PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
Los Hermanos que practican el Rito Escocés Rectificado se preguntan
a menudo cuales son las fuentes de su Régimen y cuales fueron sus inspiradores.
Jean-Baptiste Willermoz, hombre de síntesis de las diferentes corrientes iniciáticas
que componen nuestro rito nos es ya conocido.
Sin embargo, Martínez de Pasqually
y Louis Claude de Saint Martin, lo son un poco menos, razón que motiva el presente
trabajo.
Tuve la suerte (la palabra Providencia y lo que expresa sería más apropiada)
de conocer, hacia finales de 1979, a un hermano, que decía ser uno de los últimos
descendientes del Martinismo Ruso.
Nos encontramos en diversas ocasiones y trabamos
bastante buena relación, la suficiente como para relatarme primeramente la historia
del movimiento Martinista (conocido como Rito de Novikof) y luego, más adelante,
escribirme una corta nota sobre lo que caracteriza la espiritualidad y la originalidad
de su Orden.
La proximidad de Saint Martin y todo lo que él representa a nuestro
Rito Rectificado, hizo que me apasionara rápidamente por nuestras conversaciones,
y que finalmente le pidiera autorización para publicar, si no la totalidad de lo
tratado en ellas, al menos, un buen extracto de las mismas.
Pero antes de todo,
hablemos de filiación y sobre todo de transmisión:
Por todas estas razones, las Ordenes iniciáticas no confieren
el poder de iniciar a todos sus miembros sino solamente a aquellos Seres cualificados
para transmitir ésta iniciación.
Todos nosotros hemos conocido a hombres que,
habiéndose encontrado un ritual en quién sabe qué lugar, lo ponen en práctica auto
titulándose gran maestro de cualquier cosa.
Es necesario denunciar estas prácticas
peligrosas, que Saint-Martin denominaba:
"la iniciación por las formas, por las ceremonias externas" que no procuran, en consecuencia, ninguna influencia espiritual. Más adelante volveremos sobre este asunto.
La Filiación
Según Franz von Baader (en sus "Enseñanzas secretas de Martinez
de Pasqually"), Saint Martin no tuvo jamás la intención de crear una Orden
Martinista.
Personalmente creo que esto es exacto y por tanto, cuando se lee
su relato con atención, uno se da cuenta que dice, página CLV: Louis-Claude de Saint
Martin, después de la muerte de Martinez de Pasqually vivió en casa de Willermoz
en Lyon, luego la dejó bruscamente ya que estaba en desacuerdo con la masonería
y decía:
"¡Necesitáis hacer un montón de cosas simplemente
para creer en Dios!".
Pero desde entonces, su principal preocupación fue la de encontrar
a los místicos alemanes y rusos.
En este mismo relato, F. von Baader añade que
por esta misma época estuvo visitando a sus amigos para explicarles lo que era la
Verdadera Iniciación... ¡y para transmitírsela!.
En efecto, para Saint Martin,
la Iniciación estaba simbolizada por el triángulo:
Dios – el Iniciador
– y el Iniciado, con un Rito muy simple, de una total desnudez, nosotros diríamos
ahora central, teniendo tan solo necesidad de un mínimo de formas. Saint Martin
había obtenido su Iniciación de Martinez.
Muchas cosas se han escrito sobre
éste último y buena parte de historiadores continúan respecto a él entre perplejos
y sarcásticos.
Ciertamente, uno puede burlarse de su sistema que no terminó nunca,
pero su voluntad primera no era la de abrigar una iniciación, una doctrina, unos
ritos bajo la cubierta anodina de un sistema para - masónico el de los Elegidos
Coens del Universo.
Sin embargo, aunque católico romano, tanto su origen como
el de su familia se remontaba según ciertos historiadores, a Italia, o a una familia
española de Santo Domingo, muy probablemente, a una línea judía originaria de España
de la que su familia guardaba "alguna cosa" que era transmitida de padres
a hijos.
¿Es acaso ésta cosa, lo que ha querido transmitirnos en su Orden?.
No perdamos de vista que la corriente mística fue muy importante en España
al ser crisol de tres religiones monoteístas.
Recordemos a Aboulafia de Girona,
para la cábala y mística judías, de San Juan Crisóstomo y de santa Teresa de Ávila
(de familia marrana) para los cristianos y de Ibn Arabi, para los musulmanes.
