Por el Prof. DR. H. Seedorf - Adaptado y publicado por La L.·. Unión Nº 9 - Madrid 1932
P. Oigo que es usted masón. Se hablan sobre ellos
cosas tan diversas que me agradaría tener informes fidedignos; pero usted, seguramente,
no estará autorizado para darme las aclaraciones necesarias.
R.
Al contrario, pregúnteme.
P. Me sorprende. Tenía entendido
que los masones estaban obligados a la más severa discreción.
R.
Eso se refiere únicamente a las formalidades de ritual, que se observan en nuestras
reuniones, y a los asuntos de índole interna de la Asociación
P.
Entonces le ruego me responda a algunas preguntas. ¿Qué fines persigue la masonería?.
R. Trabajamos por el ennoblecimiento de la Humanidad y queremos
contribuir a que la verdadera moral se extienda cada vez más por el mundo.
P. Dice usted que la Asociación "trabaja". ¿Qué clase
de trabajo es éste?.
R. En primer lugar se trata del estímulo
continuo para el propio ennoblecimiento, mediante el propio examen de conciencia;
después influenciando en este sentido a los demás, sean o no miembros de la masonería,
y por último fomentando cualquier obra o ideal, moral y bien intencionada, tanto
en el terreno práctico como en el teórico.
P. Según el criterio
masónico, ¿Dónde se encuentra los fundamentos de la verdadera moral?.
R. En nuestra propia conciencia, donde una voz nos aconseja y previene,
y en los fundamentos éticos de la cultura de la Humanidad, que tienen expresión
perfecta en la moral de Cristo.
P. ¿Entonces forman ustedes
una Asociación cristiana?.
R. Ciertamente, pero solo en lo que
se refiere a la ética.
P. Frente a los fundamentos del cristianismo,
¿Qué posición sostienen ustedes?.
R. Las premisas de la Orden
son la fe en Dios y en la inmortalidad del alma. La forma de desarrollar estos conceptos,
así como la idea con que se los representen en la imaginación, queda al arbitrio
de cada miembro de la Orden. Dios es, desde luego, para nosotros el portador o representante
del orden moral del mundo.
P. Estas ideas no son exclusivas
del cristianismo, y, sin embargo, he oído que sólo admiten ustedes cristianos.
R. Esto sólo se refiere a determinadas logias. Las demás tienen
abiertas sus puertas igualmente para los que no profesan la fe cristiana.
P. Si sostienen ustedes este criterio fundamental. ¿Cuál es
la causa de que en determinadas logias sólo se admitan cristianos?.
R.
Porque creen en la necesidad de ser cristianos para desarrollar nuestras ideas morales,
que tienen sus raíces en el cristianismo.
P. ¿Sus raíces
en el cristianismo? ¿Es ésta la opinión de sustentan también las demás logias?.
R. Ciertamente. Sin el cristianismo no hubiera podido producirse
la masonería, que después de larga prehistoria, se organiza en la forma actual en
siglo XVII en Inglaterra.
P. No obstante, los católicos
les consideran como enemigos.
R. Eso es injusto. Somos, por
el contrario, amigos de la verdadera religiosidad.
P. Entonces,
¿Por qué afirman los católicos lo contrario?.
R. La Iglesia
católica teme que nuestra Asociación, fundada en el verdadero espíritu de tolerancia,
quebrante su influencia.
P. Acaso en la Suprema Dirección
de su Orden haya otros propósitos secretos y mal intencionados.
R.
Esta suprema Dirección no existe. No hay más que asociaciones de logias dentro de
cada Estado. Relaciones internacionales sólo se establecen entre las asociaciones
de logias de cada país a manera de las relaciones diplomáticas mantenidas entre
potencias políticas iguales, y para regular Asambleas o Congresos.
P. ¿No aspiran ustedes también a la fraternidad universal en el
sentido político?.
R. Somos patriotas fieles y consideramos
que, aun en interés de la Humanidad misma, no es deseable la desaparición total
de las diferencias nacionales; quisiéramos, no obstante contribuir a suavizar las
diferencias políticas. La política por sí sola no nos interesa.
P.
No obstante, se oye que en Francia y España las logias se ocupan de política.
R. Esto está expresamente prohibido desde los más antiguos reglamentos
masónicos.
P. ¿Es para ustedes esencial el patriotismo?.
R. Naturalmente. Gentes sin patria no tienen cabida en nuestros
talleres.
P. ¿Qué otras cualidades consideran ustedes necesarias
para la admisión?.
R. Quien pretenda ingresar ha de ser hombre
honrado y de buenas costumbres, debe reunir la cultura y preparación espiritual
necesaria, para saber desarrollar las sugestiones que reciba en las logias, y disponer
de algunos medios económico, pues su pertenencia a la masonería representa algún
sacrificio pecuniario (de 60 a 200 pesetas anuales aproximadamente).
P. ¿ Entonces no es la masonería una Asociación humana – esta expresión
la he oído – en el sentido de poder abarcar todo el mundo?.
R.
En este sentido, desde luego no. Queremos ser apóstoles del humanismo, y extender
las enseñanzas que recibimos en nuestras logias para que el mundo se sature de nuestras
ideas.
