PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
De acuerdo con la Doctrina Martinista, el mundo, considerado como un reino material sujeto a nuestros sentidos, así como las regiones espirituales por encima de este, no son obra de Dios considerado en Su forma absoluta.
El Evangelio de San Juan dice:
"En el principio (se refiere al comienzo del tiempo, un periodo
cuando los seres relativos comenzaron a manifestarse) era el Verbo" (El Logos,
la Palabra Divina.)
"El Verbo estaba cerca de Dios (y no con Dios)...
y el Verbo era Dios" (no el Dios, sino un Elohim o hijo de Dios.) La palabra
Elohim es un término hebreo que significa "Él- los-Dioses (as)"
"Todas
las cosas fueron hechas por Él y nada de lo que hay fue hecho sin Él"
El
Logos es aquel que la Cábala llama Adán Kadmón; aquel que creó los seres inferiores
mediante Su palabra "llamándolos" (trayéndolos) a la vida manifestada.
Estos seres son inferiores sólo con respecto a Adán Kadmón, el Hombre Arquetípico,
junto a él habitan en los dominios espirituales.
Durante esta creación Dios usó
un intermediario.
En el Génesis, capítulos 1-3 se dice que la tierra (que allí
significa la materia primordial o caos) estaba vacía y sin forma, y el Espíritu
de Dios se movía sobre las aguas (el Nous Egipcio es comparable con esta materia.)
El término "Espíritu de Dios" se refiere a un espíritu distinto a Dios
en el sentido que no era Dios Mismo ya que Dios es necesariamente Su propio Espíritu.
Luego se nos dice que Dios puso al hombre en el "Jardín del Edén" para
cuidarlo y cultivarlo. Este "Jardín" es un símbolo referente al conocimiento
accesible sólo a los seres relativos.
El hombre al que se refiere el Génesis
en su forma puramente simbólica no es un ser de carne sino un espíritu emanado de
Dios y está hecho de un cuerpo (a veces llamado el cuerpo glorioso) creado por Dios
Quien lo infundió con una chispa Divina la cual era, de acuerdo con el Génesis,
el "mismo aliento de Dios."
De acuerdo con este análisis, vemos que
el hombre arquetípico es semi-divino.
Provino de la materia primordial (del caos,
hecho de tierra y agua simbólicas) de donde obtuvo su forma, y del aliento que lo
anima y lo hace una parte de Dios.
Adán y el logos creativo son la misma cosa.
Sin embargo, Adán y el Logos Redentor son dos seres diferentes.
Junto a Adán
Kadmón, había otros seres de creaciones previas. Estos seres eran de una naturaleza
y plano diferentes. Estos eran los "Ángeles" de los cuales se dice que "algunos
eran buenos y otros malos" Adquirieron estas cualidades según el cumplimiento
del plan para el cual fueron emanados de Dios. Los Ángeles "buenos" fueron
aquellos que se reintegraron después de terminar su misión y los malos fueron aquellos
que rehusaron reintegrarse escogiendo el yo en vez del Todo-en-Dios.
Estos son
aquellos a los cuales Pasqually se refirió como los "seres perversos."
Ya que cualquier cosa corrupta tiende por su propia naturaleza a corromper otras
cosas, especialmente en los reinos espirituales, estos seres perversos de los cuales
la colectividad se convirtió en un egrégor del mal.
Simbolizado por la serpiente,
estaban celosos de este ser (Adán) que era superior a ellos y una imagen de Dios
del cual pretendían haberse separado.
Estos seres actuaron telepáticamente sobre
Adán y lo incitaron a ir más allá de sus posibilidades naturales.
Siendo mixto
por naturaleza, medio corporal y medio espiritual, así como andrógino, el Hombre
Arquetípico debía mantener cierta armonía, un equilibrio necesario en el reino en
que Dios lo puso.
Debía ser el Arquitecto del Universo más sutil que el nuestro,
el "reino" que no era de este mundo mencionado en los Evangelios.
Bajo
el impulso de los seres perversos, el Hombre Arquetípico se erigió a sí mismo en
un demiurgo independiente, rompiendo de este modo las mismas leyes que había ordenado
observar.
Osó a su vez convertirse en creador y ser igual a Dios por sus hechos.
Al intentar esta acción, el Hombre Arquetípico sólo modificó su destino original.
Es de esta tradición de donde proviene la costumbre de dedicar a los Dioses o a
Dios los primeros frutos de la cosecha o el primogénito de un rebaño.
Y como
sólo Dios en sus posibilidades infinitas puede crear o extraer algo de la nada,
el Hombre Arquetípico solamente podía modificar lo ya existente.
El Hombre Arquetípico,
al querer crear seres espirituales, sólo objetivo sus propios conceptos.
Queriendo
darles un cuerpo únicamente los integró en la materia grosera. Deseando animar el
caos, sólo se atrapó a sí mismo.
En efecto, Dios siendo el "Yo Soy El Que
Soy" excluye la posibilidad de que cualquier olvido pudiera existir. A fin
de crear la materia primitiva, Dios sólo removió parte de Sus perfecciones infinitas
de una parte de Su imperecedera esencia.
Esta retracción parcial de Sus perfecciones
espirituales resultó en la creación de una imperfección material relativa. Esta
es la razón por la cual en este mundo la creación de cualquier cosa que sea nunca
puede ser perfecta ya que no es de Dios.
Al imitar al Absoluto, Adán Kadmón trató
de crear la primera materia. Siendo un alquimista inexperto, al intentar semejante
empeño sólo precipitó su caída.
