PORTAL MARTINISTA DEL GUAJIRO
"Purificaos, pedid, recibid y obrad.
Toda la Obra se halla en estos cuatro tiempos"
¡Caballería! He aquí una palabra misteriosa que en el
transcurso de los siglos ha unido en un mismo ideal a los hombres de Oriente y
de Occidente, peregrinos en la más sagrada de las gestas: la santa búsqueda de
Aquello que Está Perdido, el Grial.
Las leyendas del ciclo artúrico están
regidas por las leyes sagradas de la Iniciación. El Rey Arturo, Merlín, Ginebra,
Morgana, Lanzarote, Perceval o Galahad son arquetipos universales que pertenecen
al acervo cultural de toda la Humanidad. Detrás de sus hazañas se encierra el
simbolismo de la eterna búsqueda del hombre en pos de la Verdad, representada
por el Santo Grial.
EL MAGO MERLÍN
Cuentan las
leyendas que el nacimiento de Merlín (o Mirdwin) fue fruto de una unión
ilegítima entre un demonio (o un íncubo "no nacido de la raza humana") y de una
virgen con la que yació durante el sueño. Merlín, druida y sacerdote de la más
antigua religión de la humanidad, era el heredero de una ciencia secreta que le
permitía el dominio sobre la Naturaleza así como conocer el pasado y el futuro
de los hombres. El origen oscuro y luminoso de Merlín nos revela la propia
naturaleza del mago, quien conoce los secretos de los mundos y dimensiones
inferiores y, a la vez, como hijo de una virgen, de los superiores. Merlín, cuyo
nombre corresponde a un ave de presa, es heredero de una estirpe de sabios
druidas, capaz de convertirse en un animal y asumir sus poderes naturales.
Por medio de su magia ayudó al rey Uther Pendragon a acceder al trono del reino
de Logres, derrotando al usurpador Vortigern. El mago, por medio de su
sabiduría, ayudó al rey a vencer a sus enemigos y erigió con su magia el círculo
megalítico de Stonehenge.
Por tres veces la torre del castillo se derrumbó y
Merlín reveló al rey que dos dragones dormían en sus cimientos. Al excavar, los
hombres del rey descubrieron un dragón rojo y otro blanco que, una vez
despiertos, combatieron entre ellos. El blanco logró dar muerte al rojo,
sucumbiendo luego a causa de las heridas recibidas en la lucha. Merlín
interpretó los hechos como un presagio para el reino de Uther. El derrumbamiento
por tres veces del torreón no es sino la representación de una unidad aún no
realizada, de un mundo todavía sumido en el dualismo o el espejismo que maya
otorga al ser humano, representado por el rey Uther. Los dragones, símbolo
favorito de alquimistas y sabios, representan las polaridades del Universo. A
escala microcósmica, ambas fuerzas han de unirse para edificar el propio templo
del hombre y esa unidad, condición básica para acceder a las más elevadas etapas
de la iniciación, está representada por la muerte de los dos dragones. El
simbolismo de la unidad reencontrada aparece a menudo en los relatos griálicos,
ya sea en forma de espada rota o de unión mística del caballero con la dama. El
hecho de que la humanidad cuente también con la ayuda del poder teúrgico o
mágico es representado por la elevación del círculo de Stonehenge.
Durante un banquete, Uther Pendragon conoce a Igraín, esposa del duque de
Tintagel, y siente por ella un violento deseo, y como veremos, no están exentos
de un secreto designio. Merlín cede a los imperiosos requerimientos del rey y
consiente en cambiarle su apariencia física, otorgándole el aspecto del duque.
Así, Uther seduce a Igraín y de esta unión prohibida nacerá Arturo, que será
confiado por Merlín a sir Héctor, quien lo instruirá en los deberes de la
caballería. Diecisiete años después, el rey Uther muere sin haber dado al reino
un heredero y los caballeros piden a Merlín ayuda para encontrar un digno
sucesor. Es entonces cuando se produce la aparición, en la Noche de Navidad, de
la misteriosa espada hendida en la piedra. Arturo es el único capaz de sacar a
la espada Excalibur de la piedra y es proclamado legítimo rey, tras haberse
enfrentado con los barones que dudaban de la legitimidad de su linaje. Con la
ayuda del mago, Arturo logra reunir a todos los condados en un solo reino y,
durante una de sus campañas, conoce a la mujer que va a asumir un relevante
papel en el desenlace del relato: Ginebra.
El reino sin reyes es la
representación del mundo sumido en las tinieblas a causa de la ausencia de un
soberano que libre a los hombres de las luchas fratricidas, propias de una
humanidad sumida en el dualismo. Pero es también la expresión de la propia
guerra interior del hombre, gobernado a menudo por fuerzas desatadas, pasiones y
deseos del ego inferior, que precisan de un guía para llegar a su verdadero
destino.
EL REINO DE CAMELOT
Aunque los orígenes
históricos del Rey Arturo están envueltos en la oscuridad de los siglos, del
simbolismo y de la mitología, parece que fue realmente un monarca del siglo V o
VI, que reagrupó y gobernó varios reinos tras la desaparición de los últimos
restos de la dominación romana.
Según la leyenda, Arturo, ayudado por Merlín,
creó el reino de Camelot, una sociedad ideal en la que convivían pacíficamente
los sabios, los poetas, los magos, los astrónomos, los astrólogos, los
alquimistas y los filósofos. Pero ese reino ideal, regido por los hombres, está
todavía sumido en el dualismo y, por tanto, es aún vulnerable.
LAS BODAS ALQUIMICAS
Ginebra es para Arturo la causa de su
apogeo, espejo de una realidad interior, pero es también la causa de su caída.
Aun siendo un espíritu puro, Arturo cometió una terrible falta en su juventud,
cuyas trágicas consecuencias son fundamentales en la trama metafísica del
relato. Antes de conocer a Ginebra, Arturo yació con Morgana le Fay, el hada
Morgana, que era hermanastra suya, hija de Igraín y de su primer esposo. El
fruto de esta incestuosa unión fue Mordred, aquél que nunca debería haber
nacido.
