Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz
Corría el mes de noviembre del año 1965, durante el gobierno del arquitecto
Fernando Belaunde Terry, y una de las preocupaciones del momento era el
movimiento guerrillero que se venía desarrollando en los Andes del Perú, en el
norte encabezado por Héctor Béjar, en la zona central por Guillermo Lobatón y en
el sur por Luis De La Puente Uceda
Un día , como a las ocho de la mañana,
sonó el timbre del teléfono del comando del Escuadrón de Búsqueda y Patrullaje
N* 833, se había recibido una información de la Comandancia de la Fuerza de
Superficie en el sentido de que tripulantes de una patrullera de la Capitanía de
Puerto de Mollendo había avistado la vela (torre de mando) de un submarino sobre
el eje de la desembocadura del río Ocoña, a unas diez millas mar afuera, y
pedían que la Fuerza Aérea salga a investigar porque la unidad de superficie más
cercana , la fragata Ferré, se encontraba a unas diez horas de navegación del
lugar señalado y el Servicio de Inteligencia presumía que era un submarino chino
que, por encargo de La Habana, estaría abasteciendo de armas al movimiento
guerrillero.
El Comandante del Escuadrón de Guerra Antisubmarina, mayor Luis
Deza S, comprendió que la misión requería del concurso de sus mejores hombres y
de inmediato llamó a su hombre de confianza, el capitán Carlos Pellegrini, con
quien había hecho el curso de Guerra Antisubmarina en los aviones ALBATRTOS
HU-16B en USA; el Departamento de Operaciones rápidamente planificó el vuelo y
se designó el avión de matrícula FAP 521 con pleno de combustible para 13 horas
de vuelo y premunido de sonoboyas (Boyas de ¡.20 m de largo, premunidas de una
batería que, se activaba con el agua de mar, un receptor transmisor y un
hidrófono) cargas sónicas (Pequeñas cargas de una libra de explosivo, destinadas
a generar ruido, cuyo rebote era captado por el hidrófono de la boya y
retransmitido al avión) y marcadores de humo (cuya finalidad era señalar el
lugar donde el hidrófono había captado las ondas, directas y de rebote); el
avión decoló antes de las 09:00 horas, estimando que se encontrarían sobre el
punto de destino alrededor de las 12:20 horas. Desde el primer momento pensaron
que no había muchas esperanzas de ubicar el objetivo, si acaso era cierta la
información por demás insólita ¿Un submarino chino en aguas peruanas, y tan
cerca de la costa? Al llegar habrían transcurrido más de cuatro horas desde el
avistamiento; no obstante, diez minutos antes de llegar al punto desde donde
empezarían la búsqueda se prepararon, como siempre, para hacer un trabajo
concienzudo, atrás quedaron las especulaciones.
- Piloto a navegante – llamó
por el interfono el mayor Deza al teniente Pellegrini – Estamos a diez minutos
del dato (Punto donde fue visto el submarino) - Confirma el estimado ¿Está listo
el equipo, pasas a TACO? (En la jerga aeronáutica TACO es el Coordinador Táctico
y desde el momento que el Navegante asume esta función es responsable de los
desplazamientos del avión y el piloto debe seguir fielmente sus órdenes)
-
TACO a piloto - respondió Pellegrini, ya en su rol de TACO, indicando que asumía
la función de coordinador - Estimado y posición confirmados, estamos listos para
empezar - Minutos después, ubicó el dato, y lo marcó con una señal de humo,
flotante, al tiempo que se iniciaba el despliegue de una rosa de sonoboyas, esto
es una boya al centro junto con la señal de humo, para rodearla con un hexágono
también de sonoboyas inscritas en un círculo de radio de 8millas náuticas,
maniobra que demora unos cuarenta minutos.
Finalizado el sembrado de las
boyas se inició el lanzamiento de las cargas sónicas, sin mayores expectativas;
sin embargo, a la segunda carga el operador del Julie (Sistema de detección
sónica) acusó un eco
- ¡Eureka! ¡El submarino se encuentra dentro del
círculo! - Exclamó el TACO, estaba exactamente donde lo necesitaban, se iniciaba
la cacería. Parece que estaba orbitando muy despacio en espera de algo, pero tan
pronto sintió las cargas sónicas inició maniobras evasivas pues se le hizo
evidente que había sido detectado y debía perder a su perseguidor.
En ese
momento Pellegrini lanzó un marcador de humo para iniciar el modo de detección
magnética; en esta fase el Albatros debía extender el MAD (Detector de Anomalías
Magnéticas) y descender a 50 pies de la superficie para conseguir la mayor
posibilidad de detección e iniciar una suerte de seguidilla de virajes de 360°,
siempre hacia el lado izquierdo y manteniendo los 50 pies, de modo de formar una
serie de círculos tangentes entre sí para configurar una figura parecida a un
trébol de cuatro hojas que se van agregando en el rumbo que lleva el submarino;
todos estos movimientos y desplazamientos deben ser graficados por el TACO en su
tablero para efectuar cálculos geométricos cuyo resultado le permite mantenerse
sobre el rumbo del sumergible y hacerle seguimiento; el piloto se limita a
seguir sus instrucciones, por lo que el TACO se convierte en el conductor y
responsable de la operación.
- ¡TACO a piloto, tenemos contacto positivo! –
El anuncio puso a todos en tensión ¿Será posible que lo hayamos detectado?
