PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
"La cruz es un sublime jeroglífico que posee misteriosos poderes
y virtudes".
Es un "símbolo de devoción y sacrificio".
A través del estrellado rostro de los cielos, está trazado este
símbolo, el más viejo sobre la tierra: La cruz. Está formada por los cuatro signos
cardinales del Zodíaco: Cáncer al norte y Capricornio al sur, forman la barra vertical;
Aries al este y Libra al oeste, forman los brazos horizontales.
Estos cuatro
signos comprenden los treinta grados del Zodíaco más próximos a los dos solsticios
(norte y sur) y a los dos equinoccios (este y oeste). Sobre el ajetreado y ocupado
corazón de este pequeño Planeta, brilla la permanente guía de la luz de la gran
cruz de los cielos.
Es interesante destacar que la dispensación de Aries-Libra
proclamaba la primera venida del Señor Cristo, "el cordero, que era sacrificado
desde la fundación del mundo". Astrólogos espirituales han predicho que Su segunda
venida tendrá lugar durante la dispensación de Capricornio-Cáncer.
El primer
símbolo en recibir el homenaje y la adoración del hombre, fue una columna vertical.
Representaba la fuerza masculina en la naturaleza, la fuerza generadora positiva.
Más tarde, se añadió, a la columna vertical, la barra horizontal, formando la cruz.
La barra horizontal representa la fuerza femenina, pasiva o productiva, en la naturaleza
y en la mujer. La cruz que corona los campanarios de muchas iglesias proclama que
éste es un mundo de hombres en el que la posición de la mujer es secundaria. La
desigualdad entre hombre y mujer ha sido la causa de tanto dolor y sufrimiento a
lo largo de las edades, de modo que, hasta su asociación con Cristo, la cruz fue,
durante muchos siglos, símbolo de dolor y de castigo. Antes de terminar la Era Acuaria,
la cruz habrá sido sustituida por dos columnas verticales, como símbolo universal,
ya que la Nueva Era es para testimoniar la perfecta igualdad entre las fuerzas masculina
y femenina, simbolizada por las dos columnas, una junto a otra.
La fraternidad
masónica, la más importante escuela simbólica hoy existente, ha aceptado, en principio,
esa igualdad. La cruz se utiliza pocas veces por ella, siendo las dos columnas verticales
el símbolo más familiar a la logia. Se denominan Jachim y Boaz y son importantes
en los trabajos de cualquier Grado. Si los masones aceptaran este ideal en la práctica,
tan bien como lo hacen simbólicamente, las puertas de sus logias se abrirían para
las mujeres del mismo modo que para los hombres.
El origen de la cruz parece coincidir con la más antigua historia
de la Humanidad. Fue objeto de reverencia y adoración entre los pueblos más primitivos,
y ha sido motivo decorativo en los más hermosos templos y catedrales de las naciones
más adelantadas del mundo. La Gran Pirámide de Gizé, en Egipto, muestra dos figuras
arrodilladas que sostienen, entre ambas, una cruz que lleva una serpiente erguida.
La serpiente sobre la cruz fue un símbolo comúnmente empleado en todo Egipto, y
representaba la Sabiduría esotérica. Su forma tradicional de cruz fue la denominada
"cruz ansata", con un círculo sobre ella. La llamaban "la llave de la vida" y se
la enterraba con los sacerdotes, los reyes y las reinas.
La cruz Tau fue sagrada
para los hebreos. Tau, la vigésimosegunda y última letra del alfabeto hebreo, significa
vida eterna. Era su costumbre estampar, sobre la frente de los prisioneros liberados,
el signo de Tau, para evidenciar su libertad e inocencia. Según la historia bíblica
antigua, fue una Tau pintada con sangre en los umbrales de sus puertas, la que hizo
que el Ángel de la Muerte pasara de largo, en tiempos de la décima plaga de Egipto,
que los mantenía en esclavitud.