Pero la función de Mordred es vital en la realización del misterio
artúrico, ya que sin su intervención el Grial jamás llegaría a ser encontrado.
Mordred representa la oscuridad aún existente en el reino de Arturo; sus
continuas tentativas por usurpar el trono obligan al propio rey a lanzarse con
sus caballeros a la búsqueda de Aquello que está perdido.
Arturo es también
el detentador del poder real. Con este mítico rey la Humanidad conoce su máximo
esplendor en las artes y las ciencias, y Camelot viene a ser la cristalización
de ese estado. Ginebra, la esposa de Arturo, es el símbolo de la Madre Natura,
de la fecundidad y de la vida, el principio madurador al que se une un símbolo
solar, el rey, realizando así el misterio de las nupcias alquímicas. Con la
ayuda mágica de Merlín, Arturo erige la Tabla Redonda, imagen del cosmos,
rodeada por doce asientos. A la derecha de Arturo, un asiento siempre vacío era
reservado para el que es conocido como el Mejor Caballero del Mundo. Ese asiento
causaría la muerte inmediata de todo el que, no estando predestinado, intentara
ocuparlo.
En el centro de la Tabla se había destinado un lugar para el Santo
Grial. Centro de la Mesa Redonda pero también centro del mundo y de sí mismo, el
Grial, la visión de lo divino, la unidad cósmica reencontrada, ha de realizarse
en el atanor alquímico del propio ser, en el Sancta Sanctorum del alma humana.
Los doce asientos, además de la transmigración del alma a través de las doce
eras cósmicas o ciclos del gran zodíaco, representan las doce pruebas
iniciáticas del hombre antes de la conquista del "yo" superior. Al igual que los
trabajos de Hércules, las distintas pruebas de cada caballero simbolizan estados
del ser y etapas de la Gran Obra alquímica, que han de ser realizadas tarde o
temprano por cada hombre.
LA REINA GINEBRA Y EL HADA MORGANA
Las mujeres del ciclo artúrico suelen proceder del bosque, son sacerdotisas
de la Diosa Madre, descendientes o supervivientes de la antigua religión de la
Tierra de los Celtas, y han sido iniciadas en los ritos de la Diosa en la
floresta virgen y el reino de las hadas. Los caballeros se internan en este
espacio sagrado del bosque en busca de aventuras y allí son iniciados o guiados
por seres femeninos, hadas, doncellas, damas, hechiceras o magas, es decir,
por arquetipos femeninos, y a veces por ancianas de aspecto terrorífico que
simbolizan el Espectro del Umbral, y otras por hermosas doncellas que les
piden ayuda, o les ofrecen signos, señales y rutas iniciáticas.
Ginebra, que
ocupa un preponderante papel en la trama del ciclo artúrico y en el futuro de la
Búsqueda del Santo Grial, es pelirroja y muy hermosa, habiendo sido educada por
sacerdotes cristianos está muy influida por las nuevas creencias en un
"cristianismo" que viene a demoler el antiguo culto "pagano" del bosque, sin
bien, los cristianos, como los romanos, llamaban "pagano" a todo aquel que no
creyera en su Dios o en sus dioses. Morgana le Fay (el hada Morgana) es
adoradora de la luna, morena y de sombrío aspecto; es una "hechicera" desde el
punto de vista de los invasores sacerdotes y monjes cristianos, que tratan de
imponer por la fuerza sus creencias. En realidad, Morgana es la gran sacerdotisa
del culto a la Vida y a la Diosa Madre, prácticamente extinguida a fuego y
hierro por los soldados cristianos. Morgana es la hermana de Arturo, y tras
yacer con su hermano por error en una fiesta pagana en el bosque, engendra a
Mordred, el aspecto sombrío del reino de Arturo, y más tarde el asesino de su
padre. Mordred es un gran caballero, fuerte y valiente, pero no tiene corazón, y
utiliza los amoríos entre Ginebra y Lancelot para provocar la caída de Camelot.
Amante de la "justicia", Mordred pide o exige "que se cumpla la ley" y que
Ginebra sea condenada a la hoguera.
De regreso a la corte del rey, Merlín
revela a Arturo y a sus caballeros el misterioso designio de la Orden de
Caballería y de la Tabla Redonda: reencontrar el Grial. Les muestra su
significado real y su misteriosa trayectoria desde los tiempos de Cristo hasta
José de Arimatea, así como el linaje de los Reyes Pescadores. Es entonces cuando
Gawain eleva su voz para jurar defender a las damas, rendir justicia a los
humildes y aventurarse en la Santa Gesta. Vemos así aparecer el ideal del
caballero andante: la Caballería como custodia de lo sagrado, adalid de los
menesterosos y benefactora de los humildes.
AVALON, LA ISLA DE
LAS MANZANAS
Las mujeres que rodean la vida de Arturo y de los
caballeros proceden del reino feérico de Avalon, la isla invisible de los
celtas, el mundo onírico y mágico para los ojos de los mortales donde rige aún
la vieja religión de la Diosa Madre. Y allí reposa en espera de que llegue el
momento adecuado para completar la misión de la Tabla Redonda, cuando reaparezca
el "mejor caballero del Mundo". En Avalon (Isla de las Manzanas) no existe la
muerte, ni la enfermedad, ni la vejez, es un lugar sobrenatural o sobre-humano,
regido por una inmortal estirpe de sacerdotisas de la Diosa. Hasta allí llegó
José de Arimatea con el Santo Cáliz y allí se mantiene su cuerpo incorrupto.
Tras su muerte, Arturo es conducido a Avalon en una barca misteriosa, escoltado
por tres damas, una de ellas su hermana Morgana.
En la senda de la iniciación
artúrica hacen su aparición otras magas o sacerdotisas, como Viviana o Nimue, la
Dama del Lago, que educó a Lanzarote y sedujo posteriormente a Merlín para
arrebatarle el Conjuro de la Creación, a quien finalmente robó sus secretos y
con ellos lo confinó hasta el fin de los tiempos en el interior de una enorme
roca o un viejo roble en el bosque de Broceliande, en Bretaña. De tiempo en
tiempo, los caballeros y los peregrinos espirituales que atraviesan ese bosque
encantado escucharán, como un canto de otro mundo, el lamento de Merlín, sumido
en un espejismo de maya por la pérfida hada Viviana. Este lamento recordará
eternamente a los caballeros la necesidad imperiosa de adentrarse en el propio
ser para acceder a la guía segura de la voluntad divina, que rodea al caballero
y lo fascina por medio la Madre Natura o mundo de las apariencias. Se dice que
aún hoy Merlín aguarda la llegada del Mejor Caballero del Mundo, el que debe
liberarle del conjuro de Viviana.