Nos podemos reír de Martínez, e incluso especular sobre si lo que nos ha dejado
parece solo humo, es incoherente, está a medio hacer, o mal explicado, pero esto
no impedirá que sea el heredero de una fabulosa línea de Iniciados.
Por otra
parte, ni Willermoz ni Saint Martin se burlaron nunca de él. Es más, el mismo Saint
Martin, primer traductor al francés de Jacob Böheme, afirmará (en su carta a Kirchberger
del 11 de julio de 1796):
"Nuestra primer escuela tiene cosas preciosas.
Me atrevería incluso a creer que M. Pasquallis (sic) del que me habla y puesto que
hay que decirlo, que era nuestro Maestro, tenía la clave activa de todo lo que nuestro
querido Böheme expone en sus teorías, pero no creyó estuviéramos en el estado preciso
para tener estas altas verdades. Sustentaba también puntos que nuestro amigo Böheme,
o no ha conocido, o no ha querido mostrarnos, etc....".
Lo que hacía decir a L.C. de Saint Martin que Martínez sabía infinitamente más que Böheme. No hay pues que tomar a la ligera lo que Saint Martin podía transmitir y enseñar.
¿Y qué transmisiones poseía Saint Martin?
Las de la Masonería y las de Martínez; las mismas que Willermoz.
Pero,
Willermoz hizo de todo esto un sistema muy coherente, partiendo
del sistema Templario de la Estricta Observancia, desprovisto éste de doctrina y
quizá también de verdadera transmisión iniciática con una iniciación artesanal y
las premisas de la doctrina Martinezista incluidas en los tres primeros grados –
una iniciación caballeresca y real con la Orden interior de los C.B.C.S. y finalmente,
una iniciación sacerdotal con los Profesos y Grandes Profesos, grados creados por
Willermoz, ciertamente pero con la doctrina y la transmisión de Martínez.
En
cuanto a Saint Martin, seguía una vía más directa y la Iniciación que confería en
un solo grado (y en 7 grados en los Martinistas Rusos) era cuando menos equivalente
a la de los Grandes Profesos.
Pero en contrapartida no se podía acceder a ella
sino después de una larga formación y Saint Martin, al final de su vida, terminó
por aproximarse a la de la Masonería y a considerarla como "un buen camino"
para llegar a este término.
Pocos hombres son en efecto capaces, inmersos como
están en el mundo profano, de recibir una tal iniciación sin la preparación requerida,
de ahí el camino masónico, o las escuelas, como la del mismo Saint Martin (ver su
correspondencia con el Barón de Liebestorff, citada por Van Rijnberk en la que se
hace mención, en diversas ocasiones, de la escuela del "Filósofo Desconocido")
que le permitía enseñar su doctrina, y sobre todo, ver si los postulantes eran verdaderos "hombres
de deseo".
Parece pues estar admitido actualmente que Saint Martin procedió
a iniciaciones individuales y que fundó esta escuela en la que, entre otros, el
conde de Gleichen siendo ya Elegido Coen se convirtió en su discípulo.
Un artículo
de Varnhagen von Ense, menciona todavía esta escuela, compuesta de pocos miembros
cuyo objeto era la pura espiritualidad.
Luego en Estrasburgo, París y Lyon,
sabemos por notas dirigidas al profesor de teología Koster de Göthingue (20-XII-1795)
que amigos de Saint Martin formaron grupos muy restringidos, pero unidos entre ellos
por la Iniciación.
En definitiva, cuando releímos la correspondencia de los
místicos de la época, nos dimos cuenta rápidamente que Saint Martin formaba sus
adeptos para luego iniciarlos y transmitirles este depósito sagrado. Pero ¿qué pasaba
pues en Francia después del siglo XVIII?.
La extinción casi completa de la Iniciación
Martinista y completa del régimen escocés rectificado, hasta que, en un pasado relativamente
reciente, volvemos a encontrar a Papus, renovador "de una orden Martinista"
y de la que hablaremos más adelante.
De otro lado, tenemos igualmente una segunda
transmisión, rusa en este caso, apoyándose sobre dos siglos de trabajo ininterrumpido
y con principios bien establecidos: escuela enseñanza, doctrina, rito ascesis, etc...