El Hombre Arquetípico es un ser andrógino:
ADÁN=SULPHUR EVA=SAL CAÍN = MERCURIO
He aquí por
qué la materia universal está viva y, también, por qué puede ser más o menos consciente
e inteligente en sus manifestaciones.
A través de los cuatro reinos de la naturaleza:
mineral, vegetal, animal y humano, es el Hombre Arquetípico, el Adán Kadmón, la
inteligencia demiúrgica la que se halla en acción dispersa y prisionera. Este nuevo
universo también se trocó en refugio de los ángeles caídos. Vinieron a este para
estar más lejos del Absoluto.
Los seres perversos, por tanto, tienen un interés
primordial en ver que el hombre, disperso pero presente en todas partes en la materia
que constituye el universo visible, continúe organizando y animando este reino que
ellos han reclamado para sí.
Al igual que el alma del Hombre Arquetípico es prisionera
de la materia universal, también el alma del hombre individual es prisionera del
cuerpo físico. La muerte física y las reencarnaciones que siguen son los medios
mediante los cuales las entidades caídas ejercen su control sobre el hombre.
La Sabiduría, la Fuerza y la Belleza que aun se manifiestan en este universo material
son los esfuerzos del Hombre Arquetípico para reconquistar la posición que ocupó
antes de la caída. Las cualidades opuestas son manifestadas por las entidades caídas
para mantener el clima que le hicieron crear con el objeto de existir como ellos
quisieron cuando rehusaron reentrar en la Totalidad.
El Hombre Arquetípico no
reconquistará su primer esplendor y libertad hasta tanto no se separe de esta materia
que lo ata dondequiera. Para que esto ocurra, todas sus células individuales (los
seres humanos individuales) tendrán después de su muerte natural que reconstituir
el arquetipo REINTEGRÁNDOSE, escapando así de los ciclos de reencarnación.
Sólo
entonces el microcosmos reconstruirá el Macrocosmos. Los seres humanos individuales
quienes no son más que el reflejo del Arquetipo, serán igualmente el reflejo de
lo Divino así como el Arquetipo mismo es el reflejo de Dios, del Verbo o Logos,
del "Espíritu de Dios" mencionado en el Génesis.
Esta es la razón por
la cual él es el "Gran Arquitecto del Universo"; y todos los cultos de
adoración de este último son ipso facto "satánicos" porque esta adoración
es ofrecida al Hombre y no al Absoluto. En la Francmasonería él es invocado pero
nunca adorado.
Pero, ya que el Hombre ha de descender a la atmósfera demoníaca
de este mundo material en donde constantemente está inhalando los frutos de su maléfico
intelecto, como nos dice Pasqually, se encuentra así en una mala posición para resistir
las constantes tentaciones a las cuales está sujeto. El CREADOR restableció el equilibrio
separando de Su Círculo Espiritual Divino un Espíritu Mayor para que sea el guía,
el consejero y el compañero del Menor que desciende de la inmensidad celestial para
ser incorporado en el mundo material; para obrar de acuerdo con su libre albedrío,
sobre el plano terrenal.
Pero el consejo de un Espíritu Superior no es suficiente,
el Hombre Caído necesita además la ayuda de un "Elegido Menor". La ayuda
que este "Electo Menor" le traerá con el objeto de que él pueda alcanzar
la "reconciliación" es de una doble naturaleza. Él transmite al Hombre
directamente las instrucciones del CREADOR sobre las prácticas teúrgicas que han
de ser ejecutadas; también comunica al Hombre de Deseo al cual es enviado, el don
que él mismo ha recibido al darle el sello místico sin el cual ningún Menor puede
ser reconciliado.
Esta misteriosa ordenación es la condición esencial de la reconciliación
del hombre, porque sin ella no importa cuan grande sean los méritos del Menor, permanece
en privación; esto es, sin ninguna comunicación con Dios.
Para escapar de los
ciclos de reencarnación en este mundo infernal el hombre debe desprenderse de todo
lo que le atrae a la materia así como librarse de la esclavitud de las sensaciones
materiales. También ha de elevarse moralmente. Las entidades caídas, sin embargo,
luchan constantemente en contra de la tendencia del hombre hacia la perfección tentándolo
constantemente para hacerlo permanecer en este mundo en donde ellas pueden mantener
su dominio sobre él.
El hombre individual debe constantemente batallar en contra
de estas entidades desenmascarándolas y rechazándolas fuera de su reino. Logrará
esto parcialmente mediante la iniciación, que lo liga a los elementos del Arquetipo
ya reunidos y que constituyen la exotérica "comunión de los Santos"- y
en segundo lugar mediante el conocimiento liberador que le enseña los medios más
rápidos para ayudar a la ciega humanidad así como a mejorar su obra personal.
Entre estas últimas posibilidades encontramos las Grandes Operaciones Equinocciales
que contribuyen a purificar el aura de la tierra mediante exorcismos y conjuraciones
usando ritos de Alta Magia que los Elus-Cohens llamaron la obra del culto.
Sólo
después de estas liberaciones individuales tendrá lugar la gran liberación colectiva.
Esta permitirá la reconstitución del Arquetipo y su reintegración dentro de lo Divino.
Una vez abandonado por su animador, el mundo material se disolverá. Dejada bajo
la naturaleza anárquica de los espíritus caídos, la materia se disolverá de modo
acelerado y así el fin del universo físico tendrá lugar como fue anunciado por las
grandes tradiciones.
Este es el despliegue de la Gran Obra Universal.
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