Anécdotas Aeronáuticas

Ernesto Miguel Burga Ortiz

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23 de Mayo



Apenas sonó el despertador tiró las cobijas a un lado; pero ese día hacía frío, lo que no era una excepción en esa época del año, así que casi con la misma velocidad volvió a cubrirse; arrebujada, se quedó pensando unos minutos en las cosas que tenía que hacer esa mañana. Lo primero bañarse y lavarse la cabeza, un desayuno ligero, preparar el pastel que sé que les gusta, comprar las flores y gaseosas, bocaditos, y... eso lo compro de paso a la peluquería, recoger mi vestido de la lavandería y... ¡¡Dios mío, cómo se pasa la hora!!

Se sentó y tomó una revista, entre varias que estaban sobre la mesa, y se puso a hojearla; los minutos transcurrían y “su” peluquera no terminaba con la cliente que estaba atendiendo, sus ojos estaban en la revista pero su mente estaba en otra parte.

- ¿A qué hora me va a atender esta mujer? Creerá que no tengo nada que hacer.

¿Les gustará el pastel? Ya lo han probado antes; bueno, ya no voy a cambiar de menú. ¡El pan! ¡Casi me olvido del pan! ¿Cuántos compraré? después se queda y… ¿Es que no va a terminar esta muchacha? Ya son más de las diez; se quedó sola con sus pensamientos ¿Cuántas veces ella y las mellizas se habían quedado con los crespos hechos? ¡Hasta en navidad! ¡¡Si casi no estuvo para el nacimiento de las chicas!!

Llegó el viernes y fue la primera vez, y la única, que lo vi llegar de noche, en su MI-8 del que tanto habla, cuando bajó, con Hugo, le vi tal expresión de desconcierto que casi hasta risa me dio, y es que no teníamos costumbre de que yo lo espere al retorno de sus vuelos, luego me contaría que se quedó sorprendido y preocupado al verme a contraluz en la puerta del hangar, supongo que no fue para menos porque yo estaba próxima a dar a luz y tenía una barriga enorme; pero la verdadera sorpresa la tuvo en el trayecto de regreso a casa cuando le conté que el médico me había confirmado que ¡Eran dos criaturas, y no una como suponíamos!

Eso fue el viernes en la noche y las mellizas se antojaron en llegar el domingo en la noche, ahí sí que nos vimos en figuritas, todo lo habíamos comprado para una y ahora había que compartir entre las dos, pero bueno, eso fue hace ya cinco años y hoy no tengo cabeza para nada. Anoche lo vi medio preocupado, a la hora que se fue ¿Qué es lo que me dijo? ¿Que cuide a las mellizas? ¡Qué raro! Me parece que fue eso lo que me dijo, o algo así, no estoy segura. No sé, se fue tan temprano que casi ni lo he sentido salir. Creo que no ¿O sí? No sé, cuando venga le voy a preguntar:

- Señora, la busca un señor -Sumida en sus pensamientos se sobresaltó con la voz de la peluquera-

- ¿Qué... a mí?

- Sí, señora, dice que es su cuñado

- ¿Quién dice que es?

- Dice que es su cuñado

Se levantó del sillón y se miró al espejo haciendo un mohín de disgusto, no conocía a nadie a la que le quedaran bien los ruleros y a ella tampoco -¿Cómo voy a salir así?- Se puso un pañuelo sobre la cabeza y miró por la rendija de la puerta, apenas entreabierta, para ver quién era… sí, era su cuñado; este loco lindo, siempre nos da alguna sorpresa, pero ¿A quién se le ocurre venir tan temprano a saludarla? ¡Y a la peluquería! ¡Pero si lo he invitado a comer esta noche! Se acercó para saludarlo -tiene una cara rara, pensó- ¿O me parece?

De pronto se dio cuenta de que algo no andaba bien, la expresión de su cuñado no era la más alegre, y ¿Venir a buscarla a la peluquería? ¿A esa hora? ¿Cómo supo dónde estaba? ¿Por qué la había ido a buscar? ...Sintió un escalofrío.