Pero volvamos al asunto y en primer lugar a la parte histórica, recogida del
Filósofo Desconocido que nos autoriza a publicar lo que sigue:
Examinando los archivos de este Filósofo Desconocido, no he podido
evitar pensar que el Martinismo y el espíritu de Louis-Claude de Saint Martin estaban
muy próximos del alma rusa, inclinada a la contemplación, a la vida espiritual y
religiosa.
De la segunda mitad del siglo XVIII hasta la revolución de 1917,
el Martinismo constituyó una de las ramas favoritas del movimiento iniciático ruso,
compuesto por miembros de la familia real, la aristocracia, sabios, escritores,
intelectuales y miembros de la alta clerecía tales como el metropólita Platón y
Filaleta, que hacia mitades del siglo XIX, se congratulaban de pertenecer a él.
En sus orígenes, los Martinistas intentaron, para poner en práctica sus ideas,
educar a las masas, aliviar la miseria y suavizar las costumbres.
Mencionamos
a continuación el grupo de Nicolás Novikof, escritor muy conocido, considerado como "iluminado"
y hombre de acción a la vez, que vivió bajo el reinado de Catalina IIª. Los miembros
más conocidos de su grupo fueron: Lopoukhine, el Príncipe Nicolás Troubetzkoi, el
conde Pedro Tatistchef, Ivan Tourgueniev, el profesor Schwartz, Gamalei, el poeta
Kherastow, etc...
La acción de todos estos hombres en el plano profano fue muy
importante, ya que intentaron formar a las masas, propagar la verdad y si tuvieron
tanta audiencia, parece ser que fue por que, en tanto que Iniciados, mostraron el
camino a sus adeptos, tanto con el ejemplo como por su experiencia espiritual.
Novikoff se relaciona por filiación directa con el príncipe Kourakine, diplomático
ruso que, con motivo de su estancia en Francia, había conocido personalmente a Saint
Martin estableciendo relaciones de amistad y siendo iniciado por él, recibiendo
la misión de implantar el Martinismo o mejor aún su Iniciación en Rusia (otros rusos
estuvieron en relación directa con Saint Martin, como el príncipe Golitzine, el
príncipe Simeón Worontzor, embajador ruso en Londres; los condes Morkow y Zinoniev
que frecuentaron a Saint Martin en Lyon por los años1783-1784).
Hacia 1780,
el grupo Novikoff desplegó una gran actividad en los medios intelectuales rusos.
Mezclados con el movimiento masónico por aquel entonces muy en boga, los Martinistas
propagaban el esoterismo, las ideas de Saint Martin, de Böehme, de Swedenborg, de
Kunrath, de Paracelso de Cornelio Agrippa, etc...
La sección de manuscritos
de los siglos XVIII y XIX del antiguo museo Alejandro III de Moscú, comprendía dos
salas enteramente reservadas a las reliquias del "Martinismo de Moscú".
Manuscritos, cuadros y dibujos místicos, medallas, obras publicadas por las
ediciones de Novikoff, sellos, cordones e insignias.
Después de la Revolución,
esta sección fue completada por un abundante aporte proveniente de archivos y bibliotecas
privadas ofrecidas por sus propietarios, descendientes estos de Martinistas, o colectados
en las propiedades o inmuebles particulares por los miembros de las comisiones encargadas
de preservar los monumentos antiguos.
Novikoff publicó una revista espiritualista
y abrió en Moscú una editorial y librerías. La editorial se encargó de traducir
en lengua rusa y publicar las obras más significativas del esoterismo.
Los Martinistas
de Novikoff no se limitaron al lado puramente místico de la enseñanza esotérica.
Fieles a los principios cristianos, se libraban a la caridad y al igual que nuestros
Hermanos franceses del Rito Escocés Rectificado del siglo XVIII, ponían en práctica
la beneficencia.
Pronto tomaron la cabeza del movimiento liberal que reclamaba
reformas, especialmente la extensión de la enseñanza a toda la masa del pueblo,
buscando, en general, suavizar las costumbres.
La misma Catalina IIª conocía
personalmente a Novikoff que en su juventud había servido en la guardia imperial,
y participado en el golpe de Estado por el cual ella había llegado al poder. Veía
su actividad de manera benevolente, polemizando con él en los periódicos y parecía
favorecer al Martinismo. Su renombre se extendió por toda Rusia y no dejó de crecer
hasta la Revolución.