La cruz fue también objeto de adoración en China,
la India y Persia, y entre los indios de Norte y Sudamérica. Los templos druidas
se construyeron con planta cruciforme, como indican las ruinas que aún se conservan
en Escocia e Irlanda.
El caduceo fue, esencialmente, una cruz griega. En él,
el brazo horizontal está sustituido por dos alas, y dos serpientes se enroscan alrededor
del brazo vertical. Se le considera frecuentemente como el báculo de Mercurio. En
ese sentido es significativo que Mercurio fue el dios de la Iniciación y que, en
Grecia, la Iniciación alcanzó, indudablemente, elevadas cotas de sublimidad. Los
aspirantes modernos reconocen en el caduceo el símbolo más perfecto, jamás concebido,
de la Iniciación.
En tiempos de la venida de Cristo, la cruz, generalmente, se
usaba con un cordero echado a sus pies. Era para anunciar Su venida, pues ha sido
siempre asociado con el cordero (Aries). En el Nuevo Testamento se refiere a Sí
mismo como el "buen pastor", y una de Sus más hermosas parábolas es la de la Oveja
Perdida, también conocida como la parábola de las Noventa y Nueve. Pasó bastante
tiempo, desde la partida de Cristo de esta tierra, antes de que se colocase sobre
la cruz una figura humana, lo que constituyó el "crucifijo", tan familiar a los
devotos modernos.
La nota-clave de la consecución espiritual es el sacrificio.
El hombre primitivo sacrificaba, frecuentemente, a su prójimo. Luego, cuando avanzó
más, el sacrificio de animales sustituyó al de seres humanos. Cristo vino para enseñar
la lección, más noble aún, de que el hombre debe ofrecerse a sí mismo sobre el altar
del sacrificio. Que el servicio amoroso y desinteresado al prójimo es el más corto,
más seguro y más gozoso camino hacia Dios, es el mantra de una Escuela Esotérica
cristiana. Fue, pues, tras haber dado al hombre este concepto del sacrificio propio,
cuando la figura humana fue colocada en la cruz y se convirtió en símbolo universal
de devoción.
Una figura humana colocada así ha sido el jeroglífico de la Iniciación
desde tiempo inmemorial; pero era conocida como tal, sólo por unos pocos que reconocían
el propio sacrificio como la única clave de tal elevado estado de iluminación.
Los antiguos decían verdad cuando afirmaban: "Los misterios de Dios están contenidos
en la cruz". Tal como se ha desarrollado el concepto de Cristo, difiere, en determinados
aspectos, del que prevalecía en siglos pasados; y lo mismo ha ocurrido con Su imagen,
con relación a la cruz. Comparando los crucifijos de la Era de Piscis que se cierra,
con los de la Era Acuaria que amanece, veremos que cada uno exterioriza a Cristo
y a la cruz de acuerdo con la fase dominante por la que en ese momento pasa la cristiandad.
Como Piscis es el signo del dolor y el sufrimiento, la agonía sangrienta del crucificado,
pasó a ser Su símbolo. Representaba el carácter especial de las experiencias por
las que la Humanidad estaba pasando. Así como Piscis enfatizaba la muerte, la Era
Acuaria enfatizará la vida inmortal. La cruz, como símbolo de la entrante Nueva
Era, no llevará, clavada a ella, ninguna figura humana; en su lugar, aparecerá Cristo
resucitado, majestuoso, sobre la hermosamente simbólica Rosa Cruz, emblema de la
consecución espiritual de la Nueva Era.
La simbología ha sido siempre el lenguaje
de los sabios, ya que los símbolos pueden contener y revelar importantes verdades.
Y todas las verdades tienen dos interpretaciones: Una, interna, para los pocos,
y otra, externa, para la mayor parte. San Pablo describe esto, hablando de "carne
para los hombres fuertes y leche para los bebés". Aunque arropadas en símbolos,
pues, las verdades profundas son siempre claramente discernibles para aquéllos que
están preparados para discernirlas.
