NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS SED NOMINE, TUO DA GLORIAM"
La herencia que los Caballeros Templarios le dejaron a la Banca Moderna
Desde hace más de 8 siglos es el hogar londinense de los miembros
de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón. En la
concurrida calle Fleet de Londres hay un arco de piedra bajo el que quien quiera
puede pasar para viajar atrás en el tiempo. Unos pocos metros más adelante, en
una apacible plaza, hay una extraña capilla circular y, al lado, en la cima de una
columna, una estatua de dos caballeros montados en el mismo caballo.
Dos caballeros en un caballo, símbolo de pobreza y humildad.
La capilla es Temple Church -la iglesia del Templo-, consagrada
en 1185 como el hogar en Londres de los miembros de la Orden de los Pobres Caballeros
de Cristo y del Templo de Salomón, más conocidos como los caballeros templarios.
Pero Temple Church no es sólo un lugar significativo arquitectónica, histórica y
religiosamente.
Es también el primer banco de Londres.
Los caballeros templarios eran monjes guerreros, parte de una
orden religiosa con una jerarquía inspirada en la teología, una declaración de principios
y un código ético. Pero también estaban dedicados a la guerra santa y armados
hasta los dientes. Entonces, ¿cómo fue que terminaron metiéndose en la banca?
Defendiendo los bienes
Los templarios se dedicaban a la defensa de los peregrinos cristianos a Jerusalén.
En 1095, el Papa Urbano II hizo una llamado para emprender la
Primera Cruzada contra los musulmanes. Jerusalén había sido conquistada en la
Primera Cruzada en 1099 y, poco después, los peregrinos empezaron a llegar tras
recorrer miles de kilómetros en su travesía por Europa. Si eras uno de esos peregrinos,
tenías un problema: de alguna manera debías tener lo suficiente para pagar meses
de comida, transporte y techo, pero no querías llevar contigo grandes cantidades
de dinero, pues te convertirías en blanco perfecto para los ladrones. Afortunadamente,
los templarios te podían cubrir la espalda. Los peregrinos podían depositar su
oro en Temple en Londres y retirarlo en Jerusalén. En vez de cargar con su dinero,
llevaban una carta de crédito: la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del
Templo de Salomón fue la Western Union de las Cruzadas.
Dinero volador hecho en China
No sabemos cómo los caballeros templarios operaban el sistema
ni de qué manera se protegían contra el fraude. ¿Será que usaban un código secreto
que verificaba el documento y la identidad del viajero? Es uno de tantos otros
misterios sobre los templarios, una organización tan empapada de leyenda que alimentó
sin problema la popular historia del "Código Da Vinci". De hecho, una de las escenas
de la película fue grabada en Temple Church. Lo que sí sabemos es que estos caballeros
no fueron los primeros en el mundo en proveer este servicio.
La dinastía Tang rigió durante 289 años (618-907) y se recuerda como un momento
-y quizás el momento- de más esplendor de la historia china.
Varios siglos antes, la dinastía Tang de China usaba fei qian飞
钱 -dinero volador-, un documento de dos partes que le permitía a los mercaderes
depositar sus ganancias en una oficina regional y reclamarla en la capital.
El banco de reyes manejado por pobres
Sin embargo, el chino era un sistema operado por el gobierno.
Ese sentido, el de los templarios se asemeja más a los bancos privados modernos,
aunque uno cuyo dueño era el Papa, aliado con reyes y príncipes europeos, y operado
por una asociación de monjes que habían hecho votos de pobreza. En cualquier
caso, los templarios hacían mucho más que transferir dinero a lugares distantes.
Proveían además una gama de servicios financieros reconocidamente modernos. Si
querías comparte una bonita isla cerca de la costa occidental francesa -como la
isla de Oléro que el rey Enrique III de Inglaterra adquirió en los años 1200- los
templarios podían actuar como intermediarios en el negocio. Enrique III le pagó
100 libras esterlinas al año durante cinco años al Templo en Londres y, cuando sus
hombres tomaron posesión de la isla, los templarios se aseguraron de que el conde
de la Marche recibiera lo que le correspondía. ¡Ah! ¿Y las Joyas de la Corona
de Inglaterra que están en la Torre de Londres en la actualidad? En esa misma época
estaban en el Temple, como garantía de un préstamo. En ese caso, los templarios
jugaron el rol de prestamistas, aunque al más alto nivel.
Cuando los caballeros ya no estaban
Los caballeros templarios no fueron los únicos banqueros europeos
para siempre, por supuesto. La orden perdió su razón de existir luego de que
los cristianos europeos perdieron completamente el control de Jerusalén en 1244;
los templarios fueron eventualmente desbandados en 1312. ¿Quién llenó el vacío
que dejaron en la banca? Si hubieras asistido a la gran feria de Lyon en 1555,
habrías podido ver la respuesta.
