Anécdotas Aeronáuticas
Ernesto Miguel Burga Ortiz
¿Cómo podríamos calificar a una serie de eventos similares que se dieron en años sucesivos y en fechas sucesivas? ¿Karma? ¿Destino? ¿Coincidencia?
16 de abril, 1956
Basado en un hecho absolutamente real,
nos relata una extraña
e inexplicable coincidencia:
Durante la ejecución de un vuelo de mantenimiento
en un avión Queen Air A-80,
este se precipita a tierra y fallecen los dos pilotos;
12 años después,
en el quehacer aeronáutico,
los nombres de ambos pilotos
se unirían nuevamente
¿Mera coincidencia?
“Los nombres de Jorge Ramos y Daniel Gutiérrez se
unieron en una muerte accidental,
y de algún modo romántico por el modo en que los
sorprendió la muerte,
en un avión sirviendo a su patria,
dejando la sensación de
que esas vidas tenían todavía algunas historias por contar…”
Daniel Gutiérrez De Souza
Desde su ingreso a la FAP como aspirantes a cadete en 1960, Daniel
Gutiérrez Espinoza y John Gottfried Silva fuero escogidos como sus “perros” por
el cadete de cuarto año Jorge Ramos Echevarría, enemigo de la temida “saladera”,
autorizó a ambos a que en las horas de fajina permanecieran en su dormitorio “arreglando”
el ropero y otras tareas menores, con la finalidad de sustraerlos al excesivo rigor
al que con frecuencia eran sometidos los “perros”, tal como hacerlos correr alrededor
del patio sin motivo alguno y otras “lindezas” por el estilo; esta relación de superior
a subordinados se evolucionó hacia una estrecha amistad.
Transcurridos los
años, tras servir en diversas unidades de la Fuerza Aérea los tres viejos amigos
coincidieron, en 1978, en un destino común, Piura, Jorge Ramos con el grado de Comandante
y Daniel Gutiérrez, con el grado de Mayor, al Ala Aérea Nº2, en tanto que el Mayor
John Gottfried fue nombrado al Grupo Aéreo Nº 7.
Ese año, en su nueva colocación,
a Ramos y a Gutiérrez les asignaron para su entrenamiento el avión Beechcraft A-80
“Queen Air”, a Ramos como piloto en calificación y Gutiérrez como Piloto Instructor;
el sábado 31 de enero, efectuando un vuelo de mantenimiento, se accidentan y fallecen
en el A-80 FAP 731.
El mayor John Gottfried fue el encargado de rescatar
los restos del comandante Jorge Ramos y, lo más duro, los de su entrañable amigo
y compañero de promoción Daniel Gutiérrez; esa noche ambos pilotos fueron velados
en Piura, y al día siguiente los féretros embarcados a Lima en un Antonov 32
Faltando escasos minutos para iniciar el descenso hacia el aeropuerto de Lima
se produjo una tierna y conmovedora escena, Jorge “Coco” Ramos, hijo, que hasta
ese momento había permanecido en silencio y con la cara entre las manos, se puso
de pie y se abrazó al ataúd que contenía los restos mortales de su padre, hondos
sollozos lo sacudieron mientras estrujaba la bandera que cubría el féretro, inmediatamente
Daniel Gutiérrez hijo, Danny, de once años, se le acercó arrodillándose a su lado
- No llores Coco, ahí están nuestras mamás…
JORGE “COCO” RAMOS FRANCO
Hacía ya dos meses del fatal accidente de Jorge y la familia Ramos
se había instalado en su nueva casa en Lima, al comienzo todo fue un caos pero la
realidad se impuso, la vida de la familia tenía que continuar, habían muchas cosas
que organizar y arreglar y una de ellas era enviar a los chicos al colegio; Marcela,
la viuda, sin dudar los matriculó en el Colegio FAP José Quiñones donde, por supuesto,
le dieron todas las facilidades para los dos mayores, Jorge de catorce años recién
cumplidos e Hilda de once, Silvia, la menor, aun no asistía al colegio.
Sabedores de la desgracia sufrida por Coco, sus compañeros lo recibieron con amabilidad,
al mismo tiempo que con la curiosidad propia de los adolescentes pero, dado que
hasta ese año había estudiado en Talara, Coco se mostraba retraído y poco comunicativo
con sus nuevos compañeros, no obstante encontró más afinidad con Luis Quiñones Valdez,
“Luchín”, afinidad que con el correr de los días y los meses se convertiría en estrecha
amistad.