Como hemos dicho, el crucifijo es la cruz de Piscis, la marca
de esta Edad de dolor y sufrimiento. La Rosa Cruz pertenece a la futura Era Acuaria
y se refiere a la gloria de la vida eterna consciente. La cruz misma simboliza la
religión, mientras que la rosa representa a la ciencia. Anuncia, pues, el hermoso
día en que la religión será científica y la ciencia se habrá espiritualizado.
En la antigua Grecia, la rosa estaba dedicada a la Aurora, diosa del amanecer, y
significaba resurrección a una nueva conciencia de vida. Esta flor ha significado
siempre secreto; de ahí la frase latina sub rosa con el significado de bajo la rosa
o confidencial. En la Europa medieval era costumbre pintar rosas en el techo de
las habitaciones en las que se celebraban determinadas asambleas; ello significaba
que nada de lo tratado en ellas debía nunca ser divulgado. Existe también un antiguo
jeroglífico masónico que muestra a un hombre de pie, ante una puerta cerrada, y
con una rosa en la mano, y está siendo advertido de que, hasta que la rosa no se
abra completamente, no lo hará tampoco la puerta. Aparentemente, existió una íntima
conexión entre la Orden Rosacruz y la primera Orden de los Caballeros Templarios.
Insistimos en que el caduceo es símbolo profundo de verdad iniciática. Su vástago
vertical simboliza, para el alquimista, el cordón espinal dentro del cuerpo humano.
A lo largo de la médula espinal, existen ciertos centros que, en las Escuelas de
Sabiduría orientales se conocen como "flores de loto", y en las Escuelas de Sabiduría
occidentales, se las conoce como rosas, floreciendo sobre la cruz del cuerpo. Las
dos serpientes enroscadas alrededor del vástago del caduceo, simbolizan los dos
sistemas nerviosos, el cerebroespinal y el simpático. Cuando los centros se ponen
en actividad, se producen cambios en ambos sistemas nerviosos. Los alquimistas hablan
de las dos columnas, del sol y de la luna; los dos elementos, el oro y la plata;
los servidores Rojo y Blanco... todo lo cual se refiere a los procesos de transmutación
que se producen cuando se aprende a caminar por el sendero del verdadero discipulado.
Las siete rosas sobre la cruz simbolizan determinadas consecuciones espirituales,
tales como clarividencia, clariaudiencia, don de profecía, capacidad para abandonar
el cuerpo a voluntad, y para pronunciar la divina palabra. El hermoso saludo rosacruz,
"que las rosas florezcan en tu cruz" es la amante oración del aspirante, para que
todos conozcan la gloria de una tal consecución.
En la simbología rosacruz, la
cruz blanca, con sus siete rosas, está situada sobre un fondo azul. Ese fondo indica
infinitud, mientras las rosas sobre la cruz denotan las ilimitadas posibilidades
ofrecidas por el sendero de la Rosa Cruz. Cada uno de los cuatro extremos de la
cruz termina en tres semicírculos. Todos juntos, simbolizan a las doce Jerarquías
Creadoras que rodean al universo del que el Planeta Tierra es una parte. Los seres
celestiales que comprenden estas Jerarquías se dan a sí mismos en amante servicio
para ayudar a toda la raza humana en su ascenso hacia la "cristificación".
La más alta consecución de la Rosa Cruz se simboliza mediante una cruz blanca, pura y simétrica, con una rosa blanca abierta en su centro. Representa la consecución del Gran Trabajo Blanco, en que el cuerpo y la mente han quedado totalmente espiritualizados. La rosa blanca representa al Auxiliar Invisible consciente. Para él, el cuerpo físico ya no es una prisión; es libre de ir y venir, a voluntad, con comisiones de amor y gracia. Sabe que el fuego no puede quemar su espíritu ni el agua puede ahogarlo; desciende hasta las entrañas de la Tierra y se eleva a los espacios lejanos para llevar ayuda y socorro a todo el que tiene necesidad de ellos. La Nueva Era Aérea incrementará grandemente el trabajo de los Auxiliares Invisibles. Cada noche, antes de dormirse, los aspirante rosacruces repiten la siguiente oración: "Que esta noche, mientras mi cuerpo descansa dulcemente en sueños, pueda yo trabajar fielmente en la viña de Cristo, ya que mi espíritu no necesita descanso".