También Elaine de Corbenic se nos muestra
como iniciada de los secretos de la magia natural, que deviene hechicería cuando
se utiliza con fines egotistas, ya que consigue cautivar a Lanzarote merced a un
filtro mágico que le hace creer que está viviendo un romance con Ginebra. Pero
esta unión da frutos inesperados, pues del amor de Elaine y Lanzarote nació
Galahad, el puro, descendiente directo del linaje del Cristo, y "aquel en el que
el Cristo mismo se reflejaba", y que es el único caballero que alcanzó el
Grial y pudo sentarse en el Asiento Peligroso.
Cumplida tal vez su misión de
educar a Arturo y edificar Camelot, Merlín, debilitado, abandona la corte y
retorna al bosque con Viviana. Ésta le exige que le revele el "último secreto",
el misterioso conjuro de la Creación. Este deseo de acceder a una verdad cósmica
por medio de la traición es evocado constantemente en la leyenda masónica de
Hiram, y también en el Cristianismo, donde el personaje de Judas provoca la
muerte del Redentor. Sin embargo, la traición de Mordred era necesaria, pues
Camelot era un reino dual y ficticio, un negativo de la imagen de Avalon, y su
caída empuja a los caballeros a la Gesta del Grial, como la traición de los
falsos masones insta a los verdaderos "Hijos de la Viuda" a dispersarse en la
búsqueda de aquello que está perdido.
LANZAROTE DEL LAGO
Lancelot o Lanzarote, hijo del rey Ban, está llamado a convertirse en el
Mejor Caballero del Mundo. Tras la muerte de su padre, es instruido en los
deberes de la Caballería por la Dama del Lago. Vestido con una armadura blanca,
abandona Francia y se dirige a la corte del rey Arturo, convirtiéndose en su
amigo inseparable y en el mejor de sus caballeros. Para demostrar a Arturo su
valía y merecer ser digno defensor de la reina, decide consagrarse a la aventura
de liberar el Castillo de la Guardia Dolorosa. Para ello debe librar a la
fortaleza de un conjuro, escogiendo entre dos pruebas: pasar cuarenta días entre
las gentes del castillo, víctimas de sortilegios y encantamientos, o buscar el
origen de tales sortilegios aun a riesgo de su propia vida. Lanzarote escoge la
segunda vía. Logra entrar en la sala prohibida del castillo, donde contempla una
columna y un grabado de una dama con dos argollas. El héroe ha de escoger entre
la primera, que devolverá a la doncella a la vida, o la segunda, que abre un
peligroso pozo. Lanzarote escoge la última opción y libera así a las fuerzas
oscuras. Lucha contra ellas hasta derrotarlas y el castillo se convierte en la
Fortaleza de la Guardia Gozosa.
La gesta de Lanzarote nos muestra las pruebas
a las que todo aspirante a la Iniciación ha de atravesar. Debe escoger entre
tomar el sendero llano de los atractivos de este mundo o buscar aquello que es
oscuro en sí mismo y combatirlo hasta su desaparición. La sala prohibida es el
propio interior del ser, el lugar improfanable al que sólo puede acceder un
hombre puro para liberar al alma -la doncella encadenada- del ciclo de
nacimientos, existencias, muertes y renacimientos.
Lanzarote es un hombre
puro, que jamás cede a la "tentación", hasta que entra en escena un personaje:
la reina Ginebra. De regreso a Camelot, Lanzarote comienza su relación ilegítima
con la reina y esta unión llega a oídos del rey, quien no da crédito a las
palabras de sus consejeros. Lanzarote se aleja una vez más de la corte y,
súbitamente, ve aparecer ante él el Castillo Venturoso, morada del Santo Grial.
A su entrada, una doncella le recomienda cerrar su corazón a la voz del orgullo.
Introducido cerca del rey Pelles, guardián del Grial, ve entrar en la gran sala
a Olwen, la hija del rey. Toda la asamblea sigue con ojos maravillados a un
objeto misterioso, del que emana una luz cegadora, que es llevado por la
doncella. Todos miran salvo Lanzarote que, ignorando la visión del Grial, queda
fascinado por la belleza de la joven, quien se asemeja extrañamente a la reina
Ginebra.
El Grial concede a cada uno de los presentes aquello que su corazón
ansía, pasando de largo ante Lanzarote, sumido una vez más en un amor terrenal.
Herido por tal afrenta, Lanzarote sigue a la doncella hasta unirse carnalmente a
ella. Este amor sacrílego con la Virgen del Grial le hace huir avergonzado del
castillo y es entonces seducido por la hermanastra de Arturo, Morgana, quien lo
retiene cautivo. Lanzarote, que estaba destinado a convertirse en el Mejor
Caballero del Mundo, víctima de sus pasiones y de su orgullo, se vuelve indigno
de contemplar el Santo Grial. Queda degradado como caballero, se convierte en
mendigo y es conocido a partir de entonces como el Caballero de la Carreta.
EL SANTO GRIAL
¡EL Santo Grial! Objeto de búsqueda
eterna de los hombres de deseo a través de los tiempos. Piedra del Exilio o
Piedra angular del templo de la Verdad perdida que, a pesar de los siglos, ha de
ser reencontrada. Sagrado símbolo de la culminación de aquella Gran Obra que ha
de ser realizada en el crisol de la propia Alma. Punto de convergencia de las
más antiguas tradiciones sagradas de Oriente y Occidente. Símbolo místico por
excelencia de la Gracia de Dios, el Grial es el depositario del secreto mismo de
la unión con la Divinidad; para algunos, vehículo de un poder cósmico más allá
de lo imaginable. Cáliz de Cristo, su búsqueda nos lleva a reinos de magia y
misterio, de iniciación y de peregrinación alquímica, en el que ambos
hemisferios, Oriente y Occidente, se unen dentro y fuera del propio ser, el
hombre mortal y el hombre Divino.
