En el siglo XVIII, existía además una "clase secreta", la de la
Profesión.
Los Caballeros que la componían se dividían en dos categorías:
Los Profesos y los Grandes Profesos, reunidos en un
Colegio Metropolitano.
Estos, aunque comprometidos de manera total con la Orden, no ejercían, en tanto
que componentes de esa "clase secreta", función de responsabilidad o dirección administrativa
alguna, ya que estas últimas eran competencia únicamente de la Orden Interior.
Los Profesos y Grandes Profesos se dedicaban, mediante el estudio y la meditación,
a profundizar en la doctrina expuesta en los textos ("instrucciones secretas") conservados
por el Colegio metropolitano.
Su compromiso para con la Orden era el vivificar
la misma, tanto por sus conocimientos como por su ejemplo de vida.
Esta clase
al parecer ha desaparecido, o si acaso existe, prosigue, como por otro lado lo hacía
en su origen, con una existencia muy discreta.
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