Poco a poco el tiempo fue haciendo su trabajo, su herida fue haciéndose
menos dolorosa aflorando su verdadera personalidad, cortés y muy educado resultó
ser también un buen deportista, alto y delgado pronto destacó en la práctica del
vóley, haciéndose muy popular entre las chicas. Pese a que desde los siete años
requería el uso de anteojos, con frecuencia manifestaba su deseo de ser piloto,
a Marcela no le hacía ninguna gracia pero no le preocupaba demasiado porque con
anteojos ¿cómo iba a ser piloto? por lo menos piloto de la FAP no sería, y para
piloto comercial había mucho pan que rebanar, no obstante le hizo saber que no lo
autorizaría de ninguna manera, Coco no insistió, pues comprendía el sentimiento
y la actitud de su mamá sin que por eso abandonara la idea de ser piloto como su
padre; fue durante el viaje de promoción que hicieron a Iquitos el año 1981 cuando
Coco habló seriamente con su amigo Luchín
- Luchín, quiero ser piloto civil
¿tú qué piensas?
- Sí, ya lo sé, me lo has dicho varias veces, pero ¿qué
le vas a decir a tu vieja?
- No sé, por eso te pregunto
- Lo que yo
sé es que si no tienes 18 años necesitas autorización de tu padre o apoderado, y
tú estás en los 16 ¿entonces?
- Entonces tengo que hablar con mi vieja, aunque
ya me ha dicho que ni lo piense
Efectivamente Coco habló con Marcela, o por
lo menos lo intentó porque inmediatamente ella dio su veredicto.
-
Coco, por enésima vez te digo que no ¿no entiendes? de ninguna manera te daré
autorización ¿qué cosa quieres, matarte como tu padre? ¡No, es no! Primero
estudia una carrera, me traes tu cartón y después haz lo que te dé la gana.
Al tener la batalla
perdida, pero no la guerra, Coco se decidió por estudiar Economía en la Universidad
Ricardo Palma, a la que ingresó el año 1983, sin que ello significara olvidar su
deseo de ser piloto; a fines de 1985 recibió una llamada de Luchín Quiñones, que
por entonces laboraba en la Municipalidad de Lima, para proponerle que vaya a trabajar
con él como Jefe de la Dirección de Señalización de la Secretaría Municipal de Transporte
Urbano; vehemente y voluntarioso como era aceptó de mil amores, una de las funciones
principales del puesto era pintar la señalización de las pista, labor nocturna que
se hacía dificultosa porque demandaba mucha mano de obra y porque ese año, 1986,
la ciudad de Lima se encontraba bajo toque de queda y era necesario que cada obrero
contara con un salvoconducto que había que tramitar diariamente, todas las mañanas
Coco se reunía con Luchín para informarle las ocurrencias de la noche anterior y
presentar la relación de obreros que laboraría esa noche, fue en una de esas reuniones
que Coco trajo el tema a colación.
- Lucho, quisiera tu opinión sobre un
asunto
- Bueno, dime ¿Es algo de la chamba?
- No, nada de eso… quiero
operarme el ojo
- ¿Qué? No te entiendo ¿De qué estás hablando?
-
Lo que pasa es que el año pasado me hice un examen de vista y me declararon no apto
para piloto porque tengo un problema en un ojo
- Entonces no puedes ser
piloto pues sonso
- Es cierto, no puedo ser piloto FAP pero puedo ser piloto
civil, sólo necesito corregir esa deficiencia
- Pucha, qué terco compadre
- No es terquedad, es vocación
- Bueno ¿Y qué vas a hacer?
-
El
oculista me ha dicho que se puede corregir con una operación que hacen en Estados
Unidos ¿Tú qué opinas?
- No sé qué decirte, no tengo ni idea de ese tema
¿Te vas a operar?
- Sí, eso quiero, ya hice las averiguaciones y me podría
operar en el Bascom Palmer Eye Institute de la Universidad de Miami
- ¿Y
qué problema tienes en el ojo?
- Un defecto congénito consecuencia de que,
al nacer, el ojo no había madurado lo suficiente, pero se puede corregir con un
lente intraocular
- ¿Un solo ojo? Un ojo bien antojado, te digo, pero bueno
¿Has pensado que necesitas pasaje, alojamiento y el costo de la operación? ¿Cómo
vas a hacer?