- ¿Qué ha pasado? ¡¡ Dime!! ¿Se ha…?

- Sí... en la madrugada...

Súbitamente se sintió vacía, todos los ruidos desaparecieron, todo era silencio, veía que su cuñado le hablaba pero no lo escuchaba, no sentía emoción alguna, ni angustia, ni miedo, sólo silencio; pensó en sus hijas ¿Qué estarían haciendo a esa hora? ¿Jugando en el colegio? Eran tan chiquitas ¿Qué les diría? Entonces recordó, como si estuviera sucediendo en ese momento…

Una vez más lo vio en lo que era ya una rutina, abrir y cerrar cajones del closet, sacar y acomodar la ropa para el día siguiente; luego, sin decir palabra cogió su maletín de vuelos y se sentó a leer un manual ¿Estaba preocupado, o le parecía? No le preguntó directamente por el motivo, porque sabía la respuesta.

- Noo, te parece, no es nada -pero no se quedó tranquila.

- ¿Vas a volar? Le preguntó, como si no fuera obvio que así era

- Si, temprano; es una ida y vuelta nomás, no te preocupes

- No vayas a venir tarde, mira que vienen a comer tus hermanos y tu compadre Coco

- Si, si…ya sé, no te preocupes te digo, vendré temprano - se puso de pie y la abrazó estrechamente, algo completamente inusual en él, de ordinario tan parco y tan poco dado a las expresiones de cariño

La habitación estaba en penumbra, la cortina entreabierta dejaba pasar un rayo de la mortecina luz del alumbrado público; ella, de costado, sintió que le pasaba un brazo y que la estrechaba contra él; se acurrucó en su pecho buscando el calor de su cuerpo pero al cabo de unos segundos sintió que la besaba en la frente y que se levantaba sigilosamente.

Era de noche todavía ¿No es muy temprano? Con los ojos cerrados escuchó que entraba en el baño, sintió sus movimientos al vestirse en silencio; lo sintió caminar con pasos quedos y dirigirse al dormitorio de sus hijas mellizas deteniéndose en la puerta, le pareció que se demoraba bastante más que otras veces, luego bajó al primer piso; qué raro - pensó - él nunca hace eso de detenerse mucho rato.

Escuchó arrancar el motor del auto y un par de minutos después el sonido se fue alejando hasta perderse y se quedó profundamente dormida...

 

SEGUNDO

 

La orden llegó inopinadamente - Que el Comandante del escuadrón se presente al coronel, de inmediato- ¿Y eso? Seguramente habría que hacer una operación urgente, alguna evacuación o algo así, seguro.

- Ordene, mi coronel - El mayor esperó en silencio

- Constitúyase al Comando de Operaciones Navales; hay que cumplir una misión con la Marina, así que haga las coordinaciones necesarias y me informa; allá le darán los detalles.

Una hora y media después estuvo de regreso, listo para informar los detalles acerca de la operación que solicitaba la Marina.

- ¿Y, cómo le fue?

- Mi coronel, no se puede hacer lo que piden, así que les he manifestado que la decisión acerca de la operación la daría mi comando.

- A ver, explíqueme por qué no se puede hacer esa operación

- Mi coronel, lo que sucede es que pretenden que desde el helicóptero salten cuatro hombres rana, esta noche; el salto de esta gente debe hacerse a mínima velocidad y a mínima altura

- Siga - dijo secamente el coronel

- En principio, el ponernos en esas condiciones significa estar permanentemente bajo la VMC (Velocidad Mínima de Control), o sea en el “Triángulo de la Muerte”

- Explíquese - en realidad la explicación era innecesaria, el coronel, viejo piloto, sabía perfectamente de lo que le estaba hablando y más parecía querer reflexionar que informarse.