Luego vino la revolución francesa de 1789 y en las cortes
de todos los reinos de Europa, las fuerzas reaccionarias acusaron a las sociedades
secretas de fomentar la tormenta revolucionara y propagar ideas subversivas. Instigada
por sus consejeros, Catalina IIª cambió su actitud benevolente.
Llegó a sospechar,
incluso, que el grupo Novikoff tenía en el extranjero contactos con sociedades secretas
de tendencia revolucionaria, y acusó a los Martinistas de hacer propaganda y llevar
a cabo una labor de zapa de las bases del poder imperial.
Los Martinistas cayeron
en desgracia; su declive comenzó en 1791. En abril de 1792, en Moscú, la imprenta
y las librerías fueron cerradas, y las existencias de libros encontrados en los
almacenes confiscados. El mismo Novikoff fue encerrado en la fortaleza de Schlisselburgh.
Otros miembros eminentes del grupo como Lopoukhine fueron confinados en sus
tierras, e incluso algunos fueron deportados.
Después de su ascensión al trono,
el emperador Pablo Iº, sucesor de Catalina II, amnistió mediante decreto de fecha
5 de diciembre de 1796, a todos aquellos que habían sido condenados cuando el proceso
de Novikoff, incluyendo a éste último.
A principios del reinado de Alejandro
Iº, es decir en la fase liberal de éste, las sociedades secretas fueron de nuevo
autorizadas.
Sin embargo, los Martinistas no habían olvidado el "asunto
Novikoff". En 1803, con motivo de un congreso de dirigentes de la Francmasonería,
F. Labzine, Martinista y francmasón entre los que más, propuso el programa siguiente:
"Mientras que la atmósfera de Rusia no haya sido purificada del
absolutismo, las sociedades secretas esotéricas no deberán manifestarse a plena
luz, sino que deberán continuar trabajando bajo el velo del secreto, a fin de que
los hermanos no hayan que temer ante la posibilidad de nuevas persecuciones".
Fiel al programa de F. Labzine, el grupo Martinista denominado "Tradición
de Novikoff" no entró en relación con la confederación oficial de Francmasones
rusos. Los Hermanos continuaron reuniéndose secretamente, en pequeños grupos, en
los castillos, en zonas rurales y en apartamentos privados.
Cuando a finales
del reinado de Alejandro Iº, las sociedades secretas fueron de nuevo perseguidas,
los Martinistas apenas lo notaron.
Desde entonces hasta la revolución de 1917,
las relaciones entre las autoridades y los Martinistas fueron las siguientes: ignorando
la existencia de los Capítulos, las autoridades se desentendían oficialmente y no
hacían nada para impedir sus trabajos.
Los Martinistas, por su parte, se dedicaban
a la ciencia esotérica y no se inmiscuían en absoluto en el mundo de la política.
Al principio de la segunda mitad del siglo XIX, los Martinistas más notorios
fueron:
Moscú fue en el siglo XIX y a principios del XX el centro de la
Iniciación Martinista de filiación Novikoff. La Logia San Juan Apóstol de Moscú
había transmitido la espada ritual de Novikoff a Gamalei, de Gamalei a Posdeev,
de éste a Arsenief, que a su vez la transmitió a Pedro Kasnatcheef, el cual se convirtió
hacia 1911 en delegado general para Rusia del Supremo Consejo de la Orden Marinista
de París. (Hay que señalar que el Martinismo Ruso se ha mantenido siempre a distancia
del Martinismo Francés, del que algunos de sus jefes entre 1917 y 1939, se encontraban
más próximos del ocultismo que del más puro espíritu místico y esotérico de estos
grupos).
Antes de la revolución de 1917, existían en Rusia tres principales
centros Martinistas.
1.- El soberano Capítulo de San Juan el Apóstol de Moscú,
con el Filósofo Desconocido Pedro Kasnatcheef. Este último era un remarcable representante
de la antigua tradición esotérica rusa y además de sus conocimientos esotéricos,
alquímicos y herméticos, hacía de su vida un ejemplo.
Había heredado de su Iniciador
Arseniev, toda la Tradición de Novikoff, es decir la enseñanza del Martinismo así
como el grado Teórico de los Rosacruz de oro del siglo XVIII.