P. Estas ideas, según veo, son ya bien conocidas
por todos, Las iglesias y otras asociaciones las mantienen como normas esenciales.
Para esto solo me parece que la masonería no sería muy necesaria.
R.
En parte tiene usted razón, aunque nuestras enseñanzas tienen algo característico
que no llega a expresarse siempre en las iglesias y otras asociaciones. Por ejemplo,
el criterio de que el hombre no es malo en el fondo de su ser, sino bueno, y la
insistencia sobre la influencia de un hombre sobre otro. Coincidimos en un concepto
hondamente moral de la vida, que de ningún modo está influenciado por dogmas rígidos,
y ello justifica, ahora como antes, la existencia de la Asociación, y seguirá haciéndola
necesaria en su singular característica hasta que los ideales que nos mueven se
hayan convertido en realidad.
P. ¿Por qué mantienen ustedes
en nuestros tiempos sus secretos, aunque sólo sean los que se refieren al ritual
o las cuestiones de orden interno?. Supongo que no será por temor a los ultramontanos,
sobre todo en aquellos países en que el catolicismo está en franca minoría.
R. El secreto une fuertemente a los hombres. El espíritu cordial
de nuestras reuniones se eleva con esto, y en ello vemos un mutuo estímulo, como
no existiría probablemente otra más fuerte. Además sólo quien se ocupe largo tiempo
e intensamente de su estudio estará capacitado para comprender el sentido y la relación
del ritual con nuestros valiosos símbolos, que tanta influencia ejerce sobre el
Espíritu. Para ello el secreto es indispensable. Por lo que se refiere a cuestiones
de orden interno o íntimo tampoco es usual que se exterioricen sobre ellas los miembros
de otras asociaciones, por ejemplo, la familia.
P. Habláis
de la cordialidad de las relaciones, ponéis como comparación la familia, frecuentemente
se oye que ustedes se llaman hermanos entre sí. Sin embargo, hay masones que en
sus relaciones con otros no hacen el menor distingo, ni se comportan como familiares,
ni siquiera como amigos sinceros y fieles.
R. Amigos solo somos
en el sentido de la coincidencia de anhelos para lograr el mismo fin con medios
honrados, en el sentido de la estimación mutua que se dispensan los hombres honestos,
que luchan a favor del noble humanitarismo, en el sentido de confianza y predisposición
para ayudarnos y aconsejarnos unos a otros con todas las fuerzas al servicio de
la moral. Sólo así ha de interpretarse la denominación de hermanos que frecuentemente
empleamos. Hermanos somos porque nuestras relaciones se fundan en el más puro humanitarismo,
porque nos reúne un limpio amor a la Humanidad, aquel amor que debe ligar a todos
los hombres, y porque nos sentimos unidos en el deseo de fomentar con la mayor energía
este amor entre nosotros y para con los demás. Una relación personal más estrecha
sólo puede conseguirse con trato más dilatado, y difícilmente se conseguirá nunca
entra la totalidad de miembros de una logia. Para ello sería precisa la coincidencia
en algunas otras cuestiones, que poco a nada interesa a la masonería.
P. Puede ser, pero yo conozco masones que no parecen revelar las
características de humanismo que vos describís.
R. Siempre seremos
hombres con debilidades humanas. Estamos constantemente amenazados y tentados por
enemigos externos e internos de nuestros anhelos morales. Por esto sometemos a examen
a los solicitantes antes de ser admitidos, pero ¿Quién es capaz de leer el corazón
humano?. Suficiente es que los pensamientos viles sean entre nosotros la excepción,
si los anhelos humanitarios son fácilmente perceptibles en la mayoría, y si las
logias son lugares de educación de los sentimientos en un sentido moral y trabajan
por la desaparición de todas las injusticias sociales.
P.
Si le he entendido bien, la masonería es una Asociación que no puede considerarse
secreta, pero que trabaja con usos y formalidades sobre las que mantienen la mayor
reserva, y cuya finalidad es el desarrollo moral de los asociados y de la Humanidad
en general.
R. Esto es, en realidad, lo más importante. Nuestra
misión es luchar contra todo lo bajo y ruin, romper lanzas contra el error, en nuestro
propio pensamiento y en el de las personas que nos rodean. Contribuir a que las
relaciones humanas sean expresión del verdadero humanitarismo, haciendo que cada
cual se esfuerce en formarse teniendo esta idea como norma e influenciando al mismo
tiempo a los demás en este sentido, por medio del ejemplo, de la enseñanza y las
costumbres. Dentro de nuestro círculo interior los medios especiales para nosotros
son las instrucciones, el ritual y la estrecha relación personal de unos asociados
con otros.
P. Esto, ciertamente, es grande y bello. Acaso
me decida a ingresar en la Asociación.
R. Ello me proporcionaría
una sincera alegría; sin embargo me está vedado insistir para lograrlo. Una última
advertencia quisiera hacerle para este caso; acérquese lleno de esperanzas a la
idea, pero no espere demasiado de sus representantes. Ello le ahorrará seguramente
desilusiones.
FIN
Fuente: Blog Masónico - Rey Salomón
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