- Eso quiere decir que estaremos volando con tan poca velocidad y a tan poca altura que en caso de emergencia el helicóptero inevitablemente se estrellará -hizo una pausa y continuó- A esto debemos agregarle, mi coronel, que la superficie del mar es ondulante y no pareja, el altímetro es barométrico y no tiene la capacidad de dar una lectura fina de metros más o metros menos ¿cómo saber la altura real a la que estamos volando? Podríamos estar demasiado bajo con peligro de impactar en las olas, o demasiado altos para lanzar a los hombres rana con seguridad, ellos están muy conscientes de la situación y por eso exigen esas condiciones de baja altura y poca velocidad

El coronel escuchó atentamente las explicaciones y, sin peguntar más, levantó el teléfono de Comando, marcó un número y casi inmediatamente le contestaron.

- Mi general, se ha efectuado las coordinaciones con la Marina y de acuerdo a la evaluación que hemos efectuado opino que esa operación es demasiado riesgosa, mi recomendación es que no se haga

- ..................

- Mi general, insisto en mi recomendación de no hacer esa operación, puede haber un accidente - escuchó en silencio la respuesta y dio el veredicto

- La operación debe efectuarse de todas maneras - Con gesto adusto terminó la conversación al dar la última orden - Nombre usted a la tripulación

 

TERCERO

 

A las dos de la mañana, en punto, se reunió la tripulación, y casi al mismo tiempo llegó el vehículo de la Marina con el personal que participaría en la operación; cuatro hombres rana, con traje de buceo, y dos con uniforme de faena; rápidamente entraron en materia, hicieron las pruebas de comunicaciones con el control de la base, con la torre de control y finalmente con el buque participante y que sería el que daría la orden para el inicio de la operación.

Terminada esta fase, el piloto procedió a determinar qué lugar ocuparía cada uno en la cabina, equipada con trece asientos, durante la operación; luego, les explicó las acciones que deberían tomar en caso de accidente, los procedimientos y lugares de evacuación en función al lugar que estaban ocupando en el helicóptero.

- Primero quiero que recuerden una cosa, muy importante -indicó el mayor- en caso de emergencia ¡Conserven la calma! Así evitarán errores que pueden ser fatales; si caemos al agua, yo ladearé el helicóptero hacia mi lado, el lado derecho, esto es para que la transmisión se vaya hacia atrás en el momento que las palas golpeen el agua, por tanto ustedes deben salir por el lado izquierdo; usted que estará en ese lado, abra y cierre la puerta, dos o tres veces para que se familiarice, no se olvide que es corrediza.

Pronto llegó el aviso del buque, cada uno en su sitio como estaba previsto, la torre dio la autorización respectiva y el helicóptero decoló hacia el noroeste en la noche serena y negra como la tinta.

Tomó contacto con el control del buque y en algo más de quince minutos lo tuvo a la vista, las luces resaltaban en la negrura de la noche; mantuvo 300 pies en el altímetro, algo menos de 100 metros, en patrón de espera aguardando instrucciones.

Así se mantuvieron algunos minutos mientras afinaban los rumbos de los tramos del patrón de vuelo, ajustándolos a los requerimientos del ejercicio; hasta ese momento todo estaba bien, pero ahí empezó la parte más crítica y peligrosa: descender a unos diez metros del agua, reducir la velocidad y comunicarse con el buque para recibir las instrucciones finales para iniciar el ejercicio.

En el buque localizaron al helicóptero con el radar casi desde que decoló y de inmediato le dieron un vector de aproximación; desde cubierta vieron a lo lejos la luz roja acercándose, pasó por la popa del buque y empezó a orbitar; por tres veces hizo lo mismo, en la cuarta oportunidad vieron que al alejarse perdía altura, luego giró por la izquierda sin que nada hiciera presagiar lo que vieron, todo parecía desarrollarse como estaba previsto, se estaba aproximando a altura mínima y de pronto pareció como si se detuviera, perdió la poca altura que tenía y desapareció.

De inmediato se dio la alarma, mientras lanzaban la embarcación de rescate en la cubierta y en el puente trataban de localizar alguna señal de auxilio sin resultado alguno, se los había tragado las tinieblas ¿Qué había pasado? ¿Habría sobrevivientes?