Ojalá - Voy a lanzar cuatro cargas más para despejar cualquier ambigüedad
- Toda
la tripulación permaneció en silencio, atenta a las órdenes del coordinador.
Minutos después, ubicó el dato, y lo marcó con una señal de humo, al tiempo que
se iniciaba el despliegue de una “rosa de sonoboyas”, esto es, una boya al
centro junto con la señal de humo, para rodearla con un hexágono también de
sonoboyas inscritas en un círculo de radio de 8millas. Finalizado el sembrado de
las boyas se inició el lanzamiento de las cargas sónicas, sin mayores
expectativas; sin embargo, a la segunda carga el operador del Julie (Sistema de
detección sónica) acusó un eco.
Pronto, después de unos minutos de vuelo,
el TACO le comunicó al piloto que se había logrado al fin un dato firme; es
posible que al no emplear más cargas sónicas, el comandante del submarino haya
decidido que se había escabullido de sus cazadores, ignorando que estaba siendo
silenciosamente rastreado con el MAD, el dispositivo pasivo indetectable para
él, así que navegaba con rumbo fijo, paralelo a la costa y a unos cuatro nudos.
El tiempo había transcurrido literalmente volando, llevaban ya casi nueve horas
en un trabajo extenuante y peligroso y muy exigente para la tripulación y el
avión haciendo virajes constantes a muy poca altura, una y otra vez, una y otra
vez. Los controles del avión son muy duros para las maniobras tan empinadas que
se tenían que realizar durante la operación del MAD*, eran ya más de las 17:00
horas y todos estaban exhaustos, felizmente, como refuerzo, había un tercer
piloto y entre ellos se podían relevar una vez que el rumbo del sumergible se
estabilizaba; mientras tanto, el TACO, que no tenía reemplazo, no podía dejar su
puesto ni para ir al baño, y hacía rato que estaba en emergencia fisiológica
¿Qué hacer?
A esa hora el 521 se comunicó con la fragata BAP Ferré para
informarles que tenían contacto magnético positivo, es decir que tenían
“enganchado” al submarino y que debían apresurarse, recibiendo como respuesta
que se estaban aproximando a toda marcha y que estimaban llegar al espacio
táctico a las 18:20 horas. A su llegada, de acuerdo a la doctrina, la Ferré
asumiría el control de la operación.
Una hora más, por lo menos ¡Casi doce
horas! Con lo cansados que estaban la situación se tornaba peligrosa, el TACO,
el mayor Pellegrini, no había tenido ni relevo ni descanso en las casi doce
horas que llevaban volando, tiempo durante el cual había estado cumpliendo un
trabajo incesante y de alta concentración y ya era notorio su agotamiento
¿Cuánto más podría resistir?
Las condiciones en que estaban operando,
considerando distancia, tiempo y combustible eran casi marginales y el mayor
Deza, Comandante de la aeronave, decidió que, al finalizar la intervención del
Albatros se dirigirían a Pisco para reabastecerse de combustible para poder
continuar al Callao, su Base de Operaciones. Habían estado siguiendo al
submarino alrededor de dos horas hasta casi agotar los marcadores de humo, dos
horas de virajes y más virajes rozando las olas con la punta del ala, les
quedaban solamente dos marcadores que el TACO decidió dejar como indicadores
para la Ferré cuando llegara a las inmediaciones, lo que ocurrió en la hora
prevista, aminoró la marcha y permaneció en escucha con su sonar; a los pocos
minutos acusó contacto sonoro positivo hacia el último marcador lanzado por el
avión y asumió el comando táctico de la operación. El Albatros 521 pidió
autorización para retirarse por las limitaciones de combustible y se alejaron
rumbo a Pisco.
- TACO a piloto ¡Dejo mi puesto en este mismo instante!
–
Pellegrini no esperó respuesta, se soltó las amarras y, a trompicones, se
dirigió en procura de alivio en el sanitario. Al fin.
Al tener contacto
positivo la fragata aceleró a más de veinte nudos dirigiéndose hacia la señal de
humo dejada por el Albatros, en donde lanzó cargas de profundidad;
presumiblemente el submarino detectó el intempestivo incremento de potencia de
la nave peruana, deduciendo que no se trataba de una embarcación de transporte
emprendiendo la huida, con lo que la unidad de superficie peruana perdió
totalmente contacto con el blanco. Veinte minutos más tarde la fragata llamó al
Albatros para pedir apoyo en retomar el contacto, pero ya no fue posible por el
bajo nivel de combustible.
Una vez aliviado de su urgencia sanitaria y
establecido el rumbo a Pisco, el TACO, con pesados movimientos de lo cansado que
estaba, descolgó un paquete de paracaídas que colocó en el piso a guisa de
almohada, se tendió cuan largo era y casi instantáneamente se quedó
profundamente dormido; durmió ininterrumpidamente varias horas durante el
trayecto a Pisco, también mientras recargaban combustible en la Base Aérea y
durante el trayecto a Lima hasta el aterrizaje, que es cuando despertó creyendo
que recién estaban aterrizando en Pisco.
Esta operación constituyó fuente de
una inmensa alegría y orgullo para el Escuadrón 833 porque probó y demostró su
eficiencia, no sólo en ejercicios sino en una compleja operación real; no
obstante el éxito alcanzado, los tripulantes se lamentaban de que el avión no
estuviera dotado de armamento ofensivo antisubmarino, porque entonces “otro
hubiera sido el cantar” y no se hubiera ido tan fácilmente.
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