- Mira, en Miami tengo una tía, así que no tengo problema de
alojamiento, tu papá una vez me dijo que me podía conseguir un pasaje de cortesía
- Parece que todo lo tienes calculado, pero no has dicho nada del costo de la
operación y el lente
- Ya lo tengo calculado, el oculista del hospital FAP
conoció a mi viejo y me ha hecho el favor de averiguar todo lo de la operación,
tengo guardado algo de plata, todavía me falta, pero tengo tiempo
- Bueno,
si ya lo tienes organizado veo que lo tienes todo calculado ¿qué te puedo decir?
- Mi pregunta es si se lo digo a mi vieja, o no
- Por supuesto que vas
a tener que decírselo a la tía Marcela, pero no se lo digas todavía, díselo cuando
la cosa sea inminente.
Coco, que había continuado sus estudios en la universidad
presentó su renuncia al cargo de la municipalidad a mediados de 1987 y, sin decírselo
a su madre, empezó los trámites para seguir el curso de piloto civil en la Escuela
de Aviación Civil de Collique (EDACI).
- Mamá, me voy a Relaciones Exteriores
a sacar mi pasaporte
- ¿Pasaporte? ¿Adónde te vas? No me habías dicho nada
– Marcela estaba perpleja
- No mamá, el tío Lucho Quiñones me ha conseguido
un pasaje de cortesía a Miami y quiero aprovechar lo que me queda de vacaciones
para pasearme un poco, no voy desperdiciar la oportunidad ¿no?
- No, claro
que no, aprovecha que en Miami vive tu tía Liliana y te puede alojar ¿y por cuánto
tiempo te piensas ir?
- Sólo por quince días, o menos – Coco se mostraba
dubitativo – todo depende de la plata y de lo que pueda coordinar el pasaje…como
es de cortesía
- Humm, no sé por qué me suena medio raro tu viajecito ¿Qué
te traes entre manos? ¿No andarás en malos pasos no?
- Ay mamá, cómo se te
ocurre, ya te dije que depende de lo que pueda coordinar lo del pasaje, nada más,
además voy a casa de la tía Liliana ¿Qué más que eso? – se refería a Liliana Boggiano,
pariente de su mamá
- Bueno, sí, está bien – Marcela no se quedó muy tranquila
pero tuvo que aceptar el razonamiento de su hijo
Cuando Coco llegó a Miami,
y ya instalado en la casa de la tía, esta lo interrogó directamente.
-
Coco,
tu mamá me llamó un poco preocupada, me dijo que tu viaje le parecía un poco raro
y que te echara un ojo ¿A qué has venido realmente?
- Bueno tía,
realmente
no he querido alarmar a mi mamá, ni preocuparla con la razón de mi viaje porque
no sé el resultado
- Caramba Coco, me asustas ¿de qué se trata?
En
pocas palabras Coco le explicó a la buena señora la verdadera razón de su viaje
- No te preocupes hijito, conozco a un par de señoras que se han hecho esa operación
y están de los más contentas… - Liliana se explayó sobre las personas que conocía,
y otras que no, mientras Coco escuchaba pacientemente - …y no te preocupes, yo misma
te llevo a tu consulta y por supuesto a tu operación, me han dicho que…
-
Tía, sólo te pido que no le digas nada a mi mamá, quisiera darle la sorpresa de
verme sin anteojos
La operación de colocarle un lente intraocular fue una
intervención sin complicaciones y pronto estuvo de alta, apenas si habían transcurrido
diez días cuando Coco consideró que era momento de regresar; pese a estar en casa
de su tía sus recursos no eran muchos y prefirió ahorrar para otro fin más importante
para él.
La sorpresa para Marcela fue mayúscula, no sabía y, por cierto,
no esperaba una cosa así, se sorprendió un poco cuando lo vio sin lentes pero no
tuvo tiempo de preguntar nada.
- Mira mamá ¿Qué tal me veo sin lentes?
- Cómo que sin lentes ¿Ya no…?
- Ya no mamá, me he operado en Miami y
ya no necesito usar lentes
- ¡Pero Coco! ¿Cómo es que no me habías dicho
nada? …Y Liliana tampoco me…
- Yo le pedí que no te dijera nada, mamá, quería
darte la sorpresa
- Y vaya que me has sorprendido
- Ahora ya puedo
ser piloto mamá, sin limitaciones
- Coco……- Marcela se interrumpió y guardó
silencio por un momento, no quiso insistir en su oposición explícita – será cuando
termines tu carrera.