 

CUARTO

¡Caray, qué frío tengo! y estos zapatos que pesan una tonelada, creo que es mejor no mover las piernas ¿O sí? Parece que me va a dar otro calambre ¿Qué hago, muevo las piernas o no? Ya no sé qué es mejor, hace rato tenía tanto frío que hasta tiritaba, y sin embargo ahora solo siento un frío interior desde las caderas hacia arriba, la casaca sí que me ayuda pero siento frío también en la cabeza ¿Dónde estará mi cristina? Idiota, a esta hora vas a estar pensando en tu cristina ¡Aguanta nomás! Qué risa, acordarse de la cristina, ahora y en estas circunstancias ¿Por qué idiota? Si la tuviera me la pondría y no tendría tanto frío en la pelada; pero no la tienes, así que mejor piensa en otra cosa; sí, es mejor ¿A qué hora vendrán estos inútiles? Nos han visto perfectamente y no son capaces de venir a recogernos. Seguro que ya están viniendo, tranquilo, aguanta; bueno, aguanta y espera, espera y aguanta. ¡Qué diablos, ya casi no siento frío! Qué raro, el último calambre no fue tan doloroso, y más bien fue corto, como sin fuerza ¿Es una mala señal? No sé, pero las piernas apenas si las siento. Piensa en otra cosa, aguanta, piensa en otra cosa; a ver, recapitulemos ¿Por qué estás aquí, en esta situación, remojándote como un sapo, qué ha pasado? Qué extraño, ya no siento frío y tampoco tirito, no sé por qué estos dos muchachos de la Marina me gritan no sé qué, ahora estoy cómodo, ya no tengo frío y las piernas ni las siento, creo que hasta podría dormir un poco; sí, eso voy a hacer, pero este par no deja de hablarme ¿Qué dicen ? Casi ni les entiendo ¿Que ya están viniendo? ¿Viniendo quién? ¡Que no frieguen, voy a descansar un poco, el agua ya no está tan fría!

¿Qué estaba diciendo? ¡Cómo friegan estos dos, no dejan de hablarme! Ah, sí, estaba en que poco a poco fui ajustando los valores del altímetro y velocímetro, busqué de alinearme con el rumbo requerido para la corrida final, la vibración del helicóptero me indicaba que estaba ya entrando en área critica, y fue precisamente ahí donde cometí el error fatal: al enfrentar al buque traté de hacer un ajuste más preciso del rumbo a seguir, aparté la mirada de los instrumentos, miré las luces del buque para buscar el mejor alineamiento y quedé como hipnotizado por unos tres segundos, fue suficiente para perder el control, había caído en estado de “estupor”, cuando reaccioné y volví a mirar los instrumentos estaba prácticamente en el agua. Altímetro “cero pies”, Velocímetro Indicación errática, o sea casi sin velocidad, mientras todo el helicóptero vibraba intensamente. ¡Te lo dije! Te advertí que ese era el momento más delicado, te descuidaste y ahora estás remojándote, asustado y con frío. Bueno ¿Quién no estaría asustado después de esto? Pero ya no tengo frío, sólo siento laxitud, sigo pensando que dormir aunque sea un poco me hará sentir mejor, pero este par de “hombres sapos” me tienen cogido de los brazos y no dejan de hablarme ¿Por qué levantan tanto la voz? ¿Creerán que estoy sordo porque no les contesto? ¡Hombres sapos! Qué risa, que ni me escuchen decirlo. Pero qué insistentes son estos. ¿Lo que escucho es un motor? ¿Será que ya vienen por nosotros? No sé, de repente es cierto que ya vienen, pero que se apuren, quiero dormir.

- ¡Mayor! ¡Mayor, no cierre los ojos!- el suboficial de la Marina insistía una y otra vez – ¡Contésteme, no cierre los ojos, contésteme! - El piloto parpadeó varias veces y se quedó mirando al marino.

- Gracias técnico, estoy bien, no se preocupe, estoy bien - Hablaba lentamente, con voz débil, como sin aliento, agotado

Mentalmente agradecí el esfuerzo de los marinos por mantenerme alerta; ciertamente no era sueño lo que tenía, comprendí que simplemente mi cuerpo no tenía energía suficiente para compensar el frío y que estaba perdiendo la batalla; preferí regresar a los detalles del accidente, tal vez eso me ayudaría a superar el trance, tal vez...