Entre los Martinistas
de Moscú, contaban los poetas Andrey Bely (convertido luego en un ferviente antropósofo
y amigo del Doctor Steiner, Maximilien Voloschine, Valèrie Brioussov, el crítico
Serge Kretchetov y su mujer, Lydia Ryndina, una actriz muy conocida en su tiempo.
Ouspensky (autor de diferentes obras sobre esoterismo) y Dimitri, el hijo de
Pierre Kasnatcheev que heredaría de su padre la espada de Novokoff y Arseniev.
2.- El Soberano Capítulo Appolonius de San Petersburgo con el Filósofo Desconocido
G.O. Von Mebes. Grigory Ottonovich Von Mebes era profesor de matemáticas y un sabio
erudito apasionado del esoterismo.
Había publicado desde 1911 diferentes obras
sobre esoterismo, cábala y arcanología (numerología). En su calidad de super grado,
que también ostentaba en el Capítulo de Moscú, tenía un grado superior que le permitía
estudiar más a fondo la Cábala y la numerología bajo el nombre de "Emesch pentagrammaton".
Los Hermanos y Hermanas más avanzados tenían acceso a este tipo de estudios.
Von Mebes había escrito para este grado, dos obras: el "Curso Cabalístico"
(explicación de los diez primeros capítulos del Génesis) y una traducción del Cantar
de los Cantares.
Los Hermanos y Hermanas más avanzados de su Capítulo eran:
Después de la revolución, el grupo Von Mebes continuó su trabajo
desafiando las circunstancias hasta que, hacia el año 1927 o 1928, Von Mebes fue
arrestado y más tarde deportado a Solovsky, en el extremo norte, después de lo cual
su grupo fue dispersado.
3.- El Soberano Capítulo de San Andrés, Apóstol Nº
1 del que, el Filósofo Desconocido era Serge Marcotoune, egiptólogo y abogado internacional.
Recibió el grado de asociado en Rusia y el de Iniciado en Italia, el 3 de noviembre
de 1912 y el grado de S.I. a su vuelta a Rusia.
Jean Bricaud le dirigió una
Carta nombrándole delegado del Supremo Consejo para Ucrania. Carta firmada por Bricaud,
Magnet, Victor Blanchard y Teder.
El 25 de diciembre de 1912, recibió del Capítulo
San Juan Apóstol de Moscú, una carta autorizándole a fundar el Capítulo San Andrés
Nº 1 y una carta del Supremo Consejo Ruso, nombrándole delegado especial ante los
gobiernos de Kiev – Tchernigov – Poltava.
El 5 de enero de 1915, es hecho miembro
de honor de San Juan Apóstol de Moscú. Miembro del gobierno Ucraniano en 1917, intentó
por todos los medios mantener Ucrania fuera de la revolución y continuó haciendo
trabajar a su grupo hasta 1920.
Después de su llegada a Francia, reagrupó a
Ucranianos y Rusos para fundar un nuevo Capítulo, primeramente bajo el nombre de
Renacimiento y con autorización del Gran Maestro francés, Jean Bricaud (carta patente
del 22 de diciembre de 1920), más tarde bajo el nombre de San Andrés Apóstol Nº
2.
Hemos podido encontrar en sus archivos los nombres siguientes:
Durante toda la ocupación alemana, de 1939 a 1944, el Capítulo
de San Andrés Apóstol Nº 2 se reunió regularmente, rogando incansablemente por todos
los Hermanos y los hombres en la desgracia.
De 1945 a 1953, el Capítulo funcionó
normalmente, pero con esta fecha, el Fil. Desc. se retiró a España sin dejar sucesor.
Solo algunos años después, en 1969, autorizó a un Hermano del Capítulo a constituir
un nuevo grupo Martinista en París, heredero en línea directa de San Andrés Apostol
Nº 2 y de San Juan Apóstol de Moscú (carta patente de julio de 1969).
El Doctor Philippe Encause, hijo del Doctor Papus, en su libro "El
Maestro Philippe de Lyon" cuenta la historia de las relaciones entre los Martinistas
Franceses, particularmente las del Doctor Papus y las del Maestro Philippe con la
Familia Imperial Rusa.
