El Plebeyo
Los Embajadores Criollos
Los Embajadores Criollos
La noche cubre ya con su negro crespón
de la ciudad
las calles que cruza la gente con pausada acción.
La luz artificial
con débil proyección
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de laborar, vuelve a su humilde
hogar
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo, el hombre que
supo amar.
Y que sufriendo está esta infamante ley
de amar a una
aristócrata siendo plebeyo él.
Trémulo de emoción, dice así en
su canción:
El amor, siendo humano tiene algo de divino,
amar
no es un delito porque hasta Dios amó
Y si el cariño es puro y el
deseo es sincero
¿Por qué robarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo
el alma en que
se anida mi incomparable amor.
ella de noble cuna y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón.
¡Señor por qué los
seres no son de igual valor!...
Así en duelo mortal de abolengo
y pasión
en silenciosa lucha condenarnos suelen a grande dolor
al ver que un querer porque plebeyo es,
delinque si pretende la enguantada
mano de fina mujer
El corazón que ve destruido su ideal
reacciona
y se refleja en franca rebeldía que cambia su humilde faz.
El plebeyo
de ayer es el rebelde de hoy
que por doquier pregona la igualdad
en el amor.
Trémulo de emoción, dice así en su canción:
El
amor, siendo humano tiene algo de divino,
amar no es un delito porque
hasta Dios amó
Y si el cariño es puro y el deseo es sincero
¿Por
qué robarnos quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya,
también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor.
ella de noble cuna y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre
ni es otro el corazón.
¡Señor por qué los seres no son de igual valor!...
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