Instantáneamente comprendí que estábamos perdidos y que el accidente era inminente e inevitable, apliqué máxima potencia para disminuir la velocidad de descenso y atenuar el impacto y traté de poner el helicóptero lo más cerca de la posición horizontal; para tomar velocidad hubiera sido necesario bajar la nariz del helicóptero, pero con ello sólo conseguiría capotar o encabuzarme, lo que hubiera sido peor; logré mantener el helicóptero nivelado, de manera que el impacto fue de panza, plano y casi sin movimiento de traslación; el golpe no fue muy violento y por unos segundos se mantuvieron encendidas las luces del tablero de instrumentos, lo que me permitió ver que mi copiloto estaba ileso y desamarrándose y que las dos grandes puertas posteriores estaban abiertas casi completamente.

- ¿Por dónde salimos? - preguntó a gritos un marino que estaba en el lado derecho, seguramente temeroso de ser golpeado por las palas del rotor principal, y recordando las instrucciones que previamente les habían dado de salir sólo por el lado izquierdo.

- ¡¡Por tu lado nomás!! - le contesté, igualmente a gritos, mientras me soltaba las amarras, mi copiloto estaba también soltándose los arneses y le dije lo mismo - ¡Sal por tu puerta! y me desentendí de ellos porque vi un bulto en el piso de la cabina, detrás de nosotros, que supuse era una persona ¿Quién? No sabía; en ese momento el agua llegó a la altura de la batería y todo quedó en tinieblas.

Aun cuando ya estábamos hundiéndonos decidí asegurarme que no fuera uno de los pasajeros o ayudarlo en caso que lo fuera y, en lugar de abandonar el helicóptero por la puerta individual del piloto me dirigí hacia atrás pasando entre los asientos de piloto y copiloto, hacia donde creí haber visto el bulto.

Yo estaba de pie, encorvado y con el agua ya a media canilla en medio de la oscuridad más absoluta, tanteando para acercarme al presunto caído, cuando alguien me empujó violentamente para abandonar el helicóptero, caí de espaldas entre los asientos delanteros, medio despatarrado, trataba de reincorporarme cuando sentí que el helicóptero se hundía de nariz. No pude llegar al bulto que había visto. Cosa extraña, no sé por qué me vino a la mente la imagen de una tortuga patas arriba intentando, inútilmente, darse vuelta.

El agua me cubrió completamente y por un instante pensé que ese era el final; conserva la calma, ubícate, has buceado muchas veces cuando hacías caza submarina, ubícate, es lo más importante, me dije a mi mismo; a tientas me eché de bruces tratando de pegarme al piso, me arrastré hasta la puerta evitando flotar para no pegarme al techo, me cogí del borde y me impulsé fuertemente para alejarme de los restos, pero algo me retuvo con fuerza del hombro izquierdo .

Se me heló la sangre ¿Qué podía ser? ¿El chaleco se había enganchado en algo? Mi mente era un torbellino, mentalmente recorrí la cabina tratando de determinar la posible causa pero no encontraba explicación ¿Era la casaca? Ya estaba bajo el agua y pensé que el fuselaje me arrastraría con él, empezaba a faltarme el aire y sabía que no tendría suficiente resistencia para soltar las amarras del chaleco salvavidas colocado sobre la casaca de vuelos, abrir el cierre de la casaca, quitármela y salir a la superficie ¿Moriría ahogado?

Como muchos de nosotros, sentía mucho temor de morir quemado o ahogado, traté de zafarme dando un par de brazadas pero no conseguí nada, volví a aferrarme al borde del piso y tiré con todas mis fuerzas, con las fuerzas que te da el miedo y la desesperación de sentir que te está faltando el aire, y esta vez sentí que algo se rompía y quedé libre; con el poco aliento que me quedaba di unas brazadas buceando desesperado tratando de alejarme lo más posible, hasta no poder más, recién entonces tiré de las perillas y el chaleco salvavidas me sacó a flote rápidamente.