Durante todo el día Marcela se había sentido desasosegada
y no sabía la razón, el día anterior involuntariamente había escuchado a Coco conversar
por teléfono con alguien, no lo estaba espiando ni intentaba inmiscuirse en los
asuntos de su hijo, pero de lo poco que alcanzó a escuchar le llamó la atención
la palabra “…decano…”; alrededor de las cinco de la tarde llegó Coco a su casa,
Marcela se sintió curiosa porque si bien no tenía horario fijo, muy rara vez llegaba
tan temprano.
- Coco ¿Qué milagro a esta hora?
- Mamá, ya saqué mi
título, ya soy economista, aquí están mis papeles de bachiller, puedes empapelar
tu dormitorio si quieres pero ahora voy a volar, voy a ser piloto
Jorge “Coco” Ramos Franco
Marcela se quedó sin habla por unos segundos, se le hizo un nudo en la garganta, parecía no saber qué hacer ni qué decir, por su mente pasaron velozmente muchas escenas de su vida, los avatares de su etapa de enamorada con Jorge, el papá de Coco, los momentos de angustia cuando temía que descubrieran alguna de las cartas que le escribió, las discusiones con su padre y las razones de este al oponerse a su romance
…Hijita hay muchos accidentes, no quiero que te quedes viuda apenas
empezando a vivir….Hijita eres muy joven, no conoces nada de la vida… recordó su
matrimonio como si se hubiera realizado la víspera, en la capilla del colegio piurano
y sólo gracias a un permiso especial, sus años de feliz unión con Jorge quien se
desvivía por ella y sus hijos, hasta el día del fatal accidente en que fallecieran
Jorge y Daniel ¡Y ahora esto! Encontrarse en un trance similar, oponiéndose al deseo
de su hijo “Coco” quien no atendía sus razones y sus temores, las mismas razones
y argumentos que le diera su padre al oponerse a sus amores con Jorge, se estremeció
al pensar en la posibilidad de que el destino la castigara dos veces con el mismo
inmenso dolor; Marcela se acercó a su hijo, lo besó en la frente, luego le hizo
la señal de la cruz.
- Hijito, más no puedo hacer, cumple tu destino y que
Dios te proteja - Fue todo lo que dijo Marcela
COLLIQUE
La hermosa camioneta 4 x 4 avanzaba velozmente, de color negro
con lunas oscurecidas, llamaba la atención de los pocos peatones de las inmediaciones,
y es que en el distrito de la Victoria no era muy frecuente ver ese tipo de vehículos;
la camioneta se detuvo en una esquina de la Unidad Vecinal Matute donde un hombre,
de estatura algo menos que mediana y que parecía un tanto nervioso, le hacía señas,
el personaje en cuestión abrió la puerta y subió rápidamente al vehículo
- ¿Qué pasa Eduardo, estás nervioso? – preguntó el chofer del vehículo
-
¡Oye Fernando, primero buenos días! ¡mira la hora que es! vamos a llegar tarde otra
vez ¿por qué siempre eres tan demorón?
- No seas exagerado, de aquí a Collique
llegamos en un santiamén.. - la camioneta dio un bandazo cuando Fernando Alvarado
giró el timón para evitar un bache de regular tamaño
- Fernando, ya te he
dicho más de una vez “Es preferible explicar una demora que tratar de explicar un
accidente, o no tener siquiera la oportunidad de explicar nada” – Eduardo Castello,
Instructor de Vuelos en la Escuela de Aviación Civil de Collique lo reprendió calmadamente,
y es que Fernando Alvarado era su amigo pero no su alumno – ¿Nunca te lo ha dicho
Cecilia? – Se refería a Cecilia Gazzolo, instructora de Fernando - Mañana, si es
que me recoges, procura venir más temprano, yo sí tengo que llegar puntual, no quiero
que me boten… aunque tal vez no sea necesario
- ¿Qué dices? No te entiendo
¿A qué viene eso?
- No te lo había dicho porque todavía lo estaba pensando
- Habla de una vez que me tienes en ascuas ¿Qué es lo que pasa? – Fernando estaba
intrigadísimo.