Cita multitud de documentos y testimonios de diversas
personas. Por lo que hemos podido saber a través de nuestros Hermanos que estuvieron
en contacto con el entorno de Kiev y Moscú, el relato del Doctor Encause se corresponde
con la verdad.
Una Logia especial fue fundada en la corte: "La Cruz y la
Estrella" de la que formaba parte Saint Vladimir, y en la que el Fil Desc.
habría sido el Gran Duque Nicolás Nicolaevitch.
Se cuenta en los medios Martinistas
Rusos, que un día el Fil. Desc. anunció a la asamblea que "en los sucesivo,
la Hermana y el Hermano Romanoff no asistirían más a las reuniones".
Todo
el mundo supo que ello era debido a la exigencia de Gregory Rasputín. Nunca hemos
podido saber si esta Logia continuó con sus trabajos después de la dimisión de los
Romanoff, ya que ésta no era considerada por los Martinistas Rusos como "regular".
Si mi interés ya era grande por conocer el aspecto histórico y
la filiación directa de este grupo con L.-C. de Saint Martin, no lo era menos por
conocer su manera de trabajar. A destacar en primer lugar sus dos filiaciones, de
una parte la de Saint Martin, y de otra, la de la Rosacruz de oro alemana fundada
en 1777.
Se sitúan de entrada en una tradición mística y han rechazado siempre
el aspecto "ocultista" que encontraremos por contra en los grupos franceses.
Parece ser que habría habido una transmisión de Saint Martin a Papus (ver "un
Taumaturgo en el siglo XVIII", tomo II, págs. 30-31, donde Van Rijnberk da
toda la filiación).
En contrapartida, en lo que concierne a la doctrina, Papus
mismo escribe (Martinezismo, Willermozismo, Martinismo y Francmasonería, 1899, págs.
44-45):
"Sólo he recibido de Delaage un pobre depósito constituido por dos cartas y algunos puntos"
y añade:
"las primeras iniciaciones personales, sin otro ritual
que esta transmisión oral de las dos cartas y los puntos, tuvieron lugar de 1884
a 1885".
Podemos pues preguntarnos con motivo, juntamente con Van Rijnberk:
"Si Papus no recibió mas que las dos cartas y los dos grupos de 6 puntos...
¿de dónde han salido los cuadernos de Iniciación de la Orden Martinista Francesa?".
Paul Vuillaud, por su parte, niega incluso toda transmisión directa en su obra "Los
Rosacruces Lyoneses del siglo XVIII".
En contraposición, este grupo Ruso
posee toda una doctrina, explicada por una antigua tradición oral de más de dos
siglos.
¿Qué es lo que caracteriza a esta Orden?.
En primer lugar esta compuesta por hombres de Deseo. Al igual
que Martínez de Pasqually, han tenido la sabiduría de rechazar la Iniciación de
aquellos que han juzgado "no iniciables".
Tienen pues una ardiente
fe en la realidad de la vía iniciática cristiana. Es lo que ellos llaman su punto
de amarre, es decir, su punto de unión con el plano espiritual. Intentan mantener
a los miembros de su grupo en estado de continua vigilia buscando sin cesar alcanzar
siempre planos más altos.
Entre ellos, no hay ocultistas, sino hombres en busca
de lo VERDADERO que desconfían de la falsificación interesada y buscan de ser auténticos.
Todo lo que aprenden en cuanto a leyes esenciales de la Tradición, leyes de
los números, simbolismo, etc., debe repercutir en su conducta y esfuerzos cotidianos
(por sus obras los reconoceréis) (que nadie pretenda ser discípulo de Cristo si
no tiene la manera de vivir del Señor).
En efecto, más allá de enseñanzas abstractas
y metafísicas, hay consideraciones prácticas y una línea de conducta a seguir.
Es indispensable que la personalidad profana ceda el paso al Ser interior, que
es el único que guarda la huella de la mónada divina. El verdadero Iniciado no actúa
por su propia voluntad, sino que se somete a la voluntad divina, para participar
de la Gran Obra universal, ¿no es acaso éste el sentido del sacrificio del Hijo
del Hombre y del Mesianismo?.
Veamos qué es lo que hacen en su grupo para avanzar
hacia la Luz. Primeramente cada aspirante debe consagrar todos los días un cierto
tiempo a la plegaria y a dos formas de meditación: la concentración pasiva que lleva
a un estado contemplativo y un abandono de todo su ser a las vibraciones espirituales
y la concentración activa, con un programa sobre las ideas y símbolos dados por
el Maestro en función del estado de realización de cada discípulo.