Boqueando y tosiendo me tomé unos segundos para tomar aire; ya más tranquilo me tanteé el hombro y descubrí que la presilla de los galones estaba abierta; gracias a Dios esa casaca tenía presillas con broche y no cosidas. Inmediatamente llamé a voces para reunir al personal y me percaté que faltaban mi copiloto y un marino ¿Qué había pasado con mi copiloto? Yo lo vi antes que se apagaran las luces y estaba ileso, incluso me preguntó por dónde salir y le respondí que por su puerta ¿Y el marino? ¿Sería el bulto que vi y al cual no pude llegar?

¿Cómo fue la conversación con el “Peludo”? Yo mismo le he dado instrucción, éramos bastante afines, si le pedí que viniera conmigo como copiloto fue porque confiaba en él, disciplinado, estudioso, decidido, de buen criterio, íntegro ¡Y ahora esto! Ayer nomás estábamos conversando de lo enamorado que estaba de su “Colorada”, hasta me otorgó el privilegio de pedir mi opinión acerca del matrimonio y yo, siempre “quejándome” de las oportunidades que nos quita el cumplimiento de las misiones.

- Así es esta chamba “Peludo”, exigente, egoísta, apenas si reconocida por nuestros colegas de otra especialidad, y no te digo nada de la superioridad, figúrate que...,

Pero no, no fue eso lo que conversamos anoche

- “Peludo”, esta noche hay que cumplir una misión clasificada, con los marinos

- Muy bien, mi mayor ¿qué hay que hacer? - me miró con atención, como siempre, esperando las órdenes

- Hay que volar a baja altura, a muy poca velocidad para que unos hombres rana se lancen desde el “fierro”

- Me parece que es una misión peliaguda, poca altura, poca velocidad y de noche ¡Está fregado eso, mi mayor! -me miró interrogativamente- ¿Quién la va a hacer?

- ¿Tú qué crees? - le dije sin entusiasmo

- ¿Usted? - era obvio que preguntaba sólo por formulismo

- Claro, yo voy a ir, pero quiero saber si quieres ser mi copiloto, es una consulta, no un nombramiento, siéntete libre de aceptar o no

- Mi mayor, si va usted yo voy ¿Qué tenemos que hacer? - Conociéndolo, no esperaba menos de él, ninguna duda, ninguna vacilación, confianza plena ¡Y ahora esto!

El bote, falúa o no sé qué , se dirigió en la dirección por donde habían visto desaparecer el helicóptero, calcularon más o menos la distancia y de rato en rato reducían la potencia del motor para tratar de escuchar alguna llamada de auxilio que los orientase, pero por más que aguzaban el oído solo escuchaban el golpeteo de las olas en los costados de madera; por fin empezó a amanecer y la niebla estaba casi pegada a la superficie, de manera que no se podía ver a mucha distancia, avanzaban a media velocidad escudriñando cada cresta, cada sima que tenían al alcance de la vista. De pronto uno de los tripulantes señaló con el brazo extendido -¡Allá, a babor están haciendo señas!- Todos miraron expectantes hacia los náufragos cuyas cabezas apenas visibles se confundían con el oscuro mar.

- ¡Los heridos primero, con cuidado! - Ordenó el oficial al mando

- Estamos bien, señor -contestó uno de los marinos accidentados- pero tenemos dos desaparecidos y el piloto está muy afectado por el frío, casi no reacciona - mientras los oficiales hablaban, los tripulantes de la embarcación de rescate ayudaban a subir a los accidentados, el primero fue el piloto, casi exánime, que tuvo que ser cargado en vilo.

Vaya, por fin aparecen estos haraganes, cuando ya está amaneciendo ¿Ya se habrá levantado la “Gorda”? Ni de broma, es muy temprano todavía ¿Ya le habrán avisado? No creo ¿Qué dicen estos haraganes? No frieguen, súbanme a su bote y ya vámonos. Caramba, tengo las piernas como si fueran de trapo, casi ni las siento ¿y ahora, cómo subo?

El helicóptero aterrizó en la cubierta del buque, rápidamente embarcaron los dos aviadores supervivientes y de inmediato partió con rumbo al hospital; su llegada, como siempre, causó revuelo.