Hacia fines del ciclo Acuario-Leo, la cruz será sustituida por
dos columnas verticales, como símbolo universal, tal y como dijimos más arriba.
Estos dos pilares representarán a Acuario y a Leo. La nota-clave de Acuario es ley,
y la de Leo es amor. En una civilización basada en estos dos preceptos, la visión
del profeta será una realidad: "La Tierra estará llena de conocimiento del Señor
(ley espiritual), como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:19). Entre esas dos columnas
pasarán el hombre y la mujer, cogidos de la mano, en perfecta igualdad, hacia los
templos iniciáticos de la Nueva Era.
Los cuatro brazos de la cruz representan
los cuatro elementos: Fuego, Aire, Agua y Tierra; también simbolizan los cuatro
signos fijos del Zodíaco: Tauro- Escorpio y Acuario-Leo. Ya se ha hecho referencia
al trabajo de estas cuatro Jerarquías durante los últimos días de esta Era de Piscis.
Las naciones están liquidando sus deudas kármicas bajo Tauro-Escorpio, y están siendo
preparadas para la Edad Acuario por Acuario-Leo. Esto es igualmente cierto para
los individuos, que están limpiando sus registros kármicos y preparándose para la
Edad Aérea.
Las cuatro bestias simbólicas a que se refiere la Biblia representan
también los cuatro signos fijos. Estos cuatro signos trabajan sobre los cuatro principios
inferiores del hombre (físico, etérico, astral y mental), mediante la purificación
y la transmutación. Tauro, simbolizado por el toro, y cuyo elemento es la sal, trabaja
sobre lo físico. Escorpio, simbolizado por el águila y cuyo elemento es el mercurio,
trabaja sobre lo etérico. Leo, simbolizado por el león, y cuyo elemento es el azufre,
trabaja sobre lo astral o de deseos. Acuario, simbolizado por el hombre, y cuyo
elemento es el azoth, trabaja sobre el vehículo mental inferior (azoth es una cifra
que representa la quintaesencia de los otros tres elementos). De ese modo, mediante
procesos de purificación y de transmutación, bajo el ministerio de estas Jerarquías,
las esencias espirituales de los tres vehículos inferiores del hombre son incorporados
al siguiente: El mental superior. Conseguido esto, el hombre vivirá, se moverá y
tendrá su ser en un vehículo hecho de sustancia mental. Las maravillas de tal desarrollo
sólo pueden comprenderse ahora tenuemente. Cuando reflexionamos sobre los milagros
ya realizados mediante la mente humana, aunque sus poderes latentes apenas han sido
fomentados, adquirimos una vaga idea de sus casi infinitas posibilidades. Por ejemplo:
El hombre será capaz de viajar en su cuerpo mental hasta los más lejanos sistemas
solares, o visitar las estrellas más alejadas, con sólo pensar en ello.
En las
primeras páginas del mayor libro de texto sobre la vida, la Biblia, leemos que Adán
y Eva perdieron el Jardín del Edén, donde vivían, a causa de su descenso a la materialidad.
En las últimas páginas de la Revelación, último libro de la sagrada Biblia, San
Juan describe a los redimidos Adán y Eva, y el jardín celestial en el que habitarán,
y cuyas puertas ya no estarán vigiladas por el Querubín guardián. Por el contrario,
estarán abiertas, de par en par, por el Supremo Iniciado de la hueste arcangélica,
el bendito Señor Cristo.