EL GRIAL, SIMBOLO UNIVERSAL
Tratándose de un símbolo común a todas las tradiciones, intentaremos seguir
sus pasos, ya que únicamente queda testimonio de tan preciada reliquia una vez
que ésta deja de existir visiblemente en los lugares que antaño fueron su
secreta morada. Aunque su origen sigue siendo un misterio insondable, el Cáliz
como símbolo sagrado irrumpe en medio de la tradición céltica como el célebre
Caldero de Keridwen, mujer de linaje y madre de un hijo poco agraciado que
decidió preparar un elixir a fin de convertirlo en el más hábil de los hombres.
Para ello, se entregó a la elaboración de una mixtura a base de ciertas plantas,
a las que confirió el evocador nombre de Greal, pidiendo al enano Guyon que
vigilara la obra durante su ausencia. Una noche el líquido se desbordó, y el
guardián del caldero vertió tres gotas sobre su dedo, que poco después llevó
a sus labios. La leyenda nos cuenta que entonces tomó consciencia de su
verdadero estado y alcanzó el más alto conocimiento.
Al parecer, sólo unas
gotas permitían la adquisición de esa visión interior, mientras que una dosis
mayor resultaba letal, pues si hay un Grial que concede la Vida Eterna, hay
también un cáliz que la arrebata. Como más adelante veremos al evocar los
relatos de la búsqueda del Santo Grial del medioevo europeo, el Grial ha de ser
custodiado, como fuente de poder y de ilumina- ción, por hombres puros de
corazón, y su sola visión, aun de lejos o cubierto con un velo, es más que
suficiente para colmar todos los deseos humanos o divinos.
Ello nos lleva
también a pensar en el Haoma de las tradiciones iraníes. En el Yadna mazdeista
está escrito: ¡Oh, Zaratustra, yo soy el Haoma, el puro, aquel que aleja la
mortalidad! ¡Homenaje a Haoma -responde Zaratustra-, el Santo, el Perfecto y muy
Justo. Cura todos los males, concede la salvación y es la medicina del Alma!
¡Honor a Haoma que vuelve al pobre tan grande como al rico, que eleva el
espíritu del ignorante a la altura de la sabiduría de los grandes!.
A este
misterioso recipiente se le denomina en la tradición persa Djenschyd. Es de
color blanco y amarillo, el primero de los cuales representa el sacrificio
ritual del Avesta, emanado del árbol Yadbesh, de donde emana el elixir de la
larga vida, ese mismo elixir de la inmortalidad buscado por los caballeros de la
tabla redonda, que confería la Vida Eterna.
¡Pero la Vida Eterna es sólo
patrimonio del Alma! Ya que el Grial designa ante todo una vía de acceso hacia
lo divino, hacia una comunión del hombre interior con una realidad que está más
allá de los límites de la materia o del espíritu. Beber el brebaje de la
inmortalidad hace descender de las alturas o fluir desde adentro la Luz de la
Transfiguración. Experiencia trascendental que ha sido cantada por poetas y
místicos de todos los tiempos y que hiciera exclamar al poeta Rumi: Estaba
crudo, fui cocido. Me consumí... O más cerca de nosotros a Jacob Boheme: "No
puede ser descrita ni dicha, solo puede ser comparada con la vida que nace en
medio de la muerte, como la resurrección de entre los muertos". O que hiciera
cantar a Rabindranath Tagore:
"Gusté la miel de lo ilimitado en la Copa del
Loto Eterno.
Crucé el túnel de los padecimientos y hallé el recóndito camino de
la dicha.
Y vi unos rayos de luz cruzar el desierto mudo de la noche".
En
innumerables tradiciones, separadas por espacios y por siglos, vemos emerger
cíclica- mente la leyenda de un cáliz perdido, un recipiente maravilloso que
contiene un Sagrado Licor de Vida. Según el cristianismo, el Cáliz habría sido
tallado por los ángeles de una esmeralda caída de la frente de Lucifer, cuando
luchaba con el arcángel San Miguel sobre el cuerpo de Moisés. Esta Piedra bien
nos evoca el Tercer Ojo de los orientales, el sentido de eternidad o la facultad
de percibir lo divino que el hombre ha perdido, sumergido ahora en la materia y
convertido en un ser ciego e ignorante de su pertenencia a otro Universo.
Cristalizado, yerra a través del desierto de la vida a la búsqueda de una
respuesta a su eterna pregunta: Millones de veces formulada, jamás del todo
contestada.
Esta Caída del Hombre a los abismos insondables de la materia,
causada por una desovediencia al mandato divino, nos lleva a pensar en el
misterio cristiano del pecado original, íntimamente unido al secreto del Grial.
A pesar de que para la espiritualidad oriental el alma nace libre e iluminada,
cubierta únicamente por el espejismo de Maya, del cual ha de liberarse, para la
teología del cristianismo de la Iglesia de Piedra el Hombre nace culpable de un
error cometido por ancestros que nos son muy lejanos en el espacio y en el
tiempo. Pero a la luz de la Tradición Iniciática, el misterio de la simbólica
Caída provocada por Adám (el hombre arquetipo) tras comer de los frutos del
Árbol de la Vida, no se presenta como un error en sí, sino como una condición
necesaria para un proceso cósmico. El hombre divino se encarna por un acto de
amor, para que Dios, la unidad, el Ser Supremo, como dice la Kábbalah, se
contemple a sí mismo.
Pero Dios no deja solo al Hombre, y el Grial, la joya
perdida, aparece entonces como un vínculo eterno e indisoluble, como el símbolo
de una Gracia accesible al ser humano en su sendero de Retorno hacia la
eternidad. Unidad reencontrada que en la alquimia es representada por las
nupcias místicas del Rey y de la Reina, y en los relatos de caballería como la
unión idealizada del caballero con la dama, deseo inconsciente de unidad consigo
mismo, de matrimonio sagrado del alma y la mente.