Añadamos
a esto una cierta técnica para lograr el control de la respiración y una plegaria
interior para terminar. Muchos masones o profanos se apartan del cristianismo en
busca de una vía de realización de similares características a las descritas en
otras tradiciones. Esto sucede continuamente, podemos verlo cada día, pero debiera
ser extremadamente raro, excepcional.
Si hemos nacido en una Tradición, lo lógico
es permanecer en ella y vivirla plenamente... es entonces cuando encontraremos Ordenes
para acogernos y técnicas de realización espiritual equivalentes a las de otras
tradiciones, pero más adaptadas quizá a nuestro temperamento occidental.
Finalmente,
la base de dicha Orden, es la de destilar una enseñanza equilibrada en función del
avance espiritual de los Hermanos, a fin de propiciar la caída de las malas estructuras
y su posterior reconstrucción hasta adquirir la bella forma que les permita poder
ser columnas en el Templo de Dios.
Demolición – reconstrucción – solve – coagula,
luego, técnicas de meditación activa y pasiva – ascesis, dominio de la respiración
y plegaria interior.
Esto es lo que pueda aportar la Orden Martinista Rusa,
Rito de Novikoff de nuestros días: una esperanza quizá para aquellos hombres que
buscan fuera lo que tienen en su propia Tradición.
Digamos también que esta
Orden intenta hacer descender sobre ellos un influjo espiritual que los hace libres
en relación al mundo y los ancla en el Mundo espiritual.
Para parafrasear a
Nietzshe – me decía mi interlocutor – no queremos hacer
"bibliotecarios
miopes que no sepan hacer otra cosa que comentar las acciones de aquellos que han
sido libres e inspirados".
Después, el Filósofo Desconocido puso
fin a esta entrevista con el consejo de Saint Martin:
"Roguemos, adoremos,
prediquemos con el ejemplo, y callémonos".
No nos equivoquemos, Pasqually, Willermoz y Saint Martin estaban
estrechamente ligados. En la Orden de los Elegidos Coens, primeramente.
Lo que
ellos nos han transmitido a través del Escocismo rectificado y el Martinismo, es
la alta iniciación de la que Pasqually fue depositario. A buen seguro, esta transmisión
tuvo grados diferentes.
Si bien el escocismo rectificado no parece poseer una
verdadera Teurgia, ni técnica espiritual precisa (aunque todo esté indicado para
aquel que realmente sabe ver y entender), comprende sin embargo todas las premisas
de la Doctrina, desgraciadamente demasiado a menudo olvidada por nuestros contemporáneos
que solo ven en la práctica masónica una reunión fraternal y no buscan comprender
el más mínimo esoterismo judeocristiano, rebuscando incluso en otras Tradiciones
al margen de la que por naturaleza es la suya, lo que ellos tienen al alcance del
Espíritu.
La riqueza del verdadero Martinismo como la de nuestra Masonería Rectificada
es inmensa, pero es preciso abrirse al Espíritu, ya que, de la misma manera que
con conocer a fondo la historia de la iglesia y la liturgia de San Pío Vº, no es
suficiente como para hacer un cristiano, de igual modo conocer a fondo la historia
de la masonería, contentándose con hacer una precisa gestual ritualística sobre
el tapiz, no basta para hacer un buen masón ni para hacer fluir estas influencias
espirituales que hemos venido a buscar el día que llamamos a la puerta de nuestras
Logias.
Terminaré con esta cita de Franz Von Baader, pág. 16:
"El desprecio grosero y revolucionario que un pueblo
o un hombre experimenta respecto a una institución política cualquiera que ya no
entiende (con más razón cuando se trate de una institución iniciática), es cosa
fácil ya que toma fuerzas de su interna vacuidad de ideas y de esa absoluta impotencia
por elevarse de nuevo hasta ella (vivacidad de la caída – Falstaff) para la liberación
que lo elevaría más allá de ella".
Que aquellos que niegan toda espiritualidad y todo esoterismo a la Masonería, mediten estas palabras.
Referencia: "Publicado en el Boletín Informativo nº 2 del GEIMME - www.geimme.es".
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