En la dispensación de Capricornio-Cáncer, el primero
simboliza al hombre crístico, al nuevo Adán; mientras que Cáncer simboliza a la
Eva crística, la nueva Eva. Estos son los pioneros regenerados, que se unirán a
Cristo cuando venga, y le ayudarán a construir el nuevo cielo y la nueva Tierra,
como se describe en el Libro de la Revelación.
El principio femenino o reproductor
del hombre ha sido crucificado. Lo que debió ser un sacramento de castidad, ha sido
degradado por la pasión y la lujuria. La mujer, contraparte objetiva de ese principio
femenino en el mundo externo, ha sido también crucificada a lo largo de las edades.
Con la llegada de la dispensación de Acuario-Leo, se verá restablecida a su puesto,
en un completo estado de igualdad con el hombre.
Todo órgano del cuerpo humano
posee una potencia masculina y otra femenina, una de las cuales predomina. Constituye
un hecho de profundo significado oculto que, cuando el cuerpo cambie para adquirir
las condiciones de la Nueva Era, cada órgano femenino experimentará un desarrollo
espiritual posterior: El corazón se convertirá en la verdadera luz del cuerpo, tan
lúcida y brillante que la forma toda se hará luminosa con su resplandor; la circulación
de la sangre será controlada por el espíritu; el hombre será capaz de, voluntariamente,
trasladar la sangre, de una determinada área del cuerpo, a otra en que sea necesaria;
la sangre no será, como ahora, un líquido rojo, sino que consistirá en una esencia
blanco-dorada (la iglesia posee muchas y hermosas leyendas de santos cuya sangre
se volvió blanca); el sistema nervioso simpático, que es el sistema nervioso femenino,
se convertirá en una segunda médula espinal, convirtiéndose el hombre así, de nuevo,
en un andrógino (macho-hembra). La fuerza creadora será dirigida a la laringe y
la creación se hará mediante el poder de la palabra hablada. La Palabra Perdida
de la masonería habrá vuelto a ser hallada.
La construcción de Este vehículo
humano glorificado comenzará en la Era Acuario-Leo. Recibirá posterior desarrollo
durante la dispensación Capricornio- Cáncer, y alcanzará su más elevado estado de
desarrollo, durante la dispensación Sagitario-Géminis. La Jerarquía de Sagitario
es conocida en el idioma esotérico como Señores de la Mente, y funciona totalmente
en vehículos de pura sustancia mental. Irradian de sí mismos aquellos gérmenes de
mente que, mucho tiempo atrás, constituyeron el más precioso regalo otorgado al
hombre. Ellos continuarán su ministerio cerca del reino humano, hasta que cada uno
de sus miembros esté preparado para funcionar en un cuerpo compuesto de sutil materia
mental.
Así como , bajo el ministerio de Sagitario, el hombre funcionará y vivirá
en un cuerpo de pura sustancia mental, bajo Géminis perfeccionará el poder andrógino
en su interior, o sea, que llevará a un perfecto equilibrio, en el templo de su
propio cuerpo, a las fuerzas masculina y femenina. Dios, el Padre de este sistema
solar, es la cabeza suprema de la Jerarquía de Sagitario, y el más elevado iniciado
de los Señores de la Mente.
El sacrificio produce siempre una compensación espiritual.
Cuanto mayor el sacrificio, mayor la recompensa. El bendito Cristo, a causa de Su
sacrificio cumbre por la redención del mundo, fue elevado al plano de la dispensación
Sagitario- Géminis, como se evidencia con Su exclamación desde la cruz: "¡Dios mío,
Dios mío, cómo me has glorificado!".
Éste es sólo un pequeño atisbo de la exaltada
consecución que espera a la Humanidad. San Pablo, indudablemente, captó algo durante
el milagro de su visión, cuando dijo: "Tú hiciste al hombre un poco
inferior a los ángeles; Tú lo coronaste de gloria y honor" (Hebreos
2:7).
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