En la Eucaristía Cristiana,
el Cáliz ocupa un lugar fundamental. Sobre El y a través del vino se vierte el
poder del Amor del Cristo en el instante de la Consagración y de allí a través
del sacerdote -debidamente protegido con mantos, joyas y piedras, en la antigua
liturgia- a los fieles, que con la cabeza inclinada reciben el Soplo Divino. Sin
embargo, la Iglesia nunca ha pretendido desarrollar el alto simbolismo del
Grial, quizá por relacionarlo con ciertas herejías que alrededor de él han ido
edificándose a lo largo de la historia, a pesar de que la Iglesia misma había
sido construida sobre una simbólica piedra. Pero si existe una Iglesia de Pedro,
exotérica, visible, mortal, existe igualmente una Iglesia de Juan, esotérica,
iniciática, invisible e inmortal, edificada sobre el propio Grial y accesible
únicamente a través del estrecho portal de la Iniciación Mayor. A esa Iglesia
Interior, Griálica, pertenecieron los más ilustres Maestros del Pasado.
La
tradición nos enseña que para el corazón sincero y valeroso pueden abrirse los
portales de ese Castillo Venturoso, ciudadela del Grial, que según la leyenda
puede aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar. Mont Salvage, montaña
de la salvación, centro del mundo o montaña cósmica, pero ante todo centro de sí
mismo y morada del Alma humana.
Todo nos revierte una y otra vez al misterio
mismo de la encarnación del Alma y la búsqueda de "algo que está perdido", ya
sea el Cáliz de la Última Cena, los Planos del Templo de Salomón, la Tumba de
Cristian Rosentkreuz, o la misteriosa Palabra Perdida de los Rosa+Cruces. Unidad
del Ser representada también en la tradición Artúrica por el misterioso símbolo
de la espada hendida en la Piedra. Arma de poder iluminador que en numerosas
tradiciones representa a la sabiduría que ilumina las tinieblas. Prueba
caballeresca por excelencia y condición fundamental para acceder al Santo Grial,
se dice que apareció súbitamente la noche de Navidad, durante la misa.
Hondamente hundida en una mágica Piedra, iba acompañada de un mandato profético:
Aquel que extraiga esta espada de esta piedra será rey por derecho de
nacimiento.
Pero el alto significado místico de la espada, también común a
innumerables tradiciones, nos lleva aún más lejos en nuestra búsqueda. En la
leyenda de los Nibelungos, Siegmund, padre de Sigfrido, rompió la espada que
había extraído del Árbol del Mundo contra el yelmo de Odín. Antes de morir,
Siegmund entregó a su esposa ambos fragmentos de la espada rota que ésta debía
transmitir a su hijo. Sigfrido logró recomponerla, volviéndola a forjar, y con
ella dio muerte, instado por el Rey Regín, al dragón, quien también le ordenó
cocer el corazón del monstruo. Por azar, Sigfrido probó el corazón del dragón, y
se dice que inmediatamente comprendió el Lenguaje de los Pájaros (la lengua
primordial no escrita ni dicha) quienes le advirtieron de la traición del Rey...
Excalibur, la célebre espada del Rey Arturo, forjada por los dioses cuando el
mundo aún no existía, según la leyenda, es entregada a Arturo por la Dama del
Lago. La sabiduría, una vez más, es extraída de un medio acuático. Pero la
espada es también otro símbolo del centro del mundo, del Axis Mundi o interior
del Ser. Fuerza poderosamente vertical que desciende sobre la materia virgen
fecundándola y creando la vida. La espada como vehículo iniciático por
excelencia y objeto -como el cetro- transmisor de poder, posee una importancia
primordial en la iniciación caballeresca de todos los tiempos.
MERLÍN: EL PODER SACERDOTAL
Hijo de un íncubo y de una virgen,
Merlín, el célebre druida de la corte del rey Arturo, asume también un relevante
papel en el misterio Griálico. Es él quien invoca a la Dama del Lago para que le
otorgue Excalibur. El Mago es el símbolo del poder teúrgico, de invocación y de
dominio de las fuerzas y elementos de la Naturaleza, de conjurar los espíritus y
de alterar la trama ilusoria de Maya. Mundo a través del cual se ve obligado a
actuar el Hombre hasta reencontrar la vía directa de acceso a la divinidad sin
el intermedio de la Naturaleza. Es entonces cuando el Grial comienza a asumir su
verdadero valor, ya que a través de Cristo como mediador y de la Eucaristía, los
portales hasta ahora cerrados de acceso a la divinidad quedan abiertos para el
Hombre. Merlín ayuda a Arturo a edificar Camelot, ciudadela utópica erigida con
plata y oro -símbolos lunar y solar- en la que el mal, la dualidad, la
ignorancia de la luz, todavía no habían sido erradicados.
Seducido por los
encantos de Morgana, hermanastra de Arturo -es decir, una polaridad del Rey-,
Merlín es confinado en un abismo de cristal en algún lugar del bosque de
Broceliande, en Bretaña. Desprovisto del poder sacerdotal de Merlín, Arturo toma
consciencia de la importancia del Grial para ocupar el Vacío y restituirá a la
Tabla Redonda su valor Místico. Al igual que la Humanidad, que vanamente busca
la felicidad en el mundo ilusorio de Maya, Arturo toma consciencia de ese Vacío
que ha de ser ocupado por la posesión de una verdad iluminadora y eterna. La
caballería terrestre abandona entonces el estado de quietud para aventurarse en
la más sagrada de las gestas, en la que muy pocos lograrán sobrevivir, la
herranza mística en la que los hombres todavía estamos comprometidos. Arturo
ordena partir a sus caballeros a los cuatro vientos y prestar únicamente
atención a la Providencia que, a través de señales, portentos y prodigios,
muestra al buscador el sendero que ha de conducirle a Aquello que está
Perdido...
EL GRIAL EN ORIENTE
Tan antiguo como
el propio mundo, revestido de tradiciones, de épocas y de culturas, el Santo
Grial es un punto de unión entre Oriente y Occidente.