- Mira, tú sabes que el sueldo que paga la FAP es poquísimo,
con eso no llego ni al día 20, todo el tiempo ando “arrancado”, ya estamos 1991
y no veo perspectivas de mejora, por las puras soy instructor … – Castello parecía
tener necesidad de desahogarse, como si hubiera estado contenido mucho tiempo -
….mi viejo ha sido mecánico de Faucett y ya te imaginarás los esfuerzos que ha tenido
que hacer para pagarme las horas de instrucción para que yo sea piloto …ahora soy
piloto… pero misio
- ¿Y qué has pensado, dedicarte a otra cosa?
-
Nooo, tú sabes que el papá de Lucho Defeudis es accionista de Aerotaxi y hay una
vacante por cambio de equipo, van a traer otro avión, así que queda un hueco y me
lo han ofrecido, pero tengo que dar respuesta antes de mayo
- ¿De mayo? Pero
si faltan menos de quince días
- Así es… bueno, ya llegamos… y ya me decidí…
¡Me voy a Aerotaxi!
Había transcurrido casi un mes exacto desde que Eduardo
Castello, que había dejado su cargo en EDACI contratado por AEROTAXI, y en la cafetería
de Collique un grupo de pilotos, Rucova, Guzmán, Alvarado, Ramos, Torres, Castillo,
entre otros, conversaba animosamente respecto al vuelo que la Escuela había planificado
para ellos, Collique – Chiclayo con escala en Trujillo para recargar combustible;
a unos les serviría para aumentar sus horas y alcanzar el número necesario para
obtener la licencia de Piloto Privado, en tanto que a otros, les sería útil para
cumplir con los requisitos para Piloto Comercial.
El 22 de junio, según lo
planificado, se efectuaría el vuelo con cuatro aviones, dos T-41D, con motor de
210 HP, equipados para vuelo instrumental, y dos T-41A con motor de sólo 172 HP
y sólo para vuelo visual; los aviones estuvieron listos desde dos días antes, y
los instructores serían Cecilia Gazzolo Pardavé, responsable de la operación, Luis
Guzmán “Guffi”, Gilberto Zúñiga y Gregory Zamoluk.
Era ya el cuarto día de
espera y las condiciones meteorológicas no eran lo suficientemente buenas para emprender
vuelo, la quebrada de Collique parecía acumular toda la neblina y todas las nubes
de Lima, estaban ya a día 25 y las condiciones no eran ni siquiera las mínimas;
Wilbur Chávez, el Técnico de la FAP encargado de la torre de control, se veía asediado
por los alumnos que, impacientes, se acercaban en grupos de dos o tres para presionar
al operador y conseguir la autorización de decolar, la modalidad era sencilla, se
acercaban cada diez o quince minutos a preguntar si las condiciones ya permitían
la partida, a pesar de que era evidente que las condiciones eran inadecuadas para
el vuelo; les era indispensable decolar al medio día a más tardar, so pena de no
alcanzar a llegar a Chiclayo con luz diurna, con lo cual se verían obligados a pernoctar
en Trujillo, cosa que nadie quería; vehemente e impetuoso, Jorge “Coco” Ramos era
el piloto que más insistía, una y otra vez se acercaba al técnico Chávez a preguntar
si las condiciones ya permitían salir a volar, estaba muy resfriado y aun así presionaba
e insistía en que se iniciara el vuelo, ya tenía licencia de Piloto Comercial pero
le faltaba efectuar 10 horas de vuelo instrumental y 10 horas de vuelo nocturno,
requisito indispensable para volar multimotor; ambas calificaciones, vuelo instrumental
y nocturno las cumpliría en Chiclayo y, según decía, su urgencia era porque tenía
un ofrecimiento de trabajo, aunque nunca dijo en qué compañía.
Al medio
día la torre de control autorizó el decolaje y Gazzolo decidió que decolaran, con
la esperanza de que el cuello de Ancón estuviera con mejor visibilidad; Eduardo
Alvarado una vez más llegó tarde, estaba programado como piloto alumno en el T -
41A OB 1089 con Luis Guzmán como “ayudante de instructor”, los aviones ya estaban
con los motores funcionando, por lo que decidieron que vaya como pasajero en el
T – 41A OB 1090, que estaba al mando de Gregory Zamoluk, con Jorge Ramos y César
Lozada; los tres primeros aviones pasaron a la línea de costa, mas no así el OB-1090;
infructuosamente lo llamaron una y otra vez, Collique reportó que no había regresado
ni tampoco llegado al Jorge Chávez, tuvieron que aceptar que se había estrellado.
