PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
El Quinto Gran Principio Hermético - El Principio del Ritmo -
encierra la verdad de que en todos se manifiesta una oscilación medida, movimiento
de ida y vuelta, un flujo y reflujo, un movimiento semejante al del péndulo, una
marea con suba y baja, manifestándose siempre entre los dos polos los planos físico,
mental y espiritual. El principio del Ritmo está estrechamente relacionado con el
principio de polaridad, descrito en el capítulo anterior. El ritmo se manifiesta
entre los dos polos establecidos por el principio de polaridad. Esto no significa,
sin embargo, que la oscilación rítmica vaya hasta los extremos de cada polo, pues
esto sucede rarísimas veces. En realidad, es muy difícil establecer los opuestos
polares extremos en la mayoría de los casos.
Pero la oscilación es siempre "hacia"
un polo primero, y después "hacia" el otro. Siempre hay una acción y una
reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída, manifestándose en
todas las cosas y fenómenos del universo. Moles, mundos, hombres, animales, vegetales,
minerales, energías, fuerzas, mente, y materia, y hasta el mismo espíritu manifiestan
este principio. El principio se manifiesta en la creación y destrucción de los mundos,
en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las
cosas y, finalmente, en los estados mentales del hombre.
Empezando por las
manifestaciones del Espíritu - el TODO -se verá que siempre hay una Emanación, seguida
de Absorción, "la respiración y la aspiración de Brahm", según dicen los
brahmines. Los universos se crean, alcanzan el punto más bajo de maternidad y entonces
comienzan la oscilación de vuelta. Los soles nacen, alcanzan la cumbre de su poder,
empieza el progreso de su retrogresión y después de eones sin cuento se convierten
en muertas masas de materia, esperando otro impulso que imparta en ellos nuevas
energías internas y que los lleve a un nuevo ciclo de vida solar. Y así sucede con
todos los mundos: nacen, crecen y mueren, sólo para renacer de nuevo. E igualmente
sucede con todas las cosas de cuerpo o forma: oscilan de la acción a la reacción,
del nacimiento a la muerte, de la actividad a la inactividad, y de nuevo comienza
el ciclo. Lo mismo pasa con todos los grandes movimientos filosóficos, credos de
cualquier clase, gobiernos, naciones, etc.: nacen, crecen, llegan a su madurez,
decaen, mueren, sólo para renacer de nuevo.
La oscilación pendular es evidente
por doquiera. La noche sigue al día y el día a la noche. El péndulo oscila del verano
al invierno y de éste a aquél. Los corpúsculos, átomos y moléculas y todas las masas
de materia, oscilan en torno del círculo que corresponde a su naturaleza. No hay
tal reposo absoluto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del Ritmo.
Este principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier cuestión
o fenómeno de las muchas fases de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de
la humana actividad. Siempre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. El
Péndulo Universal está siempre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y refluyen
de acuerdo con la Ley. La ciencia moderna reconoce el principio del Ritmo, y lo
considera de aplicación universal en cuanto se refiere a las cosas materiales. Pero
los herméticos llevan el principio mucho más allá y saben que sus manifestaciones
se extienden a las actividades mentales del hombre, y que él solo explica la gran
sucesión de sus modalidades, sentimientos y otros cambios contundentes que notamos
en nosotros mismos. Pero los herméticos, al estudiar la operación de este principio,
han descubierto el modo de substraerse a las actividades mediante la Transmutación.
Los Maestros Herméticos descubrieron que en tanto que el principio del Ritmo
era invariable, y evidente en todos los fenómenos mentales, había dos planos de
manifestación en lo que a los fenómenos mentales concernía. Descubrieron que había
dos planos generales de conciencia, el Inferior y el Superior, y este descubrimiento
les permitió elevarse al plano superior, escapando a la oscilación del péndulo rítmico,
que se manifestaba en el plano inferior. En otras palabras, la oscilación del péndulo
se produce en el plano inconsciente y la conciencia no queda, por consiguiente,
afectada. A esta ley la llamaron la Ley de la Neutralización. Su operación consiste
en elevar al Ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad mental,
de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la conciencia
y no quede uno afectado por ella. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa
y dejar que pase esta por debajo de uno. El instructor o discípulo hermético se
polariza a sí mismo en el polo requerido, y por un procedimiento semejante a "rehusar"
el participar en la oscilación retrógrada, o si se prefiere, "negando"
su influencia sobre él, se mantiene firmemente en su posición polarizada, y permite
al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano inconsciente. Todo hombre, que
en mayor o menor grado, ha adquirido cierto dominio de sí mismo, realiza esto más
o menos conscientemente, impidiendo que sus modalidades o estados mentales negativos
lo afecten, mediante la aplicación de la ley de la neutralización. El maestro, sin
embargo, lleva esto hasta un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia, y,
mediante su voluntad, llega a un grado de equilibrio e inflexibilidad mental casi
imposible de concebir por aquellos que se dejan llevar y traer por el péndulo mental
de sus sentimientos y modalidades.
Todo pensador apreciará debidamente la
gran importancia del asunto con solo considerar lo esclavo que, en su mayoría, la
gente es de su propio estado de ánimo, sentimientos y emociones y el poco dominio
de sí mismo que tienen. A poco que se medite el asunto se comprenderá cuanto nos
han afectado en nuestra vida esas oscilaciones del ritmo; como a un período de entusiasmo
ha seguido un correspondiente período de depresión.