El Buda Sakyamuni
conservó durante toda su vida una sola posesión terrestre, su cuenco de limosnas
-patra o kelasa-, recipiente sobre el cual el Budismo fue simbólicamente
edificado, cuando rodeado de sus discípulos, el Majestuoso plegó en cuatro
partes su túnica y puso su cuenco vacío sobre ella, construyendo así el primer
stupa, el templo espiritual que simboliza la elevación del Hombre desde la
materia hacia el espíritu. Y también sobre el misterioso vacío del Cáliz de Buda
se vertía el elixir de la inmortalidad, el Samudra, dispersar de las tinieblas y
gran iluminador. Según la leyenda, que deberíamos interpretar de forma simbólica
y profética, este Cáliz se perdió tras la muerte del Buda y será reencontrado
cuando se acerque el Tiempo de Shambalah.
En el Mahabaratha, crónica de la
gran guerra, Indra robó el Cáliz del Rey de los Nagas y lo llevó a los Cielos.
Este Cáliz de inmortalidad contenía la Amrita, brebaje mistérico, fuego
iluminador que atraviesa las tinieblas, que de la ignorancia conduce a la
sabiduría y de la muerte a la inmortalidad. Soma místico cantado así por el Rig
Veda:
"He probado, en consciencia, el sublime elixir.
El
complaciente, el gran liberador,
aquel que todos, dioses y mortales,
buscan llamándole la Miel...
Hemos bebido el Soma, nos hemos hecho
inmortales..."
Podríamos igualmente viajar al mundo islámico para
meditar, en Medina, sobre la Piedra Kaaba, Piedra blanca que en el curso de
los tiempos devino negra tras asumir los pecados del mundo. Pierre Ponsoye,
en su obra sobre el Islam y el Grial, nos habla de esta piedra asimilándola al Santo Grial del cristianismo: La Piedra fue traída a la Tierra
por los ángeles y más tarde llevada a las Indias, donde estaba situado el
Paraíso Terrestre. Ella es el principio Eucarístico del cual se alimentan
exclusivamente los elegidos. Cura las enfermedades, conserva la juventud,
preserva de la muerte. Atrae a los hombres en gran número, pero nadie la
descubre, sino aquellos que son predestinados.
¿Cómo no relacionar la
leyenda Griálica del Rey Pescador o del Rey Herido, curado con la lanza de
Longinos por el propio Perceval, y el mítico rey de las indias, el Preste
Juan? Monarca misterioso que habitaría en algún lugar secreto de Oriente y
que sería, al parecer, el legítimo poseedor del Grial. En el Reino del
Preste Juan habitarían seres maravillosos, unicornios y aves fénix y
existirían grandes tesoros, ríos de oro y de plata, y tal como relata una
carta manuscrita de este regente de Oriente enviada al Papa Alejandro III en
el año 1165...: En nuestra tierra hay también abundancia de vino y todo lo
que es bueno para el hombre, y aquel que lo bebe pierde todo deseo por las
cosas de este mundo... Más adelante nos revela la naturaleza sobrenatural de
este vino espiritual: Existe aún otra cosa maravillosa en nuestro palacio,
pues en él no se sirven alimentos, sino en una bandeja que cuelga de una
columna de manera que cuando estamos a la mesa y deseamos comer, el alimento
aparece ante nosotros por la gracia del Santo Espíritu... En aquel paraje
maravilloso también se hallaría la fuente de la Inmortalidad, donde el mismo
Preste Juan afirmaba haberse bañado varias veces y recuperado la juventud.
Esta Piedra de poderes sobrenaturales también poseía la facultad de absorber
el mal de la tierra y emitir a cambio poderosas vibraciones de luz y de
amor, desde el Centro Supremo por siempre en Oriente. Aanna Katherina
Enmerch nos dice en sus Visiones: Fue también a Egipto y Moisés lo tuvo en
su poder. Estaba hecho de un modo singular, muy compacto y no parecía
trabajado como los metales. Semejaba el producto de un vegetal. Sólo Jesús
sabía lo que era?
CALIZ Y GRIAL
El Santo Cáliz ha sido
relacionado muy a menudo con María, la Madre Cósmica, o la divina Shakty.
Isis para los egipcios, Devaki en la India, Dolma o Tara para los tibetanos,
María, la Madre de Cristo, ha estado siempre estrechamente ligada con el
misterio del Cáliz. El propio Tomás hace alusión a la Piedra como el Alma de
María. Hay un gran enigma en ello. María como recipiente Cósmico que recibe
en su seno la Luz de Cristo, el Grial. Por esta razón María, la Madre
Materia, es llamada por los cristianos, en la letanía de Loreto, Vaso
Espiritual, Vaso Honorífico, o Vaso Insigne de Devoción, considerando su
Sagrado Vientre como el lugar -seno- donde se manifiesta la divinidad,
convir- tiéndose ella misma en el jardín del Grial o la Fortaleza Venturosa.
Nuestra reflexión nos lleva entonces a las misteriosas palabras del Génesis:
... Pero la Tierra era informe y vacía y las tinieblas cubrían la
superficie del caos.
Quizá el más lamentable error cometido por
estudiosos e historiadores en su búsqueda de la revelación del enigma
griálico ha sido confundir el Cáliz, vehículo, continente, seno, matriz, con
el Grial, Luz, Gracia, Amor Puro, contenido espiritual de la Divinidad. El
Génesis nos dice de nuevo:
... y el espíritu de dios (Elohim) se
cernía sobre las aguas.
Y Dios dijo:
¡Que la Luz sea! Y la Luz fue...
Nuestra meditación sobre estos sagrados versículos podría llevarnos muy
lejos en la comprensión espiritual del Drama Cósmico que es representado por
el mito del Grial. Ese Vacío - obsesión del misticismo oriental- sobre el
cual se cernía el espíritu de Dios -que no Dios mismo- representaría el
Cáliz, la Madre Divina siempre virgen, la Materia Prima de los alquimistas,
la Natura Naturans del Hermetismo. Pero la fuerza universal, el poder
creativo del Verbo Divino -la misteriosa Palabra Perdida- descendería
vertiginosamente sobre el caos de los orígenes. Es a esa poderosa Presencia
a la que deberíamos llamar Grial.