- ¿Qué ha pasado? ¡¡ Dime!! ¿Se ha... accidentado? -Su cuñado pareció recuperar la voz-

- Si, en la madrugada, pero no tiene nada, no te asustes

- ¿A qué hora, dónde? Si no me ha dicho nada que iba a volar de noche…

- Creo que como a las cuatro, frente a Ventanilla

- ¿En el mar? ¿Cómo así, qué ha pasado? ¿Dónde está? ¿Ya lo encontraron?

- Tranquilízate, ya lo rescataron y está en el hospital, pero no tiene nada

- ¿No tiene nada y está en el hospital?

Regresó al salón de peinados, apuró a la peluquera para que la ayudara a quitarse los ruleros. Y partieron en el auto de su cuñado hacia el colegio de sus hijas.

Permanecieron en silencio todo el trayecto, o al menos así le pareció a ella porque no escuchaba lo poco que le hablaba su cuñado, que a poco se quedó callado al ver que no contestaba; al llegar al colegio sus hijas ya la estaban esperando, las dos profesoras que las acompañaban se acercaron y, sin saber qué decir, en silencio, las ayudaron a subir al auto.

El trayecto hasta el hospital le pareció más largo que lo que ella recordaba, o hubiera querido; cuando llegaron al hospital los estaba aguardando un médico para acompañarlos, mientras esperaban en silencio la llegada del ascensor ella seguía sumida en sus pensamientos, a las chicas les había dicho que su papá estaba en el hospital ¿Pero que no tenía nada? ¿Y si estaba golpeado, hinchado, herido? Se impresionarían, ojalá me hayan dicho la verdad, al menos sé que está vivo.

La Jefa de Enfermeras vio al grupo que acababa de salir del ascensor, por el notable parecido uno de ellos era indudablemente hermano del piloto accidentado que habían traído hacía un par de horas, las niñas, mellicitas y con uniforme del colegio se parecían mucho a la mamá que seguramente era la esposa, los acompañaba un médico del hospital.

- Señorita, cual es la habitación de... -La enfermera, con gesto amable, se limitó a señalarle la habitación que estaba casi al frente de la estación.

Esa voz, esos pasitos, son ellas, me alegra que hayan venido pero a la vez me siento extrañamente triste, el 23 de mayo será siempre una fecha especial en mi vida, yo estoy en el hospital, sin un rasguño ¿Y tú “Peludo”, por qué no me hiciste caso? Te ordené que salieras por tu puerta, estabas ileso como yo, hasta hemos hablado, te he visto claramente, la luz todavía no se había apagado ¿Qué te pasó? Al marino desaparecido ni lo vi, supongo que sería ese bulto en la cabina, no sé, pero a ti te vi claramente ¿Inflaste tu chaleco antes de tiempo, inflaste tu chaleco dentro de la cabina? ¿El chaleco te pegó al techo y no pudiste salir? ¿Qué pasó, Dios mío, qué pasó? ¿Qué explicación podré dar a tu novia, a tu familia? No hay explicación válida para los que ahora lloran tu ausencia; me siento vacío, he tratado de cumplir una misión que sabíamos era riesgosa, muy riesgosa, y lo advertimos, pero la orden fue esa: La operación debe cumplirse de todas maneras. Lo siento en el alma amigo mío. Que Dios te acoja a su diestra.

Al llegar se detuvo brevemente en la puerta; la habitación se veía fría e impersonal, además de la cama solo había una silla metálica, una mesita de noche y, sobre ella, una jarra cubierta con una servilleta y un vaso, ambos de acero inoxidable; él estaba recostado en unos almohadones y cubierto con las sábanas, semi-sentado, con los ojos cerrados y un poco demacrado solamente; sintió un ligero mareo y una extraña debilidad, se acercó temblorosa, sin explicarse por qué y sin saber qué decir dejó que las lágrimas fluyeran libremente y en silencio cuando él la atrajo hacia sí, la abrazó, la besó levemente y le murmuró

- Cambia de cara amor, hoy no es día de llorar, es tu cumpleaños.


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