Misterio
Carlos Gardel
Música de Américo Chiriff
Letra de José Alonso y Trelles
Era memoria linda,
la memoria del viejo
pa’ contar sucedidos
de quién sabe qué tiempo,
mientras
corría el cimarrón la rueda
y se enredaba en el ombú el
pampero.
Pero había que amañarlo
pa’rancarlo al
silencio,
si le araba la frente
con sus rejas el ceño,
y en el oscuro espejo ‘e las pupilas
encendían su luz ciertos
recuerdos.
Porque entonce en sus labios,
temblequiantes y secos,
beyaquiaba el rezongo
como potro
mañero.
Y de un costao al otro de la boca
tranquiaba el
pucho de tabaco negro.
A ocasiones él solo
comenzaba
los cuentos
que el gauchaje del pago
recogía en silencio,
viendo resucitar, como a un conjuro,
la atormentada juventú
del viejo.
Gurí en la guerra grande,
mozo cuando
Quinteros,
soldao en la ‘el Quebracho,
y herido en la del
Cerro,
ande un Caudillo levantaba el poncho,
ayí estaba él
apeligrando el cuero.
Eran de ver sus ojos
medio
acosáas del sueño
arder como las brasas
del tizón
trasfoguero,
cuando echando a la nuca el “borsalino”
les
contaba e peleas y entreveros.
Los gurises, al oirlo,
silenciosos y trémulos
sentían por las venas
correrles
como un “juego”
la alborotada sangre de la raza,
y el fin
pedían de la historia al viejo.
Pero caiban las chinas
curiosiando al respeto
con que los gauchos oian
las
locuras del cuento
y, sin saber por qué, sobre los párpados
del viejo historiador se echaba el sueño.
Y sus labios,
contraidos
por un gesto e despecho,
hablaban de una trenza
cortada rente al cuero,
y de un amor infortunao y triste,
y de un desdén inexplicable y terco.
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