Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz

Ese día, 17 de octubre se despertaron más temprano que los anteriores, 
desayunaron lo de costumbre y de inmediato se dedicaron a prepararse para la partida, 
pero eran tan pocas las cosas que llevarían que prácticamente ya estaba todo listo 
casi antes de comenzar. Una hora más tarde dividieron lo escogido en cuatro grupos 
iguales, lo acomodaron en las mochilas y quedaron listos para partir.
     
- Mi capitán, creo que todo está listo - dijo La Rosa, que había asumido el control 
y distribución de la impedimenta.
     - Sí, creo que 
estamos listos - Gutiérrez permaneció en silencio unos instantes, y continuó - no 
sé si ustedes piensan lo mismo, esto es un asunto personal, pero yo voy a escribir 
una carta, si ustedes lo hacen ya verán a quien se la dirigen para que cuando encuentren 
el helicóptero, si lo encuentran, sepan más o menos qué pasó; Mañuco, hay que dejar 
un papel diciendo que bajaremos siguiendo el curso del agua, así les haremos más 
fácil la búsqueda. 
Era noche cerrada, oscura, boca de lobo que le llaman; 
Chauchilla pensaba sobre cómo sería al día siguiente que emprenderían la marcha 
en busca de la civilización, de la salvación. Poco a poco el cielo se fue cubriendo 
de estrellas, al principio, tímidamente, se fueron asomando las más luminosas, brillaban 
como diamantes sobre terciopelo negro, después fueron apareciendo otras, más pequeñas, 
y otras y otras, hasta que la noche se hizo clara -.Si las noches van a ser como 
está la caminata no será tan difícil como dice Gutiérrez, pero sería mejor todavía 
si saliera una buena luna nueva, o llena, me da lo mismo - Como si hubiese sido 
una orden empezó a mostrarse la luna iluminando todo con su luz plateada, mientras 
las estrellas desaparecían como avergonzadas ante tal luminosidad - Esto me hace 
recordar la vez que el Mono se perdió en la trocha de Teniente López regresando 
del barrio civil - Se había escapado para irse a “chelear” al barrio civil y al 
regresar salió de la trocha para orinar y ya no pudo encontrarla aunque estaba a 
solo dos metros , el monte le parecía igual por cualquier lado, asustado decidió 
no moverse hasta que amaneciera - Qué risa, hizo bien en no moverse ¿ Dónde estaría 
ahora,? Todavía perdido seguro - las carcajadas le sacudían los hombros, se atoró 
con su propia saliva y empezó a toser, alguien le dio unas fuertes palmadas en la 
espalda.
     - ¡¡¡Chauchilla, Chauchilla, despierta, 
estás soñando!!!
     - ¿Qué, qué, qué pasa? - en la 
oscuridad de la cabina era imposible ver su expresión de desconcierto
     
- Nada, chistoso, estabas soñando en saber Dios qué y te has puesto a reír y a toser 
como un loco; ya déjanos dormir.


	
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