“Desde siempre las mujeres han perdido hijos, el dolor de madre es el más lacerante, el más hondo, se les rompe el corazón pero deben seguir viviendo para y por sus hijos, porque la vida es un río siempre en movimiento, con emociones, dolores y alegrías siempre nuevas”
Meses después, en uno de sus periodos de descanso de volar en
la selva, Eduardo Castello fue de visita a la EDACI de Collique donde se reencontró
con sus viejos amigos, luego de unos minutos de charla decidieron ir una pequeña
bodega cercana para tomar unas bebidas gaseosa, cuando súbitamente apareció, rugiendo,
una potente moto
- ¡Llegó el sobreviviente, ahorita viene! – dijo uno del
grupo
- ¿El sobreviviente? – preguntó Castello, pero no recibió respuesta
porque el motorista había dado una vuelta y regresado a unirse con el grupo de contertulios;
después de un rato de conversación, y sin mucho preguntarle, el motociclista les
relató que él había formado parte de las tripulaciones que habían efectuado ese
vuelo en que uno de cuatro aviones se había accidentado a poco de partir de Collique;
según dijo, la víspera del accidente había llegado “ a las justas” porque había
estado en un compromiso social bastante “agitado” y que en cuanto subió al avión
se puso a dormir, no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado cuando lo despertaron
unos gritos, eran sus tres compañeros de viaje gritando, increpándose entre sí,
no sabía el motivo pero se le hizo obvio que estaban en peligro, estaban volando
dentro de las nubes y no se veía absolutamente nada al exterior, el altímetro indicaba
descenso y lo más grave, el compás magnético señalaba 90 grados, cuando debería
marcar 330, es decir 120 grados fuera de rumbo y dirigiéndose directamente hacia
los cerros.
Daniel Gutiérrez De Souza, hijo de Daniel Gutiérrez Espinoza,
fallecido en un accidente aéreo 12 años antes, entró apresuradamente a su dormitorio,
mecánicamente encendió el televisor, se quitó la camisa y se dirigió al baño para
asearse preparándose para asistir a una fiesta en la casa de un condiscípulo de
la universidad, estaba afeitándose, ensimismado en sus pensamientos sin prestar
atención alguna al programa de televisión, especulando sobre qué chicas nuevas al
grupo irían a la fiesta, distraído como estaba se sobresaltó cuando repiqueteó la
campanilla del teléfono.
- ¿Aló?
- ¿Daniel, Daniel Gutiérrez?
- Sí, yo soy ¿Quién habla? - la voz le resultaba familiar pero de primera intención
no la reconoció, tal vez algún condiscípulo de la universidad ¿Quién sería?
- Te habla Perico, del colegio ¿Te enteraste de lo de Coco?
- ¿Del colegio?
¿Perico? ¡Ah sí! ¿Qué Coco? – Hacía ya buen tiempo que no lo veía ¿Cómo le iba a
reconocer la voz?
- ¿No has escuchado la noticia en la televisión? ¡Coco
Ramos, Jorge Ramos! estaba en la avioneta de Collique, la que se ha perdido, creí
que sabías algo, por lo de tu viejo, mira la televisión.
- ¿Mi viejo? ¿Jorge
Ramos? ¿Qué tiene que ver mi viejo? – no recibió respuesta, su amigo había cortado
la comunicación.
Daniel se acercó al televisor pero el programa no estaba
propalando noticias, no era hora de los noticieros, aunque faltaba poco – Bueno,
más tarde lo veré – terminó de afeitarse, se puso la ropa que había escogido para
ir a la fiesta, y ya estaba por apagar el televisor cuando apareció un cintillo
de letras en la parte baja de la pantalla, lo que leyó lo impresionó de tal manera
que decidió esperar la ampliación de las noticias; se sentó al borde de la cama
hundiéndose en sus recuerdos, un tanto vagos.
Efectivamente, diez minutos
más tarde el noticiero informó que cuatro aviones habían decolado de Collique para
hacer una travesía a Chiclayo, con escala en Trujillo para recargar combustible
y que solamente habían llegado tres, de la cuarta aeronave no se tenía información
alguna; el Servicio de Búsqueda y Rescate había sido informado oportunamente pero
no podían tomar acción porque las condiciones meteorológicas no permitían la búsqueda,
tendrían que esperar al siguiente día, pero que había aparecido un sobreviviente.
