El Convento de las Galias de 1778 ocupa un lugar del todo significativo en la
historia de la Francmasonería, pues el objeto de sus trabajos, de una naturaleza
radicalmente novedosa, dará lugar a la concepción del Régimen Rectificado tal como
lo conocemos y practicamos hasta el día de hoy.
Efectivamente, el Convento
de las Galias fue una tentativa de restablecer la “unidad primitiva” de la iniciación
en medio de la multiplicidad anárquica de sistemas que allí se calificaron severamente
como “arbitrarios”.
Estos sistemas diversos y variados, aunque cristianos
y edificantes, ignoraban totalmente las bases del conocimiento iniciático real,
desconocían por completo los fundamentos de lasverdades misteriosas olvidadas por
la Iglesia y sus ministros según las declaraciones del mismo Willermoz (cf. Carta
a Salzmann, 12 de mayo de 1812), lo cual hacía necesario una “Reforma” en profundidad
de la Francmasonería.
Es por lo que, en Lyon, Willermoz y aquellos que le
eran más cercanos constituyeron un Régimen que ambicionaba reunir al conjunto de
las Logias a fin de reconstituir la unidad sobre la base de una masonería extraída
del “origen” mismo de la auténtica “Tradición”, y de los primeros misterios que
presidieron la rehabilitación de Adán después de la Caída.
Esto es lo que
estipula la Introducción del Código Masónico de las Logias Reunidas y Rectificadas
de Francia (1778):
“… a falta de conocer el verdadero punto central y
el depósito de las leyes primitivas, suplieron el régimen fundamental por regímenes
arbitrarios particulares o nacionales, y por las leyes que se les pudieran adaptar.
Tuvieron el mérito de poner freno a la licencia destructiva que dominaba por todas
partes, pero no teniendo en cuenta la cadena general, rompieron la unidad al variar
los sistemas.
Masones de diversos lugares de Francia, convencidos de que
la prosperidad y la estabilidad de la Orden Masónica dependía enteramente del restablecimiento
de esta unidad primitiva, y no habiendo encontrado los signos que deben caracterizarla
en aquellos que habían querido apropiarse de ella, enardecidos en su búsqueda por
lo que habían aprendido sobre la antigüedad de la Orden de los Francmasones, fundamentada
sobre la más constante tradición, llegaron por fin a descubrir su origen; con celo
y perseverancia han superado todos los obstáculos y, participando de las ventajas
de una administración sabia e iluminada, han tenido la dicha de reencontrar los
vestigios preciosos de la ancianidad y el objeto de la Masonería”.
Podemos
decir que el Convento de las Galias, en sus decisiones, ciertamente ha establecido
y constituido una Masonería simbólica que ya no está fundada, como anteriormente,
sobre tres grados, sino sobre cuatro, que conducen a una Orden de Caballería, dicha
“Orden Interior”, formada por Escuderos Novicios y Caballeros Bienhechores de la
Ciudad Santa, pero que ha constituido ante todo y en primer lugar un proyecto iniciático
absolutamente innovador, cuyo objeto espiritual, propio de este nuevo sistema fundado
en Lyon en 1778, fue sin lugar a dudas el de la doctrina de la reintegración.
Ser fiel al espíritu que presidió la Reforma de Lyon de 1778 es pues mantenerse
unido a esta doctrina a fin de respetarla, trabajarla y profundizar en ella, pero
también es operar para su puesta en práctica sobre el plano iniciático, sabiendo
que ella está en el corazón de la vía interna del Régimen Rectificado.
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