La Santa Virgen es también asimilada a
la Shekinah hebraica, receptáculo de la divinidad en el Tabernáculo del
Templo o en el propio corazón del Hombre. Símbolo lunar, en el sentido
sagrado del término, es a menudo representado en forma de espejo ojival
(vesica piscis), tras las imágenes de María en la gran metrópoli gótica.
Es así descrito por Frantz Hartmann: "Sea cual fuere la fuente a la cual nos
referimos, encontramos siempre la misma respuesta. A saber, que esa Divina
Luz del Logos es el fundamento de toda existencia... es a la vez la cosa más
evidente sobre la Tierra y el más grande de todos los misterios. Es la
Shenah de los judíos, la Sophia de los gnósticos, el Fohat de los budistas,
la Madre de Cristo de los cristianos, la Isis de los egipcios, la Luz
Espiritual de los parsis... y el único Objeto posible y razonable de culto
para cualquiera que aspire a la vida eterna".
PERCEVAL: REY DEL
GRIAL
La historia de Perceval o Parsifal ocupa un lugar privilegiado
en el ciclo artúrico. Símbolo mismo del hombre peregrino a la búsqueda de lo
infinito, representa las sucesivas pruebas iniciáticas de todo candidato.
Terribles y desesperadas, han de ser franqueadas con éxito para acceder al
Santuario del Grial.
El joven Perceval vivía en el corazón de un bosque
con su madre, viuda de un Caballero, que odiaba el canto de los pájaros y
deseaba aislar a su hijo -como el rey Kudodano hizo con su hijo, el Buda
Siddharta- de la visión del mundo exterior. Un día, el joven vio pasar a
cinco caballeros a los que tomó por ángeles y, desde entonces, su único
deseo fue ser uno de los elegidos de la Tabla Redonda. No pudiendo evitar su
partida, la madre cayó muerta de dolor a causa de la pérdida de su hijo.
Al llegar a la corte de Arturo, Perceval vence al Caballero Rojo y se queda
con sus armas, siendo recibido en la Tabla Redonda. Perceval, un espíritu
inocente, proviene del bosque, símbolo del error y la oscuridad del mundo,
pero también de la matriz misma de la madre universal. Su vocación
caballeresca indica su deseo de consagrarse a la búsqueda de la verdad. La
madre, símbolo de la naturaleza, intenta sujetar al hombre, sumiéndolo en
los espejismos de la existencia. El lenguaje de los pájaros, que en la
tradición espiritual simboliza la llamada del alma y la música primordial
del espíritu que su madre aborrece, demuestra claramente el deseo vehemente
de la materia por enclaustrar al espíritu, evitando así que el hombre
descubra la verdad de la trama ilusoria de Maya, que supondría el final
inexorable de ésta.
Perceval posee, no obstante, el deseo de iluminación,
y su vía es la del corazón. Por ello escoge las armas del Caballero Rojo,
que tienen el color de la sangre y del sacrificio, entendiendo el término
"sacrificar" por "convertir en sagrado". Pero su inocencia es también
ignorante. Perceval es puro pero no es sabio. La pureza ha de convertirse en
sabiduría a través del proceso iniciático.
Más tarde visita a Gorneman,
el Hombre Prudente, quien le enseña el oficio de las armas y las virtudes
caballerescas, haciendo especial hincapié en la prudencia. Perceval llega al
castillo del rey Pescador, quien sufre de una enfermedad incurable, y es
introducido en una gran sala donde, asombrado, contempla a un paje que
sujeta una lanza sangrante. Detrás, una doncella sostiene el Santo Grial en
sus manos. Una gran aureola inunda la sala mientras el cortejo se
detiene frente a Perceval quien, recordando los consejos de Gonerman, no se
atreve a hacer la Pregunta. Le falta el valor, con lo que infringe una de
las leyes sagradas de la iniciación.
Tras su error, que condena al mundo
a continuar sumido en la oscuridad y al hombre, simbolizado por el rey
Pescador, a sufrir el tormento de una herida que jamás se cierra, Perceval
pierde la memoria de Dios y lucha en combates terribles contra caballeros
desconocidos, errando por la Tierra convertido en un vagabundo. Entra así en
el ciclo madurativo, ya que la inocencia ha de ser ungida con la
experiencia.
Un día encuentra a una doncella vestida de harapos que le
comunica que sus labios no pudieron abrirse en presencia del Grial como
castigo por haber dejado morir de dolor a su madre. Esta doncella representa
al guardián del umbral, la propia consciencia interior que le pone frente a
las consecuencias kármicas de sus actos. Al fin, Perceval es liberado del
espejismo de su propia mente, alcanza la iluminación y ve erigirse ante él
la imagen del Castillo Venturoso. El Grial aparece de nuevo y esta vez osa
hacer la Pregunta. En ese mismo instante el Rey Pescador recupera la salud y
le designa como su legítimo sucesor. La leyenda afirma que Perceval murió
ante la contemplación del Grial. En palabras de Oswald Wirth: "El iniciado
debe saber morir para renacer en el mundo superior". Consumidos los últimos
residuos de la obra, Perceval es Uno con el Universo, es Uno con Dios.
LA CAÍDA DEL REINO
Pero una segunda oportunidad se presenta
ante Lanzarote. Arrepentido y errante, cae en un profundo sueño en una
ermita y pide entonces, humildemente y con fervor, la contemplación del
Grial. En su sueño es llevado sobre las aguas por una nave misteriosa
durante un viaje de muchos meses. Este navío le deja de nuevo en el Castillo
Venturoso y le es dado contemplar el Grial desde lejos. Lanzarote ha
reconocido la presencia divina en sí mismo y entra en el reino de la
iluminación, redimido por la sagrada visión.
De regreso a la corte,
Lanzarote anuncia a la reina su conversión, pero Agrawain les sorprende
juntos y se lo cuenta al rey. Éste, una vez más, rehúsa aceptar tales
calumnias, aun sabiendo la verdad, hasta tal punto es grande su amor por
ambos. Pero por fin, ante la evidencia de las pruebas, monta en cólera y
ordena a Agrawain y a Mordred que den
muerte a Lanzarote. Los
conspiradores atraen a los amantes hacia una emboscada y el rey, convencido
esta vez de su culpabilidad, condena a Ginebra a la hoguera. Lanzarote, que
ha logrado huir, salva a la reina dando muerte a Agrawain, a Gerehes y, por
error, a Gaeriet, a quien todo el mundo amaba, refugiándose ambos amantes en
el Castillo de la Guardia Gozosa.