EL CHANCHERO
Cuando despertó, en medio de la obscuridad más absoluta, todo
era silencio, no sabía si estaba vivo o muerto porque no sentía dolor ni escuchaba
sonido alguno y no veía ni escuchaba nada, se sentía como flotando en medio de la
nada, poco a poco fue recuperando la conciencia y a sentir dolor, se palpó y sintió
algo pegajoso, gelatinoso, y supuso que era la sangre coagulada de sus heridas,
tenía serias lesiones, pero estaba vivo; se esforzó por recordar lo que había pasado
y entonces cayó en cuenta – Nos estábamos yendo a Chiclayo ¡Nos hemos estrellado!
¿Pero de noche? ¿Dónde estoy? ¿Cuántas horas han pasado? - El cuerpo le empezó a
doler horriblemente, pero sobre todo la cara, se palpó, la sintió desfigurada
¿Me
habré roto la mandíbula? Como pudo salió de los restos del avión y se dirigió hacia
unas lucecitas que veía cuesta abajo; lentamente, a trompicones, fue bajando, hasta
que alguien, un hombre que olía bastante mal, lo llevó hasta la comisaría donde
informó lo que había sucedido, poco después César Lozada, el único sobreviviente,
fue trasladado al hospital de la FAP en una ambulancia, los otros ocupantes del
avión, Gregory Zamoluk, Fernando Alvarado y Jorge “Coco” Ramos perecieron en el
accidente.
Daniel trató de no darle mayor importancia a la noticia que había
propalado la televisión acerca del accidente aéreo, en realidad hacía ya varios
años que había perdido contacto con “Coco” y todo lo que sabía de él era que se
había salido con la suya pues estaba estudiando para piloto en Collique, y ahora
esto, en fin, pobre Coco
- ¡Llegó el chanchero, llegó el chanchero!- fueron
las voces con que Daniel fue recibido por sus compañeros cuando llegó a la fiesta,
y así siguieron llamándolo esa noche.
- ¿Daniel, escuchaste que el chanchero
con quien se encontró “Coco” Ramos también se llama Daniel Gutiérrez, como tú?
- Y como mi viejo
“Le habló, no a su cuerpo ya sin vida, sino a él,
le dijo cuánto lo amaba, le dijo cuántas veces había sufrido su muerte cuando él
insistía en ser piloto como su padre, para finalmente morir como él, recorrió los
años felices, le dijo que mientras ella viviera, ellos, los dos Jorge no morirían,
porque los llevaría siempre en el alma y el corazón, aun sabiendo que, tal vez,
sea un camino largo y doloroso. Sé que es una herida que nunca sanará, que sangrará
hasta el día que cierre los ojos para reunirme con ellos”
“Los nombres de Jorge Ramos y Daniel Gutiérrez se unieron en una
muerte accidental, y de algún modo romántico por el modo en que los sorprendió la
muerte, en un avión sirviendo a su patria, dejando la sensación de que esas vidas
tenían todavía algunas historias por contar, y de cualquier manera coincidiremos
en que es una muerte más noble que las que tendremos algunos de nosotros que abandonaremos
el mundo de viejos casi empujados por la vida, cuando la fiesta ya terminó hace
rato para nosotros y somos los únicos en no darnos cuenta. Esos nombres volverían
a juntarse aproximadamente diez años después en circunstancias casi esotéricas en
que los laberintos del destino se encargaron de concertar esa ancestral cita, las
siguientes son sólo repeticiones, Platón o Sócrates, uno de ellos, dijo ya en ese
tiempo que todas las historias estaban contadas y las siguientes son sólo repeticiones
en las cuales cambian los personajes, tal vez esa sentencia tenga mucho de cierto,
así cada historia de amor tiene en el fondo la misma sustancia y son sólo las personas
y los tiempos los que cambian. El caso de Daniel Gutiérrez y Jorge Ramos asombraría
a esos filósofos griegos, no sólo se repetiría la historia sino también los nombres
haciendo el círculo perfecto, no esperando el destino cien o mil años para repetirse,
haciéndolo solo al cabo de un decenio”.
Daniel Gutiérrez De Souza
Nota:
No se pudo identificar al, o los autores
de los párrafos en negrita
Ernesto Burga
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