia establecida entre Saint-Martin y Willermoz en orden a la práctica
de los rituales Cohens.
Si bien es cierto Willermoz estuvo abocado a una
empresa de reforma de la Masonería, tratando de encontrar o desenterrar lo verdaderamente
esencial y espiritual en ella, nunca dejó de practicar el sistema de la Orden de
los Elegidos Cohens, y dada la reverencia que sentía por su maestro Martines de
Pasqualli, no modificó nada de este.
Con respecto a la reforma masónica,
Willermoz establece el sistema llamado Régimen Escocés Rectificado, el cual es un
intento de volver a la Masonería primitiva, verdadera y espiritual, teniendo una
Orden Interna de tipo caballeresca, la ya mencionada Orden de los Caballeros Bienhechores
de la Ciudad Santa.
No es nuestra intención describir el detalle de estos
sistemas masónicos, que por lo demás siguen funcionando hoy en día. Sin embargo,
es interesante destacar que Saint-Martin habría participado en lecciones y preparación
de instrucción al comienzo de este sistema, a petición de su condiscípulo Willermoz.
En su sistema de masonería rectificada, Willermoz mantuvo los principios aprendidos
de su maestro Martines referente a la reintegración del ser humano, similar a como
lo hizo Saint-Martin en sus enseñanzas, a los que unió luces de origen jesuita,
ya que toda su vida también estuvo estrechamente ligado a la gnosis cristiana católica.
Willermoz asume que la enseñanza aprendida por Martines de Pasqualli es de un
orden tan elevado como antiguo, que se pierde en los confines del tiempo. Lo interesante
es que esta doctrina en Saint-Martin y en Willermoz toma dos caminos hermanos, pero
distintos: en el primero surge lo que luego será llamado Martinismo y en el segundo
la vía de la verdadera Masonería espiritual reconquistada.
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