Arturo sale a combatir contra
Lanzarote, dejando imprudentemente Camelot bajo la custodia de Mordred, el
infame. A su regreso, su hijo se ha hecho con el poder y Arturo debe
enfrentarse a él. En el transcurso de la gran batalla de Salisbury, Arturo
acaba con Mordred pero éste, agonizante, le hiere mortalmente. Ante la
inminencia de su final, Arturo pide a su escudero que arroje a Excalibur en
medio de un lago. La espada se hunde en el fondo de las aguas, llevada por
la mano de la Dama del Lago. Arturo es transportado al Oriente Místico,
Avalon, por un navío dorado.
El poder del conocimiento perfecto,
simbolizado por la espada Excalibur, le fue dado a Arturo para unir la
Tierra, no para utilizarlo en la defensa de su propio honor o de su ego.
Así, Arturo pierde su poder por orgullo, con lo que el rey y su reino, la
Humanidad misma, entran en el ciclo involutivo, la "noche oscura" o el Kali
Yuga de los orientales. Esta caída no es fortuita, forma parte de un proceso
cósmico porque Camelot no era todavía el estado espiritual perfecto. Los
caballeros han de lanzarse a una desesperada aventura, de la que sólo unos
pocos lograrán sobrevivir, guiándose únicamente por señales, prodigios o
signos en el sendero. La misión de la Caballería Terrestre ha terminado y
comienza la santa misión de la Caballería Celeste.
GALAHAD. EL
MEJOR CABALLERO DEL MUNDO
Descendiente directo de José de Arimatea,
Sir Galahad o Galaad y a veces también Galaz el Puro, "aquél en el que
Cristo mismo se refleja", es el único caballero que llega a poseer el Grial,
mientras los otros sólo pueden verlo, como Perceval, y aún de lejos, como
Lanzarote. Pero Sir Galahad no sigue la vía común de los hombres porque es
un "Cristo viviente". En la personalidad de Sir Galahad encontramos
profundamente mar- cadas las características del avatar del hinduismo,
término sánscrito que vendría a significar "llegado con el consentimiento de
lo más alto en beneficio del mundo inferior".
Según la tradición, cuando
Galahad llegó a la madurez fue introducido en la corte de Arturo por un
misterioso anciano de blancas vestiduras. Tras sucesivas pruebas, fue el
único que pudo ocupar el Asiento Peligroso, reservado al Mejor Caballero del
Mundo. Logró extraer una vez más la espada de la piedra, mientras una dama
anunciaba que Lanzarote ya no era El Mejor Caballero del Mundo. Durante el
banquete de los caballeros, una Eucaristía, una ceremonia cósmica, el
Santo Grial apareció "para dar a cada uno de los presentes aquello que su
corazón más ansiaba". Sir Galahad, vestido de blanco y con una cruz roja en
el pecho, es a la vez monje y guerrero, sacerdote y rey, un miembro de la
Santa Orden del Sumo rey sacerdote Melquisedec. Galahad es la meta última
"donde se ocultan el Grial y la Palabra".
La Tabla Redonda, la Santa
Búsqueda del Grial, las hazañas, aventuras y desventuras de los Caballeros
del Rey Arturo, la Avalón Cósmica y su reflejo terrestre, Camelot, son una
contraparte microcósmica del secreto designio del Universo, del "plan
Divino" expresado en esta Tierra por la sagrada Iniciación a los Misterios
de la Tradición Primordial. Las pruebas iniciáticas de cada Caballero de la
Mesa Redonda y del propio rey Arturo, Merlín, Ginebra, Morgana, Viviana,
Lanzarote, Perceval, Mordred, Galahad y los demás personajes de la trama
artúrica, corresponden a los diferentes estados del ser, pruebas
iniciáticas, fracasos y triunfos de la Humanidad en el exilio cósmico.
La
búsqueda del misterioso Reino del Grial es el secreto designio de todo
hombre en la aventura del alma por la conquista de sí misma, y al igual que
en cada uno de nosotros puede existir un oscuro Mordred, también dentro del
alma humana se encuentra un reflejo del Mejor Caballero del Mundo. En el
umbral de la era cósmica, la Caballería y su ideal espiritual retornan a la
Humanidad aportando el perdido sentido de nuestra pertenencia a la
Eternidad.
La comunión con el Grial lleva a los caballeros errantes a la
experiencia transfigurativa. Tras su visión, Perceval es elevado a los
Cielos; Lanzarote, quien lo contempla de lejos, es redimido de todos sus
errores y Galahad, el puro, se desvanece en el éxtasis. El Santo Grial, tal
vez el símbnrial, posee también el poder de limpiar el karma de los hombres
y abrir los portales de la vida cósmica. Ese Cáliz, recipiente sagrado de
algo que no es de este mundo, identificado con la constelación de Virgo en
la bóveda celestial, y que asume precisamente la forma de una copa, ¡es en
verdad el único objeto posible de búsqueda! Lapis Exilis, Piedra del Exilio
Cósmico del Hombre voluntariamente encarnado en la materia, cristalizado en
la forma por un acto de amor, es también un Lapis Excelsis, una Piedra
Excelsa que une al Hombre con su verdadera naturaleza divina.
La Espada
en la Piedra, la Rosa en la Cruz, la Llama en el Cáliz, la Joya en el Loto.
Un mismo estado espiritual, una misma realización prometida a los hombres
aventureros de la vida cósmica. En el umbral de esta Era Cósmica, Oriente y
Occidente, corazón y mente, se unen en un mismo símbolo: el Vacío de toda
pasión terrena en el corazón del Hombre, donde mora el Fuego Sagrado de la
Divinidad. Fuego y Vacío, amor y silencio, Grial y Cáliz, fusión, ignición
del Ser en las llamas del amor incondicional que nos lleva a creer en las
palabras de Cristo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida...".
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