Camino a la feria de Lyons cargados de seda del Lejano Oriente.
La feria de Lyon era el mayor mercado de comercio internacional
de Europa y databa de los tiempos de los romanos. Y en esta edición en particular,
se estaba regando un chisme.
Ni se compra ni se vende
Era sobre ese mercader italiano... ¿lo ves? Pues está haciendo
una fortuna. ¿Cómo? No compraba nada ni tenía nada para vender: todo lo que
tenía era un escritorio y una escribanía. Y se sentaba ahí, día tras día de feria,
recibiendo a otros mercaderes y firmando sus pedazos de papel. De alguna manera,
se estaba enriqueciendo mucho. Extraordinario. Y, francamente, para los locales,
muy sospechoso. Pero para una nueva élite internacional de grandes firmas de
mercaderes europeos, las actividades de este italiano en particular eran perfectamente
legítimas.
Cuando se reunían en las ferias, los banqueros atendían a la gente...
Tenía un rol muy importante: estaba comprando y vendiendo deudas
y, al hacerlo, estaba creando enorme valor económico.
El sistema funcionaba así:
Un mercader de Lyon que quisiera comprar -por ejemplo- lana florentina
podía acudir a su banquero para conseguir una letra de cambio. La letra de cambio
era una nota de crédito, un pagaré. Ese pagaré no era denominado en libras francesas
ni liras florentinas. Su valor era expresado en écu de marc, una moneda privada
utilizada por su red de banqueros internacionales. Si el mercader lionés viajaba
a Florencia -o enviaba a sus agentes-, la letra de cambio del banquero en Lyon sería
reconocida por los banqueros en Florencia, quienes amablemente la cambiarían por
moneda local. A través de esta red de banqueros entonces, un mercader local no
sólo cambiaba de moneda sino que importaba su capacidad crediticia de Lyon a Florencia,
una ciudad en la que nadie había oído hablar de él. Y ese era un servicio muy
valioso.
Ayer y hoy
No extraña entonces que el misterioso banquero se estuviera haciendo
rico. Cada vez que se reunían en una feria, esta red de banqueros revisaban sus
libros, ponían en orden sus cuentas y pagaban sus deudas.
... y ajustaban cuentas.
Nuestro sistema financiero actual aún tiene mucho en común con
ese sistema de antaño. Un australiano con una tarjeta de crédito puede ir a un
supermercado en Francia y pagar por sus compras. El supermercado chequea con
un banco francés que a su vez habla con un banco australiano y éste aprueba el pago,
a sabiendas de que el cliente le pagará de vuelta. Sin embargo, esa red de servicios
bancarios siempre ha tenido un lado oscuro.
Ese lado menos claro
Al conectarse y tornar obligaciones personales en deudas que
se podían comercializar internacionalmente, estos banqueros medievales estaban creando
su propio dinero, y ese dinero privado estaba fuera del control de los reyes europeos.
Se habían vuelto ricos y poderosos, sin la necesidad de tener monedas acuñadas por
ningún soberano. Esa descripción suena familiar hoy en día.
La huella de los templarios aún es visible.
Los bancos internacionales están unidos en una red de obligaciones
mutuas incomprensibles y difíciles de controlar. Pueden valerse de su alcance
internacional para evadir impuestos y regulaciones. , como las deudas entre ellos
son en un tipo de dinero privado muy real, cuando los bancos se tambalean, todo
el sistema monetario se tambalea con ellos.
La furia de Felipe IV
Aún estamos tratando de entender qué se puede hacer con los bancos.
No podemos vivir sin ellos, al parecer, pero no siempre estamos seguros de querer
vivir con ellos. Los gobiernos siguen buscando la manera de mantenerlos a raya,
a veces con una actitud de laissez-faire. Otras no tanto. Sin embargo, pocos
reguladores han sido tan fervorosos como el rey Felipe IV de Francia. Le debía
dinero a los templarios y estos se rehusaron a perdonarle la deuda. Entonces, en
1307, en donde hoy está la parada Temple del metro de París, el rey Felipe asaltó
su Templo. Fue el primero de una serie de ataques en Europa. Los caballeros templarios
fueron torturados y forzados a confesar cualquier pecado que la Inquisición les
asignó.
Rey Felipe IV de Francia ordenando la muerte con fuego de los templarios que
"confesaron" sus pecados.
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón
fue disuelta por el Papa. El Templo de Londres fue alquilado a unos abogados.
Y el Gran Maestre de la Orden del Temple, Jacques de Molay, fue llevado al centro
de París y quemado vivo públicamente.
Murió en llamas por no perdonar la deuda del rey. Eventualmente los banqueros
se volverían tan poderosos como los reyes.