Igualmente, tenemos
períodos de valor, que son seguidos de períodos de desaliento y miedo. Y así sucede
con todos o la mayoría por lo menos: marea de sentimientos y emociones se elevan
y caen, pero nunca sospechan la causa de ese fenómeno. Si se comprende la operación
de este principio, se obtendrá la clave para dominar esas oscilaciones y uno podrá
conocerse a sí mismo mucho mejor, evitando además el dejarse llevar por esos flujos
y reflujos. La voluntad es muy superior a la manifestación consciente de este principio,
por más que el principio mismo nunca puede ser destruido. Podremos sustraernos a
sus efectos, pero, no obstante, el principio obrará. El péndulo siempre oscila,
si bien podemos evitar el ser arrastrados por su oscilación.
Existen, además,
otras particularidades en la operación de este Principio del Ritmo, de las que vamos
a hablar ahora. Dentro de su operación entra lo que se conoce como ley de compensación.
Una de las definiciones o significados de la palabra compensación es "contrabalancear", "equilibrar",
y en este sentido se emplea dicho término en la Filosofía Hermética. A esta ley
de compensación se refiere "El Kybalión" cuando dice: "La medida
de la oscilación hacia la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda;
el ritmo es la compensación".
La ley de compensación es la que hace
que la oscilación en una dirección determine otra oscilación en sentido contrario,
y así se equilibran mutuamente. En el Plano Físico vemos muchos ejemplos de esta
ley. El péndulo de un reloj oscila hasta cierto punto hacia la derecha y de allí
vuelve a oscilar hacia la izquierda otro tanto. Las estaciones se equilibran unas
a otras de la misma manera. Las mareas obedecen a la misma ley. Y la misma ley se
manifiesta en todos los fenómenos del Ritmo. El péndulo que solo hace una oscilación
corta hacia la derecha, hace otra oscilación corta hacia la izquierda. Si la oscilación
hacia la derecha es grande, la oscilación hacia la izquierda lo es igualmente, un
objeto cualquiera arrojado hacia arriba, tiene que recorrer exactamente el mismo
camino de vuelta. La fuerza con que se lanza un proyectil hacia arriba se reproduce
cuando el proyectil vuelve a la tierra. Esta ley es constante en el Plano Físico,
como cualquier referencia a la mayor autoridad científica lo corroborará.
Pero el hermético lo lleva aun más allá. Y afirma que los estados mentales están
sujetos a la misma ley. El hombre capaz de gozar agudamente, es también capaz de
sufrir en igual grado. El que solo es capaz de escaso dolor, tampoco puede gozar
más que escaso placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero, en cambio, tampoco
puede gozar gran cosa: está compensado. Por otra parte, hay animales que gozan extraordinariamente,
pero también su sistema nervioso y temperamento los hacen sufrir extremos grados
de dolor. Igualmente sucede con el hombre. Hay temperamentos que solo son capaces
de muy poco goce, pero entonces solo existe, como compensación, una capacidad para
soportar muy poco dolor, en tanto que otros hombres pueden gozar intensamente sufren
en igual grado. La regla es que la capacidad para el placer y el dolor en cada individuo
está equilibrada. La ley de compensación opera ampliamente aquí también. Pero el
hermético va más allá aun en esta materia, y afirma que antes de que uno pueda gozar
de cierto grado de placer es necesario que haya oscilado proporcionalmente otro
tanto hacia el otro polo del sentimiento o sensación. El negativo en esta materia
precede al positivo; es decir, que al experimentar cierto grado de placer no se
seguirá que "haya que pagarlo" con un correspondiente grado de dolor;
por el contrario, el placer es la oscilación rítmica, de acuerdo con la ley de compensación,
originada por un grado de dolor experimentado previamente, bien en la vida actual
o en encarnaciones anteriores.
Y esto arroja una nueva luz sobre el problema
del dolor. Los herméticos consideran la cadena de vidas como continua, como simples
puertas de una sola vida del individuo, de suerte que la oscilación rítmica es considerada
en esta forma, mientras que no tendría significado alguno si no se admitiera la
doctrina de la reencarnación. Pero, además, el hermético sostiene que el maestro
o el discípulo avanzado es capaz, en grado superlativo, de rehuir la oscilación
hacia el dolor, realizando el proceso de neutralización a que aludiéramos anteriormente.
Ascendiendo al plano superior del Ego, se evitan muchas de las experiencias que
llegan a los que habitan en planos inferiores.
La ley de compensación desempeña
una parte importante en la vida de los hombres, pues se verá que uno generalmente
paga el precio de lo que tiene o le falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así
se equilibra la balanza. Nadie puede guardarse su centavo y tener al mismo tiempo
la torta, todo tiene su lado agradable y desagradable. Las cosas que uno obtiene
siempre las paga con las que pierde. El rico posee mucho de lo que al pobre le falta,
mientras que el pobre posee cosas que frecuentemente están fuera del alcance del
rico. El millonario que gusta de los festines, y que tiene la fortuna necesaria
para satisfacer sus deseos y asegurarse la satisfacción de su gula, carece del apetito
necesario para gustarlos, y envidia el apetito y la digestión del obrero a quien
le falta la fortuna y la inclinación del millonario, gozando más de su sencillo
alimento que el millonario sin apetito y con el estómago arruinado. Y así sucede
con todo en la vida. La ley de compensación está siempre obrando, equilibrando y
contrabalanceando las cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aunque la
oscilación del ritmo tarde vidas enteras.
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